Partida Rol por web

No estaba equivocado. Ahora hasta podríamos perder a Dolezal por una mala acción.

Al ver enfilar al borracho hacia la ventana no pierdo un segundo en sacar mi arma y disparar contra él. Con algo de suerte buscar herir un muslo o una pierna del sucio beodo.

Después de todo el tipo acaba de atacar y resistirse al arresto.

Así que apunto y disparo con la finalidad de incapacitar al malnacido.

Al demonio el sigilo… pienso antes de jalar el gatillo.

El combate sin dudas no era lo suyo, aquella mujer jamás había estado presente en un enfrentamiento y jamás estuvo su vida en riesgo como hasta ahora. Cuestión que sin dudas la alerta los suficiente, tanto que en ese manoteo logra herir a Dolezal mientras el hombre la coge de la muñeca donde el trozo de cerámica en punta estaba sujeto con su mano. - Viejo borracho. - insulta con desdén cuando cae al suelo, forcejeando justo en el momento donde esa punta le roza el hombro a ella. 

La desesperación sigue haciendo mella, más aún cuando debe valerse por sí sola y estaba pensando seriamente en andar por las calles con un bisturí, así evita este tipo de agravio o descuidos que le podrían salir muy caros. Tantos que deberá aprender a defenderse con este tipo de gente con poca calaña. Pero la suerte le acompaña y justo cuando cree que tendrá el cuchillo incrustado, aparece Joseph disparando. Al menos una buena. 

Dolezal avanza raudo hacia la ventana y forcejea con la misma para abrirla, tras dos empujones, esta cede y empieza a abrirse. Casi puede oler su libertad cuando un arma de fuego ruge, una bala silva e impacta en una de las piernas del huidizo sospechoso. Su rostro se torna en un rictus de dolor y deja escapar un fuerte alarido mientras su cuerpo se desploma en el suelo debido al impacto del disparo.

- ¡Joder! ¡Hijos de puta!¡ Mi pierna! –

Sus manos rodean el agujero de la baja mientras se sacude en el suelo sin ser capaz de levantarse. El sospechoso ha quedado reducido, pero al fuerte ruido del disparo ahora se une los gritos de Dolezal. Curiosamente nadie parece salir a ver que ocurre y el pasillo se mantiene en silencio.

El espectáculo que pudo observar el señor Taylor al asomarse por la puerta era dantesco. Dolezal intentando huir por la ventana tras agredir a la señorita McMillan, ella caída en el suelo con un brazo sangrando y el arma del detective Miller abriendo fuego. Un leve sentimiento de culpabilidad afloró en el interior de él por su anterior reacción egoísta. -Desde luego que había cosas más importantes a las que atender que a ti, viejo tarado.-

Taylor dudo de como reaccionar en primer lugar. ¿Ayudar a la forense? ¿Vigilar la escalera por si el matón volvía? ¿Cerrarle la maldita boca a Dolezal? Reflexionó con rapidez y escogió la primer acción, pero antes recomendó una serie de pautas a seguir. Con voz firme e intentando mantenerse a la altura tras su error por haber permitido que escapara el otro. -Señor Hércules, haga callar a ese malnacido. Atele las manos y póngale un bozal-. Después, intentando suavizar su voz y también su rostro miró a la mujer herida. -Señorita Hypatia, ¿se encuentra bien? ¿Necesita ayuda? O cree que podrá hacerle un torniquete en la pierna antes de que se desangre.- Imaginaba los rostros desconcertados de los investigadores ante aquellos nuevos nombres, pero era obvio que no sería buena idea revelar los verdaderos ante un  peligroso desconocido. Una vez más, la Antigüedad Clásica siempre estaba ahí para marcarnos el camino.

Dejando hacer a sus compañeros y sacando de nuevo su pistola se asomó de nuevo al rellano. William echo una rápida mirada hacia abajo por el hueco de las escaleras esperando no encontrarse ninguna cara conocida.

