Partida Rol por web

—Por Andraste, ¿queréis dejar ya de elucubrar sobre demonios?—Lynn sacudió la cabeza manoteando el aire con una mano (en la otra tenía el gato)—. ¡Me estáis poniendo los pelos de punta!

Había permanecido durante toda la conversación haciendo saltar los ojos de Dreren a Gabrielle y de Gabrielle a Dreren sin decir nada pero a juzgar por la pérdida de color paulatina que había ido sufriendo su rostro, los magos habían logrado ponerle los nervios a flor de piel. ¡Y para colmo ahora el templario diciendo que se había topado con demonios!

—No... No nos pongamos en lo peor—dijo con más confianza de la que verdaderamente sentía—. En Lothering dijeron que esta granja fue arrasada por los engendros, no por demonios fuera de control.

El mabari miraba a Sion mientras movía la corta cola, tal vez porque el pícaro había sido el primero en empezar a sacarlo de allí. No obstante, cuando Gabrielle le ofreció el agua (e ignorando por completo el hecho de que la maga estuviese hablando) le sacudió dos generosos lametones en las manos que fueron suficientes para engullirla toda, los tres siguiente sólo sirvieron para llenárselas de babas.

«¡Wagh!»

El perro soltó un ladrido mientras miraba a Gabrielle con la lengua colgando de un lado de la boca. Luego echó a trotar hacia la puerta del granero. Para lo mermado que estaba todavía parecía tener fuelle para pequeñas carreras.

El mabari miraba a Sion mientras movía la corta cola, tal vez porque el pícaro había sido el primero en empezar a sacarlo de allí. No obstante, cuando Gabrielle le ofreció el agua (e ignorando por completo el hecho de que la maga estuviese hablando) le sacudió dos generosos lametones en las manos que fueron suficientes para engullirla toda, los tres siguiente sólo sirvieron para llenárselas de babas.

El perro soltó un ladrido mientras la miraba con la lengua colgando de un lado de la boca. Luego echó a trotar hacia la puerta del granero. Para lo mermado que estaba todavía parecía tener fuelle para pequeñas carreras.

—¡Deja! ¡Deja que se vaya!—gimió dramáticamente el Señor Keefles cuando Lynn empezó a seguirlo por inercia.

Salísteis afuera y la bruma que flotaba suavemente al ras del suelo se os antojó espeluznante como efecto teatral. El cielo estaba nublado y el ambiente parecía más frío así que debía estarse avecinando un aguacero.

Encontrásteis al mabari ladrando ruidosamente en la puerta de la granja, gruñía, jadeaba, raspaba con las patas ansiosamente y volví a gruñir. Como si por momentos quisiera entrar con toda la alegría del mundo y por momentos quisiera liarse a mordiscos con la madera.

Lynn suspiró mirando al cielo.

—Decidme que sólo está jugando y no tenemos que entrar ahí...

- Descuida.

 Sólo será un momento. Encontraremos a ferin, detectaremos que va mal con el velo y volveremos con Nolan y compañía.

 Piensa en ello como una aventura que recordarás riendo, incluso si algo se tuerce.

 Dreren hablaba con un tono relajado y conciliador, pasase lo que pasase lo superarían y lo recordarían como algo que hicieron todos juntos, para bien o para mal, y que estaba guiado por sentimientos y emociones siempre positivas. Dreren se mostraba optimista y trataba de transmitirles aquello...de otro modo, era probable que fuera más fácil caer en una tentación. Si había demonios, lo mejor sería encarar el asunto con energía y vitalidad, de otro modos, serían ellos mismos los que complicarían sus propias posibilidades de salir enteros de allí.

 - Veamos si está abierto...sino, agradecería que te encargases de nuevo, Sion. Tienes una habilidad envidiable. - le concedió, mientras acercaba la mano a la puerta para facilitarle al mabari un paso.

