Partida Rol por web

Tenía el gaznate seco pero entre lo que tardó el tabernero en servirme, que muchas veces parecía que se le caían los huevos, y así le pasaba, que se tropezaba con bastante frecuencia, y la aparición del cuarteto glamuroso hizo que apartara el vaso. Por mucho que me contaran sobre ellos, por muchos elogios, laureles y aplausos que recibieran de mano de estos paletos, no iba a cambiar mi pensamiento. Así que cuando pasan por mi lado escupo al suelo, en un gesto despectivo.

La llegada de los extranjeros habría pasado inadvertida si no fuera por el herrero, que empezó a gritar con entusiasmo. Lo que yo diga, le sale una mancha nueva a una vaca y lo van pregonando por la única calle que tiene este pueblo. Pero lo cierto es que si que captó mi curiosidad, especialmente la mujer que parecía ser descendiente del propio Viktor. No había ninguna duda, con esa cara tenía que ser familia suya. El doctor era listo, pero no fue agraciado, esa sí que es una maldición que se lleva en la sangre y no la que tienen esos "monstruos".

Me pregunto cuanto tuvo que mentir el buen doctor para llevarse a la mujer al catre, o puede que con un buen puñado de monedas fuera suficiente para que una meretriz se aguantara las arcadas.

Me quede mirando a las personas que venían hablar con mi señora, no me causaban celos ni nada parecido pero algo en mi no quería que personas como ellos le hablaran. Era como si un instinto protector saliera y la cuidara, tome una jarra llena de algo que parecía cerveza.

Es una buena noche como para pasarla con las personas, mi señora usted sera el faro de varias preguntas y cuestiones en este lugar. Como se dice, la noticia. Aquí todos nos conocemos muy bien, cualquier cosa mi señora. Sabe que estoy para usted. Me intente tranquilizar y me di vuelta a Haygor.

Querido amigo, luego en la casa debo preguntarle algunas cosas sobre... Alguien. No quería parecer un chismoso.

Me giré hacia Aleera pasándole una mano por la cintura cuando se apoyó en mi hombro.

- Dime querida - le susurré. Tras escuchar sus palabras asentí. - Eso parece. Tendremos que saludarla y mostrarle nuestros respetos por el doctor. Sí, yo también le echo de menos. Qué pérdida...

Tras consolarla un poco vi aparecer a Techador a quien saludé con una sonrisa. Se me hizo la boca agua ya que solía asociar su presencia a la sangre que nos traía.

Joder, ¿y esa sangría?

- Jajaja - reí con fuerza. - Sí, sin duda que podría.

Cuando se alejó miré a Aleera con cara de circunstancias y encogiéndome de hombros.

¿Qué mierdas es eso de joder al Puercoespín?

Me encontraba preguntándome cómo podría enterarme sutilmente ya que era muy curioso cuando en ese momento se acercó Angelina.

- ¿Vegetales? - dije poniendo cara de espanto. Si ni siquiera le habían gustado en vida. Lo único que toleraba ahora era la carne poco hecha, sangrante, y el vino. - Deja deja... Oye, Angelina - añadí cambiando sutilmente de tema, - por casualidad... ¿tú sabes por qué el pepino de Jorge podría joder a un puercoespín?

No sabía si sabría algo pero al menos la veía interesada en el reino vegetal.

A lo mejor sí que lo sabe...

En ese momento vi a Encanna hablando con un extranjero con sombrero. Sabía que no era de aquí porque era el único que había pedido el guiso y lo había probado en lugar de tirarlo a la maceta grande de la esquina donde ya no crecía nada.

Bueno, mientras recuerde que no mordemos a los humanos todo irá bien.

Y eso que había alguno que bien merecía un mordisco. Aquel tipo estrafalario vestido de explorador de África que se hacía llamar Van Pelt por ejemplo. A saber, ¿qué le habíamos hecho como para escupirnos a nuestro paso?