Enfilo directamente hacia Dolezal, con paso firme y con el arma en mano. - Hypatia. Perdón por el descuido. El amigo de esta basura escapó. No hay que perder tiempo. - digo al señalar al borracho herido.

Sigo la corriente de William, con los sobrenombres. - Gracias señor Tutankamon. Lamento no haber ayudado. Tenia que detener a la rata, que huía por la ventana. - añado al llegar donde Dolezal y patear lejos su cuchillo.

Frente al matón herido continuo apuntando con el arma, esta vez en dirección a su pierna sana.

- Basura inmunda, si aun aprecias tu otra pierna y no quieres pasar el resto de tus días en una silla de ruedas más te vale que cierres tu boca de letrina y escuches atentamente. - advierto al acercar la punta de mi pistola a su rodilla sana.

- La posesión de cocaína es un delito que te granjeará algunos años en prisión. Pero si cooperas podremos mirar hacia otro lado. Solo necesitamos que respondas sobre las mugrosas fotografiás que tienes por mirón pervertido. ¡Ahora comienza a hablar o lo pasarás muy mal! - amenazo al borracho con mi mejor cara de psicótico.

Luego habrá tiempo para vendar a Dolezal. Por el momento es buena idea que William vigile el edificio en caso de curiosos.

Aceptando la ayuda de William mientras seguía aquel juego de sobrenombres, se incorporó desde el cuidado y la delicadeza de una dama a sabiendas de que debería revisar esa herida y hacer un torniquete para que Dolezal no se les caiga redondo en el suelo. 

- Estoy bien, ya mismo. - responde al coger el cortinado para romperlo en tiras, así no solo les sirve para atar al maldito desgraciado, sino que también contendrá el sangrado a borbotones que se refleja a simple vista. - Aguarda, solo haré el torniquete. - se dirige hacia Joseph mientras rompe el pantalón de aquel hombre y revisa la herida. 

Se encontraba muy enojada con aquel sujeto, más aún cuando tenía un ligero corte en su propio hombro, aunque era mayor el que ella misma le había infringido a Dolezal. Rápidamente ató las manos para inmovilizarlo y tras realizar una buena contención en la pierna, dejó al borracho para Miller lo interrogar. 

- Todo suyo. - termina por decir y tras controlar el reloj, alza una ceja perspicaz. - Media hora, cuarenta minutos antes de que se descompense es lo que tiene. - agrega un tanto meticulosa. 

Dolezal se sigue sacudiendo y gritando improperios hasta que siente la pistola de Joseph en la pierna lo que parece frenar de golpe su incesante verborrea. Sus ojos se clavan en el investigador mientras este le pregunta por las fotos y le amenaza con entregarle a la policía por las drogas encontradas en el apartamento.

- No, no son mías joder. – Sus ojos se mueven muy rápido en sus cuencas mientras sus manos aun mantienen la presión sobre la pierna - ¡Dios, como duele! Voy a perder la pierna maldita sea, llamen a un médico. –

Entonces Alice, queriendo terminar cuanto antes y sabiendo que en ese estado de pánico no van a conseguir nada, realiza unos primeros auxilios, deteniendo la hemorragia. No es definitivo, pero sirve para tranquilizar al sospechoso que parece respirar algo más aliviado.

- Vaya, la puta sabe lo que hace ¿eh? ¡Ouch! –

Se frota la pierna con brío en un intento por disipar el dolor.

- En serio, esas fotos no son mías. ¿Por qué les interesa? ¿También les va ese tipo de cosas? Podría conseguirles algo… -

Dolezal habla rápido y atropelladamente, el alcohol sigue consumiendo parte de la lucidez de aquel hombre y solo la excitación de la propia situación, parece haberle despajado la mente, aunque solo sea un poco.

