Partida Rol por web

Arroka estaba concentrado en el suelo buscando trampas y le costó reaccionar al ataque de las gárgolas. Todos estaban en acción y él empanado. 

Rápidamente llevó su mano a una de las bolsas de la pierna, sacó un manojo de plantas y con un gesto solemne las pasó sobre su preciado ''bastón''. El trozo de madera adquiría un color oscuro, como madera mojada, un olor a sal inundó la sala e incluso algún pequeño molusco parecía haber crecido de la madera.

- ¡IGUALITO A THUNDERTREEEE! -gritó enarbolando el bastón y se lanzó directo a la gárgola que atacaba al semiorco.

Con un salto lanzó un bastonazo horizontal al costado de la gárgola.

- ¡Vamos malditos grumetes de agua estancada! Demostrad de qué pasta está hecha el gremio.

Tal y como sucedió aquella vez Nana volvió a sentir las garras de aquellas criaturas sobre su carne. Lo que la gárgola no esperaba es que la mediana aguantase estoicamente el embate con tal de conseguir encajar un nuevo golpe.

- ¡Venga, malnacido! - grita apartando el rostro de la criatura con una mano y alzando nuevamente su arma - ¡Dame algo que poder contar a mi vuelta! ¡Rawr!

No sólo su aspecto era pétreo, sino que su complexión compartía la dureza de la roca que simulaba. Desagradables criaturas estas gárgolas.

Maldito bicho, la canija le iba a soltar una carcajada en su cara si se la cargaba sin recibir siquiera un rasguño de la Aasimar, podía imaginar su engreído y burlón rostro diciendo "jovencita aún te falta mucho para ser aventurera", a la chica le daban ganas de gritar enfurecida solo de imaginar la escena.

- hhhhh - con su grito enmudecido le puso una saeta entre ceja y ceja, no iba a consentir a un muñecajo de piedra dejarle en ridículo, y se notaba que el orgullo de la Aasimar estaba en juego, porque no sería la primera arma que "perdiera" accidentalmente por no cumplir su cometido como ella deseaba, pues la culpa de fallar no podía ser suya, las armas defectuosas existían y ¡Siempre le tocaban a ella!

Gruñó al recibir el golpe, no estaba acostumbrado a combatir de tan cerca y estar de espaldas al resto de compañeros sin conocer cómo estaban no le gustaba nada, les oía luchar y pronto observó como el gnomo se unía a la batalla con él mucho más preparado y dándole un buen golpe a la gárgola. Sonrió mostrando los colmillos al ver que el gnomo era muy ducho en combate y además su arma parecía dañar a las gárgolas.

- Buen golpe. le dijo mientras volvía a enarbolar la javalina para golpear de nuevo y acabar rozando el aire. La gárgola era demasiado escurridiza. No estaba siendo de ninguna ayuda comenzó a lamentarse el semiorco y su conjuros no parecían ser los más adecuados para la ocasión. Así que comenzó a recitar unas palabras en silvano mientras el aire alrededor de ellos comenzaba a agitarse y un graznido anunció la llegada del espíritu del halcón. Sus sentidos se ampliaron y sentía la respiración de todos sus compañeros, quizá el no pudiera alcanzar al enemigo pero facilitaría su tarea.

El virote impactó contra la Gárgola que acusó el golpe pero la flecha no se clavó en su duro cuerpo, se partió al impactar. En cambio, Arroka usó sus poderes de conexión con la naturaleza para imbuir de magia su bastón que impactó con un buen golpe que dejó marca en aquel ser.

Ellas seguían atacando: Nana consiguió esquivar con agilidad una de sus garras pero recibió un mordisco en el brazo. La otra decidió atacar al monje pues le había ocasionado mas daño con sus garras agarró por un instante el bastón y aprovechó para morderle la mano.

- ¡vamos Kurg! -cada vez que movía el bastón, el semiorco podía percibir el poder de la naturaleza, y tal vez si estaba atento un ligero atisbo de la diosa Mielikki- aaaarrrrrggggg... con que mordiendo eh, sucia roca musgosa...

El gnomo apartó su mano de la gárgola, y aprovechando el gesto cruzó los brazos en el pecho, se encorvó ligeramente y empezó a exhalar el aire con una nota grave desde lo profundo de su pecho.  - mmmmmmmm...-

Y como si imitara una explosión abrió de golpe los brazos. De su cuerpo emergieron unos brazos espectrales de color azul oscuro que recordaban a los tentáculos de un pulpo. Atravesaron a Kurg que estaba junto a él pero impactaron en la gárgola. Y terminando esa nota grave, descargó un bastonazo descendente sobre la cabeza de la gárgola.  -...hiiiaaaaaa ¡no me servirías ni como lastre, maldita!-

Ahora al gnomo lo rodeaba un aura azulada y unos tentáculos azules semitransparentes desproporcionadamente grandes (superando la altura del semiorco) que se movían acompasados con sus movimientos.

