Partida Rol por web

Tyra arrebató de los dedos de benito el bello colgante. Entonces comenzó a desandar sus pasos mientras casi se lo había puesto del todo. Margot llevaba la antorcha. La elfa, finalmente, tras marchar de vuelta, se colocó con el colgante en su cuello y gracias a su infravisión* logró ver el otro lado del puente. El caso es que allí estaba la estatua, deambulando de aquí a allá sobre el otro extremo (pero no parecía que ésta había divisado a Tyrael). El colgante no hizo nada, ni provocó rayo alguno ni otro efecto...

Margot se quedó observando la escena con cara de malas pulgas mientras que se desarrollaba. Hasta que finalmente la oficial decidió decir algo al respecto. Estaban perdiendo ahí y perderían todavía más si se ponían a mover hasta la última cerámica del suelo con tal de investigar si poseía propiedades mágicas.

—Tyra, es un bonito colgante... pero no creo que sea más que eso. Botín para la bolsa. Agradece al menos que las palabras de Camelos no eran verdad y no te engulliste en flamas. ¡Sigamos avanzando, gente! Que no quiero que nos pille otro peligro como los de la entrada por quedarnos aquí más tiempo del necesario. Tenemos una investigación por delante.

PNJOTIZADO.

Tyrael escuchó las palabras de Margot, y tras tocar una vez más su anillo, se lo quedó puesto. La mujer humana tenía razón, y no convenía tardar mucho más en avanzar, no fueran a encontrarse con nuevas sorpresas.

Será lo mejor... -dijo la elfa, echando un último vistazo a la estatua, más allá del puente-. Ya habrá tiempo de vender ésto al mejor postor.

Por ende, volvísteis otra vez todos a aquella biblioteca de paredes circulares, y avanzando entre los caídos volúmenes de las estanterías tomásteis la única ruta que avanzaba a partir de ese punto. La biblioteca tenía otro acceso y comenzásteis a atravesarlo. Era una pasillo alargado en el que había un pequeño giro a un lado y a otro. Los muros iluminados por la antorcha finalmente brillaron hacia la última sala de aquel lugar. Y dicha sala no era sino una especie de salón, de planta casi cuadrada, y realmente de un tamaño parecido a la biblioteca que acabábais de pisar. Había más estanterías, y más volúmenes caídos aquí y allá, con la misma ferocidad y destrozados, rasgasdos y destartalados de igual manera. Eso sí, casi en el centro de la misma había una especie de pedestal, y la llama de la antorcha, finalmente, lo iluminó con cierto detalle: no era un pedestal al uso, era un asiento; un asiento de piedra, excavado en una roca gruesa saliente del suelo. Pero lo más intrigante es que allí, sentada sobre tal pétreo trono, había una figura femenina de piel violácea, con una cornamenta sobre sus sienes y ropas de cuero.

Ésta tenía apoyados sus brazos sobre los reposabrazos del trono, su espalda estaba erguida sobre el respaldo, y sus cabeza en posición recta miraba hacia delante. Pero sus ojos estaban en blanco, y su cuerpo parecía vibrar. Supísteis que aquella entidad estaba en trance. Sin embargo, enseguida despertó. Sus ojos ahora tornaron en rojo, y sus puntiaguidas orejas se movieron.

Y os miró.

Venimos a relevarte, Telorum te necesita y nos ha mandado a avisarte y a quedarnos a custodiar el saber de la desgraciada Bellethiel.
 

Benito parecia serio y hacia cara de malo. Con un poco de suerte se sacaria el problema de encima.

Tyra se quedó pasmada ante la criatura que les esperaba en la habitación del fondo. Si había tenido alguna duda acerca de la historia de Camelos, la mujer cornuda la había disipado.

—Así es —añadió, imitando la altanería de su compañero—. Quedas relevada del cargo. Tómate unas largas vacaciones, te las has ganado.

Pero porque no se calla....demasiada insistencia hace dudar siempre. Piensa.

Margot exploraba la sala con la mirada hasta que inevitablemente se encontró con la mujer de aspecto demoníaco que recién había despertado de su ensoñación y los miraba no específicamente con una cara de hacer amigos. Se llevó instintivamente una mano a la empuñadura de la espada y miró al hechicero con aire inquisitivo.

