Partida Rol por web

- Gra... Gracias.- Contestó Widmore a los ánimos de la señorita Brooks mientras se dejaba asistir. Ojalá se hubiesen conocido en otras circunstancias, en una alocada noche de juventud, lejos de aquel infierno apestoso, lleno de formas borrosas y croares insufribles acompañados de arañazos y golpes en derredor.

- Diablos.- Graznó al escuchar la violenta entrada de las criaturas en su refugio. Seguía sin ver nada y tenía encima una herramienta muy preciada en un momento así. Echó mano de la pistola que portaba y se la ofreció una vez más a Jazzlyn, sabiendo que o aceptarla esta vez podía suponer un suicidio por parte de la joven. Un suicidio en el que lo arrastraría a todos con ella. - Tome, por favor... No hay más remedio...- Suplicó, volviendo a abusar una vez más de la gentileza de la artista.

Mientras, con la otra mano, tomó aquel triste cuchillo pequeño, rezando para no tener que usarlo, pues eso supondría que se tendría que acercar a... A su propia muerte, ni más ni menos.

La radio funcionaba y podría ser su oportunidad de pedir ayuda o refuerzos, así que Mike se centró en intentar contactar lo más rápido posible. Sus compañeros estaban haciendo un enorme sacrificio como para estropearlo todo. Ya no le importaba la vida o la muerte, simplemente quería que el mundo conociera lo que estaba ocurriendo allí. Intentó primero conectarse con emisoras del servicio al que pertenecía, la Oficina Federal de Investigación. Usaban unas frecuencias diferentes, pero pensó que ellos sí le tomarían en serio siendo quien era.

Empezó a operar el aparato rezando por tener el tiempo suficiente para pedir ayuda y que todo acabara. Había que acabar con la amenaza que poblaba aquella isla de locos. Sea como sea.

-¡SUBAN SUBAN SUBAN! -gritaba Ingemar, mientras impulsaba a sus compañeros a dejarse de cháchara y escalar hacia la habitación superior. Vio la bendita herramienta que antes le había dado un atisbo de seguridad y la tomó con sus manos, más prestas al instrumental de laboratorio que a la lucha armada, pero algo debía hacer. -¿¡No tenemos nada con qué cubrir la entrada... algo para arrojarles escaleras abajo... algo... ALGO?!

No esperó una respuesta, y se quedó justo al lado de la entrada tramando su plan: al menos intentaría poner la pierna para que el ser tropezara con ella y eso les diera más tiempo.

Jazzlyn tomó el arma de fuego que Frederik le ofreció, a pesar de saber que su habilidad con ese tipo de objetos era nula. Al hacerlo, pudo comprobar que ésta pesaba más de lo que se había imaginado, y por un breve instante dudó si volver a dársela al anticuario. A fin de cuentas, qué iba a conseguir. Malgastar las pocas balas que les quedaban lo más seguro. Aún así decidió no hacerlo, pues el estado en el que el hombre se encontraba no era tampoco el idóneo para disparar. Bastante tenía con lidiar con la droga que aquella criatura le había inoculado.

Lentamente, procurando hacer el menor ruido posible, descendió los pocos escalones que había subido y salió al pasillo, pudiendo contemplar como aquellos monstruos se encontraban ya en él. Armándose de todo el valor del que fue capaz, para no salir corriendo, subió el arma a la altura de su pecho, apuntó, y apretó el gatillo. Por desgracia, la bala no consiguió impactar  a su objetivo.

- Espero que esto por lo menos haga ganar algo de tiempo a Mike, y que consiga contactar con el exterior - pensó, mientras sentía como el miedo comenzaba a apoderarse de ella.

Todo sucedió muy rápido, aquellos monstruos resultaban mucho más agresivos en manada, sus golpes resultaban ensordecedores avanzando por el pasillo, un disparo fallido estalló entre el estruendo, mientras Mike redoblaba sus esfuerzos y conseguía por fin encontrar la frecuencia que parecía funcionar.

Frederik esperaba el ataque inminente mientras Ingemar esperaba buscando algún tipo de ventaja.

La primera de aquellas bestias ignoraba el disparo y se encaraba finalmente a la artista que ya no tenía más que la pistola en su mano. Casi indefensa intenta esquivarla sin éxito y el monstruo hunde su zarpa en su pecho para después engancharla en un mordisco fatal par lanzarla malherida contra las escaleras.

