Partida Rol por web

Tras cerrar la puerta el grupo abandona la estancia de los monos y se dirige a la escalera más cercana para bajar a los subterráneos, casualmente es la que esta llena de mohos.

- Dorwas, ven conmigo abriendo puertas (*). Morbo, Bethel, nicesitamos alguien fuerte en ritaguardia por si acaso. Vamos a ver qué hay ahí abajo...

Vamos, chaval, veamos que tesoros y aventuras nos deparan estas catacumbas. - respondió Dorwas dándole una palmada a Diegen en el hombro.

Liderados por Diegen, seguido de cerca por Dorwas el grupo baja por las escaleras hasta llegar a lo que parece un viejo laboratiorio. En las paredes norte y sur hay dos grandes mesas de piedra, alrededor de ellos unas escaleras redondas permiten alcanzarlas, desde donde sale una gran cantidad de tubos, alambiques, elementos de cristal, cañerías de cobre y toda clase de herramientas de alquimia. Algunos de ellos están llenos de una sustancia verde oscuro que parece palpitar.

En el centro de la habitación hay una mesa de basalto totalmente cubierta de moho, flanqueada por dos mesas pequeñas llenas de aparatos de cirugía y restos de pergaminos.

De la pared norte sale un pequeño corredor que acaba en una puerta metálica.

-Supongo que este es el origen del moho.- Dice Sinbad mientras entra con extrema precaución.

¡El laboratorio de un mago o alquímico! Esperaba que no terminaran estallando como cierto carromato. La verdad es que la presencia de los dos conjuradores en el grupo le preocupaban mas que no dar confianza.

Después de echar un vistazo a la sala, Diegen continúa en dirección norte. 

Jaali mira atentamente todo el equipamiento.

Que interesante. Que harian aqui los clerigos de Sarenrae? O sera quien fuese que mancillo el templo el que creo este laboratorio? A ver si hay algo util...

Se gira hacia Diegen

Para - dice de forma seca - A ver si podemos ver que hacian aqui - le dice examinando la habitacion

Es que el semielfo este se pone a andar y no para. Habria que subirlo a una cinta y que generase energia de forma continua...

¡Cerveza! - no puede evitar exclamar el enano al ver los alambiques aunque su rostro muda a una cierta tristeza cuando se da cuenta de que es más de alquimista que de cervecero el alambique.

Muchacho, espera un momento, que el follaviales quiere ver si encuentra nueva pareja para la soledad del desierto. - dice a Diegen pero luego añade para Jaali. - Pero date prisa, no creo que un tarrito de cristal nos prepare una emboscada...

Jaali para un momento y mira a Dorwas

curioso - comenta - generalmente despues de comer, la gente suelta sus desechos por el otro lado del tracto digestivo. Sabemos que no eres muy listo, Dorwas. No tienes porque recordarnoslo a cada rato

Mientras Jaali estudia el laboratorio, la extraña sustancia que llena los tubos se pone a palpitar con fuerza. El joven se echa hacia atrás justo cuando estalla uno de los recipientes de cristal, siendo alcanzado por una lluvia de pequeños cristales.

El suelo del laboratorio se cubre de una sustancia verdosa pegajosa. Una buena parte de ella esta cubierta de musgo verde, también se pueden ver zonas de un musgo blanco similar al que cubre las puertas y las paredes e incluso lo que parecen champiñones.

- Ya la has liado Jaali, más vale que tengas algo de fuego con que quemar eso - dice echandose hacia atrás y buscando una antorcha o similar con lo que quemar la cosa que parece extenderse.

La bola de fuego golpea el centro del bicho chamuscando un montón de musgo por todos lados. Cuando el fuego se calma el ser parece algo más pequeño, como si una parte de el se desintegrara.

Sin ver nada de interés ni potencialmente peligroso en la habitación, Diegen se encaminaba en dirección norte cuando el mago decidió echar un vistazo en detalle.

JAALI: Para, a ver si podemos ver que hacian aqui.
DORWAS: Muchacho, espera un momento, que el follaviales quiere ver si encuentra nueva pareja para la soledad del desierto.

Diegen se paró y se dio la vuelta, viendo cómo el mago husmeaba aquí y allá, mirando de cerca los tubos y otros cacharros variados que había por la habitación. Se apoyó en la pared, oyendo sin escuchar cómo el enano y el mago continuaban su eterna conversación, su incruento combate de gallos. Resultaban algo cansinos, pero se podía sobrellevar. Diegen miraba en dirección al norte preguntándose si encontrarían algo interesante en la cripta...

Entonces, algo estalló. Diegen giró la cabeza para ver a Jaali dando un torpe salto hacia atrás para evitar ser cubierto por una masa obscena y palpitante, a medio camino entre la vida y la putrefacción.

- Por el poder de Downrose!

En un acto reflejo, el semielfo desenfundó sus cimitarras; éstas empezaron a flamear mientras él se dirigía hacia la nueva amenaza dispuesto a acabar con ella expeditivamente.

Joder, Jaali, ¿ya ni siquiera se te puede dejar con tus cosas que las rompes? - exclamó Dorwas claramente divertido mientras veía al mago enmendar su chapuza.