 Estaba alerta, pero parecía sereno, como el que visita a un viejo conocido en una granja.

 Si la puerta no cedía, antes de dejar actuar a sion, llamaría.

 La forma más sencillas de abrir una puerta, es llamando.

Lynn pareció sentirse un poco menos frustrada después de las palabras de Dreren pero tampoco se animó. Francamente, la idea de meterse en aquella granja abandonada y siniestra no la seducía en absoluto.

El mago se acercó, la puerta parecía definitivamente atascada, tampoco hubo respuesta cuando llamó. El mabari continuaba raspando la madera con insistencia, gruñendo y ladrando impacientemente.

No había respuesta ninguna del interior, si se paraba pensar con frialdad esos "ecos" de los que hablaban no deberían ser capaces de andar cerrando y abriendo puertas, la aparición del crío y el como fue capaz de atravesar un cuerpo sólido le daba aun más fuerza a esa idea.

Tenía demasiadas conjeturas a la cabeza de que podía aguardar tras esas maderas. Intentó desecharlas mientras ojeaba la cerradura. Esta no podría forzarla, simplemente estaba atascada por el otro lado, quizás a modo de barricada para prevenir el paso a los engendros, no había ganzúa para evitar eso, había que tirar de músculos.

- Algo la traba por el interior, si se refugiaron de la Ruina es probable que algún madero o poste la esté bloqueando. De nada sirve que manipule la cerradura, habrá que tirarla. -

¿Recordar el suceso riendo? Derek torció el gesto visiblemente, aunque se ahorró un comentario cruel al respecto. Dreren hablaba como si nunca hubiese visto ni escuchado a un demonio, ni olido su aroma, ni deseado... Oh, no, no, cuanto más lo recordara, peor. Su corazón palpitaba con fuerza. ¿Podrían ver los demás lo que él veía cuando un demonio del Velo intentaba tentarlo? ¿Descubrirían su secreto? ¿Gabby sabría que...?

Derek sacudió la cabeza y se golpeó dos veces con el guantelete suave, pero lo suficientemente fuerte como para centrarse en lo que veía con sus ojos y no lo que se imaginaba y recordaba.

-Está bien, eso puedo hacerlo yo -dijo el templario. Guardó las armas y tanteó la puerta antes de tomar impulso y darle un golpazo con todo su cuerpo.

¡Es muy efectivo!

La puerta podía estar atascada, pero también tremendamente deteriorada tras el azote del fuego y las inclemencias del tiempo. Se desencajó con un sonoro crujido haciendo saltar pedazos de madera y astillas en todas direcciones y ante la ausencia de resistencia, el templario entró como una tromba en el interior de la granja.

Como efecto teatral, un cuervo oculto en algún lugar de los árboles cercanos emprendió el vuelo entre graznidos indignados.

Derek estuvo a punto de irse de narices, de hecho, trastabilló aparatosamente  y se frenó al chocar con una estantería chamuscada que también crujió al romperse dos de sus lejas. Se os debía haber oído a medio kilómetro por lo menos pero bueno, tampoco es que hubiese mucha gente cerca precisamente de aquel lugar.

El interior estaba en penumbra y con evidentes signos del paso del fuego. Montones de ceniza y polvo lo cubrían todo, incluso veíais claramente huellas de trasiego, como si varios pares de pies hubieran estado corriendo de aquí allá.

Sin embargo, en cuanto Derek desapareció en el interior de la penumbra de la granja, casi por ensalmo volvísteis a escuchar aquella misma voz sin cuerpo que habíais escuchado en el granero.

«Si me escondo las voces no pueden verme, si me escondo las voces no pueden verme... » repetía temblorosa «¡No pueden!»

Eescuchásteis incluso un sollozo y entonces lo volvísteis a ver.

