Partida Rol por web

¡Lo mato! ¡lo mato! -decía Imanol hablando en bajo, casi imperceptiblemente mientras hacía gestos con la mano como golpeándo con una imaginaria porra entre las manos-.

Tranquilo Imanol-le digo cogiéndolo de los hombros y mirándole a los ojos. Aún estoy conmocionada por lo del rosario, pero no lo voy a pagar con este hombre. Pienso mientras veo a Imanol encendido y can ganas de echar a ese hombre a patadas de la capilla de san Zoilo y hacerle pagar por la desaparición de sor Leonor.

Me acerco al hombre y le empiezo a zarandear el hombro para despertarlo-Perdone.....despierte por favor.-quizás el sepa qué le ha pasado a sor Leonor.

¡Ah! ¡No! ¡Quién! -el tipo se giró, despertándose en ese momento-. Se asustó bastante al verte a tí (por tu hábito, más bien), y la cara de enfado de Imanol. Estaba claro que era un vagabundo, allí apostado al calor del altar. El tipo se incorporó un poco, pero seguía tumbado. ¿Qu...qué pasa? ¿Quién sois vos?

Señor......aquí no puede dormir. Soy sor Teresa. -​Digo en un tono bajo pero firme. El no tiene que estar aquí y lo sabe, ahora falta saber si ha visto algo.

-​Señor, si habéis estado aquí quizás sepáis que le ha pasado a mi compañera.....hemos encontrado su rosario en el suelo y sus tareas sin hacer.....además de faltar en el convento. Quizás vos hayáis visto algo. Es la hermana que ha estado viniendo estos días -​digo sin mucha esperanza pero manteniendo el tono firme. No quiero que me tome a risa.....aunque estando Imanol detrás con cara de pocos amigos dudo que lo haga. 

Nada he visto, señora -dijo el tipo, aún asustado-. Sólo me resguardaba aquí, en casa del santo -señalo con la vista la imagen de San Zoilo-. Ví el templo abierto de par en par, y entré por no estar a la intemperie. Además... es curioso -añadió el vagabundo-: alguien también me ha preguntado por una monja hacía un rato, una hora más o menos, en cuanto me refugié aquí.

¡Habla muchacho! -le gritó Imanol frustrado al no saber de Leonor mientras le amenazaba con el puño-, a no ser que quieras llevarte una somanta de palos ¡Grrr!

¡Nooo, señor! -el tipo se refugió en sus propios brazos-. Po...por lo visto, cuando estaba tumbado delante del altar, escuché la voz de un hombre preguntando por la monja, pero al incorporarme... ¡no vi a nadie! ¡No me hagan nada! ¡Por favor! -el pobre hombres estaba acongojado, pues Imanol seguía mirándole con cara de pocos amigos-.

​¿Y con quién habló?¿A quién le preguntó?¿Qué aspecto tenía el hombre que preguntaba? -Son muchas preguntas y mi tono es un tanto inquisitivo, pero es la única pista que tenemos y no pienso dejarla escapar-

​¡Responde por Dios! -​Es posible que la vida de sor Leonor dependiese de lo que este hombre nos contase, estoy nerviosa, demasiado, se que usar la fuerza y la intimidación no es propio de un alma de Dios, pero no veo otra solución. La situación así lo requiere e Imanol está para ayudarme, espero que no lo mate a golpes. ¿Quién era ese hombre que preguntaba por sor Leonor?¿qué quería de ella? Demasiadas preguntas, ojalá sor Leonor esté bien.

No lo ví, señora -reiteró el vagabundo-. Cuando giré la cabeza, no había nadie. Era como si se esfumara.

El tipo se refería que aquella voz le preguntó a él, pues le había sorprendido al igual que habíais hecho vosotros.

Sal de aquí, ¡ahora mismo! -gritaba Imanol-, que este no es sitio de dormir, ni hospital al que acudir más que a rezar, y sólo cuando es de día. ¡andando! -el hermano de la abadesa habló muy francamente-. El tipo se incorporó, recogiendo sus pocas pertenencias, para marcharse, pues no quería problemas.

Retengo un momento al vagabundo cogiéndole del brazo y le miro con aire de súplica.-¿No recordáis nada en su forma de hablar? ¿Parecía noble u hombre de a pie?¿Qué se os pasó por la cabeza que este hombre podía querer de una hermana?-

​Necesitaba algo concreto para seguir investigando y este hombre no me lo daba, pero aún tenía esperanza. Quizás no estaba formulando las preguntas adecuadas.

No pudiste sonsacarle más al vagabunod; eso sí, lo miraste fijamente, y supiste en tu interior que no ocultaba información alguna, y tampoco que no sabía más de lo que te había contado.

Dejo marchar al posadero con tristeza porque no puede contarme más-Con Dios hermano

Cuando se ha ido miro a Imanol y le pregunto ¿Y ahora qué?-solo se me ocurre preguntar a los vecinos si han oido algo.....pero no son horas.

Sor Teresa, debemos buscar a la joven a toda costa... por las calles de la villa. Mi señora hermana, la Madre Abadesa, me hizo claro la empresa de no regresar al convento sin ella; y lo principal es su seguridad e integridad, pero las consecuencias para esa casa Dios, es decir, vuestro hogar, serían nefastas... -se refería, una vez más, a que era de buena familia, y el poder nobiliario enfocado contra alguien podía ser muy dañino-. Andemos, por Dios, si vos parece, por las calles. Sugiero no hablar con nadie, pues se correría la voz. ¿Vamos, pues? No hay tiempo que perder... -añadía el hombre mientras el vagabundo se marchaba-.

-​Imanol, no podemos correr como pollos sin cabeza......No quiero despertar el rumor, pero quizás podamos preguntar en las casas próximas a la ermita si saben por qué estaban abiertas las puertas a estas horas y si han visto u oído algo raro. Y después a recorrer la villa ¿qué te parece?- ​Imanol tenía razón en lo de despertar rumores, pero ir de un lado a otro sin tener ni idea de a dónde vamos no me parecía la mejor opción.

No lo veo claro, sor Teresa. Respondió Imanol-. Aunque no digamos a quien buscamos, cualesquiera podría ver vuestro hábito, y saber muy ciertamente que las jerónimas de la villa andamos buscando a alguien... Hasta que se sepa a quien. Como el rumor llegue a los oídos de los Aldana... Vos iréis quien sabe si a las Dueñas -se refería al convento de las Dueñas jerónimas de Salamanca, que era el más duro del reino por lo visto, y donde enviaban a clérigas que habían perdido su convento habitual por unas razones o por otras (también para castigar a alguna de ellas y enmendarlas en el camino de Dios)-, y yo mismo a galeras o la horca por no haber avisado antes. No lo veo claro, pero vos decidís...

Imanol se echaba las manos a la barba, apesadumbrado. En la noche las estrellas brillaban en lo alto.

​Esta bien, Imanol. Haremos como dices, pero si al amanecer no la hemos encontrado se lo diremos a la hermana abadesa y si ella cree conveniente haremos las preguntas oportunas a los vecinos. ¡En marcha! No hay tiempo que perder.-​Y me dispongo a recorrer la villa encomendándonos a Dios y a la buena ventura.-