Partida Rol por web

-O esa bazofia de tabaco debería dejar de fumarme a mí. Contestó Marvin. Hay tantas putas cosas que quisiera sacar de mi vida... pero no sería capaz de continuar sin la fuerza de la adicción. Muchas gracias por su ayuda, le dijo al hombre que había respondido a sus preguntas a modo de despedida, necesitábamos algo de orientación.

Marvin se giró hacia su compañero al tiempo que echaba mano a su cartera y comprobaba el dinero del que disponía.

-¡Mierda! Maldijo. Había olvidado que no estamos en América. Con todo el jaleo con lo de McGregor, no se me ocurrió que pudiera necesitar dinero de aquí. Me da que el fugaz viaje que íbamos a hacer "Monty" y yo se va a alargar más de lo que esperaba... se quedó pensativo, como calibrando su situación y las palabras de Lytton. No, si no respiro algo de nicotina pronto, acabaré rompiéndole la cara al primero que me mire mal. Voy a ver si aceptan lo que llevo encima, es un momento.

Dicho aquello, Marvin entró en la tienda antes de que a Lytton le diera tiempo a replicar, y volvió a salir sin mucha demora, preparado para ir a visitar al alcalde de aquel lugar.

Marvin sale de la tienda con un pitillo entre los labios, echando humo sin parar y maldiciendo al tabaco inglés. No ha tenido grandes problemas para comprarlo ya que desde el final de la guerra los dólares gozan de cierta "popularidad" en el Reino Unido (casi todo el mundo conserva alguno de recuerdo y cosas así).

Aunque no puede evitar una cierta sensación de que le han cobrado demasiado caro...

-Al final no ha sido para tanto. Dijo con una sonrisa de oreja a oreja, y echando humo por las comisuras de los labios. A Marvin le había faltado tiempo para encenderse su primer suministro de nicotina. Pero espero que los precios no estén al mismo nivel o habrá que llamar a McGregor para que nos eche una mano con los fondos para el trabajo. Venga, movámonos.

Y con aquello, Marvin se encaminó en la dirección señalada por el hombre al que habían preguntado momentos antes.

Ansiada y amada nicotina, nunca saciada, siempre necesitada,  vanal muy vanal. No os ofendáis Marvin pero sois un hombre demasiado básico… - Tras esto se situó al lado de este y trato de seguir su tosco andar sin perder la elegancia-  Tal vez algún día os regale una buena pipa,  una “Toscan Barbier” por ejemplo creo que sería la adecuada más para vos...

No camináis más de diez minutos y ya estáis a las puertas de la casa de Victoria Avenue 18, donde vive el alcalde. La casa se conserva bastante bien, sobre todo en comparación con la destrucción y abandono reinantes, y se la ve razonablemente limpia.

A vuestro llamado os abre la puerta un asistente (¿o secretario?) y os hace pasar a un vestíbulo bastante cómodo, donde hay un par de sillones y una pequeña mesa. No os sentáis ya que a los pocos minutos llega un hombre  de unos cincuenta y muchos, pelo cano y una cuidada barba, quien se presenta como Robert Cunningham. Os pide que le acompañéis y os hace pasar al salón contiguo, una estancia bastante más grande donde destacan, además de un cómodo mobiliario, varios oleos con escenas de caza, múltiples trofeos y cabezas de piezas cobradas y estanterías con escopetas, fusiles, y demás armas de cacería. En este salón, además de la puerta que da al vestíbulo por la que acabáis de entrar, hay dos más, una está cerrada y la otra semiabierta os deja entreveer una especie de despacho, con su ecritorio y demás, donde está trabajando el asistente que os ha abierto la puerta.

Una vez que todos estáis sentados, Cunningham os dice con voz firme y clara:

-Señores ¿Qué necesitan?-

Para cuando llegaron a la casa, Marvin ya se había fumado cuatro cigarrillos, y mostraba una sonrisa autocomplaciente y relajada. Recuperada la compostura gracias a la nicotina, el hombre entró en el edificio con el paso seguro que lo caracterízaba, y esperó pacientemente a que los atendieran.