- ¿Cómo va la bronquitis, abuelo? - le pregunté al pasar, con toda la educación de la que fui capaz. - Quizás debería ir a la doctora... Ya sabe, a su edad hay que cuidarse...

Ya menos nervioso tras romper el hielo con la recién llegada, el vino también ayudó, Henry respondió a la joven heredera.

-Este certamen en concreto desgraciadamente es solo una vez al año, coincidiendo con la cosecha. Viene gente de toda la comarca, sabe usted. Y hay grandes concursos para ver quién tiene el pepino más grande o los melones más hermosos - explicaba entusiasmado - Bueno, merece mucho la pena, ya lo ha visto usted misma. Aunque hay algún participante que váyase a saber qué demonios echa a sus hortalizas para que tengan tales dimensiones, pero ese es otro tema... dijo con cierto malestar.

- Creo que este certamen es motivo más que suficiente para que finalmente decida quedarse a vivir aquí, ya que podría asistir todos los años - dijo ya de nuevo con una sonrisa en la cara - Y luego podría venir a pasar un buen rato a la taberna, que a excepción de la comida, no está tan mal - dijo esto último en voz baja, y mirando de reojo hacia un lado, esperando que Topocho no le oyera - Pero en fin, no quiero distraerla más, seguro que tiene montones de cosas que hacer.

- El doctor Viktor era muy querido por todos nosotros, estoy seguro de que Richard y Haygor le asistirán en todo,
 pero si necesita cualquier cosa no dude en pedirla, en Bran estaremos todos encantados de ayudarla - dijo esforzándose por resultar lo más agradable y hospitalario posible.

Dicho esto hizo otro pequeño gesto de cabeza, a modo de reverencia, y dio un largo sorbo del caldo de su jarra.

El inspector contestó a la invitación del herrero con un palmeo en un rápido palmeo en la espalda y una forzada sonrisa, si pensaba que había ido a la posada a divertirse... es que no lo conocía lo suficiente, no debería de beber vino en horas de servicio... nublaba los sentidos, pero después del día que había llevado un trago no le sentaría mal, de manera que aceptó retirándose silenciosamente hacia la barra donde la vampira morena estaba hablando con el desconocido. Mientras se aproximaba miró como Van Pelt lanzaba un escupitajo al suelo, Hans arrugó el ceño fue a increpar al cazador pero el vampiro le contestó estupendamente provocándo una sonrisa divertida al rudo hombre de la ley.

- La doctora...- susurró para sí mientras miraba a su alrededor en busca de Tayfresas, era raro que aún no hubiese llegado, tras un rápido barrido terminó por encogerse de hombros, seguramente tendría trabajo por eso se estaría retrasando... finalmente resolvió acercarse directamente al extranjero.

- España... si que ha venido usted de lejos...- le dijo a Bastian con curiosidad.

"¿Quién rayos es este sujeto que interrumpe mi plática?" - pienso mientras observo al inspector con cierta incomodidad.

Ahora que lo menciona, pues sí, suelo viajar mucho por trabajo. - respondo en tono cortante.

Sabe soy nuevo en el pueblo y no conozco mucho vuestras costumbres, pero dudo que sea muy amable interrumpir conversaciones privadas señoooor..... - digo alargando la última sílaba esperando que se presente.

- Inspector Hans Wilhelm Friederich Kemp- se presentó rápidamente odbiando el malestar de Bastian por haberle cortado el rollo con una de las vampiras- perdone que haya interrumpido la conversación con la señorita Encanna pero no he podido evitar escucharlo- se disculpó como correspondía a su educación aunque en el fondo le diese igual lo que pensara el extranjero de él, había ido para asegurarse de preservar el orden y eso era lo que estaba haciendo, controlar las cosas y conocer todas las idas y venidas que se producían en la aldea- Bran es una aldea muy tranquila y no suele pasar mucha gente, por eso me ha llamado tanto la atención señooooorrr...- imitó el tomo de Bastian para que este al igual que él se presentase.