La segunda bestia estaba herida y parecía buscar venganza sobre los dos hombres que la habían enfrentado, se abalanzó por las escaleras, saltando sobre su compañero y evitando a Jazzlyn, pronto alcanzaría a Frederik.

El último de los se encontró con la zancadilla de Ingemar, lo suficiente para impedirle seguir a sus compañeros escaleras a arriba, peor no lo suficiente para tumbarle, ahora podía sentir el aliento marino de la bestia acorralándola contra la pared.

Aquí la Guardia costera de los estados Unidos, ¿me recibe?, aquí la guardia costera…recibida señal de radio…. Identifíquese….

Mike sonrió satisfecho cuando escuchó a una persona al otro lado del comunicador:

- Aquí Michael Clarkston, agende del FBI -respondió muy seriamente, intentando marcar su autoridad-, solicito ayuda lo más pronto posible. Es urgente, hay civiles en peligro.

Continuó indicándole al caballero con la mayor exactitud su posición, intentando que pareciera un ataque terrorista de algún enemigo de la nación. Lo importante es que lleguen rápido y armados. De repente, oyó un terrible estruendo y vio como una de esas criaturas se abalanzaba sobre Jazzlyn. Maldijo su puñetera mala suerte y se lamentó por la joven, había que vengar su muerte injusta. Que no fuera en balde. Alzó la pistola con la mano que tenía libre y disparó a la bestia que se cernía sobre Frederick. A este paso me va a deber un par de copas cuando salgamos de esta.

Se rio de su propio comentario mientras apretaba el gatillo. Una lástima que hubiera errado el tiro, bastante ocupado estaba en que viniera gente preparada para arrasar este sitio...

Al escuchar los sonidos de la escaramuza y el grito de Jazzlyn, Frederik supo que todo estaba yendo mal, que iban derechos al infierno, peor aun estando casi ciego, trató de guiarse por los sonidos para tratar de ayudar a su compañera, con la esperanza de que todavía no hubiese muerto.

Cogió una gran bocanada de aire, aferró su triste hierro entre los dedos de la mano derecha y trató de lanzarse hacia la silueta borrosa que creía reconocer como la criatura.

El corazón de Ingemar latía rápido, había escuchado, casi al mismo tiempo que hacía su maniobra, el sonido del choque entre Jazz y una de las criaturas.

Foco, Inge, foco, no te distraigas o no la cuentas...

Cuando el que tenía más cerca de tambaleó, supo que era su momento. Debía golpearlo, no podía hacer otra cosa, era eso o huir, y no había hacia dónde huir...

Así que lanzó su mejor golpe con la herramienta, directo al abdomen de la criatura.

- ¿Qué ha pasado? ¿Esto es sangre? - Se preguntó Jazzlyn, totalmente desorientada, mientras sentía el frío suelo bajo su mejilla y multitud de ruidos se agolpaban a su alrededor. Todo había ocurrido con tanta rapidez que la mente de la artista no había sido capaz de procesarlo todavía. Sólo sabía que la zona del pecho le dolía al respirar y que tenía un extraño regusto metálico en la boca.

El viaje, el faro, las criaturas... poco a poco los recuerdos iban regresando... y con ellos, el horror. El terror de saber que con un solo ataque ese monstruo había estado a punto de acabar con su vida, y que probablemente moriría en cuestión de segundos.

- ¿Por qué tuviste que hacerte la heroína? De todos los errores que has cometido en tu vida, ése es, sin duda, el mayor de ellos - se reprochó, mientras, inconscientemente, buscaba la forma de evitar lo inevitable. Entonces vio la puerta que daba acceso a la cocina.

- Si consiguiese llegar... quizá podría atrancarla desde dentro - pensó, mientras, lentamente, comenzaba a arrastrarse hacia allí, ignorando a la criatura y a sus compañeros.

- Vamos, pequeña, sólo un poco más... ya falta menos -

Tenemos su posición… ¿me recibe?... necesitamos que enciendan el faro para poder atracar en la isla, de lo contrario tendremos que esperar al amanecer.

Repito… necesitamos que arreglen el faro, tenemos un barco a dos horas de la isla, pero no podrá acercarse sin luz, ¿me escucha? Enciendan la luz, enciendan la luz…. Y les sacaremos de allí.

Mike podía dejar la radio a su suerte, ahora lo importante era refugiarse, o acabar con aquellos ser salidos del infierno en la tierra. Pues eso era para Mike el océano, el mismísimo infierno en la tierra, y esos seres eran la muerte hecha carne y escamas y ese día parecía sin duda, su último día.