-Buenos días señor Cunningham. Dijo Marvin. No tenemos intención de quitarle más que unos minutos, ya que andamos con prisa y nos gustaría zanjar el asunto que nos ha traido aquí, lo antes posible. Seguramente ya esté enterado, por lo que hemos comprobado, en Halpin la gente se entera de las noticias con rapidez, el caso es que anoche se estrelló una avioneta cerca de aquí, y nosotros somos dos de los pasajeros que iban en la misma. Queremos continuar cuanto antes con nuestro viaje, y zanjar cualquier trámite respecto al accidente lo más rápido posible. Preguntamos por la autoridad local y nos remitieron a usted.

El alcalde se reacomoda en su sillón mientras carga una pipa, la cual enciende antes de comenzar a hablar, y os dice:

-Y os han remitido bien quienes os hayan enviado aquí. Pero antes que nada, quisiera que no se lleven una opinión equivocada de nuestra ciudad, Halpin ya era un pueblo pequeño antes de la guerra, ahora es directamente insignificante, entre los reclutamientos, las huidas y los bombardeos los cuatro gatos que aún permanecemos aquí actuamos más por inercia que por ganas. No creo exagerar cuando digo que probablemente seremos los últimos en recibir las ayudas del gobierno, así que no os extrañe la poca gente, ni la centralización del comercio en la taberna, ni cosas de ese tipo. Por otra parte, casi no hay trámites legales que hacer, al menos d momento, ya que al caer vuestro aparato ha dañado las líneas telefónicas, por lo que ni siquiera he podido dar parte del accidente. Supongo que dependemos de quienes lleguen primero, si los de la compaía aérea o los de teléfonos.... aunque estos últimos tardaron una semana la última vez. También es normal que las noticias vuelen por aquí, sobre todo cuando cae un avión al lado del pueblo y acudimos todos en masa a ayudar en el rescate.- termina con una sonrisa.

Marvin sonrió al oir hablar al hombre.

-Entiendo, parece que este es un lugar difícil para tener secretos, jejeje. Bien, pues espero que eso que dice no nos retrase despues. Comentó en lo referente al parte del accidente a las autoridades correspondientes. Todavía estamos que no nos lo creemos por haber salido vivos, aunque no ilesos, de la mierda ocurrida, pero lo cierto es que viajábamos con urgencia y no tenemos tiempo para perder en Halpin. De hecho, necesitamos recuperar alguna cosa del avión y queremos visitar el lugar en el que se nos recogió, algo por lo que, desde luego, estamos muy agradecidos con la gente de aquí.

Ah... el agradecimiento... que devaluado está en estos dificiles tiempos, sin embargo, permitame decirle que acambio de su colaboración se podria escribir un articulo en un lugar preferente del Daily Post que hablara sobre las penurias y sufrimientos que aqui acontencen, asi como la necesidad de inversion necesaria en esta población, lo cual no cabe duda que no tendria precio...  Permitidme que me presente, soy Lord Lyton. -Dijo con tono altivo dando por sentado que sabria perfectamente quien es -

-Caramba..... gracias.......Lord Lytton.- dice el alcalde abriendo desmesuradamente los ojos al enterarse de la identidad de su interlocutor, y prosigue, resuperando un poco la compostura aunque no puede evitar mostrar una cierta excitación en su voz -Seguramente ese tipo de publicación nos sería de una enorme ayuda.... nos "pondría en el mapa", por así decirlo. En cuanto a lo de acudir al lugar del accidente no creo que haya mayor problema, aunque como es en un sitio un poco apartado tal vez deberían hablar con Dave, Ha sido él quien nos ha facilitado los camiones en los que llegamos hasta el accidente. Por cierto, no veo aquí al otro hombre que hemos rescatado ¿No se encuentra bien aún?-

Marvin frunció el ceño al escuchar hablar a su compañero, y al ver la reacción de Cunningham.

Vaya, esto si que no me lo esperaba. Pensó. Tenemos a toda una eminencia aquí presente.

Marvin volvió de sus pensamientos al escuchar las palabras de Cunningham.

-No. Por desgracia, no. Le dijo con un tono seco. Es un buen amigo mío, y no ha tenido tanta suerte como nosotros, algo que me duele. De momento tendrá que quedarse en el hospital, pero pienso asegurarme de que no pasará solo estos momentos. Lo que me recuerda que también voy a necesitar un teléfono. Y sobre ese Dave... ¿Es la única persona que puede llevarnos al lugar del accidente?.

