Partida Rol por web

—Déjalo, Zeadrel—dijo Cassidy con un gesto de mano desdeñoso—. Seguro que si te acercas a ese gato coges diez enfermedades distintas.

A aquellas alturas el mago del fondo de la sala suspiró con borrascosa resignación y finalmente dejó el libro. Bien porque se había dado por vencido en pedir silencio o bien porque era la hora de comer y se disponía a hacer lo propio.

Cassidy levantó una mano y su Familiar descendió con agilidad gatuna hasta su hombro, luego bajó de un grácil salto al suelo y se fue caminando a su lado con la cola alzada como un plumero blanco mientras tú te dirigías a ordenar los libros.

Al parecer se habían terminado los irritantes intentos de provocación. De momento al menos. La escena era de "genuino duelo aplazado" con cada contrincante caminando en una dirección hasta el siguiente asalto desde luego.

—Entonces demos gracias al Hacedor que la estupidez no es contagiosa. ¡Vamos, Señor Keefles!

- Primer Encantador, Caballero comandante, Encantadora. - Nombró con suficiencia a la hora de determinar cual era primero en su jerarquía sin temor a equivocarse. Le debía respeto al Primer Encantador, siempre le había merecido buenas palabras, y siempre había ayudado a Dreren y a cualquier mago en los peores momentos, ayudaba al Círculo, aunque aquello podía ser negativo en ocasiones.

 El Caballero Comandante era un hombre recto, no podía decirse de él que fuese corrupto, pero su poder comenzaba a cegarle, afortunadamente o no, aún no lo había conseguido.

 El respeto era evidente, y se traducía en la prostación del cuerpo ante ellos, ante todos ellos. Encantadora, aquel era un título cuanto menos confuso en Terria, pero era una buena maestra, de amplios conocimientos y rectitud desmedida, igual que Greagoir. Ella sabía que Dreren había fallado y no estaría contenta. Aún era pronto para decir si era malvada por naturaleza, si el círculo la había convertido en aquello, o simplemente era una buena persona que ha sufrido demasiado y utiliza una máscara cruel y desafortunada.

 Escuchó la preguntas de Irving mientras se incorporaba, arreglando la posición de su capucha son solemnidad. Su expresión neutral podría ser considerada un reto, su serenidad, un insulto a aquel improvisado consejo de jueces. Muchos estudiantes, Dreren lo sabían, hubiesen preguntado ¿¡¡Qué!!? un reflejo también desafortunado. Otros se encontrarían a la defensiva. Pero el mago que estaba ante ellos sabía que si alguien podía ayudarle allí, eran precisamente los presentes. ¿Por qué negarles la posibilidad de ayudarle?

 Negó en su fuero intierno, sin muestras en su semblante o movimientos corporales. Se sonrió. En ocasiones la ayuda se transformaba en conversiones a tranquilo, en muerte, en eternos castigos...¿Qué hay de aquellos que no necesitan ayuda, qué sólo desean prestarla?

 Dreren no necesitó aclararse la voz, pero tardó unos segundos en contestar. No había dudas en él, y pareciera que había meditado sobre aquello con profundidad.

 - No es un único motivo, ni tampoco es breve, Primer Encantador. - le explicó sin acritud alguna, una confesión tranquila a un maestro apreciado.

- Estoy aquí porque me ha hecho llamar. - Obvio con el mismo tono - Porque a pesar de mis acciones en el pasado nada he hecho en contra de este círculo, sino al contrario. Todo lo he hecho para protegerlo, como me fue enseñado. - aquello no le saldría bien, y lo sabía desde el principio - Y estoy dispuesto a responder ante cualesquiera sean los designios de aquellos que lo protegen, como yo, aunque con más valor y sabiduría. - Expuso, sin duda refiriendose a Greagoir y a Irving, en cualquier caso, Terria no quedaba excluída, a pesar de su oscura sabiduría.

 - Sin duda, - resumió - porque mis actos no han sido bien recibidos y entendidos.

 Y aquella si que era la verdadera razón. Porque si los entendían deseaban no hacerlo, porque actuar con independencia estaba mal...pero se trataba de falta de perspectiva, de realismo. Los intentos nunca son bien recibidos. Intentar ser más poderoso, intentar salvar a una maga del círculo, intentar detenerla...sólo intentos. Era frustrante. Si lo hubiese conseguido, entonces el fin justificaría, a pesar de las palabras que estaban por llegar, los medios.

 Y ahora, en vez de esperar explicaciones, estaría recibiendo elogios.

