Partida Rol por web

Al final si que había un gigante involucrado en esto.

¿Teneis localizado al gigante? ¿Sabeis donde está? Y no os preocupeis por la recompensa. Cobrareis la vuestra por cazar al gigante y nosotros la nuestra por hacer que paren las muertes. Pero teneis que decirme quien os ha contratado para capturar a ese gigante.

-El cráneo puedes quedártelo, humano arrugado,- dijo el ogro con descaro, -pero los dientes son nuestros-. Después habló Ándor preguntando por el gigante y quién los había contratado. -Puedes apostar tu pequeño culo a que lo tenemos bien localizado. Hemos invertido mucho esfuerzo en esta cacería, y lo tenemos todo preparado. Durante un tiempo se mantuvo escondido y evitando a la gente, pero hemos dado con él... el barón Augfred de Lenkster nos dará la recompensa que merecemos. Él nos contrató-.

Parecía que todavía confiar en vosotros iba a ser complicado, pero de momento, las hostilidades se mantenían en un punto muerto.

La noche era cálida y tranquila. Mannslieb, la luna vieja, permanecía aletargada, apenas un cuarto de arco brillante después de su ciclo de plenitud apenas hacía dos semanas. Sin embargo lo que hacía que el bello de la nuca se te pusiera de punta era la presencia de Morrisleb, la hermana pequeña y oscura a su lado. Era un mal augurio y sin duda traería desgracias.

Escupiste a un lado alejando la mala suerte. No era la mejor noche para combatir, pero si que era la mejor para ocultarse, aunque parece ser, por el estrépito de antes, que eso ya no era importante. Morrisleb había actuado.
Sin embargo algo llamaba tu atención y te mantenía incómodo. En el poco tiempo que habías servido en el ejército antes de tener que buscarte la vida, el estrépito iba siempre seguido del ruido del combate. El acero chocando, partiendo hueso o rasgando carne acompañado de los gritos de euforia, ira o miedo. 

Pero nada de eso oíais... Tan solo la calma que había vuelto al bosque ...

Cenizo sonrió alegre al hacer trato con los dos ogros e hizo de su aguda carcajada. Sería de las pocas veces que un cráneo gigante acabaría en sus manos. Con ello podría hacer una gran fortuna, de eso estaba muy seguro.

—Quédense con sus dientes, jijiji —se reía porque pensaba que no había diferencia entre los dientes de un gigante y de un mamut de las montañas. Luego entendió el encargo que tenían—. Ah sí, aquél tipo barónico... El enano nos contó algo del estilo.

Cenizo se giró hacia el oscuro bosque, donde se suponía que estaban los dos pistoleros. En algún momento habría que decirles de bajar el arma y tomar camino hacia la fortuna craneal.

-¿Enano?-. ORgol y Bolog, como uno solo, alzaron de inmediato sus lanzas. -¿Que salga el enano. No dejaré que ninguno de esos codiciosos se acerque a la recompensa-. 

Su actitud cambió drásticamente al escuchar que había un enano entre vosotros, y no era de extrañar, pues tenían fama de avariciosos en extremo.

Intentar que el resto dialogase mientras me mantengo escondido no dio ningún fruto pues las palabras de los ogros me dejaron claro que ya me habían ubicado y a mi arco, por lo que decidí salir junto con Ándor para así poder conversar con ellos. Sus palabras son interesantes y podrían significar más dinero para el grupo.

Cuando mencionan al enano, veo como los ánimos de los ogros se descomponen, por lo que niego para que se calmen:

 - "No hay ningún enano. Es un halfling muy simpático, nada que ver con un enano."

La verdad es que pienso que, si lo hacemos bien, matamos al gigante y luego a estos ogros, podemos cobrar la recompensa del Barón por el gigante y luego la del Alcalde por estos "Bromistas". Me parece una excelente forma de hacer negocios.

