Partida Rol por web

Aquel pequeño trasgo, al ver como un lobo terrible se lanzaba sobre el extraño mago arcano, cargó contra él. Su espada bastarda fue letal para el pobre lobo, que centrada su atención en la presa que estaba efectuando, seccionó una arteria del cuello del animal y éste, en breves instantes cayó muerto sobre el suelo. 

- ¡Niaaa! - Gritó entusiasmado. No esperaba para nada dar una estocada tan mortífera.

El arcano, dolorido por los mordiscos del lobo, se lo tomó con calma. Se puso en pie, se alisó las vestiduras y entonces volvió a mirar a sus enemigos en el exterior de la cabaña. Sonrió, entonces miró a la hoguera que se encontraba en el interior dela cabaña y abrió su mellada sonrisa mostrando de nuevo sus quebradas y oscuras piezas dentales.

- ¡Boom, kaboom, boom, boom, boom!  - Soltó una malévola risita y entonces apuntó con sus manos hacia la zona que ocupaban los aventureros.

De las llamas de la chimenea, saltaron las brasas hacia ellos y explotaron delante de sus ojos de forma estruendosa y deslumbrante. Sino alcanzaban a apartar la mirada a tiempo, aquella luminaria podía dejarles completamente cegados.

El mediano quedó estupefacto al ver como su lobo terrible era debollado de un solo tajo... Cuanto conjuros más malgastaria??.

Estaba pensando su propia estrategia cuando todo se iluminó, un conjuro de fuego les había cegado, si el resto estaban como él, en breve morirían.

Ostia, ostia, ostia , Ostia! No veo!!! Alguien ve??? le salió del alma es repentino sollozo.

¡De la que me había librado! Esta vez salieron por la puerta un montón de ascuas al rojo vivo, que cayeron sobre todos mis compañeros. Estos empezaron a gruñir por el dolor. Yo me posicioné en la esquina, esperando que se despejara la nube ardiente, y apunté a la puerta lateral. Alguno de mis compañeros había gritado que por ahí saldrían nuevos adversarios, así que les estaría esperando con mi ballesta preparada.

El conde llegó a poder cubrirse los ojos con la mano antes del estallido, por lo que evitó en gran medida  sus efectos.

-¡Recojones! ¡déjate de tanta ballesta y ataca con tus filos!-reprendió con tono furibundo a su escudero.

-Más mantened la calma, no moriremos hoy aquí ¡puesto que Dios vela por nosotros!-alzó su maza al cielo, haciendo que sus camaradas brillasen con luz dorada.

El gran trasgo agarró una bisarma, la cual estaba apoyada contra la pared y avanzó hasta el borde de la zona afectada por el conjuro de grasa. Fue entonces cuando lanzó un ataque con su arma contra If Hassim, el cual recibió una estocada que consumió la defensa mágica que el conde acababa de lanzar sobre él.

- ¡Grrr! - Gruñó enfadado al ver que su ataque, aunque había sido bueno, no había abierto brecha en el cuerpo de su enemigo. - ¡Grrrraaaw! - Gruñó más aún cuando el virote de DelCojón le pasó rozando el antebrazo causándole un leve corte.

El hobbit se recompuso rápidamente a pesar de no ver, el hecho de notar como las fuerzas extras de Godofredo le cubrían hizo pensar que si sus compañeros veían, él sobreviviría.

Pensó que conjuro lanzar, sería interesante una bola de fuego, pero el hecho de no ver le impedía guiarla con exactitud, así que se dijo, A la Mierda!, Que la enana se lo curre. dijo pensando en que tenía al lado a su compañera y esta podría hacer algo.

Dwama tú ves? Te lanzó algo para ayudarte si es así! dijo esperando a que su compañera le contestará, retrasando su acción hasta ese momento, sino se limitaría a retirarse hasta poder ver, evitando ser un objetivo fácil para el enemigo.

No quitaré la grasa, estoy en inferioridad ahora, así los podéis mantener más a ralla mientras recuperamos todos la visión! Paladín, no sé qué haces ahí metido! dijo recordando la estupidez cometida por este, que había visto antes de perder la vista.

El Paladín predijo a la perfección que hechizo iba a lanzar su enemigo y se armo de una voluntad de hierro para soportarlo, haciendo que no le afectara en absoluto. Tras lo cual, viendo que estaba metido en un charco de grasa mágica, el Paladín decide retirarse a la espera de ver si su compañero mágico lo hace desaparecer o si lo seguirá dejando ahí un tiempo más, pero por desgracia la pesada armadura y escudo le hacen tambalear y acaba cayendo al suelo por el resbalón.