El último día de cualquiera de ellos.

Jazzlyn había sido marcada por las zarpas, sentía el dolor lacerante, además de un mordisco le había sido arrancado párate de su hombro, demasiado cerca de la yugular, no había ni rastro de borrachera ya en su cuerpo, e instintivamente soltó el arma para que Frederik la recogiera e intentó escabullirse escaleras abajo, hacia la cocina, pasando tras el monstruo que acorralaba a Ingemar y la atacaba sin piedad.

A Frederik poco a apoco le volvía la visión, y sentir de nuevo el frio acero del arma en sus manos le dio algo de fuerza, la sangre se movía tan rápido desde su corazón que las toxinas desaparecían antes de lo previsto, el estrés, ese viejo salvavidas. Pero eso no le salvaría de recibir el ataque de aquella cosa.

Afortunadamente le monstruo tropieza en las escaleras al intentar lanzarse contra Frederik y este puede apartarse a tiempo.

Ingemar había golpeado con precisión el abdomen de aquella cosa pero no tenía demasiada fuerza y el golpe fue débil. El monstruo encolerizado le asestó dos zarpazos, hiriendo a la bióloga y lanzando sus muestras a lo lejos por el pasillo. Entonces vio a Ingemar pasar tras ellos, hacía la cocina, dándole una nueva opción. Aunque darle la espalda a un depredador tan ágil era tan arriesgado como enfrentarlo.

Frederik recuperaba lentamente la visión. Al abalanzarse hacia las sombras coloreadas que había considerado que debían ser las criaturas, había dado su vida por finalizada, pero por algún motivo la bestia a la que se enfrentaba había perdido el equilibrio, lo que había resultado en que consiguiese unos cuantos segundos más de vida.

Consiguió ver a Jazzlyn, herida, avanzando hacia la cocina, pero creía haber entendido el mensaje de la radio que Mike había reparado y consideró que era más importante que aquello saliese a la luz, que alguien pudiese llegar a la isla y terminase con aquellos demonios del mar. Trató de disparar a la criatura que tenía enfrente, pero una vez más falló. Ahora debía de tratar de llegar al faro, con Mike, si aquella criatura no le despedazaba antes. Le dio la espalda y echó a correr, pues la vida le iba en ello.

- Deben saber... DEBEN VENIR...- Gritó dando la espalda a las bestias, como si fuese una plegaria dirigida a Mike, indicándole que le daba igual morir siempre y cuando el mundo supiese lo que allí había pasado y ponían fin a aquellas criaturas.

Creía que lo había logrado... un golpe bien dado, pero... el sexo débil, claro, era cierto a fin de cuentas. Los ojos se le llenaron de lágrimas, pero no podía llorar ahora, debía...

-¡AAAHHH! 

¿Cuándo? ¿Qué tan rápido podía ser un... un... un monstruo, a fin de cuentas es lo que era, no un animal, no algo humanoide...

El dolor le inundó el cuerpo y la mente, pero la adrenalina hacía su efecto y llegó a ver a Jazzlyn pasando detrás del monstruo y dirigiéndose a la cocina. Si había una chance de sobrevivir era escondiéndose juntas allí, bloqueando la puerta o algo...

Se lanzó hacia la artista para ir juntas a la cocina. Las mujeres a la cocina, sí, cómo no... su sentido del humor era amargo ahora, mientras las heridas que le había causado el monstruo sangraban y dolían como nunca jamás había sentido.

Jazzlyn escuchó gritar a Ingemar, mientras un nuevo disparo rasgaba el aire, y unas esperanzadoras palabras salían de la radio. Pero nada de eso le importaba ahora. Sólo le importaba, sólo deseaba, poder esconderse. Esconderse hasta que esos monstruos hubieran desaparecido, como lo hacen, cuando despiertas, aquellos que pueblan las pesadillas.

Lentamente, y dejando un reguero de sangre a su paso, la artista se deslizó por detrás de la criatura, suplicando en silencio que ésta no se percatase de su presencia.

- ¡Vamos! ¡No te rindas ahora! - se dijo, mentalmente, obligándose a seguir adelante y no sucumbir ante el creciente dolor que provenía de su hombro - ¡Un poco más... y estarás a salvo -

- Comienzo reparación luz del faro. Cambio y corto.

Mike prácticamente dejó con la palabra en la boca al radioperador mientras soltaba el comunicador y se abalanzaba hacia la parte superior del faro con las piezas preparadas para arreglarlo. Había un pequeño atisbo de esperanza, una luz al final del túnel. Solo tenían que aguantar un poco más y vendrían a ayudarlos.