Puso los ojos en blanco por la nueva afición a los vegetales de Angelina. Su voz, tan estúpida y cargada de esos malditos "papito, papito" por todos lados la irritaba, pero lo mejor fue su grito al encontrar la sorpresa.

Para Aleera era mejor que la más perfecta sinfonía. En gran parte gracias a la distancia de seguridad que había tomado para proteger sus tímpanos.

Se había esperado una reacción más llamativa por parte de su hermana al contemplar a su amiguita Sr.Patitas, pero no pasaba nada. El nivel de sus bromas aumentaría conforme pasara la noche.

No pudo evitar soltar una pequeña risita por las palabras de la rubia.- Pobre Sr.Patitas..ella es mucho más elegante y sofisticada...

Y de pronto, esperado como agua de mayo, Techador entró en la taberna, trayendo consigo ese delicioso olor que anunciaba su comida.

Se relamió los labios al verlo.

Su atención volvió a Kerrick debido a esa extraña pregunta. ¿Un pepino joder a un cuerpoespín?

Oh, mi Señor...creo que la falta de sueño está haciendo mella en vuestra cabecita... -Murmuró frotando su mejilla contra la de él.

Acto seguido siguió a su Señor, pasando por delante de Van Pelt, al que le dedicó una encantadora y juguetona sonrisa, acompañada de un guiño.

No se preocupe, cazador...también he reservado algo para usted...

Tan atento y considerado como siempre.. -Le dijo a Kerrick por su "preocupación" por el cazador, manteniendo su sonrisa, solo que ahora reflejaba la maldad de Aleera. Era la sonrisa que siempre le dedicaba al hombre cuando planeaba una travesura en su honor.

Iba a acompañarle un poco más, al menos hasta conocer a la heredera, pero tuvo que desviarse un momento al ver a la adorable Brândusa.

Buenasss noches, mi querrrida abuelita...-La saludó con su transilvánico acento.- Me preguntaba si podría encargar sus servicios nuevamente...Ya sabe lo mucho que me gusta su arte a la hora de crear mis vestidos.

Dr. Michaels, Bastián Michaels zoologo, para servirle inspector. Pierda cuidado por mí inspector, sólo soy un académico interesado en la fauna nocturna del lugar, he oído rumores de una extraña raza de canis lupus y quirópteros que sólo se pueden encontrar en esta región, estoy aquí para documentarlos para mi nuevo libro.

Estoy seguro que esas actividades no causaran ninguna clase de perturbación al orden público ni mucho menos, la verdad es que si me apoya en mi trabajo le aseguro dedicarle un agradecimiento especial en mi libro, el cual va a ser auspiciado por la universidad de Cambridge, pero todo depende que clase de información le lleve.

"Al parecer encontré a alguien que puede resultarme de utilidad." - pienso mientras sonrío.

Pero ¿En dónde están mis modales? Por favor inspector siéntese y acompañénos con este vinito de misa que traje de Madrid, su sabor es algo único, es elaborado por unos monjes francizcanos que son muy diestros en la vinicultura. - digo mientras saco el vino y tres copitas de plata de mi mochila.

Por favor señorita sírvase. - digo sirviendo un poco de vino en las tres copas.

Entré en la taberna con gesto cansado. Laconsulta había estado bastante tranquila hasta el inicio del certamen. Para varia este año había habido más peleas de lo normal. La causa mas común era la frase "Mi pepino es mas grande que el tuyo" seguido de "Tu mujer me ha preguntado como hago para tener el pepino tan grande". Panda de catetos.

La posada estaba mas llena de lo habitual. A cada uno con más o menos grado de alcohol en cuerpo. Por el bullicio parecía que los pepinos no eran lo mas importante hoy. Mientras le pedía mi primera copa a Donpi escuché a la gente hablar sobre una mujer.