 No los necesitaba. No necesitaba palabras de ánimo. Sólo eso, necesitaba su atención, sus reprimendas. Eso era lo que más le impulsaba.

 Aún así, Dreren había hincado la rodilla en el suelo, y a pesar de mirarlos a los ojos cuando hablaba, después bajaba el mentón mostrandoles lo que sin duda muchosinterpretarían por vengüenza. No era nada de eso. Les sería dificil pensar que les admiraba sin estar arrepentido.

 Había intentado no ser soberbio con sus palabras relajando lo máximo posible el tono de las mismas. ¿Lo entenderían así?

—¿Entonces deduzco que el motivo de que hayas decidido por cuenta propia tatuarte de pies a cabeza con lirio también ha sido para proteger al Círculo?

Greagoir no parecía brulón (de hecho no recordabas ni una sola vez haber visto a aquél hombre burlarse de nada) pero era evidente que discrepaba con tu afirmación. Irving le lanzó una mirada de reproche pero no dijo nada.

Lynn arqueó ligeramente una ceja pero fue sólo unos instantes. Carraspeó.

—Con permiso, Primer Encantador, Caballero Comandante...

Hizo una educada inclinación de cabeza y se giró suavemente de vuelta a la puerta. Parecía haber caído en la cuenta de que aquello no era asunto suyo y ella ya había cumplido su cometido de traerte allí.

—Quédate, niña.

La voz autoritaria de Terria en comparación con la de Irving sonaba como el graznido de una urraca. Lynn parpadeó desconcertada y vaciló a la hora de tocar el pomo de la puerta.

—Pero...

Como respuesta, Terria le hizo un gesto con la mano idéntico al que se le haría alguien que acaba de entrar para indicarle que puede pasar y la miró fijamente. Incómoda por el escrutinio, la clériga la miró a ella y a ti de forma alternativa, luego se encogió de hombros y volvió a tu lado.

—Por Andraste—resopló Irving levantando ambas manos sin perder su eterna paciencia. Miró al templario y a la Encantadora—. Ni estamos en Denerim ni esto es la Gran Asamblea. No pasa nada porque lo recordéis aunque sea una vez.

Ahora fue el turno de Greagoir de lanzarle una mirada reprobatoria al Primer Encantador, que por su parte lo ignoró y se dirigió a ti.

—En una cosa tienes razón, chico, pero sólo en parte—dijo—. Porque parte de tus actos son los que no han sido entendidos.

Mostró con una palma al líder templario.

—En primer lugar, como ha intentado manifestar Greagoir, me gustaría preguntarte el motivo de que hayas decidido por cuenta propia el tatuar tu cuerpo con lirio. No es una práctica perseguida como la Magia de Sangre pero sí es tremendamente peligrosa. Y no lo consultaste con ninguno de tus superiores.

—Y que no puede ser llevada a cabo por una sola persona—acotó Greagoir.

Percibiste por el rabillo del ojo que Lynn cambiaba el peso del cuerpo de pierna tratando de ocultar su desconcierto. A fin de cuentas, le habías dicho en su momento que contabas con aquel permiso y ella te había creído.

Se dibujaba una sonrisa sincera en los labios de Dreren. A pesar de todo dejaba escapar aquella expresión serena, tranquila, pues era lo mejor que podía hacer por Lynn, ser un apoyo en todo aquello después de lo acaecido. Le había tomado por donde más duele, justamente por donde cabía imaginar. Lynn se lo había puesto en badeja a Greagoir, aunque no era el Caballero Comandante el que le preocupaba...Terria intentaría que el castigo fuese integramente para los dos. Y por castigo podía entenderse algo terrible...y no una simple reprimenda.

 La situación era complicada, por eso tenía que intentar que Lynn hablase lo menos posible. Confiaba en ella, pero eso la involucraría más de lo que estaba dispuesto a aceptar. Era evidente que la apreciaba y cuidaba más de lo que pretendía mostrar. Ignorarla, hacer como si no hubiese dicho nada, no tenderle la mano cuando debe hacerse...era la forma de Dreren de protegerla....una forma muy cruel.

 - Afán de investigación.

 Espetó Dreren ampliando la sonrisa.

 - Era un proceso poco utilizado, pero no había ninguna clase de impedimento para realizarse en el cuerpo de un mago.

 He de reconocer que fue mi incapacidad de defender el círculo cuando estuvo realmente en peligro lo que me motivó, principalmente, a estudiar una forma de defenderlo mejor contra cualquier asalto. - Abominaciones, demonios...o templarios. Era la fortuna de las interpretaciones en el lenguaje.