El combate se desarrollaba rápidamente y era una sucesión de golpes y conjuros. Ante la orden de mi señor, no pude más que agachar las orejas y gruñir para mi. ¡Yo no era un guerrero! Él estaba acompañado de dos fuertes acompañantes, como eran el sarraceno y la enana. Si ellos no entraban, no iba a ser yo el que lo hiciera. Con gran disimulo, di unos pasos para atrás y desaparecí detrás de la esquina de la cabaña. Nadie se daría cuenta de mi ausencia y más, como estaban, cegados...

Supongo que mi disparo es de este turno y hasta que no actúen los demás, no puedo hacer nada.

No se si podría moverme después de que hice mi disparo. Mi intención es ir hacia la puerta lateral y entrar por allí, así puedo coger a los trasgos desprevenidos. Guardo mi ballesta y saco mi estoque y mi cukri.

No les digo nada a mis compañeros para darles qué pensar, jejejejeje.

El extraño hechicero lanzó una lluvia de llamas sobre sus adversarios y dieron de lleno en los ojos de Dwama que quedó completamente cegada. A pesar de esa situación la enana no se amedrentó y empezó a propinar toda una serie de improperios dirigidos contra los trasgos para desmoralizarlos y conseguir que dejaran la batalla. Era un modo a la desesperada de ganar algo de  tiempo.

- Malditos bastardos malnacidos!!! Sois pura escoria y nada podéis hacer para derrotarnos. El hechicero junto al que lucháis solo os quiere como carnaza, no le importáis una mierda!! hasta a quemado vivo a uno de los vuestros!!! huid ahora que podéis antes de que sea demasiado tarde. No habrá piedad si permanecéis de su lado!! iros o MORIREEEIS!!!!  

- ¡Voy allí dentro! - Exclamó el barbudo barrigudo, tras taparse la cara con el brazo y evitar así quedar cegado por la pirotecnia arcana. - Seguidme cuando podáis. ¡Ho, Ho, Ho! 

De pronto Brend desapareció de la vista de todos para reaparecer unos pasos más alejado y en el interior de la vivienda, justo a la espalda de sus enemigos. Había utilizado el plano astral para desplazarse y evitar así la grasa derramada sobre el suelo. Aún así, fue difícil localizarlo en el interior de la vivienda, pues se agazapó como un ninja escondíendose de sus enemigos.

No hagas locuras! Espera a que veamos todos!!

El trasgo golpeó la puerta lateral con su hacha y la atravesó abriendo un buen agujero en la parte superior. Godofredo y su séquito no lo sabían, pero aquellos pieles verdes, antes de su llegada habían apuntalado aquella puerta con tablones para que nadie les sorprendiera y ahora veían que había sido un claro error.

El extraño payaso extrajo una figurita de terracota de una pequeña bolsa de su cinturón y la dejó en el suelo.

- ¡Barro primordial, conviértete en un arma para mi! - Conjuró. - ¡Jijijijijijiji! - Rió como un loco.

Acto seguido se dio media vuelta para alejarse del combate y fue entonces cuando se encontró de frente con Brend, quien estaba escondido detrás de la cama. 

- ¡Ahhh! - Gritó asustado. - ¿Tú que haces aquí? - Le preguntó. Miró atrás y a los lados. Estaba atrapado. - ¡Está aquí! - advirtió a sus compañeros.

El recién convocado guerrero de terracota avanzó hacia el combate decidido a atacar. Sin embargo, el molesto conjuro de grasa le hizo permanecer inmóvil por tal de no caer al suelo.

Fui hacia la puerta lateral con la intención de sorprender a los truhanes de dentro. La tripa me estaba haciendo de las suyas y pequeñas ventosidades salían mientras andaba, sonando como pequeños flautines. La puerta me quedaba a un par de metros cuando esta saltó en pedazos. Yo, que iba preparado, ataqué con mis armas al trasgo que intentaba salir de la cabaña. Pudiera decirse que había salvado a mis cegatos compañeros de ser atacados por la espalda.

-"Jajajaja. Toma esto bribón, y esto también, jajaja."

-¡Con aquestos óleos no hay quien combata!-se quejó amargamente el conde al mediano.

-¡Tú, pequeño bribón!¡Desfaz aqueste entuerto, más no puedo casigar a los infieles con mi maza, recojones!