-No, por supuesto que no, casi cualquiera podría indicaros el sitio, pero Dave Hogard es el propietario de los camiones, y quien ha conducido hasta allí, por lo que creo sera el más indicado.- responde el alcalde a la pregunta de Marvin -En cuanto a lo del teléfono se va a complicar un poco ya que las líneas quedaron cortadas por el aacidente, como ya les había comentado antes. Imagino que no tardarán en arreglarlo pero nunca se sabe.-

-Hummm... bien, entonces le preguntaremos a él. Respondió Marvin. Aunque tendrá que indicarnos donde encontrarlo. sobre el teléfono no se preocupe, solo he dicho que lo voy a necesitar. Si no hay más puto remedio que esperar... De todas formas, tenemos cosas que hacer que nos tendrán liados mientras arreglan el jodido asunto.

Marvin se paseó por la estancia tras hablar, estudiando el lugar con las manos en los bolsillos  mientras esperaba a saber dónde encontrar a aquel tal Hogard.

-No van a tener problemas para encontrar la casa de Dave, sólo deben seguir la calle principal, esta misma, hasta el final del pueblo y doblar a la derecha. Ahi verán un almacén grande a las afueras del pueblo. Ese es el sitio, aunque antes de ir hasta allí deberían pasarse por la taberna, ya que casi todo el pueblo se reúne allí a pasar el tiempo libre.-

Mientras estáis hablando oís que alguien llama a la puerta, y podéis ver como el secretario sale presuroso de su despacho para abrir. Al cabo de unos pocos minutos vuelve y dice algo al oído de Cunnungham que hace que éste sonría mientras os dice:

-Vaya, veo que las cosas van mejorando, ojalá que todo siga así.-

Y al daros la vuelta veis en la puerta a Ismael Montesco, quien presenta signso de debilidad pero al menos ya no está inconsciente.

Me es grato la visión familiar del feo rostro de Hayes... Incluso el pomposo Lord Lytton se me ocurre como un viejo amigo tras haber sufrido pesadillas infinitas con la curiosa y dantesca imagen de horror que se me apareciera una y otra vez tras el siniestro del avión...

... Con vuestro permiso...

Digo a modo de timida presentación ante la autoridad.

Al ver la figura de Ismael Montesco,  Lord Lytton esgrimió una sonrisa mientras sus ojos le observaban de arriba abajo muy perspicazmente -y resucitó verdaderamente de entre los muertos y tomó de nuevo su cuerpo, con carne, huesos y todas las cosas que pertenecen a la integridad de la naturaleza humana!... - Tras esto anduvo unos pasos hasta situarse enfrente del aparecido, le guiño un ojo y poso su mano buena sobre su hombro - me alegra veros de nuevo entre los vivos Montesco, si bien no negaré que hubiera apostado 1000 libras a que acabariais embalsamado a manos del "buen doctor"... ¿Decidme mi irreductible amigo...vos y vuestro bastón os veis con fuerzas para una pequeña expedición a los restos del avion?, Además antes tomaremos un ligero refrigerio en la taberna del lugar, seguro que así cogeis mejor color..el amarillo pálido, sin duda alguna,  no os favorece. -

Mi enorme bigote no logra esconder la franca sonrisa que hace florecer el pomposo pero no por eso menos amigable Lytton

¡Por supuesto mi estimado! Asiento con la cabeza. Imaginará que mis piernas están blandas como mantequilla, pero el bastón sigue igual de férreo que antaño! Bromeo

No me vendría nada mal un poco de aire fresco...

Nada digo respecto de desasnarme o no sobre aquella monstruosa pero no por eso menos curiosa criatura infernal que avistaramos en el lugar menos esperado...

-Y lo tendrás amigo. Le respondió Marvin a Montesco. Su semblante no había cambiado en absoluto ante la repentina llegada del compañero, pero estaba contento. Para él no era más que un desconocido, y aunque no le deseaba mal alguno, la alegría le vino del pensamiento de que si Montesco estaba allí, tal vez Monty volvería a estar con ellos antes de que se pusieran de nuevo en camino.

-Vamos a ponernos en marcha hacía el lugar del accidente en el que nos encontraron, pero antes tenemos que hacer una visita al hombre que nos puede llevar. Podremos informarte por el camino sobre lo que sabemos hasta ahora gracias al amable alcalde de este lugar. Le dijo.

Perfecto, perfecto. Señor Cunningham no le hare perder su valioso tiempo si acaso Hayes cumple con esa puesta en conocimiento! Digo al tiempo que me descubro tan parlanchin como una urraca, y decido cerrar el pico y llamarme al orden.

Ejem... Cuando gusten.