Partida Rol por web

En respuesta a sus preguntas durante el camino:

- No supe mucho más hablando con los hombres de armas. Bien parece que a mi hermano se le apreciaba por aquí, y dormía en los barracones, con la soldadesca. Poco más. Espero que le hallemos con vida y buena salud...

Estaba el juglar mohíno, apático, sin soltar palabra, como defendiéndose de algo.

-"Tranquilo, lengua vivaz. Yo solo me enteré de la muerte de tres hombres la noche que llegamos. En las cocinas corren muchos cuchicheos, por lo que vi. Los cuerpos fueron encontrados por unos cazadores y un pastor que estaban con sus quehaceres por la zona, bien temprano. Al parecer, los cuerpos habían sido destrozados por alguna bestia de gran tamaño. Creo que Pietro también escuchó la historia, ¿verdad?"

Cuando Pietro habló de su hermano, lo hacía preocupado. No sabía si lo hallaríamos vivo o muerto.

-"Supongo que si está en el monasterio, estará vivo. Los monjes saben cuidar muy bien de los heridos. Además, que..."

Hice un alto de repente, parándome en seco. Levanté el brazo derecho y señalé hacia unos matorrales que había cerca, donde se veía un cuerpo tirado en el suelo, boca abajo, inmóvil. Salí corriendo hacia él, para ver si aún vivía y ver quién era.

-"Rápido, parece que necesita ayuda."

Acudo corriendo y examino el cuerpo, ¿está vivo? ¿herido?

Bueno, pues intento diagnosticarlo. Si está vivo, para ver qué le ocurre. Si está muerto, para determinar qué le ha matado. Si puedo emplear más tiempo para mejorar la tirada a mi favor, lo hago.

—Lo que demuestra que hicimos bien en hacerme caso y no ir tras los hombres, a buen seguro hubiéramos acabado como ellos. Podéis darme las gracias, aunque tampoco hace falta —comentó el juglar mientras continuaba caminando junto a sus compañeros, lado a lado.

—Seguro que está vivo, a salvo y quizás no totalmente sano, pero llegará a estarlo —dijo en tono confiado, como si poco a poco fuera recuperando su habitual personalidad.

—¿Ayuda? ¿Otra vez? —preguntó alarmado, pues él no había visto absolutamente nada—. ¿No se puede caminar por aquí con tranquilidad?

Esta vez no se negó y caminó junto a sus compañeros por si podía prestar algún tipo de ayuda.

Honoria trató de apaciguar los ánimos de sus compañeros, y también calmar un poco su espíritu, sobre todo con Pietro al estar su hermano de por medio. Entonces hizo un alto, señaló a varias varas a distancia y echó a correr hacia el tipo tumbado, y de la misma manera Pietro corrió a la par. Detrás de ambos, Lope acudió tras sus compañeros, y entre los tres rodearon el cuerpo del tipo. De momento fue Pietro quien lo tocó y le dio la vuelta para colocarlo bocarriba. Prendas parduzcas, una camisa gruesa y unas calzas de cuero, a la par que sus zapatos bajos. A su lado, sobre el cinturón, la funda de un gran cuchillo, pero vacía...

Al girarse sobre sí, a Pietro le cambió el rostro, y palideció. Pareció reconocerle. Sí. Era Pere, su hermano, el almogavar. No lo recordaba tan entrado en años, con mechones de cabello blanco sobre sus patillas. El barbero acercó su cabeza a su pecho, colando su oreja sobre su torso... ¡Vivía! Pietro, entonces trató de retirar los lazos que tenía sobre el cuello y desahogar a su hermano de la forzada camisa que aquella posición le había dejado... Entonces Pietro comenzó a mancharse las manos de sangre... ¡Estaba herido! El barbero se dio cuenta de que su hermano tenía algunas cuchilladas en su tornos... Una dos... y hasta una tercera; levantando la camisa parduzca se discernían bien, y otra cuarta en un costado, ¡maldición!

Pere miró a Pietro, y trató de decirle algunas palabras. Parecía costarle: en su boca también había sangre...

Nada más llegar al cuerpo, le dimos la vuelta para comprobar si aún vivía. El tipo estaba gravemente herido, varias puñaladas surcaban su torso. Pietro se quedó pálido, supongo que por toda la sangre que salía y saber que no podía hacer nada por aquel desdichado. El moribundo pareció recobrar el sentido e intentó decirle algo a Pietro, pero no lograba articular palabra alguna. No creo que le quedara mucho tiempo de vida. Alguien se había cebado con él, tal vez para robarle o por venganza, quién sabe...