   El mediano parecía a punto de hacérselo en los pantalones, eso si no se volaba antes la cabeza con su pistola. En el bosque reinaba otra vez el más absoluto silencio, solo roto por la vida salvaje nocturna, y la mirada de la Luna Oscura, con aquel enfermizo y desvaído halo de luz bruja, no podía ser más inquietante. Por Ulric, que el negocio estaba que pintaban bastos. 
   En esos pensamientos andaba inmerso el joven cuando recordó algo que solía decir su antiguo señor el Duque Tobías von Schultz: “Ningún plan sobrevive al primer contacto con el enemigo”. Cuando las cosas no salían como uno se esperaba había que reaccionar, adaptarse al nuevo escenario, replantearse la estrategia y mover el culo.
   Kurt no era ningún experto en táctica, nunca había tenido que tomar decisiones que pudieran costar la vida de alguien. Tan solo hacer lo que otros le decían: colócate allí, carga, apunta, dispara y, cuando tengas el enemigo encima, aguanta con dos cojones y no rompas la línea. Así de sencillo. 
   Pero todo eso había quedado atrás. Ahora, en aquellas soledades, con las palabras de aquel Viejo Zorro grabadas a fuego en su mente debía de decidir por sí solo.
   - Menuda mierda. Maldita la gracia que me hace meterme en ese bosque, pero no podemos seguir así: tenemos que averiguar que ha pasado con los otros. Si siguen vivos y están en apuros tenemos que ayudarlos. - dijo mientras aseguraba el arma. Después miró a Hans; al halfling estaba tan pálido como un cadáver. 
   - No os voy a obligar a venir conmigo. Podéis daros la vuelta y volver a Lubrecht si así lo deseáis. Solo una cosa os pido y es que busquéis ayuda o informéis a los hombres del Conde sobre el paradero de los gigantes. Es más que probable que para cuando lleguen ya sea tarde para mi y mis compañeros, pero por lo menos que se tomen la revancha. - Kurt se arrodilló para quedar a la altura del mediano, más o menos. 
   - La verdad es que hay otra cosa que quiero pediros y es que si decidís no acompañarme me prestéis vuestra arma. Me vendrá bien ahí arriba y digamos que es una forma de animaros a que volváis con refuerzos, os la devolveré entonces. O si los Dioses han determinado que mis huesos se pudran en estas montañas podréis recuperarla de mi cadáver. - Kurt volvió a escupir para alejar el mal fario. - Y bien, Hans, ¿qué decidís? -

Pálido como una doncella en la noche de bodas, Hans te miró desconcertado, tomó aliento y adoptó esa pose de suficiencia suya. Al parecer no iba a dejarte ni la pistola ni el derecho a reclamar la recompensa.

-No señor Kurt. Nada de eso. Yo no cruzo este bosque de noche y solo. ¡Aunque la pata se me haya curado!. Yo voy con usted y ya veremos que hacemos luego-. Con una fingida reverencia que acompañó a un gesto de la mano, invitó a ponerse en marcha. 

-Vos delante her Boehm, que es mas ducho en asuntos de la guerra que yo-.

-Perdonadme que desconfíe de tres humanos que intentaban atacarnos de noche y por la espalda-. Dijo el ogro sin relajar la larga lanza. -Decirle que salga, bien a la vista, y veremos si tiene la barba tan larga-.

   El muchacho sonrió al ver al halfling hacer una reverencia. Se alegró de que Hans decidiera acompañarlo, pero intuía que el mediano lo hacía impelido más por la promesa del oro que no por valentía. La codicia era un poderoso estímulo.
   Kurt removió el pelo de Hans como si de un un chiquillo se tratase. El halfling tenía careto de sacarle unos cuantos años, pero es que con aquel cuerpecillo canijo y regordete parecía un zagal humano. 
   - Venga, bajemos de aquí - dijo mientras se ponía en pie. 

   Cuando terminaron de bajar de la roca se dio la vuelta y se acercó a unos arbustos que regó con una buena meada. - Aprovecha ahora para aligerar peso. Mejor que no nos aprieten las ganas una vez nos internemos en el bosque. - Tras la aliviante descarga, Kurt inspeccionó su equipo una vez más y se puso en marcha.