Mi curiosidad pudo más de lo normal y me acerqué a ver que venía tanto alboroto. Me acerqué al Inspector, que estaba dialogando con un hombre que no había visto. Por lo visto era un extranjero. ¿Canis lupus? Me sonaba de la universidad, de las clases de anatomía. Debería ser un pirado de esos veterinarios.

-¿Enserio está investigando lobos en la aldea?- Dije poniéndome al lado del inspector.- No sabía que los perros del lugar fueran tan raros. Deberías empezar a despiojarte Hans o no dejarán de venir señores de fuera a estudiarte.

"Vaya, vaya que tenemos aquí, se avecinan problemas." - pienso mientras observo a la recién llegada.

Es evidente que los lobos no van a entrar corriendo al pueblo buscando algo de comer querida señora, pero dada la proximidad del bosque es lógico que haya lobos en las cercnías, mis colegas de la universidad dicen que esta especie en particular es un tanto más grande y agresiva que el canis lupus común, así que me recomendaron extrema precaución y buscarlo principalmente en noches despejadas y a la luz de la luna para que no me coja por sorpresa. - respondo a los comentarios de aquella mujer.

Pero por favor señora, tome asiento y acompáñenos quizá Usted pueda decirme algo sobre la fauna local, dado que al parecer Usted también entiende de lo que estoy hablando. ¿Es acaso Usted Veterinaria o cazadora? Yo soy el Dr. Bastian Michaels de la Universidad de Cambridge, zoologo.

Disculpe que no le ofrezca un trago pero no tengo otra copa aunque si el cantinero nos facilita una copa limpia le daré a probar este fabuloso vino de misa que me traje de Madrid.

Tras la charla con el inspector, comento tranquilamente con la señorita Atkins:

-Señora, opino que ha sido acertada la invitación hecha al inspector Hans. Aunque sea un hombre tosco en modales, creo que parte del mérito de que este pueblo sea un mar de tranquilidad es debido a su buen hacer. Además del hecho de que los vampiros no desangran a gente sin ton ni son, ni las bestias del bosque y alrededores parecen cobrarse la vida de incautos. El caso es que nunca está de más tener buenas relaciones con los representantes de la ley.- Debido al bullicio que reina en el local y a que tampoco estoy diciendo ninguna barbaridad, no me molesto en bajar demasiado el tono de voz. Tras mi intervención miro a Richard, esperando un gesto de aprobación a mis palabras.

Al alejarse el inspector, decide acercarse a saludar el herrero, un hombre sencillo, aunque tal vez demasiado dado al contacto físico. Acepto de buen grado la invitación de aquel hombre a esa ronda de vino.

-Gracias Henry, no tenías por que.- Replico amablemente a su invitación. Aunque bien sé que es la presencia de la nueva señora de la casa la razón de estos tratos de favor y la especial atención que suscitábamos aquella noche. Me resulta algo cómica la repentina timidez que aflora en Henry cuando decide dedicarle unas palabras de presentación.

Observando a mis compañeros (a la vez que al tabernero, las mesas del fondo, y la puerta que da a la cocina), me siento satisfecho al comprobar que la señorita Atkins maneja con soltura una conversación educada y atiende con amabilidad a todo aquel que está viniendo a dedicarle unas palabras de bienvenida, aunque algo me hace intuir que no está del todo cómoda en este ambiente. No podría decir lo mismo de Richard, que parece algo más nervioso. Tiene toda la pinta de que nuestra visita a la taberna no se prolongará por mucho tiempo más.

-No se preocupe Richard, cuando estemos de vuelta en casa hablaremos largo y tendido sobre lo que desee.

Asintiendo a la explicación de Henry respondo con una sonrisa cordial. - Pues muchas gracias, en verdad ha sido muy amable al explicarme de este concurso sobre las hortalizas y sus dimensiones. Quiero imaginar que en Bran los pepinos deben ser lo suficientemente grande para estar a la altura de esta competencia, tendré que comentarlo con mis sirvientes que seguro están más al tanto que yo. - no comprendía porque le daban tanta importancia al tamaño, al fin de cuentas otras cosas eran más relevantes pero no me pondría a llevarle la contra ya que el hombre pese a la suciedad, es amable conmigo. 