Corrió con todas sus ganas y atravesó la trampilla sin pensárselo demasiado. Sin embargo, cuando vio la masacre, sintió un nudo en la garganta y la sensación de querer salir de ahí. Cerró los ojos y respiró profundamente. Se calmó e intentó ignorar la muerte que lo rodeaba en aquel instante. Analizó la bombilla del faro y los posibles problemas que presentaba, intentando buscar una solución rápida y efectiva. Rezó porque sus compañeros estuvieran bien y se dispuso a arreglar la luz de aquel siniestro faro...

Frederik había vuelta errar el tiro, a estas alturas le hubiera extrañado acertar, pero al menos ahora veía con claridad lo cerca que estaba su enemigo. Ya no tenía más intención que huir, pero aun tendría que hacer frente a su némesis, que alzaba su enorme brazo contra él.

Al menos le daba tiempo Mike para que ascendiera hasta la sala del faro y empezara con la reparación a toda prisa. Parecía que todo estaba resuelto, pero algo se le escapaba, aunque no tardaría en dar con ello.

Más abajo, Jazzlyn alcanzaba la puerta de la cocina, casi arrastrándose, y desde allí pudo ver como Ingemar seguía su camino, pero aquel ser de pesadilla estaba demasiado cerca, le lanzó un zarpazo y falló por muy poco, rasgando un jirón de tela de la blusa de la aterrada bióloga.

Por fin consiguieron encerrarse en la cocina, pero ellos golpeaban con fuerza desde el otro lado de la puerta.

Frederik, deseperado, trato de hacer frente a lo que él mismo había iniciado. Al menos le pareció oír a las chicas cerrando la puerta de la cocina y a Mike corriendo escaleras arriba hacia la lámpara del faro. Se había quedado solo frente al terror, puede que ya fuese así desde que encontró el cadáver de su antiguo amigo, puede que ya no hubiese ninguna esperanza y la carta de este fuese solo una invitación al olvido. Sabía que iba a morir y su gran broma final era invitarle a compartir su suerte.

Trató de esquivar a la enfurecida bestia a la que había tratado de disparar... Y falló... Pero aun así su cuerpo llevaba unos cuantos años en este mundo y le exigía un poco más, un poco más de tiempo. No quería morir. NO QUERÍA MORIR. Y por eso trató de volverse hacia las escaleras y trotar en busca de Mike. Él tenía una mínima* suerte más que él con las armas y podía necesitar su ayuda en caso de que las bestias tratasen de subir... Tenían que arreglar el faro. Que al menos su muerte sirviese para algo, para alertar al mundo exterior y para que alguien mejor preparado que él, aquellas chicas y el polizonte, pudiese poner fin a sus asesinos.

Tenía...
...que...
...SUBIR.
 

Tomó una bocanada de aire, respiró profundo y se aquietó apenas. Estaban vivas. Por ahora.

Miró a Jazzlyn a su lado, estaba herida (ella también pero la adrenalina hacía su efecto) y era imperioso bloquear todo lo mejor posible para evitar que esos... seres... (se tocó la herida apenas, dolió, y dejó de tocarse) entrasen de nuevo a... a...

-Eh, Jazz, vamos a sobrevivir, ¿vale? Tienes que mostrarme tus obras de arte... lo mío es aburrido pero también te mostraré mis investigaciones, ¿sí? Vamos a bloquear las entradas y tratar de impedir que estas heridas se pongan malas.

Ingemar miró a su alrededor, buscando la mejor estrategia.

-¿Por qué vinimos para la cocina en lugar de ir hacia la despensa (que tiene solamente una puerta y ninguna ventana)? Malditas decisiones apresuradas...

Debían sostener la puerta por la que habían entrado, que el monstruo golpeaba, luego impedir que entrasen por la puerta que daba al estudio, revisar la ventana, si había algún modo de bloquearla, hacerlo, entonces chequear que la puerta trasera estuviera igualmente bloqueada, y recién tras estas tareas, buscar cómo tratar de forma improvisada las heridas: limpiarlas en la medida de lo posible (agua, por lo menos: no sabía qué podredumbre podían tener esos monstruos en las garras).

Pero ambas estaban heridas. No sabía cuánto se mantendría en pie.

-Tal vez, si los monstruos dejaran de buscar abajo... de golpear la puerta...

Aguantar, aguantar era lo único que les quedaba.