-Jajajajaja. Le has oído al matón ese. ¡Tutankhamon! ¡Te ha llamado momia! Ves viejo como no soy yo el único que lo piensa.-

El señor Taylor aceptó serió y con su característica flema inglesa las disculpas del señor Miller. -Cuestión de prioridades, señor Hércules.- Desde la puerta, el anticuario desplazaba su mirada vigilante constantemente entre la escena que se desarrollaba dentro de la habitación y el hueco de las escaleras. En ocasiones, también miraba por la ventana por si el huido tenía la intención de subir por la escalera de incendios. En parte, esta opción no era la que más le preocupaba ya que si, anteriormente, ellos habían hecho un fuerte ruido al subir era más que probable que le escucharan llegar, y más aún estando la ventana abierta por este calor. No sabía de medicina más que lo justo de primeros auxilios que le enseñaron en el ejercito, pero sin embargo comprobó mientras la forense hacía el torniquete que si le pasaba algo serio ella sabría como cuidar de él.

-Si me permite, le haré una recomendación, no vuelva a insultar a alguien que le acaba de salvar la vida, o por lo menos alargarla treinta minutos.- las palabras de William se movían por la sala igual que él de un lugar a otro vigilante. -Si no se le extrae esa bala, muy posiblemente morirá. Responda rápido y nos encargaremos de llevarle al mejor hospital de Cleveland. No quiere morir. Lo sabe.- Los pasos llevan al viejo a mirar de cerca, cara a cara, al interrogado. -Díganos quien hizo esas fotos. ¿Fue usted, verdad? Si no, ¿porque las tendría en posesión?-

La mención de su pierna y la posibilidad de morir por la herida cierran de golpe la boca de aquel hombre. Se incorpora un poco y lanza pequeños gemidos mientras intenta acoplarse un poco.

- Les repito que, *ouch*, no son fotos mías. – Cuando parece haber encontrado una posición cómoda apoyado contra el sillón, suelta un hondo suspiro – Son de Willie “el manco”. Él *hmf* me pidió que se las guardara. Ni puta idea de por qué *fuu* –

Vuelve a llevarse las manos a la pierna herida y su rostro se contrae.

- Joder, duele mucho *hic*. Llamen a una Ambulancia o algo. Ya les he dicho lo que querían, vayan a preguntarle a Willie –

Mientras Dolezal continua con sus quejas, oís como del exterior se oye el sonido de sirenas y tras asomaros un momento, veis aproximarse un coche de policía, seguramente con agentes de Ness. Entonces entendéis el poco movimiento que se produjo después del disparo. En un barrio como aquel, la gente no salía a curiosear, se encerraba en casa al menor problema y llamaban a la policía y al parecer, esta vez también lo habían hecho.

El vehículo policial os lleva algo de ventaja, pero gracias a la sirena no os cuesta seguirle la pista hasta la calle 22ª Este. El vehículo se ha detenido frente a un bloque de apartamentos de aspecto viejo, ladrillo visto y tonos cobrizos por el paso del tiempo. El portal más cercano es el 2941, que es el que el Sheriff os indico como la vivienda de ese tal Dolezal. El edificio hace esquina y en el lateral, podeis ver la típica escalera de incendios que asciende por toda la pared del edificio, culebreando por cada ventana hasta el tejado.

Al fijaros en los policías, veis por las vestimentas que son hombres de Ness lo que hace que la situación sea aun más peligrosa. No sabéis en que estado están vuestros compañeros, pero si sabéis que el Sheriff pidió discreción y que, a todos los efectos, no tenéis ninguna jurisdicción para realizar esta investigación. Dejar que aquellos guardias encuentren a vuestros compañeros, incluso si están en peligro, solo empeorará la situación, aunque… ¿Y si alguno está herido y necesita ayuda urgente?

- ¿Qué podemos hacer con ésto? - Le preguntó a Leon. 

