Partida Rol por web

—Sheriff —contestó el hombretón mirándole y estudiando sus movimientos. Por lo que al oso respectaba, ese tío no era manco. Siendo negro como el hollín tenía que ser muy diestro para haber llegado hasta allá, o eso o el terrateniente le había puesto allí y no había escuchado de eso.

—Parece que está la mañana tranquila... —agregó tratando de sondear de qué pie cojeaba aquel.

No tenían una mierda de visión, ni una pizca. ¿Que se mataran entre ellos?, claro, y que les dieran el oro directamente también, y una galletitas de jengibre. Lo que tenía claro es que no lo iban a hacer, así que no había mucho más sentido en darle vueltas. Frunció el entrecejo y alzó una de las comisuras de la boca en señal de frustración y les dijo

- El único problema que veo a dejar que se maten entre ellos es que, ya estén compinchados o no, si llegan al pueblo antes que nosotros ocuparán las posiciones estratégicas. Adiós al campanario y los tejados cercanos al banco, y si los ocupamos nosotros tendremos que pelear por ellos y matarlos, gratis. - No había más que hablar, querían improvisar y él no era el jefe de la banda, tenía experiencia militar y eso servía, pero solo hasta cierto punto, así que derivó el tema hacia otras preocupaciones -Un sheriff negro, el cabrón tiene que ser muy rápido si sigue vivo, convendría no perderle el ojo....

Convocado por sus palabras o siguiendo los pasos de Faraday el jodido moreno se plantó en el salón. Goodnight lo miró de arriba a abajo antes de escupir al suelo y decir a modo de respuesta

- Sheriff...

No le había impresionado, parecía un tipo rico con un arma demasiado buena para él, aunque no sería la primera vez que un tipo era más de lo que parecía. Un sheriff no solía llegar a viejo, uno negro ni a joven, y ese en cuestión parecía estar muy bien de salud.

Cosecha Roja iba a hablar. Estaba convencido de que era mejor ver como se desarrollaban los acontecimientos. Los dioses se divertían estropeando los mejores planes, así pues, solo había que confiar en el instinto y actuar. El indio iba a dar un discurso, básico pero apasionado, explicando todo aquello. Afortunadamente para Cosecha Roja, el sheriff apareció, haciendo que no pronunciase aquellas palabras que indudablemente le hubiesen dejado como un loco y un idiota. En el mejor de los casos.

Tomándose su tiempo, examino al sheriff. Efectivamente era negro. Parecía un tipo duro, pero los hombres duros también caían bajo las balas... y bajo las flechas. Realmente esperaba no tener que matarlo. No le importaría atravesar a un blanco, pero ¡joder! a un puto negro que había llegado a sheriff... ¡Lo que quería era saber como lo había hecho! Quizás eso le explicase algunas cosas sobre su propio destino.

—Behne— saludó inclinando la cabeza y clavando su mirada en el recién llegado. 

Faraday ya había visto al sheriff antes, así que no le sorprendió su aspecto. Aunque sí el hecho de que entrase en el salón. Se toco el sombrero a modo de saludo y sacó su baraja de cartas para empezar a hacer un solitario.

-Sheriff.-

El tipo parecía muy seguro. O no tenía ni idea de lo que se hacia, lo que no le cuadraba, o era muy bueno. Aún así no creía que se quisiera enfrentar a los cuatro cabrones malnacidos y un guaperas que había en el salón.

Nadie aceptó la propuesta, claro. Bueno, Horne...¿Dónde tenía también el cerebro? Eché un vistazo a Cosecha Roja, preguntándome en qué momento le cortaría el cuello al viejo. Si justo cuando tocase el botín, en el reparto, o segundos antes de cantar victoria. Horne estaría meando y ¡zas! degollado. Sonreí ante la imagen. 

Con un toque de sombrero saludé al hombre de la ley. A mí ya me extrañaba que no nos hubiera saludado el día anterior. Cinco tipos malencarados que llevan tres días aquí...Puede que el sheriff se preguntase si pertenecíamos a la misma banda que supuestamente quería asaltar a la diligencia. Los planes rotos. Si ya lo decía yo. 

Pues nada, a esperar a ver qué se le ofrecía al negrito. Mientras tanto no perdí detalle de sus maneras, la situación del revólver, y sus manos. Muy importante sus manos.

- ¿Qué va a ser hoy, Sheriff? - en su voz había un deje de resignación, pero por mucho que le disgustara el color de su piel le tocaba atenderlo con el respeto que esa placa le hacía merecer

- De momento otra ronda para ellos, van a tener que remojar el gaznate para contarme con todo lujo de detalles que les ha traído por Bannak... - apoyó la espalda y uno de los codos en la barra, os mantenía en su rango de visión y sus manos estaban más que dispuestas a desenfundar en cualquier momento pero: no había tocado sus revólveres todavía y es que cuando uno tocaba el revólver ya no había marcha atrás posible.