—Mago... —murmuró, lo menos enojada que podía—. ¿Qué se supone que estás tramando, es otro de tus amigos del foso?

Antes de que Benito pudiera responder a Margot, la silueta de aquella figura femenina reaccionó y se levantó del trono de piedra, y unas alas se extendieron en su espalda, ocultas en ella de una manera casi imposible. Entonces levantó una mano contra vosotros, concretamente contra la elfa Tyrael, aún con los ojos candentes, y no dijo nada más. Su intención era claramente hostil.

Margot, alertada por el comportamiento incierto y posiblemente hostil de la criatura alada decidió ser la primera en acercarse y no con intenciones reconciliadoras. Levantó su espadón mientras que saltaba sobre bancos y ladrillos reventados para llegar al trono donde antes estaba apostado aquel demoníaco guardián. Dejó que la espada se desplomara sobre él con todo el peso que tenía pero no parece haber sido suficiente para impactarle.

No miró por encima del hombro, solo ordenó:
 

—¡A las armas! ¡Devolvamos a este demonio al pozo de donde lo escupieron!

La bribona preparó una flecha y tensó la cuerda de su arco. Pensaba enviarle un mensaje bastante contundente a la criatura si osaba acercarse a ella. Sin embargo, cuando levantó la vista, la mano empezó a temblarle.

—Oh, mierda —maldijo Tyrael al ver cómo la criatura la miraba fijamente a los ojos en llamas—. ¿Es por algo que he dicho?

Claro que es por lo que habeis dicho! demasiadas explicaciones, la mia se la habia tragado hasta las amigdalas y no se habia dado ni cuenta!

Concentro su magia para lanzarle un orbe pero sin exito.

La criatura humanoide no pudo ser herida ni por Tyrael, que cargó una flecha en su arco y ésta se fue volando a cierta altura, y tampoco por Margot, pues su espada no logró acertar al rival. Sin embargo, el mago Benito conjuró una bola de veneno entre sus manos y logró lanzarla*. Ésta impactó directamente sobre la figura humanoide, explotando al rozar su cuerpo y provocando una pequeña de veneno sobre su piel, y provocándole daño.

Finalmente, la criatura elevó una mano, y al igual que la había herido a ella, el cuerpo de Tyrael comenzó a contraerse un poco sobre sí mismo. Sus huesos y músculos se aplastaron un poco sobre sí, y su cabeza comenzó a vibrar y sus oídos a entumecerse. Ello le provocó cierto daño...

Margot observó consternada como el hechizo del demonio provocaba severos daños sobre Tyrael. Era difícil darse cuenta a simple vista pero estaba claro que aquella criatura estaba haciendo algo con su cuerpo; como un titiritero que estira los hilos de su marioneta hasta destrozarla. No podía permitirlo.

Se agazapó y aprovechó que la criatura había alzado ligeramente el brazo para arrojar una estocada directo a su axila. No sin antes gritarle una orden a su compañera:

—¡Hazle volar un ojo a este engrendo, Tyra!

Tyrael notó una presión por todo el cuerpo, como si la apretasen con saña con una gigantesca mano invisible. Gruñó. Apenas logró disparar la segunda flecha que había preparado y el hechizo terminó por dejarla descolocada del todo.

—Maldición. No puedo ni apuntar a esa cosa, me tiemblan las manos.

Benito, no estaba tan loco para acercarse....asi que saco una de sus dagas y se la lanzo, despues del impacto el cuchillo cayo al suelo, no sabia si le habia dado con el mango o con la hoja...pero ya era toda una proeza haberle dado.

Tyrael no logró acertar ninguna de las flechas, y ello le hizo perder una preciosa oportunidad. Margot, por contra, lanzó su espada de abajo a arriba, directa a la axila, un lugar donde podía hacer mucho daño. La hoja cortó a la figura humanoide, hiriéndola y haciéndola sangrar. 

Daño: 5 puntos

Acto seguido, Benito probó suerte lanzando su daga e hiriendo también al ser.

Daño: 2 puntos

Finalmente, la criatura se abalanzó sobre Margot, como ensañándose en venganza por su anterior ataque con la espada, y logró endosarle a la mujer guerrera un manotazo hasta clavarle sus temibles garras. Margot gritó de dolor.

Daño: 4 puntos.