Lo mejor sería no llevarse mal con ellos. Nos ayudarían a capturar al gigante y cobrar nuestra recompensa y después ellos cobrarían la suya. No confiaba en absoluto en aquello dos cabezas de chorlito, pero eran de momento nuestra mejor baza. No podíamos enfrentarnos a ellos dos y después dar caza al gigante. Además, ellos conocían su ubicación.

Hice una señal con la cabeza a Gustav para indicarle que estaba de acuerdo con mostrarles al halfling.

Vamos Hans, muéstrate que te vean.

El viejo se tapó la boca por su error. A esta edad todo el mundo parecía un enano a sus ojos.

—Ah sí, el enano mediano, ese bajito para mí... —estiró su columna para hacerle ver que era más alto de lo que aparentaba su encorvadura—. Están por allí, si vamos tranquilos sabrán que no resulta ninguna amenaza. Les indicaremos que ya tenemos sopa de gigante en la mesa.

Avanzó lentamente hacia el camino de regreso a las rocas donde estaban Hans y el arcabucero.

-¿No esperarás que caiga en esa trampa tan absurda?-. Preguntó y a la vez afirmó el ogro. -Bolog, creo que al final si que van a ser asesinos que quieren nuestra recompensa-. Comentó a su compañero, que sacó un escudo, el cual quedaba tan pequeño como una rodela a un humano. 

Las dos lanzas afianzaron su posición con la hoguera detrás, para evitar ataques inesperados. 

Miro a Cenizo con el entrecejo ceñido. Me parece que realmente tiene serios problemas y me pregunto si será la edad o realmente hay cosas en el interior de su cabeza que no se encuentran en posición. Cuando veo que los ogros toman posición defensiva, no espero ni un momento y comienzo a correr hacia nuestro punto designado.

"A la mierda el gigante. Si matamos a estos idiotas, el Alcalde nos pagará las monedas prometidas por el Bromista. La recompensa del Duque no me quita el sueño ahora mismo."

Si nos siguen, caerán en la emboscada que teníamos. Si no nos siguen, podremos atraparles en otro momento con el resto del grupo. Como sea, quedarme a pelear no es opción.

Al ver que los ogros se ponen a la defensiva, Cenizo sigue caminando con más ligereza y se pierde por el bosque en dirección al punto de encuentro.

—¡Esos grandullones están majaras! No se puede entablar ningún tipo de conversación halagüeña —se queja en el camino.

La recompensa por el gigante fue una idea jugosa, pero si no se puede trabajar en equipo, lo mejor será ceñirnos al cometido principal: acabar con los bromistas.. 

Maldita sea. Bueno. La recompensa por el gigante será para nosotros.

Vosotros lo habeis querido, entonces. Se acabaron las buenas palabras.

Me giré y corrí tras Gustav dispuesto a continuar con nuestro plan como lo habíamos planeado. Solo esperaba que Hans y Kurt estuvieran preparados y todo saliera bien.

Tal y como habíais previsto los dos ogros se lanzaron detrás de vosotros al grito de Ulric. Las largas lanzas que tenían se quedaron atrás en favor de armas mas manejables para luchar entre la maleza sin la impedimenta del largo astil, poco práctico entre ramas y arbustos.

El paso del viejo Cenizo se convirtió en carrera para no demorarse y quedar en desventaja, igualando la joven velocidad de Gustav y Ándor, demostrando que frente al miedo no existen edades.

-¡AAHHHH!-

Los dos ogros corrían y gritaban en pos vuestra ignorando la trampa hacia la que les llevabais, hasta que frente a vosotros, en vez de encaramados a un peñasco y atentos con las armas de fuego, os cruzásteis con Kurt y Hans, ignorantes en el suelo de lo que acontecía detrás vuestro.

La carrera de Cenizo no tuvo nada que envidiar a los otros dos jóvenes. En cuanto llegó a la zona donde se escondían los pistoleros se situó a la misma distancia que ellos y metió sus finas manos entre sus túnicas, preparado para sacar cualquier utensilio de cocina que le sirviera de batalla.

—¡Debimos darnos cuenta antes: los bromistas están locos de atar! ¡Han decidido actuar en modo berserker! Van a darse cuenta de que a un viejo como yo no se le hacen bromitas... jijiji.