Partida Rol por web

Sion: 200 PX

El punto de encuentro, la taberna de Lothering, resultó ser un sitio peculiar. Para empezar le faltaba medio techo con lo que la iluminación resultaba en medio cuarto en agradable penumbra que en el otro medio cambiaba abruptamente como si se estuviese al aire libre. El olor a serrín era omnipresente pero estaba limpia y contra todo pronóstico no se encontraba atestada de gente; únicamente dos mesas y media de las diez totales se encontraban ocupadas de parroquianos y no había nadie en la barra.

Al parecer la gente se tomaba en serio aquello de reconstruir sus hogares y sólo descansaban lo necesario.

Por caprichos curiosos del azar, Sion se había topado justo a la entrada con que Gabrielle, Dreren y Lynn venían de camino. La "media mesa" ocupada eran Balaena y Nolan. Como sólo había sitio para cuatro en ella, habían pedido tres taburetes colocados en los lados cortos de la tabla. El orlesiano os saludó con la mano para que os acercaseis.

—Eh, sentáos. Aún no hemos pedido nada, os estábamos esperando—dijo—. ¿Qué tal la visita turística a este maravilloso lugar, por cier... ?

Balaena le pisó por debajo de la mesa.

—¡Agh! digo... ¿Habéis descubierto algo interesante?

—¡Hola Nolan! —lo saludó agitando la manita—. ¿Has visto el anillo que me ha hecho Balaena? ¿¡A que es bonito!?

Gabby hizo lo propio y extendió su mano para que Nolan pudiera apreciar la sortija.

—Lo cierto es que sí, hemos descubierto varias cosas interesantes. En el tablón del cantor había un mensaje puesto por un niño que había perdido un mabari en su casa abandonada. Dicen que ahora está encantada, que hay ruidos extraños y que no se atreve a acercarse a ella —puso un gesto compungido—. Pobrecito. Estábamos pensando en ir a echar un vistazo y ver si podemos recuperar al animal.

 Dreren saludó con cierta discrección, sin pronunciar palabra para hacerlo. Fue una agradable sorpresa cruzarse con Sion, eso facilitaba las cosas. Sólo faltaba el templario y a decir verdad, Dreren podía pasar sin ese aprendiz de carcelero. Ya había demostrado su forma de pensar...

 Por otro lado, no veía a Balaena en una refriega. Aún debía de resentirse por las heridas. ¿O no era tan grave después de todo? Nolan, por otra parte, parecía demasiado pasivo...

 Sion encajaba más en alguien que pudiese estar interesado en investigar, pero Dreren apenas le conocía, quizás tampoco le interesase en absoluto. Dreren trató de aclarar algo a lo dicho ya por Gabrielle:

 - Lo cierto es que aunque no tengamos pruebas, no sería descabellado pensar que el niño haya ido a la casa y esté aún allí.

 No debe de ser demasiado seguro.

 Era un motivo más fuerte que un mabari.

Derek sonrió.

-Está bien. Entonces, después de comer estaremos aquí. Muchas gracias, Leliana.

El templario se despidió de ella y salió en busca de su hermana. Iba con la flor en la mano sin preocuparse por parecer raro, con honestas ganas de mejorar su ánimo y de arreglar las cosas.

Tras despedirte de Leliana, buscaste a Gabrielle por todo el pueblo, no encontraste a tu hermana así que imaginaste que ya había ido al punto de reunión. Allí te dirigiste.

La taberna de Lothering resultó ser un sitio peculiar. Para empezar le faltaba medio techo con lo que la iluminación resultaba en medio cuarto en agradable penumbra que en el otro medio cambiaba abruptamente como si se estuviese al aire libre. El olor a serrín era omnipresente pero estaba limpia y contra todo pronóstico no se encontraba atestada de gente; únicamente tres mesas de las ocho totales se encontraban ocupadas de parroquianos y no había nadie en la barra.

Al parecer la gente se tomaba en serio aquello de reconstruir sus hogares y sólo descansaban lo necesario.

Al entrar observaste al resto de tu grupo en una de las mesas. Lynn aún estaba terminando de sentarse así que debían haber llegado hace nada. Como sólo había sitio para cuatro en la mesa, se ve que habían pedido tres taburetes, ahora colocados en los lados cortos de la tabla.

—Lo cierto es que aunque no tengamos pruebas, no sería descabellado pensar que el niño haya ido a la casa y esté aún allí—estaba diciendo Dreren en ese momento.

Nolan te saludó con la mano al verte para que te acercases.

Nolan abrío los ojos como platos y luego miró a Balaena como si esperase una respuesta a algo, la cual se cruzó rápidamente de brazos sobre la mesa en un gesto que recordó vagamente a alguien que se agazapaba tras un escudo.

—Sí, Nolan: Una herrera que forja cosas—respondió—. Seguramente sea lo más raro que hayas visto en la vida...

Pese a la evidente ironía, el hecho de que encogiera la cabeza entre los hombros daba la impresión de que no pensaba dar ni una sola explicación por mucho que la mirase.

