Partida Rol por web

Haciendo caso de Valindra, Berék avanzó hasta situarse a un par de metros a su izquierda cubriendo así ese flanco. Tampoco a él le había pasado desapercibido el comentario de Batracio y caminaba con su escudo bien ajustado en su zurda y listo para desenvainar al menor indicio de peligro.

La lluvia, la niebla y la maleza eran un incordio para cualquiera pero estaba dispuesto a sacarles el mayor beneficio posible, sería uno con los elementos una presencia invisible para sus enemigos.

- Creo que he encontrado algo! - grito con excitación al ver el rastro de unos piececitos pequeños que se adentran en la fronda - Son huellas suficientemente pequeñas para ser las pisadas de una niña. Vamos a seguirlas, a ver a dónde nos llevan. - Indico a Berek y a los demás a que me sigan con un movimiento de brazo hacia adelante, en dirección por donde se alejan las huellas

Tus sentidos no acompañaban esta noche. Te quedaste ensimismado tratando de buscar algún rastro entre la niebla. No hallaste nada que pudiera llamar tu atención.

Poco después decidiste aprovechar tu don para pasar desapercibido en los parajes naturales, tal y como tu madre te había enseñado. No era tan difícil; tan sólo una cuestión de aprovechar las condiciones del entorno. Lo habías hecho tantas veces como para que se volviera algo instintivo y pudieras hacerlo por puro reflejo, como un pestañeo.

La mirada de la mujer realmente estaba a la altura de las habilidades que se adjudicaban a los de su raza.

-Buen trabajo... Valindra.- dijo dudando con el nombre.- Vayamos tras ellas.

Comentó mientras pretendía ver algo más allá de la zona iluminada por la farola, esperando dar con una caperuza roja, o una niña espantada... para regresar cuanto antes de nuevo al lado del hogar de la posada.

Por fin algo bueno en toda aquella historia, el rastro de la niña había aparecido casi enseguida, ahora solo tendrían que seguirlo en lugar de dar vueltas sin rumbo por el bosque. Berék se acerco a Valindra para examinar el mismo las huellas. Unas huellas cercanas entre sí serían una buena señal, significaría que la niña solo caminaba perdida y probablemente no estaría demasiado lejos, pero si había corrido podría estar lejos y… mejor no pensarlo, porque ¿Que haría sentir a una cría que un oscuro y frío bosque era más seguro que los brazos de su madre? Casi deseaba que hubiera otras huellas, indicando que alguien, o algo, la hubiera capturado, porque la otra opción era demasiado siniestra para considerarla siquiera.

- Valindra ¿Tu qué opinas? ¿Camina perdida, huye de algo o la llevan por la fuerza?

Randel, hombre más bien urbanita, era poco ducho en tareas como seguir rastros, y menos aún de noche y tras un día lluvioso. Por suerte parecía que la hermosa elfa y el semielfo parecían cubrir sus deficiencias en ese campo.

En cualquier caso se mantuvo atento a los comentarios entre ellos, nunca sabía uno cuando podía necesitar esas dotes.

Me encojo de hombros ante la pregunta de Berék - Puede que huya de algo, o de alguien... o puede que algo llamara su atención. Es dificil de adivinar. Yo tan solo he podido dar con el rastro de la niña, sus motivos para adentrarse en el bosque me son desconocidos.

Batracio se acercó con el resto del grupo, alzando la antorcha por encima de los lugares que los elfos señalaban como el rastro de la niña - ¿Dices que fué hacia allí? - Batracio observó el lugar por el que supuestamente se dirigía la niña y echó un vistazo enderredor, se le ocurrió entonces alumbrar las copas de los árboles, algo se escurrió entre las ramas, tal vez una rata, parece que no había rastros de sangre ni nada parecido, pero aún así, se adelantó y retrocedió varios metros, y siguió a los elfos prestando gran atención allí por donde ellos pasaban.

Las pistas eran claras. Los pasos eran pequeños por el tamaño de las pisadas y se dirigían hacia el bosque. Unos pasos más adelante, te percataste de que parte de la hojarasca había sido removida. Unas ramas rotas y algunos arbustos apartados daban paso a un sendero improvisado.

Poco más llamó tu atención.

El ulular del viento interrumpió vuestra conversación. Un pequeño vaho, como si fuera un aliento lánguido, meció lánguidamente las ramas de los árboles. La noche era fría, algo inhóspita. Tan sólo disponíais del brillo mortecino de la luna para aclarar un poco aquel paisaje sombrío.

