Partida Rol por web

Hubo cierta confusión en el interior del vehículo, quizá por la salida rápida del detective del almacén, pero a pesar de que ambos se trabaron consiguieron arrancar el endemoniado automóvil. En cualquier caso había levantado la vista y comprobado que una figura intentaba alejarse con el maletín que, supuestamente, contendría la trompeta maldita, así que asintió ferozmente. -¡Sí, debemos recuperar ese instrumento a toda costa! -respondió, no sabiendo muy bien si debía ponerse al volante definitivamente o empuñar un arma. En ninguna de las dos materias era especialmente ducho, y de hecho en ambas era superado por su compañero, pero no poseían el don de la ubicuidad

Así que dejó que Gumshoe decidiera. Si él conducía, trataría de disparar al hombre de la metralleta según pasaban a su lado, y si fuera a la inversa simplemente pisaría a fondo para ir tras la figura y dejaría que Artie se encargara del plomo...

- ¡Así me gusta Carter! - Soltó una carcajada fruto de la adrenalina y los nervios. - ¡Yo conduzco Henry! Usted vaya en el asiento trasero y dispare por la ventana. 

Sin más, puso en marcha el coche para tratar de perseguir la tipo del maletín. Mientras se alejaba disparó a través de su propia ventana más con la intención de persuadir al hombre de la ametralladora, que para darle, aunque si acertaba el disparo mejor. Al fin y al cabo se trataba de un secuestrador y cómplice de un asesino cuanto menos.

- Cuando lleguemos hasta el hombre sale, le apunta con el arma y le quita el maletín. - Dijo Artie. - A menos que sea Turner... Claro. ¡Yo le cubro!

No se sentía tan confiado como el detective, pero estaba claro que debía igualar su frenético entusiasmo, coreado por el chirriar de las ruedas del coche y el atronador sonido de las balas en la noche. Así que con su arma lista apuntó hacia el exterior y añadió una andanada a los disparos del detective, con el fin de hacer desistir irremediablemente al hombre de la ametralladora. En todo caso si atrapaban al que había salido corriendo el maletín supuso que no necesitaría disparar, pues el cañón de un arma apuntándote a la sesera solía ser lo bastante convincente en la mayoría de los casos

Cuando el coche avanzó se reclinó sobre el asiento, como si así se cubriera -en parte- del posible fuego enemigo. No es que se sintiera un militar avezado, o tuviera siquiera noción alguna de tácticas, era simple supervivencia

Tras sentir el primer volantazo, pude sentir como una arcada amenazaba con que echara todo lo que había comido en varias semanas por lo que con gran esfuerzo me concentré en mantener el estómago a raya. Cuando sentí que podía abrir la boca, me incorporé para abroncar al conductor cuando sobrevino el segundo volantazo y esta vez vi el motivo y reconocí el vehículo.

Me giré hacia Vixen que lo reconoció como yo lo que significaban problemas. Sin pensármelo dos veces, me dirigí al conductor pero no para quejarme sino para…

- ¡Siga a ese coche! No se pregunte por el pago de la carrera pero no lo pierda -

El taxista reacciona en cuanto escucha que el pago no será problema. Arranca el motor y sigue, como puede, al vehículo. La carrera es frenética hasta una zona de las afueras plagada de fábricas y, a estas horas de la noche, vacía. El taxista ha perdido el rastro que seguía, así que le indicáis que unas vueltas más al barrio industrial. Cuando ya habéis perdido toda esperanza, una explosión y grandes llamaradas a cinco o seis esquinas llaman vuestra atención, así que el motor del taxi vuelve a rugir y os acercáis al lugar.

Cuando llegáis a la esquina donde está el fuego consumiéndolo todo, veis a Artie y Henry disparando desde el vehículo del primero hacia un tipo armado a unos cien metros. Junto al coche, se encuentra Leroy Turner, con el rostro asustado y portando un maletín.

El cruce de tiros resulta en una escapatoria exitosa. Los tiros de cobertura han hecho retroceder al tipo armado hasta la esquina más próxima, mientras que a cambio, la carrocería del coche de Artie ahora luce unos agujeros más. Ya casi encima del tipo con el maletín, los faros del coche le iluminan el rostro y él se cubre con el maletín.Frenáis y, cuando aparta el maletín para ver, veis el rostro de Leroy Turner. Durante esos segundos de confusión, un coche viene a toda velocidad por vuestra derecha y frena delante vuestra. Agarráis de nuevo las armas pero, un par de segundos después, veis el letro de taxi sobre el techo del coche, y a Anna y el Dr. Warren salir de él, confundidos.

El tipo a lo lejos aprovecha estos segundos y se acerca corriendo.

- ¡No hay tiempo para explicaciones! - Alza la voz Artie al ver a sus compañeros salir de un taxi. - ¡Señor Turner, suba! - Le ordena al trompetista. - ¡Warren, vayamos a la oficina! - Le dijo a su fiel amigo. 

Gumshoe se mantuvo a la expectativa, junto a la puerta de su vehículo y a la espera de que Leroy Turner le hiciera caso o no. Si se introducía en el vehículo saldrían volando de allí y esperaba que Warren y Anna le siguieran sUn contratiempos hasta el despacho de "Tras el Telón".

Turner duda una decima de segundo antes de que una lágrima bajase por su rostro y saliese corriendo en dirección contraria, hacia la oscuridad de las carres oscuras de la barriada industrial.