-"Me temo que solo vamos a poder ayudarle, dándole compañía hasta que exhale su último aliento. Y una sepultura rudimentaria para que las alimañas no lo devoren."

Estaba apesadumbrada y pensaba que tal vez no había sido buena idea venir a esta villa para hacer negocios, ya que solo veía muerte. Anoche una persecución y tres muertos, hoy un desconocido apuñalado. ¿Qué vendría mañana? Un ligero temblor recorrió mi cuerpo. Esos pensamientos me turbaban. Miré a Pietro y a Lope. El primero estaba muy triste, no sabía por qué, seguro que ya había visto gente moribunda más veces.

-"Será mejor que nos quedemos con él para despedirle de esta tierra y después hacerle un pequeño funeral, antes de seguir al monasterio."

Mare de Déu.

Intento taponar las heridas más importantes para evitar el shock hipovolémico todo lo que pueda. No hay mucho más que pueda hacer.

- Collons, Pere, qué me andas segando por esos mundos para acabar así, cosido a puñaladas... ¡dime quién te ha hecho esto para que lo busque!

Honoria pensaba y así lo expresaba en pasar los últimos momentos con aquel hombre, incluyendo en su sepelio, pues no había que ser médico o curandero para saber que estaba gravemente herido. Por contra, Pietro trataba de taponarles las heridas, pero era totalmente inútil. El barbero-cirujano se manchó las manos, y aún así no pudo hacer nada por evitar la muerte de su hermano. Sólo antes de exhalar el último aliento, Pere se emocionó al reconocer a su hermano (pese a no poder siquiera ni decir su nombre) y sólo tuvo a bien responder, como pudo, a lo que Pietro le requería.

Dos... la mujer y... el ni... el ni... -las palabras de Pere terminaron ahí, como su vida-. No logró ni componer una sola oración.

Apenada por la muerte del hombre, me quedé mirando inquisitivamente a Pietro. ¿De qué conocía al desahuciado? Me quedé mirando a uno y a otro, extrañada.

-"Pietro, ¿conoces a este hombre? ¿Sabes a qué se refiere con lo de la mujer y el 'niño'?"

¿Qué estaba pasando aquí? Todo era confuso y raro. Muertes, persecuciones, encargos... Más me hubira valido quedarme en casa con mi familia y que hubiera venido mi padre, que al ser varón, sabría qué hacer en estos casos.

Sangre, sangre y muerte por todos los lados. No es que Lope fuera ajeno a la sangre y a la muerte, había cazado, conocía la sangre y la muerte... por desgracia también. Sin embargo no estaba acostumbrado a mezclarse de forma tan seguida con ella. No tenía muy claro como podía ayudar, en un primer instante se había agachado junto al herido para colaborar, pero al ver la gravedad de sus heridas se alejó yendo hacia atrás.

Tragó saliva tratando de no perder la calma y respiró con profundidad. 

—¿Cómo puedo ayudar? —preguntó el juglar mientras esperaba a que Pietro diera órdenes, si es que era necesario, al fin y al cabo ese era su campo de conocimiento.

—O niña, puede ser también... ¿quizás protegía a alguien? ¿Son recientes las heridas? Lo mismo... estamos en peligro si rondamos por aquí.

No le gustaba ser catastrofista, pero las circunstancias no era demasiado prometedoras, prefería ser él el que recordara los posibles problemas a que nadie a su alrededor lo hiciera. Aceptaba llevar esa carga.

—¿Tendrá algo que ver con lo que nos encargó la bella doña Justa? —preguntó con más intención de evadir su mente y pensar en la bella faz de la señora, que concentrarse en el pobre y moribundo hombre que tenía frente a él.

Bueno, como buen montañés soy bastante parco, así que cuando ocurre el óbito, me limito a dejar de taponar las heridas y cerrarle los ojos.

- Ha muerto. Téngale Cristo- digo, y luego les miro a los dos-. Este es Pere, mi hermano. Nada se podía hacer por él, tenía heridas mortales.

Me limpio la sangre en la ropa de Pere y me pongo en pie.

- Las heridas parecen recientes, prueba de ello es que aún vivía cuando lo hallamos, suerte de tu buen ojo, Honoria, si no, lo habríamos pasado por alto. En cuanto a sus últimas palabras... creo que se refiere a la mujer que vimos.

