Partida Rol por web

De repente toda la Tumba empieza a retumbar y un viento salido de entre las juntas de las piedras empieza a arremolinarse alrededor de Allen y con ello empieza a llevarse toda la magia que desprende. Dejas de notar el influjo divino de Helm sobre ti, por unos instantes te sientes desconectado de él.

De entre este viento arremolinado, el demiliche fijo ahora su mirada en Garmeiana, haciendo que sus huesos se calaran y sintiese que una maldición se cerniera sobre ella.

La bruja resistió con éxito la maldición que la misma guarida le echaba.

- ¡Deja ya de dar por culo metiéndote en mi cabeza! - Gritó el mestizo, con algo de miedo aún en el cuerpo tras el grito inhumano de su adversario.

Presa de la locura del combate, Kha Freh lanzó dos nuevos hachazos a lo loco, errando el primero, dando al aire, y acertando el segundo.

No solo había perdido la conexión con su dios si no que el peso de su armadura le hacía difícil moverse. Al parecer la propia tumba intentaba apartarlo de su señor y por un momento el anciano sintió temor en su corazón, consiguiendo solo musitar una triste plegaria mientras se cubría con su escudo lo mejor que podía...

De nuevo aquella calavera abrió su mandíbula y emitió aquel chillido que acababais de oír hace unos segundos y que os perturbaba el alma, os apagaba la mente y amenazaba con sacudir todos los huesos y músculos de vuestros mortales cuerpos.

— Idiotas aventureros, siempre queréis mas y mas. Podíais haber cogido el tesoro de cualquiera de las salas y terminar de vivir vuestras patéticas vidas mortales en abundancia. Morid, morid y haced que Acererak vuelva a reencarnarse.

Garmeiana resistió por los pelos aquella nueva agresión de Acererak, y el temor la dominó. No podría nunca más salir de allí. Desesperada lanzó de rayos con los ojos cerrados, nunca supo a dónde fueron a parar. Y se ocultó tras el recodo.

- ¡Despierta, viejo! – le gritó Abe a Allen extendiendo su mano.

El caballo había salido de detrás de la esquina de mala gana, lo justo para levantar a Allen, disparar una flecha rápida incendiada por su virote de fuego, y volver a esconderse detrás de la columna.

Notabais ahora como una energía nigromántica os envolvía a todos, deteniendo por unos instantes todas las posibles curas y sanaciones que pudierais brindar. Luego el demiliche abrió su mandíbula y un rayo de color verde empezó a avanzar lentamente hacia Allen que estaba tendido en el suelo.

De pronto, el bárbaro cae inconsciente a los pies de la calavera, que empezaba a lanzar alguna especie de humo verde a todo el grupo. ¿Será este el fin de las aventuras de Kha Freh? ¿Podrá el malvado Jeremías acabar con la fe inquebrantable de La banda de los Salta balates? ¿Terminarán los sueños del bárbaro de montar su imperio de negocios de comida rápida? Continuará en el próximo episodio turno. No se lo pierdan...

El clérigo abrió los ojos debilitado no pudo resistirse a que el demiliche absorbiera parte de su energía vital. Sin embargo esto no lo detuvo y volviendo a notar el poder de su señor volvió a invocarlo mientras se levantaba.

- Hoy no prevalecerás, si no que desaparecerás para siempre y todo a manos de esos mortales que desprecias engendro.- bramó Allen volviendo a devolver la luz de antes a la estancia y convocando otra espada que volvió a dañar al no-muerto.

Una imagen vale más que mil palabras. Pero es que nuestro amigo Kha Freh estaba ya bastante harto de los peligros a los que estaban siendo sometidos. Fue por eso que soltó aquel grito gutural en contestación al que emitió la calavera, como tratando de ver quién tenía más cojones poder de los dos. La rabia comenzó a invadir al mestizo, que levantó su enorme hacha hacía el cielo, apuntando a su adversario.

- ¡Hasta los mismísimos! ¡Me tienes hasta los mismísimos, Jeremías! ¡Gruaaaaarrrrr! - Gritaba y le espetaba a partes iguales a la calavera, al tiempo que dejó caer fieramente su enorme arma sobre él.

No contento con eso, trató de conectar otro tremendo golpe con la hoja de su arma, en dirección, esta vez diagonal, hacía aquella cosa que les enfrentaba.

El demiliche volaba con presteza esquivando los golpes del semiorco y del arma espiritual, como si de alguna manera supiera de donde le venían sin tener que girarse, ya que sus movimientos eran algo mecánicos.

De repente tres rayos verdosos salieron de la calavera y toparon con Garmeiana, Allen y KFC, todos a la vez notasteis como aquel ser empezaba a absorberos parte de vuestra energía vital. Teníais que ser fuertes y aguantar para no desplomaros u os consumiría hasta la última gota de energía.

La bruja sintió cómo la criatura le absorbía parte de su energía vital y pronunció una maldición señalando a la calavera para que la venganza del infierno cayera sobre ella. Luego provocó una explosión 10 pies por detrás de la calavera, lo justo para que no afecte a Kha, y le pidió a Abe que le diera la corona y el cetro antes de acercarse a la criatura, a la primer oportunidad que tuviera intentaría ponérsela.

Aquel rayo verdoso no traería nada bueno y el semiorco lo sabía. Al notar el contacto con el poder mágico del cráneo animado, Kha Freh gritó nuevamente y apretó todos sus músculos para tratar de que aquello no le afectara.

Aquello iba camino de convertirse en una carrera de fondo, lo cual jugaba contra ellos. Ahora además parecía no funcionar la magia de sanación. Asomándose de nuevo Abe disparó una vez más una flecha y un virote de fuego contra Acererak.

Los rayos verdes se disiparon y el demiliche parecía haber recuperado algo de constitución tras el efecto, algunas de las lascas generadas en la calavera se habían regenerado. Seguía moviendose a toda velocidad, esquivando los ataques de Abe, aunque su miraba seguía puesta en el clérigo.

De nuevo aquel viento arremolinado se centró alrededor de Allen, disipando y anulando toda la magia que salía de su persona.

- ¡Te has curado a costa de mis amigos! ¡Sucio cabezón! ¡Ven aquí! ¡Que te voy a hacer devolver todo lo que te has curado! - Gritó el semiorco.

Continuando en su estado alterado de rabioso, el bárbaro intentó nuevamente asestar dos nuevos golpes con su arma predilecta a su adversario, esta vez con más acierto y fuerza que la vez anterior, al parecer.