Un escalofrío recorre la espalda de Nana. El gnomo había vuelto a sacar a pasear aquellas desagradables extremidades etéreas. No le hacía falta girarse para saber que así era. Algo en aquellos tentáculos le recordaba a aquel último día en alta mar. ¡Brrr!

- Más os vale estar haciendo un buen trabajo ahí atrás, ratas barbilampiñas - la gárgola frente a la mediana esquivaba sus golpes con soltura, dejando a la pequeña guerrera en evidencia - No quisiera tener que... ¡Argh! emplearme a fondo todavía. Y esta de aquí... ¡Uf! ¡Me está sacando de mis casillas!

Los gruñidos de Popo se escuchan a su espalda, pero con un gesto de su mano indica a su peludo camarada que lo mejor es no acercarse demasiado. Ya había cometido el error de poner su pellejo en peligro una vez y no volvería a hacerlo.

- Atrás, Popo, mamá se encarga - dice errando nuevamente el hachazo.

Un buen impacto no significaba demasiado si no dejaba marca, a su espalda un gran golpe se escuchaba como si la piedra se partieran con él, Ágnofos desvió un momento la mirada viendo el reluciente bastón, magia posiblemente... La muchacha que quería ver agrietarse a aquella cosa de una vez por todas, descolgó la ballesta sobre su hombro dibujando un círculo con la mano liberada para a continuación golpear con la palma dicho círculo ilusorio, haciendo que una gran chispa prendiera y a la orden de "avanti", una ráfaga ígnea voló contra la gárgola.

Esperaba no asustar a Nana con aquel fuego, aunque al ver como atacaba a la vez que el fuego llegaba, no había duda de que su pésimo movimiento era culpa de aquella roja y anaranjada llama que aparecía por su zurda.

Kurg emitió un nuevo gruñido, no había forma de golpear a aquella gárgola y aunque lo hiciera los resultados no estaban siendo buenos. Sin embargo el gnomo a su lado golpeaba dañando magistralmente a la gárgola mientras que su totem le confería una ayuda extra al gnomo.

- La naturaleza es más sabia contigo que conmigo, o mejor dicho eres más sabio y experimentado que yo y moldeas las fuerzas naturales mejor que yo. se reprochó a si mismo el semiorco, pues su elección de conjuros no era apropiada para la situación en la que se encontraban y no estaba siendo de ayuda. Cansado de no poder golpear a la gárgola y sabiendo que su compañeros eran capaces de hacer mucho más daño que él, hizo una pirueta hacia el norte y amagó con una finta a la gárgola dejándola desprotegida para que Arroka la golpeara de nuevo. - Aprovecha la apertura. le dijo al gnomo y avisó a Nana. - El halcón de Mielikki te favorece, golpea con fuerza Nana. No sabía cuan heridos podían estar porqué las gárgolas mordían con fuerza por lo que levantó una plegaría sacando la poca energía natural que había en el lugar para sanar a la mediana

Los aventureros vieron que aquellas gárgolas no estaban de broma y se empezaron a tomar el combate en serio. Arroka desplegó sus brazos astrales para que le ayudasen a atacar a aquellos monstruos y Ágnofos realizó una descarga de fuego contra la otra.

Las gárgolas al sufrir estos envites mágicos perdieron la concentración por un segundo fallando todos sus ataques.

Empezaban a asomarse varias grietas en sus cuerpos, parecían heridas.

- ¡lo tenemos controlado! ni se te ocurra desfallecer contra unas piedritas -gritó como respuesta a Nana.

Arroka seguía dando brincos y cabriolas para impactar con fuerza y esquivar sus garras, esas gárgolas eran duras de roer. Aprovechó la oportunidad que le brindó Kurg para seguir golpeando con su bastón, y con la inercia del giro soltó un puñetazo envuelto en esos brazos astrales.

- Ahora no somos tan reacios a usar fuego al parecer -bramó riendo al notar el calor del hechizo de Ágnofos

Los dientes de Nana chirrían por la frustración. Su oponente no dejaba de moverse y le resultaba sumamente complicado golpearle. Si el hacha caía hacia su izquierda la gárgola se escurría hacia la izquierda. Ni la ayuda de sus compañeros parecía mejorar en un ápice el resultado.

- ¡Quédate quieto j****o espanto! ¡Así no hay... Urgh... manera de mandarte de vuelta a... Ufff... los nueve infiernos!