>>Pensadlo. Nos la encontramos, en pleno bosque, de noche cuando nadie saldría. ¿Qué hace una mujer sola, con lo que parece un bebé, bajo la lluvia...? De por sí, raro es. Luego sus perseguidores, que nos parecieron peligrosos rufianes, y que al día siguiente sabemos que halláronles muertos a los tres, como destrozados. No sabemos si son los mismos, pero es mucha coincidencia. Y supe de los hombres del castillo que mi hermano conoció a una moza también con un crío, que la trajo de los campos y luego ella se fue.. y ahora esto. Opino, pues que algo raro hay en ella. Quizá tenga perros, y los eche a sus víctimas tras matailas, o quizá sea otra cosa. Pero el coltell de mi hermano le falta, y por ello podemos señalar a su asesina cuando la hallemos, si aún lo conserva.

Honoria preguntaba por la relación de Pietro con el hombre que acababa de fallecer, mientras que Lope se ofrecía para tratar de ayudar, pero ya no había más posibilidad que hacer un improvisado entierro. Los dos hombres apuntaban ahora con que aquella primera escena vivida la noche anterior, en medio de la lluvia, tuviera que ver con este encargo y este fatídico encuentro.

Me quedé de piedra al escuchar que era su hermano.

-"Lo siento mucho Pietro, debe de ser muy duro ver a tu hermano moribundo y no poder hacer nada. Por lo menos has estado con él en sus últimos instantes."

Me quedé pensando, haciendo cábalas de todo lo sucedido. ¿Podría haber matado esa mujer a tres hombres y a Pere? No lo veía posible. Una mujer acabando con la vida de cuatro personas, aunque tuviera una jauría de lobos a su servicio...

-"Creo que deberíamos ir al monasterio y preguntar allí si tu hermano estuvo allí. Quizá obtengamos algo de información que te ayude a esclarecer quién ha matado a tu hermano. Yo no me inclino por esa mujer, no parecía peligrosa. Cuando volvamos al castillo y demos la mala nueva a su señora, me temo que ya cada uno tirará por su lado."

Algo superado por los hechos y perdido por la situación, dudó entre callar o hablar. Lo cierto es que no dudó mucho, era juglar y de él se esperaba que siempre hablara. Así que correspondiendo a lo que su oficio aparejaba, rebuscó en su mente unos versos que podrían servir para la fúnebre ocasión.

—Este mundo es el camino
para el otro, que es morada
sin pesar;
mas cumple tener buen tino
para andar esta jornada
sin errar.
Partimos cuando nacemos,
andamos mientras vivimos,
y llegamos
al tiempo que fenecemos;
así que, cuando morimos,
descansamos.

Dijo aquello sin elevar demasiado el tono, de forma sencilla e íntima pues no había razones para montar una algarabía en mitad de aquel lugar.

—Deberíamos continuar con nuestro camino, cerca andamos ya del monasterio, quizás ellos puedan traer a la gente necesaria para que oficien los ritos pertinentes para tu hermano —comentó mientras observaba el cadáver del pobre hombre.

—Por mi parte buen Pietro, te ofrezco mi ayuda para intentar averiguar qué ha sucedido con tu hermano. Un crimen así no debe quedar sin resolución.

Escucho el responso de Lope con agradecimiento. No es una oración cristiana, pero sí una bonita elegía, y mucho mejores palabras que las que yo tendría. Sobre el cuerpo de mi hermano, poco hay que decir. No tenemos el tiempo, las herramientas ni el ánimo para enterrarlo aquí mismo y ahora, mientras que en el monasterio sí los tendrán.

- Pena de dejailo así, tirado como carroña, pero llevarlo no podemos, ni con parihuelas, a dos horas de camino- digo-. Mejor es seguir hasta el monasterio y dar noticia a los buenos frailes del lugar, para que vengan cuando puedan a ocuparse de mi hermano. Seguro que están encantados de salir de la rotina de su clausura para un buen paseo por los campos, aunque sea por tan lúgubre ocasión. Ellos enterrarán el cuerpo y dirán misas por su alma, que yo almidonaré con un donativo de buenos diners de vellón aragoneses.

Me quedé escuchando a Lope en silencio. Era el único que sabía algo de letras, porque yo pocas canciones me sabía o alguna frase adecuada para la ocasión. Una vez hubo terminado, parecieron estar de acuerdo en seguir hacia el monasterio. Allí daríamos aviso a los monjes de lo sucedido y vendrían a dar cristiana sepultura al cuerpo.