Partida Rol por web

Willie se queda petrificado ante las palabras de Alice, como sopesando que hacer. Sus ojos se mueven rápidamente en sus órbitas y agita extrañamente la cabeza, de pronto empieza a balbucear.

- no, no, no, no, no, no, no… -

Parece completamente ido, como si su cerebro hubiera congelado y hubiera olvidado como hablar.  Su única mano tiembla visiblemente y los ojos parecen que van a salírsele de sus órbitas. En un intento por romper ese mutismo y obligarle a acercarse, Joseph le ofrece dinero mientras pide ayuda. Los investigadores pueden ver los ojos inyectados en sangre, la respiración agitada está claramente nervioso, pero finalmente rompe su balbuceo.

- No, la calle no es segura, el remolino me va a chupar, no es seguro estar aquí… les buscaré ayuda dentro, pero el remolino… -

Mientras habla, se gira hacia la puerta del Lester y empieza a estirar la mano para tomar el pomo y abrirla.

Con una habilidad envidiable, la mujer toma el dinero que le ofrece Leon y sonríe mientras se acerca a su oreja y la chupa antes de susurrarle.

- No se preocupe, sin salir de aquí, podremos tener ese rinconcito para nosotros. Como entenderán, prefiero que sigamos en mi terreno. –

Se irgue por completo y mira al barman

- Cariño, necesito utilizar el “cuarto de atrás”, el pago el de siempre –

Y tras ver como asiente el hombretón, la mujer os toma de la mano y os hace señas para que os levantéis y la sigáis a la puerta que da a la parte de atrás del local. Seguís sus pasos a través del humo y olor a alcohol del malo mientras el leve murmullo de conversaciones quedas y suaves zumbidos son sustituidos por un silencio sepulcral. Tras atravesar la puerta, os encontráis en un pasillo oscuro con dos puertas a los lados y una más al fondo. Es a esta a la que os dirige. Cuando accedéis a ella veis que se trata de una pequeña habitación simple con un camastro no muy grande de sábanas ennegrecidas por el ambiente sucio y una mesilla en la que reposa una lámpara de noche.

- Espero que esto sea de su agrado. Muy bien ¿Qué quieren saber? –

La joven se sienta en la cama y se cruza de piernas, provocando que la falda que lleva se eleve por encima de la pantorrilla, sugiriendo de más ciertas zonas pudorosas.

- El tema es sencillo Amelia. - Respondió Lilian. - Estamos investigando las muertes. Para empezar cuéntenos todo lo que sabe sobre ese asunto. - Se sentó junto a la mujer sobre la cama. - Y sobre ese hombre, el doctor que estaba tan interesado en la señorita Polillo. ¿Qué puede decirnos de él?

Podía ser que aquella mujer no tuviera demasiada información, pero lo que era seguro es que tenía más que ellos, lo cual ya era interesante y un buen negocio. Por algún sitio tenían que empezar a tirar de la manta y el Lester's, primero con aquel vagabundo demente y ahora con aquella joven meretriz, parecía ser una mina. Si sumaban a la ecuación el hecho de que en el salón se encontraba el amigo de Dolezal... ¡Se estaban acercando!

Al ver que "El Manco" comienza a temblar, generando en Alice una extraña curiosidad por ello, cuestión que es difícil ahora de manejar. Pero luego de años haciendo prácticas, hablando con pacientes en peores condiciones que éste, ella tiene una pericia que si bien puede funcionar a la perfección, intentará que sea efectiva en este sujeto. 

Por esa razón lo sujetó con su mano sin apretarlo demasiado mientras le habla de forma tranquilizadora. - Ya, no sé que es el remolino. Pero necesito que me ayude, por favor... No tenga miedo, es decir, sé que la calle es peligrosa pero si usted me ayuda, saldremos rápido de aquí. Sola no puedo con esto. - termina por decir, ya usando esa voz suave, pensando que tal vez este hijo de su madre se deja de joder y accede. 

El tiempo parece moverse a cámara lenta cuando Willie baja los escalones que llevan al local. En un sorprendente movimiento, Alice se abalanza sobre el hombre, sus pasos resuenan en el pavimento, el proxeneta comienza a girarse lentamente para entender lo que se le viene encima, la mujer alarga el brazo, los ojos de Willie se abren enormemente…

Y empujándole contra la pared que hay junto al local, Alice lo inmoviliza contra la pared.

