Partida Rol por web

- Vale, pues parece que habrá que ver que trampa tiene, Garmeiana coge la llave y guardala.- le comento a la bruja.- Abe, tu sirviente ha encontrado una trampa en la puerta que tenemos delante, te parece buscar como funciona.

Mientras tanto el clérigo comprobaría las paredes del pasillo a ver si veía puertas secretas u otros mecanismos.

No parecía haber nada extraño en ese pasillo. Lo único que parecía es ser la entrada de un lugar muy importante, dadas las decoraciones y el gasto en haberlas construido.

La puerta era imponente en todos los sentidos y la magia que emanaba solo daba alertas de que podía a llegar a ser peligrosa o al menos estaría protegida de ciertas maneras para evitar intrusos no deseados.

Aún así el diseño era muy simple y abstracto, no había presencia de mecanismos ni cosas extrañas por lo que suponíais que todo el funcionamiento era mágico.

- Si no ves nada, podemos probar la llave que encontramos donde el limo. Quizás hay algo de suerte.- añadió después de ver que o era la puerta o era la puerta el camino que tenían delante.

—O podría probar a quitar la magia, aunque entre tanto conjuro seguro que hay alguno muy poderoso que me impida hacerlo.

»Lo que dice Kha tiene sentido quizá alguna de las piezas encaje en esa concavidad y permita colocar la llave luego.

Mientras que los demás estaban investigando el pasillo Abe seguía feliz investigando la sala en la que estaban, se aseguraba que no hubiera más trampas, buscaba más posibles puertas secretas con el consabido método del palo y la vela, buscaba trampas en las tres puertas que había frente al desaparecido trono, invocaba de nuevo a Coralino y otro caballo para que le diera compañía.

- Tiene sentido – hablaba consigo mismo – cuando encontramos el cetro y la corona* el extremo de plata estaba más cerca de la corona, mientras que el de oro estaba alejado de ella, incluso fuera del propio trono, seguramente para evitar que las dos partes de oro se tocaran. Eso más que el pomo de plata fue lo que bajó el trono cuando toqué el dibujo de la corona… Estoy convencido a un 90% de que el pomo de plata debe ser el que retira la corona de la cabeza…

—Por ahí la corona puesta alrededor de la cerradura bloquee la magia y permita introducir la llave.

- Y si no puedes quitarte la corona, siempre puedo cogerte en brazos y usar tu cabeza como llave. No parece que peses mucho y es lo único que tenemos. - Comentó el bárbaro. - Entonces, ¿Vas a probar a quitarte la corona con el cetro o probamos a introducirlo en la puerta? Supongo que vuestros amigos mágicos podrán probar con ambos extremos, ¿Verdad? - Seguía comentando al resto.

Las dos puertas de arriba que estaban cerca de las esquinas parecían idénticas. Cuando te acercaste unos 10 pies de ellas notaste como las puertas (de madera) empezaban a brillar en un tono azulado leve. En ellas había un asidero de bronce para abrirlas.

La puerta del centro, de manera parecida a las otras puertas al acercarse uno emitía una luz de color lila.

Todas las puertas emitían una leve aura de ilusión en ellas.

Suspiró.

- Ha sido un placer. Breve, pero bueno... - dijo antes de tocar la corona con el pomo de plata del cetro.

Plic! Un pequeño chispazo que dejó un poco de picor en la cabeza de Abe. La corona pareció desencajarse de su cabeza como si nunca hubiera estado anexada en ella.

Suspiró.

- Coged esa maldita llave que no la vea y Coralino se encargará de meter la corona en ese hueco que decís.

—Si en las coronas doradas funcionó el extremo plateado del cetro, supongo que en la puerta funcionará el extremo dorado. Pero por las dudas mantengamosnos lo más lejos posible mientras uno de los ayudantes experimenta.

Con la llave quitada de en medio, Abe montó un nuevo Sombrerito en la entrada del pasillo desde donde pudiera observarlo bien.

- ¿Habéis tocado ya esos escalones? – les preguntó antes de mandar al caballo para hacerlo cuando todos se hubieran puesto a cubierto.

- La escalera parece limpia... vamos con el cetro, poneos a cubierto. - avisó antes de mandar a Coralino a meter el cetro, con el pomo de oro, en el hueco de la puerta mientras se mantenía dentro del Sombrerito.

- Si vas a empezar con el de oro, será mejor que vayas preparando otro ritual para llamar a Coralino tercero. ¿O era cuarto ya...?- comentó sin más el clérigo esperando dentro del sombrero.

- Pues vamos con la plata si quieres... - dijo haciendo que Coralino le diera la vuelta al bastón a medio camino.

La puerta emitió un rugido y se abrió dejando a la vista una nueva habitación.

La imponente cámara tiene el techo plateado, al igual que el vestíbulo, por lo que está muy iluminada por la luz reflejada. Las paredes son de marfil con incrustaciones de oro. El suelo es de ágata pulida. En cada esquina hay una estatua de hierro negro, de unos dos metros de altura. La del noreste tiene una espada de dos manos con dientes de sierra levantada para golpear; la del noroeste, una enorme maza con punta de pico; la del sureste sostiene un mazo con púas, y la del suroeste tiene una alabarda. La mirada de esas estatuas era terrorífica.

Cerca del centro de la sala hay una gran urna de bronce filigranada en oro. Un fino chorro de humo sale de un pequeño orificio de ventilación en su tapón de latón. En la pared sur hay un sarcófago de granito que parece estar dañado. Al lado del sarcófago hay dos grandes cofres de hierro.