Lo cierto era que quizás debieran advertir a sus compañeros de que las fuerzas de Ness estaban allí abajo, pero... ¿Cómo? Igual podía ganar tiempo entreteniéndoles de alguna forma, aunque eso también era complicado. Tampoco sabía si sus compañeros estaban dentro o no. Era difícil decidir el curso de acción a seguir y más teniendo en cuenta que debía decidir en décimas de segundo.

- ¿Qué ha sucedido, agentes? - Preguntó en voz alta con la esperanza de que alguien le contestara mientras esperaba la respuesta de Leon Wilson a su pregunta. 

- ¿Quién es Willie? -  pregunta Alice obviando descaradamente el insulto para no darle tantas vueltas a un asunto que ella misma quiere finalizar. Es más al escuchar las sirenas, el tiempo parece escasear en demasía y las opciones viables siempre son las menores. - Tenemos música de fondo, Joseph... ¿Cómo lo organizamos? - responde mientras va pensando cómo fingir una buena escena al ser forense y no dejar margen de dudas. 

- Habla, así sales beneficiado. - termina por decir, manteniendo la espera de su compañero y las opciones que pueda ofrecer. 

Parecía que habían llegado justo a tiempo (lo que no sabían era a tiempo de qué). Los hombres de Ness estaban acercándose al apartamento y cabía la posibilidad de que el grupo andara por allí. Lilian trató de hablar con los policías, pero Wilson no tenía claro que aquellos hombres fueran a retroceder con tal de responder las preguntas de una ciudadana. No había un segundo que perder.

- Lilian, no estoy seguro de esto, pero espero que nos salga bien... ¿tienes un buen abogado? - sin pensarlo mucho más, Leon se colocó con el coche tras un camión que ocupaba la segunda línea de aparcamientos y se puso a tocar repetidamente el cláxon a intervalos de tres segundos - ¡Vamos, hijo de puta! ¡No tengo todo el día y tengo que aparcar! ¡Seguro que estás en el bar poniéndote hasta las patas, culo gordo! - añadió, gritando al aire - Esperemos que nuestros socios entiendan la señal, tratemos de mantener el farol...

El señor Taylor frunció el ceño. No estaba muy por la labor de creer a semejante individuo. La siguiente pregunta era evidente, había que saber quién era ese tal Willie el Manco y por supuesto saber dónde encontrarlo. Justo después de que la señorita McMillan llevase a cabo su pregunta, él la continuó. -¿Y dónde podemos encontrarlo? Responda y llamaremos a la ambulancia.-

El sonido de las sirenas alertó al anticuario que empezó a sentirse inseguro y a temer perder la oportunidad de un buen interrogatorio. Estaba claro que no deberían de estar allí cuando la policía llegase. La única salida que veía probable era la de escapar por la escalera de incendios y de nuevo terminar en ese fétido callejón esperando que la policía no cubriese esa zona. -Señor Dolezal, por su bien y el de su vida, no debería mentirnos. Sabemos que se encargó de conseguir a las tres personas que aparecen en las fotos para estas obscenas y decadentes prácticas sexuales. Usted es la conexión. Tenía que enviarlas a algún sitio concreto. Díganos para quién y dónde. Ahora o morirá.-

Después, William miró al señor Miller esperando que como persona más avezada en estas situaciones tan tensas tomase la iniciativa o plantease un buen plan.

Ambos policías alzan su mirada al edificio, se miran y asienten, disponiéndose a entrar cuando de pronto la calle se inunda de un sonoro claxon seguido de gritos provenientes de un coche estacionado tras un camión que lanza improperios mientras realiza aspavientos con las manos. Lilian, que se ha bajado del coche antes y se ha alejado, contempla triunfante como uno de los guardias pone cara de paciencia y se encamina hacia el vehículo donde Leon continua con su pantomima.

Sin embargo, el otro policía no parece dispuesto a que dos pierdan el tiempo con lo que parece ser un borracho al volante por lo que se dispone a entrar. Rápidamente, se aproxima al policía y con su mejor cara de inocencia, le pregunta por lo que está ocurriendo, casi poniéndose entre la entrada y el agente. Este saluda con la gorra a Lilian.