- ¡Pero…! ¡qué haces loca! ¡Suéltame! ¡El remolino nos tragará a todos! –

El hombre se sacude intentando escaparse de su agarre mientras suplica que le sueltes.

Amelia se gira hacia la mesilla y abre el único cajón que tiene del que saca un cigarrillo. Tras encenderlo con un fósforo también del cajón, le da una buena bocanada para echar seguidamente el humo, envolviendo el lugar en una onírica niebla al mezclarse con los vapores que ya hay en aquel insalubre lugar.

- Era un tipo muy curioso. Desconozco su nombre o de dónde venía, pero no era de aquí, desde luego – Os mira y se ríe – Me refiero a que no pertenece a la clase que habita en Kingsbury Run. No, era un hombre muy bien vestido, de modales exquisitos y ¡Que demonios! Con dinero. Fuera quien fuese, pertenecía a la clase alta de la ciudad. –

Vuelve a darle otra calada antes de continuar su descripción.

- Le gustaba la adulación. Supongo que por eso venía tanto por aquí. Daba dinero a los pobres y hablaba con palabras dulces a las compañeras del gremio. No era de extrañar que, aunque fuera un foráneo como ustedes, fuera bien visto y hasta deseado en este lugar. –

Se queda un momento pensativo, como si reorganizara las ideas.

- Tendría como unos 30 años. Se interesaba mucho por los tatuajes de la gente. Preguntando su significado y procedencia. También le gustaba mucho hablar de arte e historia. Bueno, más que hablar hacía monólogos porque ustedes comprenderán que pocos eruditos pueden encontrarse aquí. Y era muy servicial, cada noche que venía, antes de cerrar, se ofrecía a llevar a alguien a su casa en un enorme coche negro. Y si, le gustaba mucho hablar con Flo. La pobre idiota. Creía que lo que tenían era algo especial. Vino aquí dos días antes de su desaparición –

De pronto da un bote en la cama como si acabara de recordar algo.

- Recuerdo que “El doctor” ha sido la única persona a la que he visto hablar con “El griego loco” -

- Entiendo... - Dijo Lilian mientras tomaba notas en una libreta. - Voy a lanzarle una serie de preguntas rápidas, espero no abrumarla, pero es que me llena de emoción dar con algo de verdad por fin. Defecto profesional sabe... - Sonrió. - Periodista, jeje. - Echó una rápida ojeada a sus notas. - ¿Estaba interesado por algún tipo de tatuajes en concreto? ¿Con quién se relacionaba más, alguien en concreto a parte de Polillo? ¿Quién es ese griego?

"El griego loco", "Willie el Manco"... aquello cada vez se parecía más a una historia de piratas. A Leon le alegró, no obstante, observar que el doctor había dejado un rastro de testigos que podrían seguir. Era esperable que fuera un tipo cauto (ya solo por el hecho de frecuentar prostitutas) pero nadie era tan hábil como para no dejar ningún hilo del que tirar. Wilson optó por tratar de tirar de uno de ellos.

- ¿Un coche negro? ¿Sería capaz de identificar el modelo?

-¿Re-re-remolino?- Al escuchar aquellas palabras un escalofrío recorrió todo el cuerpo del señor Taylor. ¿Podría haber alguna relación entre aquel cuadro futurista y este extrañó individuo? Todas las pistas se estaban uniendo. La señorita McMillan como una amazona de la antigua Hélade tomó la iniciativa poniendo contra las cuerdas al tullido. Este parecía estar enajenado, solo hablaba de lo mismo. Parecía atemorizado. ¿Quizás los tres detectives deberían también de estarlo? Por supuesto que no. Ahora mismo tenían la ventaja gracias a la forense así que aprovechándola William dio varios pasos hacia adelante, miró fijamente a los ojos del proxeneta y tras varios instantes clavando sus pupilas el viejo anticuario se acercó al oído parar susurrarle.

-Sólo nosotros podemos salvarte de Scylla y del remolino. Síguenos y te pondremos a salvo. Te llevaremos a  tu Itaca, como ya hicimos con Odiseo.-  Según pronunció el nombre de la bestia mitológica la mirada de esta aparecía amenazante en la mente del viejo. Con estas palabras tan solo esperaba que Willie se calmase y de forma voluntaria y sin armar alboroto les acompañara sumiso hacia el vehículo dónde podrían intentar interrogarle.