Guiados por Valindra, seguísteis aquel rastro por el bosque. Pequeños matojos y enredaderas hicieron que la caminata fuera poco agradecida. Un chapoteo incesante acompañaba vuestros pasos mientras la niebla, imperceptiblemente, se iba haciendo un poco más espesa. Los rayos de luna poco a poco se fueron ocultando tras las ramas semidesnudas de árboles esqueléticos.

El lugar estaba envuelto en negrura; los árboles, la hojarasca, incluso vuestras manos y pies parecían estar hechos de ella. Un silencio sepulcral os permitía percibir con extraña claridad vuestra respiración; cada paso que dábais, el crujir de hojas muertas bajo vuestros pies, el deslizar de vuestros pies entre charcos de barro viscoso, los latidos de vuestros corazones.

Cierta sensación de opresión se cernía sobre Randel, le gustaría estar en cualquier otra parte en esos momentos, pero ya que estaba fuera... y la chiquilla podía estar en peligro, merecía la pena terminar de dar con ella. En lugar de dar la vuelta, simplemente puso la diestra en la empuñadura de su espadín, el tacto frío y duro de este le ayudaba a mantenerse atento. A parte de ese gesto, se limitó a seguir a Valindra.

Con el arco preparado en la mano y una flecha preparada, continúo avanzando por aquél extraño y escalofriante bosque. Por momentos hasta me cuesta mirar más allá de mis propias narices, confundiendo mis manos con la negrura que nos envuelve. El silencio es total, extremo, hasta el punto de poder escuchar mis propias palpitaciones. Trago saliva y permanezco atenta a cualquier ruido o movimiento que pueda surgir.

Oriiiii - orianaaaa niiiña - Batracio alumbraba moviendo la antorcha a su alrededor conforme avanzaban bajo la espesa niebla que se adhería a sus ropas como llovizna pegajosa y dejaba minúsculas gotas de humedad empapando sus ropas. Llamaba a la pequeña como el dueño del can que espera que éste vuelva por sí solo

Tu fino oído se mantiene atento a cualquier cosa que no fuera la respiración de tus compañeros y sus pasos. Los gritos de Batracio te molestan un poco, pero aún así, eres capaz de discernir entre ellos y centras tu atención en lo que discurre a tu alrededor.

El suave flujo del riachuelo que bordea vuestro camino. Un viento frio que susurra murmullos inteligibles a los árboles. El suave crujir de ramas que se mecen al son de la brisa traicionera. El eventual gorgojeo de un búho y un súbito aleteo de una criatura pequeña.

Nada que no pudiera estar en un bosque. Nada, excepto....

De pronto, desde la lejanía, un aullido agudo y desgarrador, casi lupino, irrumpe por el silencioso bosque. Era un eco, un aviso. Una declaración de intenciones.

Y desde luego, no sonaba a ninguna clase de lobo que hubieras escuchado jamás.

- ¿Habéis oído eso, ese extraño aullido? - pregunto en voz baja y tensa a mis compañeros. Permanezco alerta, mirando en la dirección de la que proviene dicho sonido - No se trata de ningún lobo, al menos de ninguna clase de lobo que yo conozca. Estad alerta, puede que tengamos que entrar en acción...

¿Aullido? ¿Qué aullido?

Tú no escuchaste nada. Bueno, quitando algún mochuelo o el sempiterno palpitar de tu corazón, tus jadeos y los de tus compañeros. Pero nada que fuera parecido a lo descrito por la elfa.

Yo no he escuchado nada.

-Tal vez lo confundieras con el mochuelo de antes...

Lo decía sin terminar de estar muy convencido de si mismo, pues todas las historias, a parte de poner a los elfos como muerde almohadas, les atribuían buena vista y oído... con esas orejas en punta.

Lanzo una mirada gélida a Randel, de forma casi instintiva - Se como suena un mochuelo - contesto con ira contenida - Será mejor que no te tomes esto a broma, humano. No se que se esconde en este lugar pero toda precaución es poca.

El joven se sorprendió por la reacción de la muchacha, parecía gravemente ofendida... ni que le hubiera propuesto hacer un polvo tras un árbol.

-Me alegro que lo sepas, elfa.-Dice emulando el tono de respuesta de ella. Antes de añadir en tono más relajado.-Qué te hace pensar que me tomo eso a broma, perfectamente me hubiera podido quedar sentado junto a la chimenea, o acostarme en un lecho seco antes de venir aquí de paseo... no, si estoy aquí no es para pasar el tiempo.

Dicho eso el joven continuó siguiendo el rastro que había dejado la niña.

Shh shh shh - Apaciguó Batracio con poca convicción. Y tras un momento de silencio - Yo no he oído nada... ¿Por donde has dicho que lo has oído? - Preguntó abriéndose paso con la antorcha - Eh... uhmm .... ¿Será momento de llamar a la muchacha?