- No se preocupe señorita, solo trabajo rutinario. Nos han llamado porque parece que ha habido algún tipo de pelea en el edificio. Solo vamos a ver que esté todo correcto. –

Sin embargo, la joven siente que tal vez no pueda fiarse de su palabra ¿Estaría mintiendo? ¿O se estaba dejando llevar por su loca cabeza? Sea como fuere, el agente hace el amago de apartarla para entrar en el edificio.

Mientras tanto, El otro agente llega hasta la altura de Leon y tras dar unos toquecitos en el cristal para que baje la ventanilla realiza un saludo mientras se carga de paciencia.

- Perdone caballero, está usted armando un escándalo ¿Podría indicarme que le pasa? -Entonces se agacha y mira al periodista a los ojos - No habrá bebido, ¿Verdad? –

El conductor puede ver que el agente tiene prisa y quiere terminar cuanto antes.

El rostro de Dolezal está cada vez más contraído por el dolor y sus ojos expresan pánico. Tembloroso, asiente a la pregunta.

- Willie es un proxeneta, siempre consigue chicas para la gente con gustos... exóticos. No-no-no se donde vive. Se lo juro. Pero siempre nos veíamos en el “Lester’s”, es un local de la zona, pu-puedo decirles donde está. *Ay*, tengo una tarjeta, en la me-sa, *igh* tiene la dirección. –

Entonces escucha como el viejo le recrimina y casi parece que eso enciende algo dentro de él.

- ¿Ustedes lo saben? No saben una mierda. Si se quiere so-brevivir aquí, se debe hacer lo que sea necesario. Además, esas chicas eran unas zorras. Se lo tuvi-eron bien merecido *Agh* -

Os sorprende la firmeza de sus palabras cuando hace unos segundos se estaba desmoronando y todo para mostrar un absoluto desprecio por las jóvenes de la foto.

Antes de que podáis preguntar nada más, de la ventana empieza a llegar el sonido de un claxon que resuena sin parar y alguien que parece vociferar. Tardáis unos segundos en daros cuenta de que conocéis la voz. ¡Es Leon! Por desgracia, no lo podéis confirmar ya que la ventana del edificio da al lateral y no permite ver la calle principal. Enseguida su incesante ruido se detiene ¿Qué hace aquí Leon? ¿A que se ha debido el ruido? Sea como fuere, la policía ya debe estar allí pues hace rato que no se oye la sirena. Os queda poco tiempo para decidir qué hacer.

- Por eso mismo lo decía... - Dijo entonces Lilian. - Llevo un rato por aquí. Escuché gritos de pelea y bueno... vi bajar a ese hombre del edificio. - Hizo una pausa y señalo a Leon. - Bueno... creo que es él... - Dijo no pareciendo tan segura como antes. - Si no era él, se parece demasiado. De hecho... creo que llevaba un arma oculta en los pantalones. - Dijo aparentemente asustada. - No sé si es conveniente que su compañero haga sólo el trabajo. Podría resultar peligroso. - Habló acariciando el brazo del agente.

Leon había entrado en barrena, como a menudo le pasaba cuando se metía en un lío. Por experiencia sabía que lo mejor era mantener el farol.

- ¿Que qué me pasa? ¡Este tipo siempre deja su maldito camión en mi lugar de aparcamiento! ¿Usted cree? Uno no se mata a trabajar para no poder aparcar ni en su propio barrio, ¡lo que faltaba por ver! - dijo mientras continuaba tocando el claxon sin piedad - ¡Y no señor, no he bebido! Eso es cosa de maleantes, vagabundos y divorciadas. Mi temperamento solamente es mío. ¡Si no le gusta, no mire, no estoy haciendo nada ilegal! ¡Venga, cabrón! -añadió mirando en dirección al camión y sin dejar de hacer ruido con la bocina.