Aquella figura etérea del un niño salió de detrás de una mesa volcada como si hubiese estado escondida allí todo el rato. Tropezó y echó a correr hacia el interior de la casa, desvaneciéndose en la oscuridad acompañada del inquietante eco de un sonido de pasos y luego... el silencio.

En cuanto la puerta se abrió, notaste que Astucia se ponía tenso, como si le hubiese dado un escalofrío desagradable o algo así.

«No me gusta este sitio» refunfuñó desconfiado «Hay algo en el ambiente que hace que me pique la piel... »

El mabari (que se había apartado de la puerta sabiamente) entró detrás de Derek. Una vez dentro, había olfateado el suelo y estornudado. Emitió un gañido y volvió a intentarlo pero estornudó otra vez. Al ver la aparición fantasmagórica, simplemente salió corriendo detrás como buenamente pudo, adentrándose en la habitación tras ella, entre ladridos.

En cuanto vísteis también un par de lúcilos flotar perezosamente en puntos aleatorios de la estancia, supísteis que ahora la pregunta del millón de soberanos era si debíais seguir al animal o explorar la casa en busca de... bueno, ¿qué se suponía que os podíais encontrar en una granja abandonada? ¿Estaba realmente Ferin allá adentro?

—Extremad las precauciones —dijo Gabby, sin que le temblara la voz por lo que acababa de presenciar—. Lo que sea que este mal en este sitio no anda lejos de aquí.

Por primera vez, Gabbrielle descolgó el bastón de mago de la espalda, listo para utilizarlo. Antes de seguir al perro por la casa echaría un vistazo a la habitación.

Puede que el acero no sirviera, si es que los magos habían acertado en esa teoría. Aun así no haría la inconsciencia de no ir con la diestra armada. Tal vez no podría herir a ningún fantasma, pero no pretendía entrar con las manos vacías y pedir por favor que se fueran a la otra vida a molestar.

- Todo este sitio está mal. Solo faltan un par de hurloks para volverlo peor.  -

- No tiene porqué ser peligroso. Intentemos que no se nos considere una amenazada. - Aclaró el joven en busca de conciliación, algo que parecía imposible ante las ideas que se barabajan, demonios, maléficar, engendros. Pero Dreren no consideró negativa, necesariamente, aquella oportunidad.

 Aunque si lo es potencialmente...sobretodo si llevas la hostilidad contigo.

 Dreren no tomó el bastón entre sus manos, pero se preocupó porque los que iban a su lado estuviesen bien. Los miró en aquella oscuridad, mientras dejaba que la curiosa presencia del velo le inhundase...inspiró hondo por las fosas nasales pero lo hizo pausado, desapercivido.

 - Por cierto, buen trabajo Derek. - no pretendía que fuese precisamente socarronería, pero en parte, como mago, no como un individuo llamado Dreren, con cierta madurez, eran palabras forzadas de dos rivales por necesidad.

 - Tal vez el paso entre el velo y la granja estaba suficientemente debilitado como para que Ferin oyese las voces.

 Susurró entonces, dispuesto a avanzar. Los susurros no eran deliberados, tal vez, no quería que las presencias, demoniacas o no, que había allí, bebiesen de sus teorías para jugar con ellos. Aunque ahora, ya podía ser demasiado tarde.

 - Eso puede ser bueno. Si el umbral es demasiado débil, es posible que aún podamos dar con el muchacho.

 ¿Había cerrado desde dentro la puerta el propio Ferin? No parece del todo acertado...

 Dreren sólo esperaba que Sion no estuviese bien encaminado en sus palabras de aliento.

—Sí, la verdad es que necesita un repaso a fondo... —masculló Lynn haciendo girar los ojos hacia arriba cómicamente cuando Sion dijo que "todo estaba mal"—. Unas flores, una mano de pintura...

Allí dentro era muy difícil disparar sin peligro de daros a alguno de vosotros, resultaba difícil defenderse con un arco. Cosa que no parecía hacerle ninguna gracia. Aunque entró con vosotros.