Cuando decide retirarse lo despido con un gesto amable y unas pocas palabras. - Le agradezco, espero que sea cierto lo que ud dice. De momento estoy poniéndome al día con las costumbres, conociéndolos un poco más. En cuanto necesite de sus servicios, enviaré a Richard o Haygor para solicitar su presencia. - nunca estaba de más tener un herrero amigo para crear nuevas poleas para sujetar las sogas y los arneses, interesante contacto, si que si. -Todo sea por complacer mis gustos más oscuros y secretos. -murmuro esbozando una sonrisa traviesa.

Por suerte había dejado por un momento de ser el centro de atención para que mi lugar lo ocupe el extranjero, disfrutando de la soledad escucho las palabras de Richard, a quien le sujeto la mano y susurro en su oído. - Lo sé mi querido amo de llaves. No se preocupe por mi, siempre que esté a mi lado me sentiré muy segura y cómoda. - tras alejarme de su cercanía contemplo el ambiente, plagado de personas muy dispares entre sí. 

Sólo que mi atención se interrumpe brevemente con las palabras de Haygor, otro ser muy cuidadoso. - Gracias por la consideración, intento cumplir con los modales que me fueron inculcados. Sólo eso. - respondo, en verdad era una dama hecha y derecha de las puertas de la Mansión para afuera. En cambio, en las inmensidades de mi habitación la oscuridad hacía acto de presencia y solo unos pocos se atreven a cruzar la barrera. 

Adoraba explorar la anatomía humana, solo que... No de la misma forma que Viktor.

Todo es alegría y jolgorio en la taberna. Hasta el señor Topocho ríe mientras su mujer le azota medio en broma con una balleta húmeda con la que ha recogido la cerveza que éste a derramado.

Jorge Nitales le saca brillo a su pepino, orgulloso, y Maite Torras, la ganadora de la categoría de los melones más grandes y hermosos, los tiene sobre la mesa para que todo el mundo pueda verlos y tocarlos, para que todos sepan que son de verdad y que no hace trampas.

El ambiente es alegre y agradable hasta que...

La puerta se abre, y la temperatura del lugar baja. Un frío extraño se apodera del local, y todo se vuelve más oscuro, como si la misma noche se hubiera colado por aquella puerta abierta...

Un hombre, de aspecto serio y cadavérico, está en el umbral. Su mirada de ojos entrecerrados repasan vuestros rostros uno por uno, con una mirada fría y calculadora, como si con ellos pudiera ver a través de vosotros, de vuestras almas y...

¡PAF! La balleta que la señora Topocho tenía en las manos, manchada de cerveza del suelo choca contra la cara de aquel hombre, el cuál pega un salto y un grito, como si la balleta fuese objeto de una de sus fobias, pues ni siquiera lo ha visto venir.

- ¡Maldito esqueleto andante! ¡Cierra la puerta, que entra frío! ¿Para eso me molesto yo en encender la chimenea? ¡Si hasta se han apagado algunos candelabros con el viento! ¡Quita de ahí!

La señora Topocho se acerca a la puerta, le da un gran empujón a aquel hombre, tan fuerte que casi lo tira al suelo, y cierra la puerta, muy enfadada.

- ¡Perdone, señora Topocho! Me dejé las gafas y no veo nada, y me he distraído intentando reconocer a Brândusa. Tengo que encargarla un traje. El último se me ha roto mientras cavaba una tumba. ¡Pero ahí está! ¡Buenas noches Brândusa!

Con inmensa alegría por haberla reconocido sin gafas, el enterrador de la aldea se dirige hasta ella.