Dedicó una mirada Horne a los demás, parecía decir: "no le preocupan los que vienen pero sí los que están".

Se retiró el puro y se pasó la lengua por sus labios, entonces exhaló humo de tabaco. Decidió que no iba a ser el primero en hablar, pero no dejaba de vigilar los movimientos del sheriff... Tal vez tocaba empezar antes el nuevo plan improvisado: Matamos al Sheriff y vemos a ver qué pasa con la diligencia.

Eché un vistazo aparentemente distraído al sheriff. Tenía huevos el cabrón. Claro que el barman escondería una escopeta debajo del mostrador. Bueno, que era normal que nos preguntase. No me pilló de sorpresa. Desvié la vista hacia Goody, sonriendo con sorna, a ver qué tenía que contarle al negrito.

Bebí un trago, miré al representante de la ley mientras escanciaba otro sorbo en el vasito. -Las putas, sheriff. Creo que me he enamorado de esa Claudia. Un bombón.  

Faraday siguió jugando a las cartas mientras el sheriff preguntaba qué hacian allí. Era una buena pregunta dadas las circunstancias, sobretodo con lo que le habían dicho que se le venía encima.
Como el que no quiere la cosa sonrio y contestó al representante de la ley.

-Veniamos a hacer algo de dinero. Pero este es un pueblo de mierda donde no hay manera de conseguirlo. Ni siquiera se puede conseguri una buena timba de poker. Como no robemos el banco no sé de donde sacar dinero aquí.-

Le dio un sorbo a su vaso mientras se fijaba en las manos del sheriff.

La reacción del barman le hizo que curvara los labios en una sonrisa apreciativa. Eso si que era un buen americano, un hombre honrado que se viste de los pies a la cabeza y hace saber a los negros cual es su lugar en el mundo. Desgraciadamente la ley era una auténtica mierda y en aquel salón había que servir a todo tipo de seres, incluso los inferiores. Cuando el sheriff les mandó una ronda y les preguntó que les había llevado hasta allá Goodnight le dijo

- Estamos en un país libre y los hombres pueden ir allí donde quieran, además, escuché en un sitio que en este pueblo había un sheriff moreno y ya sabe - le dijo sonriendo con cinismo - no suelen durar mucho, así que mis amigos y yo pensamos que podría ser una buena oportunidad como para presentarnos al cargo cuando algo le pase. Ah, y también por Claudia, es todo un bombón, y si se puede sacar algo de dinero apostando en peleas pues no me quejaré. - dijo mirando guasón a Vasquez.

Cogió el vaso de whisky de la ronda del sheriff e hizo que se le cayera de las manos mientras decía - maldición, que torpe, ya no aguanto la bebida como antes. Y usted sheriff, ¿Que ha venido a hacer al salón?, ¿También tiene negocios con Claudia?. Como ve solo somos cinco hombres de bien que no molestan a nadie.

El joven Cosecha Roja había estado en silencio, sin contestar al sheriff aunque no pudo evitar enrojecer al oír hablar de putas. A él le gustaba cabalgar y ser cabalgado como al que más, pero nunca con dinero de por medio. En su tribu no era complicado encontrar mujeres dispuestas, pues disfrutaban tanto como ellos. Tener que pagar para cabalgar una bella mujer decía muy poco de los hombres blancos.

—Pagar por mujer es para hombres que no pueden satisfacer —dijo orgulloso, sin añadir explicaciones sobre su presencia, pues en aquel momento le parecía más importante dejar aquel punto bien claro.—Eso ser cosa de hombres blancos con pocas habilidades.

Alcé la vista hacia el indio. Qué lengua más larga la del jovencito piel roja. Pero bueno, a quien le importa una mierda lo que piense o diga un indio.

- Tu lengua destila sabiduría, Cosecha Roja. A pesar de tu juventud. Yo es que voy con Claudia a que me enseñe.

- Busco hombres para hacer un trabajo... - deja caer 

En ese momento se abre la puerta de la taberna de nuevo, entrando un anciano que apenas se mantiene en pie con un rifle que podría abrirle un buen boquete a un toro a buena distancia. Le dedica un breve saludo al sheriff y parece dispuesto a ponerse a su disposición.

Goody miró de reojo al indio y esbozó una sonrisa irónica. Vásquez se tomó el comentario a broma, o mejor dicho le importó una mierda lo que le decían. Enseñarle, Vásquez hacia pinta de putero, no de alguien que necesitara ningún tipo de enseñanza. Volvió a mirar a Cosecha Roja y le dijo

- Yo he escuchado que el indio que no está con su tribu es porque las mujeres le han echado por su falta de habilidades, ¿es eso verdad?. Yo siempre creí que no, pero no es la primera vez que lo oigo...