Amelia escucha atentamente vuestras preguntas y sonríe divertida.

- No se preocupe, no me abruma. Para lo que estoy acostumbrada, esto es hasta divertido. –

Cuando se mueve en la cama, el somier de la cama se aqueja por las maderas carcomidas que luchan por aguantar el peso de la mujer.

- Aparte de Flo, no mostraba especial interés por otras personas. En general, se mostraba amable con los vagabundos y cualquier prostituta que mostrara interés por él. En cuanto a lo de los tatuajes, sobre todo le interesaban cuando representaban símbolos antiguos o civilizaciones extintas. Se le veía apasionado por ello. – Entonces se queda dubitativa - ¿Más personas con las que se relacionaba? Solo el Griego Loco. Nadie sabe quien es. Apareció hace poco. Habla un idioma raro y se muestra muy agresivo. –

Leon hace su pregunta sobre el coche lo que hace que asienta.

- Como olvidarlo, un modelo tan nuevo y bonito no pasa desapercibido. Era un Ford 1937 Tudor sedan de lujo, de color negro. Una auténtica preciosidad. –

Se ríe divertida.

- Como les dije, esta claro que “El Doctor” es alguien con dinero. –

Cuando Willie siente los brazos de la mujer sujetándole, intenta zafarse, pero la presa de Alice es demasiado fuerte y da tiempo de sobra a Joseph para ponerse en pie, sacar la pistola y metérsela en la boca al proxeneta antes de que empiece a gritar. A pesar de todo, se intenta revolver, aunque sin éxito debido a su débil cuerpo y gime mientras niega con la cabeza.

Lo tenéis reducido sin embargo, os encontráis en medio de la calle, reteniendo a un hombre mientras le encañonáis. Hagáis lo que hagáis, no es sensato ni seguro permanecer en medio de la calle. Aunque no parece muy dado a colaborar, su mirada muestra terror y las palabras de William han provocado que ahora le observe aterrado.

- Muy interesante... - Dijo la periodista sin parecer excesivamente satisfecha aún estándolo.

Los datos que acababan de conseguir de la tal Amalia, si es que realmente se llamaba así, podían serles de mucha utilidad. Ahora sabían de unos cuantos sospechosos, o cuánto menos, gente a la que poder interrogar cómo era en caso del "griego loco". Además la hipótesis del doctor cogía fuerza y tenían un modelo de coche y el tipo de tatuajes por los que se interesaba su principal sospechoso.

- ¿Alguna dirección, alguien con quien hablar aparte de ese griego? - Le preguntó a aquella gran fuente de información.

Amelia estaba resultando ser muy útil. Sin duda, por su profesión debía ser muy observadora, lo cual les vino que ni pintado. Siempre que encontraba una buena fuente, Leon se alegraba de forma casi infantil, y aquella no era una excepción. Todo eso de los tatuajes era muy interesante, seguro que el anticuario era capaz de establecer una relación... y no hablemos ya de poder localizar el coche del propio doctor. Un carro tan lujoso no pasaba desapercibido en un barrio como ese.

Leon se inclinó sobre la pared con los brazos cruzados, indicando que ya había terminado con sus preguntas. Dejó a su compañera el resto del interrogatorio, que parecía estar conduciendo con bastante diligencia, mientras se asomó suavemente por la rendija de la puerta que llevaba al bar, por si viera algún movimiento sospechoso...

- Perfecto. - pensó Alice tras haberlo retenido de aquella forma, en parte le agrada esta situación donde lejos del protocolo y glamour que ostenta, debía mostrarse de otra manera. Pero ante la primacía de sacar con urgencia a Willie, desvió la mirada hacia William para darle alguna que otra indicación. - Ve hacia el auto, nos llevamos a este. - dijo en un tono seguro, cuando ya encañonado por Miller, no tenía otra opción más que ceder. 

- Todo tuyo, es hora de irnos ya. La calle puede ser muy peligrosa, hasta las paredes miran. - indicó al permitir que sea el ex detective quien controle la situación mientras ella va pensando en los pasos a seguir. No era posible un cambio, todo tenía que seguir ese cauce. - ¿Puedes con él? -  preguntó a Joseph, ya decidida a seguir los pasos de William. 