La mediana acusaba el cansancio. Quizá luchar a altas horas de la noche tras una larga y agotadora caminata habían menoscabado su capacidad para blandir su arma o quizá, sólo quizá, una racha de mala suerte estaba cebándose con la pequeña.

- ¡Como encuentre a ese crío lo voy a llevar arrastrado de las orejas de vuelta a Phandalin!

Ahora que veía a Nana fallar tanto el ego de la Aasimar aumentaba - tranquila Nana yo te cubro - su voz era conciliadora, por fin su pequeña peón dejaba que Ágnofos se luciera.

Un nuevo círculo en el aire que al palmearlo se transformaba en otra ráfaga de fuego a la orden de avanti.

Kurg sonrió ante las palabras de Arroka y continuó moviéndose como un vendaval delante de la gárgola para distraerla usando fintas mientras ponía su escudo por delante para protegerse y dejando huecos libres para que Arroka rematara. - Nana deja que el espíritu te guie, no lo fuerces. la aconsejó ya que parecía que la mujer comenzaba a frustrarse.

Las gárgolas siguen luchando sin acusar demasiado sus heridas ni el cansancio. Vosotros en cambio empezáis a notar como las heridas y el combate empiezan a hacer mella en vosotros provocando algunos agujeros en vuestras defensas.

Las gárgolas no parecían ceder ante la presión de los golpes del gnomo, y al estar de espaldas no sabía qué tal iban con la otra bestia. Los nervios empezaban a apoderarse de Arroka, viendo que Kurg hacía todo lo posible por facilitarle golpear y el monje no conseguía hacer mella. El cansancio y las heridas le iban agotando, y ya casi no salían las palabras, más allá de suspiros y gruñidos.

Aprovechando la distracción de Kurg se coló bajo las piernas del gran semiorco para aparecer desde abajo y golpear a la gárgola con el bastón, y en un movimiento que empezaba a notarse la rabia, descargó con su proyección astral dos golpes directos al pecho del monstruo.

- ¡si te metes con Capitán Kraken y su tripulación estás jo***a, asqueroso trozo de gravilla! -los ojos marrones de Arroka refulgían de azul intenso

El yo astral de Arroka propinó una serie de golpes que atravesaron el cuerpo de piedra de la gárgola y esta cayó al suelo, rompiéndose en mil pedazos como si fuera un jarrón de porcelana.

La mediana bufó ante las palabras del semiorco. Cuando se trataba de cabezonería no había quién le ganara y admitir que se estaba precipitando y que eso estaba haciendo mella en su forma de luchar era un paso difícil para la orgullosa aventurera.

El torbellino de hachazos se detiene. La mediana da un paso atrás y deja que la criatura se abalance sobre ella. La gárgola cae con todo su peso sobre Nana y ésta aprovecha ese instante para golpear su costado. Las garras de su rival se clavan en sus brazos, pero la hoja del hacha cae a su vez sobre él.

- Ágnofos... ¡Urgh! - alcanza a decir mientras forcejea con la criatura - ¡Vamos! ¡vuélale la p**a cabeza con tu magia! ¡Ya es nuestro!

Durante un instante Nana se preguntó cómo el aprendiz del dichoso mago habría logrado sortear a las gárgolas. ¿Se trataba acaso de un poderoso hechicero tal vez? ¿O el chico se habría escurrido entre las sombras? Aquello olía a chamusquina. Y no era  por las llamaradas que expelía la aasimar. 

La petición de Nana se haría esperar, Ágnofos apuntó a la cabeza de ese pedrusco viviente, que al abalanzarse tan bruscamente sobre su compañera bajó también su torso y con él su cabeza, la Aasimar veía frustrada como aquella estatua caería tarde, pues sus contrincantes ya habían acabado con la suya, si; no era una competición, pero al parecer estaba de ese lado mucho orgullo innecesario pero patente y al parecer Nana no estaba exenta de ello.

- Maldición... Ese ha sido mi error, te debo una poción - dijo librándose de posible culpa.

La sorprendente fuerza espiritual de Arroka acabó arrasando con la escurridiza gárgola. - Buen trabajo. dijo mientras se giraba y veía a Nana esta vez sí golpear con ímpetu a la gárgola, sin embargo vio como sangraba por varios lugares y volviendo a pedir a las fuerzas naturales su ayuda Nana comenzó a sentir una sensación de cosquilleo mientras se cerraban algunas de las heridas.

- Arroka el espíritu del halcón vuelve a estar contigo. le avisó al gnomo para que le golpeara de nuevo.

Esta vez a distancia y con su mano en llamas dejó caer la jabalina para utilizar el fuego contra la criatura. Pero algo pasó, algo que no esperaba..