Partida Rol por web

El gran cañón demoníaco

La marcha del convoy

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22/07/2008, 10:32
Director
Sólo para el director

Y el convoy partió... y Zorria comenzó a quedar atrás.

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22/07/2008, 10:39
Director
Sólo para el director

Primer día de la semana por la mañana. Un par de horas después del alba en la ciudad de Zorria. El covoy descomunal, formado por más de cien carros con sus respectivas bestias de tiro espera preparado para iniciar el éxodo de más de un millar de personas.

En las puertas principales de la entrada a la ciudad, tres compañías de doscientos milicianos licenciados cada una, en perfecta formación cuadrada, aguardan el toque de corneta que indicase el inicio de la marcha. Una larga y densa columna de civiles se distinguía en la calle principal de Zorria, desde lo alto de la torre del conocimiento podía observarse, como si de una serpiente reptante se tratara, las familias que iban dirigiéndose con lento y temeroso caminar hacia sus respectivos carruajes asignados. Cada civil poseía un número y una letra; la familia número trescientos cincuenta y seis la formaba un matrimonio joven. La mujer, con sólo diecisiete años, llevaba bordado en su sobretodo el número “356.2/M” y de su mano derecha se agarraba un pequeño infante Zoriano, con número “356.3/I” en su pecho, de 2 años de edad, que miraba con estupefacción como tantas personas mayores caminaban a su lado, delante y detrás suyo por aquél camino empedrado tan grande. A sus ojos, todo a su alrededor eran piernas y brazos que le empujaban; con fuerza y temor se agarraba a la mano de su madre, mientras sollozaba.

Zorria en su totalidad enmudecía por el temor y la ansiedad; el silencio solo se veía roto por el llanto y la angustia de sus civiles y ciudadanos. El toque de corneta se alzó sobre todos los llantos. Las bestias de carga y de tiro, relincharon, berrearon y protestaron al iniciar la marcha, una vez todos los integrantes del convoy estuvieron ya acomodados en sus respectivos puestos y carruajes.

La primera compañía y la segunda avanzaban en bloque por delante del convoy, mientras que la tercera y cuarta compañía avanzaban por ambos costados del mismo en hilera, dando apoyo moral y protección a sus propias familias, que estaban dentro de cada carruaje y cada carromato.

Las planicies bárbaras aguardaban su paso, pero también, en el gran cañón, otro tipo de criaturas se revolvían impacientes por la confirmación de ciertos rumores que hasta sus oídos habían llegado…