 El dolor era menos intenso con la adrenalina de aquel momento, se encontraba eufórico, y deseaba transmitir un aura de confianza y seguridad a su alrededor, inspirando, principalmente, por Lynn y lo que se estaba jugando por ayudarle.

 - Habiendo encontrado un medio interesante me dediqué plenamente a él.

 Dado que, técnicamente, sólo necesitaría la autorización de un superior para hacerme con material de los almacenes y no para la realización de investigaciones como mago después de superar la angustia, o no al menos investigaciones que pudiesen poner en peligro la vida de otros o del propio círculo, no vi necesario molestar a un superior con mis pretensiones.

  De haberlo sabido, gustoso habría acudido a Terria. - se inclinó con respeto. Sabía que eso le gustaba, sabía que disfrutaba teniendole bajo su control. Y así era en la medida que Dreren dejaba que ocurriese. Ganaba más siendo un mago mediocre que aún tiene mucho por conseguir bajo su guía, que mostrandose ante ella como lo que realmente era, un mago que no debería depender de personas como ella, que sólo consiguen frenar sus avances.

 - La hermana sólo se aseguró de que no me ocurriese nada. Era un proceso delicado. - Explicó a Greagoir, o más bien, a toda la cámara. Ignoraba a Lynn, no la miraba, nisiquiera de soslayo.

- Y tenía la intención de informar, no obstante, la convencí para que no lo hiciera, obviando que una vez realizada la investigación y llevada totalmente a cabo en la práctica, sería evidente lo que había hecho. - Es decir, Dreren no quería ocultar sus tatuajes, ni porqué se los había hecho. Eso era su principal mal y también una buena defensa a su parecer, los magos de sangre suelen ocultarse, Dreren no. No perseguía nada oculto para los ojos y las mentes del círculo y la capilla, ergo...debía de ser inocente, aunque quizás si un poco descuidado.

 Tienen que reconocerlo, hemos logrado algo insólito. Su semblante se vio recorrido un instante por una punzada de dolor al recordar el lirio que abrasaba todo su cuerpo. A la vista de todos. Sin escondernos.

 ¿No debía replantearse sus métodos Greagoir? Quizás la culpa fuese de Irving al no haber seleccionado adecuadamente que libros debían o no estar en la biblioteca...¿Era ese el motivo por el que Gabrielle estaba moviendolos? ¿Habían tomado ya medidas para que no se repitiese algo así?

 Daba igual.

 Era demasiado tarde para cambiar nada.

 Dreren trataba de continuar sereno, y se adivinaba su sonrisa en el rostro, no lo suficientemente pronunciada como para ofender a los presentes. Era una sonrisa angelical. Había roto muchos platos, pero siempre lo hacía inocentemente.

Terria te devolvió una mirada a medio camino entre la desconfianza de quien no está seguro de que le estén adulando y el ego inflado de alguien a quien le encanta que lo adulen. Pero la táctica había funcionado, tú lo sabías bien, el modo de bajar el nivel de acidez de aquella arpía era siendo zalamero.

—¡"La Hermana"!—exclamó de pronto Greagoir alzando las cejas con genuina sorpresa—. ¡Te ayudó una Hermana de la Capilla nada menos!

El Caballero Comandante incluso había descruzado los brazos, estupefacto. No tenía ni idea de quién demonios te había ayudado pero aquella revelación había tenido un efecto electrizante en él.

Lynn se mantenía estoica sin moverse ni decir nada pero casi podías escuchar los acelerados latidos de su corazón desde el metro de distancia al que te encontrabas de ella.

Terria vio en aquello su oportunidad de manifestar por enésima vez lo ignorante e impulsivo que te consideraba y lo maravillosa y sabia que se consideraba ella.

—Que no exista ninguna clase de impedimento no quiere decir que puedas pasarte por alto la premisa de consultar cualquier cosa referente a investigación con tus superiores, sino que precisamente debes hacerlo porque ellos pueden orientarte. Esa práctica se abandonó hace tiempo y fue por algo—dijo—. Y que hayas superado la Angustia recientemente—recalcó a propósito aquella palabra—. No quiere decir que ya lo sepas todo, chico. No seas tan arrogante.

—Greagoir... —comenzó a suspirar Irving.

—No, Irving—cortó el Caballero Comandante—. Sé que vas a soltarme alguna de tus monsergas sobre "las locuras de la juventud" pero esto es serio. Le ayudó una Hermana de la Capilla. La técnica del grabado del lirio es tan secreta para nosotros como la Angustia para vosotros y no puede irse ejerciendo por ahí sin que ni si quiera yo me entere.

