Partida Rol por web

—Sí, claro—Lynn soltó una risita nerviosa—. Es que... comenzaron a ponérseme los nervios de punta, y a darme unos escalofríos que... bueno, que te estoy calentando la cabeza con nimiedades.

Manoteó el aire como descartando el tema a un lado.

—Irving sólo nos dijo que fuésemos preparando el equipaje aunque aún no sé cuándo nos vamos. Vas a tener que darte algo de prisa por si acaso.

—Bueno, por ahora no se me ocurre qué podemos hacer —admitió Gabby, aunque pensó que quizá Astucia podría ayudarlos—. Y bueno, sí, ya tengo la maleta hecha. Mientras tú dormías, he estado despidiéndome de la gente y recogiendo mis cosas. Por eso no te preocupes. Creo que Irving estaba esperando precisamente a que yo me decidiera a ir con vosotros para decidir cuándo partir.

Lynn se puso colorada cuando le recordaste que se había quedado dormida como un tronco, como si realmente no tuviera ni idea que todo había sido una pequeña trampa de Wynne.

—A-Anda que ya os vale, podíais haberme despertado... —dijo—. Estás condenada a contar tu Angustia por segunda vez, lo sabes ¿no?

En ese momento las tripas le rugieron y la clériga se llevó las manos al vientre con la teatral expresión de desmayo de alguien a quien le han calzado un gancho en las costillas.

—Ay... pero tendrá que ser después de que coma algo—masculló. Recordaste que, en efecto, tu amiga había comido como mucho cuatro o cinco galletas—. Creo que tengo un agujero en el estómago.

Se volvió hacia ti con una sonrisa tímida que ya esbozaba algo más de tranquilidad.

—¿Por qué no vamos a la cantina y cogemos algo de comer? Almorzamos aquí y me lo cuentas, el jardín está desierto.

Gabby se lo pensó un momento.

—Vale, vamos. Le tengo un ojo echado al pudding del Tío Polly.

Lynn soltó una risita y agarró tu manga tirando para que te levantases. Sus manos estaban aun frías como si acabase de empezar a entrar en calor pero veías con total claridad que estaba infinitamente más relajada que antes cuando casi se le había salido el corazón por la boca del susto con tu ataque sorpresa de cosquillas.

Caminásteis por los pasillos y os dirigísteis a la cantina en busca de un pudding para ti y un pastel de carne para Lynn (ya que el último no había tenido ocasión de disfrutarlo) luego volvísteis sobre vuestros pasos de camino al jardín.

No obstante, mientras andábais una delante de la otra por el pasillo, comenzásteis a oír el ruido de unos pasos apurados que se acercaban. Al doblar una esquina, te topaste de narices con Fritzen. El aprendiz venía corriendo y obviamente no se había esperado encontrar a nadie al doblar el recodo por lo que lanzó un chillido de sorpresa frenando en seco y dando un bote hacia atrás.

—¡E-Esta vez no he tropezado con nadie!—se excusó sacudiendo los brazos y encogiendo la cabeza—. ¡Esta vez no he roto nada!

Gabrielle miró a Fritz con sorpresa durante varios latidos de corazón. Cuando su cerebro terminó de recopilar todos los datos, rompió a reír a carcajada batiente agarrándose a Lynn para no caer al suelo. Fue a decir algo, pero la risa se lo impidió.

Lynn había pegado un pequeño bote por tu repentino estallido, Fritz se quedó mirándote con el gesto confuso de alguien que no sabe si se están riendo de él o si ha logrado hacer reír a alguien.

—Tú... —titubeó tras unos largos segundos—. Es... Te llamabas Gabrielle, ¿verdad?

Miró tu túnica amarilla y una mezcla de añoro propia de alguien que considera algo inalcanzable y sorpresa por la novedad cruzó por los ojos oscuros del semielfo.

—Vaya, f-felicidades—sonrió timidamente pero entonces tragó saliva y pareció recordar algo—. ¡Perdona! Tengo algo de prisa.

Te finteó y salió corriendo como si alguien le hubiese lanzado una bola de fuego.

Lynn te miró frotándose los brazos como si de pronto estuviera muy inquieta, o tuviese mucho frío.

—¿Qué? ¿Q-Qué pasa?

Creíste ver que el aire que había detrás de ella rielaba como si lo ondulase el calor de una hoguera.

Gabby había visto ese rielar antes en la habitación de Wynne, cuando Fritz salía de ella a toda velocidad. Por cómo se frotaba Lynn supo que su amiga acababa de tener la misma sensación que había descrito antes. ¿Qué relación guardaba el elfo como aquello? ¿Y por qué iba corriendo siempre de aquí para allá como alma que le lleva el demonio?

—¿Acabas de sentir lo mismo de antes? Has... visto a Fritz... ¿verdad?

—N-No—tartamudeó Lynn—. Lo siento, iba pensando en el viaje y no prestaba aten...

El espacio vacío que había detrás de la clériga volvió a ondularse justo en ese momento y a ésta se le estranguló la voz. Creíste por un momento incluso distinguir una forma muy vaga, tan vaga que no estabas segura de si había sido tu imaginación, al igual que cuando se está mucho tiempo mirando a algo tienes la sensación de que no lo ves igual.

—Vámonos de aquí—urgió de pronto con voz nerviosa, pegándose a ti como si te quisiera empujar—. ¡Por favor, camina!