Artie no dudó demasiado. Salió del coche y empezó una frenética carrera por atrapar al trompetista. No entendía el porqué de su huida cuando él no había hecho más que ayudarle, pero no le quedaba otra que ir tras él. 

- ¡Vamos Turner, somos amigos! - Le dijo al iniciar la carrera.

Apenas unos metros más adelante, Artie se abalanza sobre Turner, que cae al suelo. Éste no pone resistencia, más allá de romper a llorer y lanzar un grito ahogado: - ¡Marnie! Mi amor...

- ¡Tranquilícese Turner! - Le ordenó al trompetista. - ¡Está a salvo con nosotros! ¡Somos amigos!

Miró hacia atrás. Aquello que había dicho no era del todo cierto. Los secuestradores todavía estaban cerca y podían aparecer doblado la esquina en cualquier momento. Esperaba que Carter, Warren y Anna se acercaran pronto para salir de ahí cagando leches. 

- ¿Quién es Marie, Leroy? - Le preguntó. Buscó entonces el maletín de la trompeta y trató de hacerse con éste. Debía ponerlo a salvo. - ¿La trompeta está dentro? - Le preguntó a Turner.

- Es... mi esposa. - Contesta Turner, en el suelo

- ¿Qué pasa con ella? - Le preguntó. - Con si esposa digo... 

¿Y si su esposa estaba muerta y él pretendía con aquella trompeta revivirla? Podía ser que les hubiera mentido en todo. Podía ser que aquellos mafiosos le estuvieran chantajeando por algo. ¿Y si ellos le habían dado la tormenta a cambio de algo y Turner no les había entregado ese algo? Tenía que sonsacarselo. 

- ¡Suba al coche si quiere vivir! - Le ordenó ayudándole a ponerse en pie. - ¡Y déjeme ese maletín! - Le pidió. - Yo se lo guardo. Y... ¡Ya es hora de empezar a contar que está sucediendo aquí!

Turner obedece y sube al coche, aunque aferrado a su maletín.

- Sólo deseo ir a verla una última vez...

Al menos había subido al coche, ya que el joven Carter se estaba comiendo literalmente las uñas con aquella conversación. Los delincuentes del almacén podían aparecer en cualquier momento, y aunque hubieran pinchado sus ruedas podrían disparar en la distancia y no tenía gana ninguna de ser blanco de nuevo. Así que en cuanto el negro se subió al auto, pisó el acelerador y salió zumbando de allí. En principio sin una conducción excesivamente temeraria ni rápida, salvo que fuera necesario, y para asegurarse enfocó las dos lentes de ratón de biblioteca en el espejo retrovisor para comprobarlo...

De paso observó la parte trasera y se fijó en que Turner no soltaba el maletín. ¿Era consciente del temible poder de la trompeta y aun así quería usarlo? Muchas veces no entendía la lógica de las personas que lo rodeaban, simplemente carecía de sentido para él

- Bueno, parece que estamos a salvo. Al menos por ahora. - Comentó Gumshoe secándose el sudor de su frente.

Y es que colarse en una almacén, hacer estallar el depósito de gasolina de un camión, salir corriendo para escapar de dicha explosión, escapar de un tiroteo y perseguir y reducir a Turner y no era para menos. 

- Bien. - Miró al trompetista. - Es hora de que nos cuente de qué va todo ésto, ¿no cree? Su esposa, Marnie, ¿ha fa... - dudó si acabar la palabra, no quería equivocarse. - ...ha fallecido? - Preguntó al fin.

- Así es - responde Leroy, absorto en el horizonte -. Pero amigos, la próxima pieza es para Marnie. - Termina, poniendo su mano sobre el maletín. - Llévenme al cementerio, por favor.

Artie abrió los ojos de par en par y miró a Carter. Aquel hombre seguía sin decir toda la verdad. Ocultaba algo, pues sabía sobre todo aquel asunto bastante más de lo que decía. 

Artie resopló. Le vendría bien un puro en esos momentos, pero no le quedaba ninguno. Podía tratar de intimidarle o forzarle a hablar de otra forma, pero lo cierto era que Leroy Turner no les había hecho nada y no iba a ser él, quien se pusiera a la altura de esos matones que le habían secuestrado.

- Está bien Turner. - Le dijo. - Iremos al cementerio, pero cuéntenos de que va todo este asunto. Yo confío en usted y espero reciprocidad. Le hemos salvado de esos matones sin esperar nada a cambio. Tan solo queremos saber a qué nos enfrentamos. ¿Vale?

Todavía le rondaba por la cabeza el hechizo de que no conocían todavía al tipo que les citó en el club clandestino de jazz. De hecho, tenían más preguntas que respuestas y de momento, a cada paso que daban, más incógnitas iban apareciendo.

​

Carter se dedicó a conducir en silencio y mirar de reojo a Gumshoe, para que calibrara correctamente las palabras del trompetista. Si iban al cementerio ya podía adivinar cuáles eran sus intenciones, y fuera lo que fuera no debía usarse de nuevo el instrumento o se encontrarían con un nuevo cadáver deambulando por ahí...
Por lo demás, sintió el deseo de preguntarle a Anna y su querido profesor Bedford cómo había todo por su lado, pero no sintió que fuera el momento de intercambiar información delante de un desconocido. Eso, y que el ambiente estaba en demasiada tensión como para que la conversación pudiera fluir correctamente