Henry se alejó de la heredera y sus acompañantes, y puso rumbo a la barra. Había perdido la cuenta de las jarras de vino que llevaba, pero le daba igúal, un día era un día. Además el aguantaba bien el alcohol, o eso creía.
Cuando de repente notó como una corriente fría le subia de los pies a la cabeza - ¡CERRAD LA PUERTA QUE HACE CORRIENTE, LEÑE! - gritó mientras se giraba - Me voy a quedar pajari...

Entonces vió a aquel extraño tipo parado en el rellano, al que reconoció al instante - Ah, Skar, debí imaginarlo. Es buen tipo, pero que escalofrios da el jodío, y no sólo por su afición a dejarse las puertas abiertas - El tipo era más flaco que la rodilla de un gorrión, y tan siniestro como la noche más oscura. Cuando en Bran había un sepelio y él aparecía, costaba saber si era el enterrador, o algún difunto que se habia escapado del cementerio.

Aunque no pudo más que sentir lástima cuando la señora Topocho, balleta en ristre, se lanzó contra él hecha un basilisco - Bueno, podría ser peor, podría haberle servido uno de sus platos - pensó riéndo para sus adentros. Le hizo gracia la reacción del sepulturero cuando al fin encontró a quien buscaba, que no era otra que la anciana Brândusa.

Fue cuando vió pasar cerca al vampiro, acompañado como casi siempre de sus bellas novias, y le saludó - ¡Eh, señor Asangre!- dijo llamando su atención - Me están entrando ganas de pedirle que me convierta en vampiro a mí también, aunque solo fuera con tal de no sentir frío - rió con ganas - Adópteme, le prometo que me portaré bien - dijo con sorna mientras miraba sin disimular lo más mínimo a Aleera y Angelina.

En ese momento Henry estaba sonrojado hasta las orejas, no estaba claro si por los lascivos pensamientos que recorrían su mente, o si solo era por todo el vino que llevaba bebido.   

Aceptando la galante invitación, me había sentado en la mesa del apuesto extranjero, dispuesta a tener una velada agradable con alguien distinto a la tropa de siempre, pero la alegría duró poco... pues a los pocos segundos apareció allí el inspector Gadget para tocar las narices... Vaya! Éramos pocos y parió la Brândusa!! Exclamé.

Inspector, ya sabemos que tiene usted un especial interés en todo aquello que se salga de lo habitual, pero no es necesario que venga a molestar a este viajero. ¿Por qué no vá usted a disfrutar de esos inmensos pepinos y nos deja charlar amigablemente?... Le prometo que no me lo voy a comer, he sido previsora y ya cené antes de salir del castillo, pues sabía que íbamos a venir aquí.... Vuelvo mi atención hacia el extranjero. - Usted no se preocupe, los habitantes de este pueblo son mucho de hablar pero poco de morder, sin embargo a mis hermanas y a mi, nos encanta morder, pero hemos prometido respetar el pacto, así que no corre usted ningún peligro.

Poco a poco fué llegando más gente a la taberna, a cada cual más variopinto, la doctora, el enterrador... solo faltaba el mayordomo y la doncella para jugar al Cluedo^_tm.

Dada la interrupción, el extranjero dejó de prestarme atención así que me levanté y me acerqué a la heredera. La mujer me había llamado la atención aunque en ese momento conversaba con sus sirvientes.

- Buenas Noches, señorita. Permitame que me presente. Mi nombre es Encanna.... Encanna of Darkness. Es un placer tenerla a usted en esta comunidad. Lo cierto es que la pérdida del Doctor ha sido un duro golpe para todos, pues le teníamos gran aprecio, pero estoy segura de que usted será una digna representante de su casa. Tras la presentación, añado. ¿Me permite un comentario? Me he dado cuenta del enorme parecido entre usted y la Doctora ¿no serán familia, verdad? Ambas además lucen un peinado muy similar... no sabe usted lo que me gustaría a mi poder lucir esos maravillosos rizos, pero por desgracia los únicos rizos que puedo lucir yo los he de reservar para mi señor. Supongo que usted me entiende...