En ese instante, y antes de que el orlesiano pudiera contestar, escuchásteis que se cerraba la puerta; Derek acababa de entrar en la taberna y tras barrer el local con la vista pareció localizaros.

—¡Eh! el que faltaba—Nolan sacudió una mano—. Ven, Derek. Hay sitio para ti.

Balaena vio su oportunidad para cambiar de tema y carraspeó.

—¿Qué estabas diciendo de ir a una casa encantada, Gabrielle? Tu hermano acaba de llegar...

-Hola. -Derek lucía mucho más animado que antes, con una sonrisa encantadora y ligeramente boba. En la mano llevaba una flor, una orquídea, que se apresuró a tender hacia su hermana-. La he recogido para ti.

El templario se sentó a la mesa y le hizo gestos al tabernero para que le sirviera una cerveza.

-¿Casas encantadas? ¿Tenéis preparada una excursión nueva?

Sion tomó asiento en los taburetes tras saludar a los que habían llegado antes. A falta de bebida rebuscó entre sus bolsillos una destartalada pipa que por algún milagro o pura suerte aun se mantenía entera, no tenía las hierbas apropiadas para prenderla y no le parecía que fumar sin pedir permiso fuera apropiado, pero por manía se llevo la boquilla a la boca, disfrutando del sabor familiar antes de responder al templario.

- Al parecer un chiquillo a extraviado su mabari en una casa abandonada, las habladurías dicen que esta encantada. Un niño no se merece perder a su mascota y menos tras lo sucedido. Aunque... ¿el mabari es un cachorro o ya es un perro adulto?

He tenido la suerte de ver estos últimos, son increíblemente inteligentes y pelean con una ferocidad inusitada. Imagino que si lo ha extraviado debe ser un cachorro. -

Gabby se quedó un momento en suspenso, mirando largamente la flor que le había traído su hermano como si estuviera en una clase de botánica. Las orquídeas eran sus flores favoritas: ¡su hermano se había acordado de ello! Todo se remontaba a las baladas orlesianas de nobles caballeros y hermosas princesas que los trovadores cantaban en la taberna cuando pasaban por su pueblo. Gabby hubiera querido ser princesa, y que un noble y apuesto caballero llevara una prenda de su amor al campo de justas.

En una de esas baladas, el protagonista era un misterioso extranjero enmascarado, que regalaba orquídeas a su amada. Ella siempre quiso tener su propio caballero de las orquídeas. Que fuera su hermano precisamente quien le regalara algo que ella asociaba intrínsecamente con el romanticismo se le hacía... extraño.

Le dio por reír.

—¡Jijijiji! ¡Mirad mi apuesto caballero de las orquídeas! —dijo, como si fuera terriblemente gracioso.

Gabrielle aspiró con fuerza el fresco aroma de la flor.

—Aún te acuerdas de que son mis favoritas. Gracias —le sonrió a su hermano antes de pasear su mirada por el resto de la mesa—. Jo, últimamente todos me regaláis cosas. Estoy quedando como una paleta.

Derek se puso tremendamente rojo al escuchar las palabras de Gabrielle. Hasta ahora sólo le habían visto poner mala cara, gruñir o sonreír con suficiencia, así que el sonrojo era algo nuevo en él. Era extraño verlo, un tipo hecho un derecho con los hombros tan anchos y las mejillas sonrojadas de una jovencita. Dio un largo trago a su cerveza cuando se la sirvieron y la vergüenza se disipó.

-Después de comer -dijo torpemente-, tengo que llevarte a un sitio... Es una sorpresa.

Lynn soltó una risita.

—¡Anda ya! Si te regalamos cosas es porque...

«...te quiere todo el mundo»

—... te queremos, Gabby.

Esbozó una sonrisita contenta ajena al hecho de que Astucia había terminado la frase antes que ella. Tú, por tu parte, casi podías imaginarlo ahogando la carcajada de turno.

Lynn soltó una risita.

—¡Anda ya! Si te regalamos cosas es porque te queremos, Gabby.

Balaena saludó a Derek con la mano, luego ladeó la cabeza ante el comentario de Sion.

—¿Se ha perdido dentro de una casa? Pues ya puede ser grande la casa para perderse en ella... —hizo una pausa y entonces suspiró resignadamente como hubiera recordado algo—. Oh, espera. Ya sé: Nadie se atreve a entrar por esos rumores sobre que está embrujada...

—Eeeeh—Nolan levantó las manos—. Parad el carro: Antes de nada voy a pedirnos un buen asado como el Hacedor manda y luego nos ponemos a hablar y preparar excursiones a casas embrujadas en busca de mabaris perdidos y todo eso. Yo me apunto a ayudaros si queréis, me da pena el pobre crío.

Se puso en pie y le dio una sonora palmada a Sion en la espada.

—¿Y cómo que cachorro?—bromeó de buen humor—. ¿También hay guiso en versión pequeña?

Se acercó a la barra... en la que no había nadie a simple vista. El orlesiano se sentó en uno de los taburetes a esperarlo.