Eso enseñaría al shoshoni de subestimar las costumbres del hombre blanco, del hombre superior, frente a los salvajes que se pintaban la cara y arrancaban cabelleras. Y le hubiera seguido enseñando si un anciano no hubiera entrado con un rifle en el salón, y aunque parecía un paleto le bastaba apretar el gatillo y disparar para despachar a uno de ellos. Goody miró al tipo de rifle con una mirada explícita que le decía, vamos, alégrame el día, antes de volver a mirar al negro. Lo miró de arriba abajo, tan seguro de si mismo, tan inconsciente de las ganas que tenía de meterle unas onzas de plomo en el cuerpo, el mundo se había ido a la mierda por gente como esa. Así que un trabajo. Bueno, tenían que hacer tiempo hasta la llegada de la diligencia, y si el bueno del sheriff quería bailar para ellos bastaba con dejarle un rato.

- ¿Un trabajo? ¿Que tipo de trabajo? y sobre todo ¿Cuanto se paga por él? No me entienda mal sheriff, no me gusta trabajar para..... representantes de la ley, pero el oro no entiende de manías personales. Si la cantidad es suficiente podríamos hablar...

Notaba ese ligero picor en las manos que era previo a un tiroteo. Aquella situación se podía ir a la mierda muy rápido...

Entorné los ojos, torcí la boca. ¿Por qué Goody se enfrascaba en una discusión el maldito indio a ver quién la tenía más larga? Eso solo iba a acrecentar las diferencias entre ellos y a perjudicar al negocio. Estaba claro que Red tenía sesos de mosquito y decía lo que decía porque no pensaba en las consecuencias, así les había ido a los de su clase. Suspiré, anodino más que divertido.

Escuché el comentario del sheriff. ¡Coño! A ver si lo que propuso nuestro "jefe" no iba desencaminado. ¿Sería eso? Goody se adelantó en la respuesta. 

-Nosotros somos hombres blancos con pocas habilidades, sheriff. Y un indio sabelotodo. -Para algunos los indios no eran hombres. Y los negros tampoco.

Con toda la inocencia que daba la juventud y la falta de maldad, Cosecha Roja no tomó aquello como una broma ni como un insulto.

— No. No. Eso quiza gente del río alto. Nosotros no expulsar a nadie. Si mujeres no contentas con hombre, este vivir con ellas para aprender. Y ellas no pedir nada. —realmente era difícil discernir si el shoshoni era un alma inocente o si se estaba quedando con ellos. 

El joven miró con curiosidad al sheriff y al tipo que acababa de entrar sin decir nada. Esperaba oír el tipo de trabajo que quería que hiciesen antes de posicionarse. Si que era cierto que necesitaba dinero, pero era muy malo calculando y no sabía cuánto, de ahí que quisiera asaltar la diligencia. Tener mucho para no pensar si le llegaba

Jack no había dejado de mirar al sheriff, desviando únicamente la mirada al indio con cada comentario. Realmente lo estaba poniendo difícil, ya expresó sus reservas en voz alta días atrás y no las tuvieron en cuenta. Lo mismo alguno acababa despachando aquella alianza en un tris.

—Sheriff, ese negocio... ¿No será de los de hacerse matar y no ver los dólares? La verdad es que las balas me sientan mal, máxime si hay poca recompensa.

Faraday escuchaba toda la conversación con estoicismo. Además se le había acabado el whisky y no quería moverse hasta la barra a por más.
Estaba claro lo que quería el sheriff, todos lo sabían allí dentro, lo que no tenía tan claro es si el agente de la ley sabía realmente quienes eran ellos. Al menos hasta que el viejo entró con el rifle.

-Vale. Al menos sabe que somos peligrosos.-

Goody no se lo estaba poniendo nada fácil. Típico sureño. A Josh no le caían ni mejor ni peor los negros o indios. Mientras no le hubiesen hecho nada los odiaba a todos por igual. Pero habían venido a aquel pueblo a ganar dinero, y de momento aquello no parecía que fuera a salir. Así que si el sheriff les proponía alguna cosa que fuese interesante Faraday le escucharía. Sobretodo porque su plan también iba a tener violencia. Así que plomo por plomo prefería la que fuese más seguro para salir con vida.

-Muy desesperado tiene que estar para venir a hablar con nosotros ¿no? Como dice el viejo, nos gusta nuestro pellejo. Muy bien pagado tiene que ser el trabajo para que nos interese. Pero siga, siga. Que se ha quedado a medias.-

La otra opción era liarse a tiros allí mismo. Pero no le apetecía de buena mañana. Además, algo le decía que no todos saldrían de allí por su propio pie si lo hacían.

El negro centró su mirada en Horne, a Goody parecía haberle perdido el interés desde la primera frase: quizá no le gustaba, quizá le parecía menos probable poder sacar algo en limpio de todo aquello con él o quizá... ¿quizá era capaz de oler el odio como los perros olían el miedo? No se podía descartar. 

- Hay una docena de hombres a los que dar la bienvenida al pueblo, cuantas más armas listas para disparar antes termina el espectáculo - simplificó - y cinco tipos armados... bueno, dicen que el diablo hace de las suyas cuando se aburre ¿no?