—¡Espera, lo he visto! —dijo Gabby—. Una especie de rielar en el aire., como si lo que sientes tuviese una forma corpórea. Y es la segunda vez que lo veo, ¡las dos veces andaba Fritz cerca! ¡Ven, quizá podamos esclarecer el misterio!

—¡No! ¡Quiero irme de aquí!

Lynn casi suplicaba y encogió la cabeza entre los brazos hecha un manojo de nervios. Tú poco a poco dejaste de ver el extraño fenómeno que resultó como si se desplazase a un lado y desapareciera.

En ese momento, tu amiga soltó un jadeo idéntico al de alguien que ha estado aguantando la respiración bajo el agua y de pronto sale a la superficie medio ahogado pero al fin puede respirar. Se agazapó contra la pared temblando y con los ojos desorbitados en una expresión desconcertada.

—Lo siento... —masculló—. No entiendo qué me pasa. Lo siento, de verdad, no quería gritarte, no sé p-por qué me pasa esto ahora.

—No te preocupes, ¡dame un momento! —dijo lacónicamente Gabby, sin perder de vista el rielar hasta que desapareció.

¿Era algún tipo de manifestación del Velo? Nunca había oído algo semejante. O te poseían, o paseaban en su forma corpórea si había un desgarrón. Aquella era su especialidad, pero Astucia vivía en el Velo. ¿Quién mejor que él podía saber qué había sido eso?

Pensó fuertemente en el espíritu y le preguntó por lo que acababa de pasar.

Lynn se quedó respirando hondo, visiblemente aliviada. Cuando pensaste en Astucia, primero no sucedió nada pero al segundo percibiste el tímido roce de otra conciencia en tu mente, es más, sentiste la sensación de desconcierto en tu mente pero era una sensación de desconcierto que sabías que no era tuya, era ajena.

«¿Gabrielle?» la voz de Astucia sonó dentro de tu cabeza «¿Eres tú?»

«Sí, soy yo. ¿Cómo estás?» le saludó, infundiendo a sus pensamientos de todo el afecto que fue capaz. Iba a echar de menos poder abrazar y achuchar físicamente al espíritu.

«¿Has visto lo que me acaba de pasar? Estoy un poco preocupada porque haya algún tipo de desgarrón sutil del Velo o algo así.» a continuación pasó a describirle tanto ese episodio como la anterior vez que había visto ese rielar, y la relación que había hallado entre ambos fenómenos con Frtitz.

«Ah, pues estoy, estoy... ahora mismo estoy tirado por aquí a la sombra de un árbol como un rey» respondió Astucia con toda la calma del mundo.

Enseguida pudiste tanto escuchar la risita repleta de pillería como sentir la jocosidad del espíritu en tu cabeza, junto al hecho de que parecía contento porque se hubiesen acordado de él. Sin embargo, cuando le preguntaste aquello y pasaste a explicarle lo que habías visto, lo que obtuviste fue una especie de titubeo.

«Pues creo que podría saberlo si estuviese ahí, pero no estoy. Tampoco puedo ver nada» confesó. Entonces pareció vacilar antes de decir algo, como si no estuviera seguro de decirlo «Bueno... en realidad sí hay una forma de que pueda verlo, pero me tendrías que "dejar verlo", no sé si me explico... »

Sentías que pedirte aquello le resultaba extraño. Mientras que los demonios parecían ansiar una mente humana, él parecía sentirse intrusivo o algo así, y eso que Wynne te había explicado ya que los espíritus benévolos no poseían a la gente.

«Claro, claro. Asómate y me cuentas. ¿Puedes ver también mis recuerdos?»

«¡Volutas saltarinas! Sí que podría. Pero para eso debería meterme directamente dentro de tu cabeza y durante ese tiempo sería "yo" no serías "tú"» respondió el espíritu «No quiero interferir de esa forma en el libre albedrío de la gente»

Tuviste la sensación de que a Astucia le había dado un escalofrío, como a alguien que acaban de relatarle la receta de un plato de cocina a base de ojos de tritón y alas de murciélago. Al parecer lo que Wynne había dicho sobre que el tema de poseer el alma de una persona les resultaba "propio de demonios" a los espíritus era bastante cierto.

Entonces sentiste otra cosa, una calidez interior similar a la de si un rayo de sol se hubiese colado por la ventana y estuviese incidiendo sobre ti. Notaste la presencia del espíritu mucho más cercana, tal y como había dicho tu maestra, "como si estuviese al lado de ti", como si se estuviera asomando por encima de tu hombro para mirar o algo así.

«¡Hala! ¿esto es la Torre del Círculo?» escuchaste la voz de Astucia de nuevo y notaste una curiosidad desmedida «¿No hay escobas barriendo solas por ahí ? ¿O libros flotando por el aire aleteando las tapas?»

Algo te hizo pensar que el espíritu se había dado cuenta de que se estaba yendo por las ramas.

«Ejem, es decir... espera un momento» se mantuvo en silencio durante un instante, en principio parecía estar pensando, pero entonces apareció una sensación de extrañeza y luego certidumbre «Es... raro. No hay ningún desgarrón por aquí pero el manto que separa el Velo de este sitio no es tan fuerte como debería. No sé por qué»

Gabrielle disfrutó de la cercanía y la curiosidad de Astucia como quien acerca las manos a una hoguera tras un día entero de estar bajo la lluvia.

«Es la segunda vez que veo algo así. Y siempre estaba relacionado con un semielfo, Fritz. ¿Crees que un mortal puede tener algo que ver? ¿Quieres que vayamos a verlo?»