Pese a que el Manco tiene la punta del cañón del revolver en su boca eso no es suficiente para calmar al proxeneta. Sin embargo las palabras de William han tenido mas efecto que un disparo en la pierna. ¿Tan loco está Willie el manco que la clase de historia le ha atemorizado?

En fin...vamos al asunto.

-Si, vamos al auto ahora mismo. Y tu, camina o te vuelo los sesos. - respondo a la rubia y vuelvo a amenazar al sucio y borracho proxeneta, que tantas ganas me da de rajarle un tiro en la entrepierna.

- William, siga con eso de Cintia y el Remolino. Parece que le asusta mas que su arma. - digo al anciano sin dejar de mirar ambos costados de la oscura calle. De por sí es un barrio difícil donde no faltan maleantes…

-Vamos Willie, confía en nosotros. Te llevamos a tierra firme, lejos de Scylla, lejos de sus seis cabezas y de su boca con tres filas de dientes. Estarás al refugio de Caribdis, no importa cuanta agua absorba al día en su inmenso remolino, ni cuanta escupa después. Poseidón no cesará en dañarnos pero la todopoderosa Atenea nos protegerá del canto de las sirenas y de los regalos y banquetes de Calypso. Nosotros te llevaremos a Ítaca, donde espera tú Penelope. Solo nosotros te salvaremos del horror.- El viejo intentaba recordar cada canto de la Odisea con la intención de crear un relato ante el proxeneta que le calmase o bien le dejará en absoluto estado de shock y miedo. Lo importante es que se convirtiera en un marioneta fácil de llevar al coche. Por supuesto, el señor Taylor con su presencia y gabardina intento tapar cualquier mirada indiscreta sobre la pistola que encañonaba al invalido.

El problema era que una vez en el vehículo qué hacer. Interrogarlo allí mismo quizás sería un problema por los mirones. Esperaba que el señor Miller tuviera un plan o un buen descampado escogido para apretarle las tuercas a aquel lastimoso individuo. Además sus otros compañeros esperaban dentro del bar. Quizás deberían entrar a avisarles. Es posible que tuvieran muchas preguntas que hacer. En cualquier caso, primero había que llevar a Willie al coche. Una vez allí, verían qué hacer.

Amelia se puso pensativa, alzando la mirada hacia la podredumbre del techo, como si buscara entre los enmohecidos tablones el recuerdo de algo que pudiera ofrecer.

- Ni siquiera podría decirles donde vive el griego “Loco”.  Sin embargo… Creo recordar que se decía que “El doctor” también frecuentaba otro local, mucho menos acogedor que este. El local se llama “La Sirena”. Es un bar mejicano situado cerca del río. No es difícil de encontrar. Donde vean muchos mejicanos, ese será el lugar. Sin embargo, no suelen recibir muy bien a nuevas personas. –

Entonces se gira hacia un reloj que cuelga de la pared.

- Bueno, creo que les he dedicado bastante tiempo. Si no tienen más preguntas, creo que podemos dar por finalizada esta reunión. -

Entonces se levanta y se dirige a la puerta de la habitación.

Willie sigue agitándose, pero apenas opone resistencia. No sabéis por qué, pero parece quedarse absorto con las palabras de William. Entonces, Joseph retira el arma de su boca y la pone en su nuca obligándole a andar. Curiosamente no grita. Sin embargo, cuando os estáis acercando al coche, veis a un guardia caminando por la calle, muy cerca del vehículo. Aun no os ha visto y tenéis un callejón cercano donde tal vez podríais meteros alguno con Willie para interrogarlo. Pero siempre que hicierais algo con el policía.

- Muy bien... - Dijo Lilian con una sonrisa. - Ha sido un trato muy beneficioso, espero que para ambos. - Y entonces miró a León y le hizo un gesto con la cabeza para que aflojara la billetera. Ella ya le había pagado al vagabundo psicópata del perro muerto. - El siguiente soborno me toca a mí... - Y le guiñó un ojo.

Esperaba que les pagarán unos buenos honorarios por sus servicios, pues de momento, las pistas, les estaban saliendo más caro de lo que esperaba en un principio. Fuera como fuera, si resolvían el caso adquirirán bastante fama, que sería algo impagable. Aunque bueno, también podía ser que no fuera ellos los que llegaran al fondo de todo aquel turbio asunto.

- Pues nada... - Miró de nuevo a la prostituta. - ...un placer. ¿Nos vamos? - Le preguntó a su compañero.