Acto seguido se volvió hacia ti.

—¿Quién fue?

- Así es. Ahora es todo más claro para mi. - aceptó ante Terria, merecía la pena tenerla refunfuñando de su parte, y asimilaba bien sus desprecios. Por eso cuando había que hacer algo llamaba a Dreren, porque sabía que él respondía, porque era fácil de manejar y no era un traidor o un mago de sangre.

 Irving hacía lo que podía, pero era todo un traje y un máscara bien empleada. Él ya sabía quien había sido, y si no se lo había dicho a Greagoir, era porque lo reservaba para otro momento. El Primer encantador no era el primero por nada, sabía lo que ocurre entre los muros del círculo...y sino, Dreren estaría seriamente decepcionado.

- Puedo haber investigado con tatuajes y lirio - sonrió maquiavelico pero ligeramente alegre, quizás por ver que Greagoir no era una máquina inalterable - pero no soy un traidor. - Eso merecía algo más de explicación, pero dejaba claro que Dreren no traicionaba a los que le ayudaban diciendo su nombre, pasase lo que pasase. Estaba convencido de ello, y podrían verlo en su mirada.

 - Como he dicho, sólo se aseguro de que me encontrase bien dada la complicación de la operación. - expuso, habían malinterpretado sus palabras, es más, le habían dado un significado que no tenía. Sólo posible si ya sospechasen algo...

 - No me reveló ninguna información, y evitó que cometiese errores suficientes como para morir o volverme loco.

 Si ha faltado a alguno de sus votos, acepto la responsabilidad. - argució a sabiendas de que Irving estaría poco complacido con que un mago pagase por un miembro de la capilla.

 Seguía sin mirar a Lynn, nisiquiera la tenía controlada. Hacerlo era delatarla más de lo que había hecho.

Si investigaban sería fácil dar con ella, si Dreren lograba pagar por todos, no tendría que preocuparse en el futuro...

—Te he preguntado quién fue, no sus intenciones—espetó Greagoir a quien no le gustaban los rodeos—. Si de verdad quieres hacerle un favor, deja de esconderla.

—Fui yo—Lynn terminó por meterse en medio de aquél acoso con toda la entereza que pudo. De hecho estaba un poco pálida y visiblemente rígida pero miraba al frente sin rehuir la mirada de aquellos tres y no encorvaba los hombros—. S-Supuse que Dreren tenía permiso para algo así... fue una negligencia por mi parte no preguntar para asegurarme. Si quiere castigarme, lo aceptaré, Caballero Comandante.

Lynn te había ayudado confiando tanto en ti que no se había asegurado de si tenías permiso sólo porque tú le habías dicho que lo tenías. Detalle que no había mencionado. En aquél caso en concreto era una de las pocas personas que podrían haberte hecho el favor, quizá la única, pero estaba claro que tu pequeña mentira la había pillado por sorpresa... aunque parecía haber decidido no pedirte explicaciones allí.

Greagoir giró la cabeza y se quedó mirando a la clériga con un visible atisbo de sorpresa en los ojos, atisbo que no hizo manifiesto por voz pero era evidente que no parecía esperarse que hubiese sido ella. No obstante, su expresión ceñuda se suavizó.

—Gracias, Lynn—dijo finalmente sin acritud, aunque visiblemente serio—. Aprecio tu sinceridad.

Tú estabas más cerca y podías percibir el casi imperceptible temblequeo del tenso cuerpo de la muchacha.

—¡Lo sabía!—grazno Terria exultante—. ¡Sabía que estaba metida en esto! Siempre anda revoloteando detrás de este chico como una mariposa. Vas a tener un castigo ejemplar, niña. Tú y tu amiguito que al parecer no tenía bastante con fracasar estrepitosamente en detener a esa condenada apóstata.

—Eso lo decido yo, señora, no usted—interrumpió Greagoir de nuevo cruzando los brazos sobre el pecho, desafiante. Lynn era responsabilidad de él como Caballero Comandante y la conocía mejor como para poder juzgar lo que merecía o lo que no—. Y le ruego que omita ese tipo de comentarios sobre lo que hace o deja de hacer con su tiempo libre.

Acostumbrada a que se la obedeciera sin rechistar, Terria entrecerró tanto los ojos que se convirtieron en dos finas rendijas grises y le lanzó una mirada venenosa al templario, el cual la sostuvo sin inmutarse.

—¿Hace falta que te recuerde lo insolente de sus actos, Greagoir?