Partida Rol por web

“Torpe”

En pocos segundos, comencé a perder el control de la situación y antes de poder reaccionar, el monstruo se me abalanzó haciéndome caer. Buscaba mi carne, podía verlo en su mirada gris y perdida, en sus podridos dientes macilentos. Si hubiera tenido 20 años menos, puede que hubiera podido quitármelo de encima, incluso no haber fallado los disparos. Pero ahora, los años me pesaban como losas y la fragilidad de mi cuerpo era patente.

Mis músculos dolían, podía oler el fétido aliento de aquel ser. Yo había fallado, pero había alguien que nunca lo había hecho. Rápidamente interpuse a Matilda entre aquella cosa y yo, intentando que mi fiel arma se interpusiese entre yo y mi muerte segura. La mandíbula de esa cosa se cerró alrededor del cañón y comenzó a forcejear. Por unos segundos, lo mantuve a raya, pero era viejo… muy viejo. Mis brazos ardían intentando mantener a Matilda en alto, y sentía que no aguantaría demasiado.

Las embestidas eran terribles y en una de esas, el arma comenzó a mellarse. Horrorizado, vi como parecía que mi última esperanza iba a quebrarse.

“¿Tu también amiga? Lo siento. Al final te pedí demasiado”

El miedo me inundó mientras seguía luchando. Un certeza se instaló en mi mente. Pero también un estúpido deseo, uno que a mi edad podría sonar ridículo, pero no podía acallarlo.

“No quiero morir”

- ¡No puedo dejar solo a Warren! - Exclamó Arthur consciente de que eso supondría su muerte. - ¡Cater, siga usted con ésto! - Le dijo entregándole la bolsa con los polvos. - ¡Voy afuera! ¡Encárguese de que ellas no dejen de entonar el salmo!

Dicho aquello, Gumshoe salió al exterior. No sabía que iba a encontrarse allí afuera, pero era evidente que Warren o Red Jack habían golpeado contra la pared del edificio y estarían forcejeando, uno por vivir y el otro por matar. 

- ¡Ya voy Warren! - Gritó Arthur, pistola por delante. 

Entonces se produjo un disparo. Arthur acababa de vulnerar una de las principales reglas de seguridad en uso de armas de fuego, no meter nunca el dedo en el disparador, si no era para disparar. Por suerte, el disparo impactó contra el suelo, pero había perdido un tiempo precioso y una bala. Esperaba no echarlos de menos, ni al tiempo, ni a la bala.

Sostuvo el saquillo con los polvos con gravedad, y asintió sin palabras. Tenía la boca reseca de tanto cántico, y la situación no era propicia para largas peroratas. Se giró hacia el ritual y se concentró en él. Su mente se desviaba hacia el doctor Bedford, su maestro y tutor que tantos años había cuidado de él en la universidad. Pero si algo le debía era, ante todo, ser consecuente con aquello que se hace: y ése era el caso. Cumpliría con su parte completando el ritual, y que la suerte les fuera propicia a todos

Cierro los ojos para concentrarme y aislarme de lo que está ocurriendo. Pero es difícil con el sonido de los disparos y las voces de Archie. Pase lo que pase debo seguir recitando.Así que lo intento a pesar de todo. Es algo mecánico y repetitivo, pero justo ahora con todo lo que está ocurriendo es muy fácil equivocarse.

Primero fue calor, luego un dolor punzante. El ataque de aquel ser en mi hombro, muy cerca de mi cuello hizo que mi cuerpo se estremeciera. Pero quiso la fortuna que no me diera en ninguna zona vital y no pensaba desaprovecharlo. Tras apartarme un poco de él, me arrastré hacia atrás y puse un poco de distancia entre él y yo. Entonces pude verlo en todo su esplendor. La carne putrefacta colgando en grises girones de músculo en descomposición, ropajes raídos y carcomidos por el tiempo y los gusanos, una postura imposible para un humano normal que hacía preguntarse a uno como era posible que pudiera mantenerse en pie y esos ojos vacíos e inertes y que sin embargo emanaban rabia, odio… y hambre. Al menos tuve una certeza. Aunque sobreviviera, esta imagen me perseguiría hasta el día de mi muerte.

Pero no sería hoy. Justo cuando me planteaba que hacer, vi salir a Gumshoe de la casa, con el rostro más calmado y con la pistola en mano… BANG… vale, quizás no tan tranquilo como aparentaba pues se le escapó un disparo a ninguna parte.

- Maldita sea Artie ¿No te dije que te quedaras dentro? Pero si no vas a hacerme caso, al menos haga algo útil. En cuanto caiga, ¡Dispárelo! –

Y poniendo a Matilda por delante, embestí a la criatura buscando hacerla caer. Una vez en el suelo, Artie y yo podríamos descargar nuestra armas sobre él.

Warren Bedford empuja a su adversario usando a Matilda como ariete. El cadáver mutilado de Red Jake trastabilla un poco hacia atrás, pero la fuerza del profesor ya no es la que era. Se ha apagado con los años y ya no es aquel joven que practicaba remo entre clase y clase. Ahora es un curioso pero sedentario investigador para el que los secretos más recónditos no tienen escapatoria, pero un simple ejercicio físico le puede arruinar la noche.

Red Jake se gira. Por un instante parece que ahora su objetivo es Artie, que aún maldice a su tiro fallido, pero no. Quiere entrar en la granja. Quiere interrumpir el ritual.

Artie apuntó a la cabeza de Red Jack. No podía permitir que entrara en la granja. No podía permitir que interrumpiera el ritual. No ahora que estaban tan cerca de conseguirlo. Apuntó a la cabeza y disparó. Esperaba que fuera suficiente para acabar con él. De lo contrario estarian en graves problemas.

- ¡Muere bastardo! - Exclamó. - Otra vez... - Añadió.

La bala atraviesa la frente del cadáver, destrozando el cráneo y haciendo que todo su cuerpo caiga despojado de cualquier fuerza sobre los escalones de madera de la granja, a los pies de Artie.

Artie respiró aliviado al ver que el peligro había pasado. Al menos de momento. Se acercó a Warren. Parecía que Red Jack le había herido y tenían que examinar esa herida. La agarró por encima del hombro bueno y tiró de él hacia el interior de la granja.

- ¿Estás bien? - Le preguntó. - Vamos dentro. Te miraremos esa herida. - Le dijo con voz tranquilizadora.

El Dr. Bedford regresa al interior de la granja con la ayuda de Artie, que lo lleva sujeto de un brazo, y le ayuda también a sentarse en el suelo de madera tras lo cual, cierra la puerta.

El ritual sigue con las cansadas voces de Henry Carter, Anna Vixen y Rachel Hemingway, que repiten por enésima vez las crípticas palabras del mismo. Sin dejar de cantar, vuestro corazón se acelera al comprobar que quedan sólo unos minutos para que termine la ceremonia. "Sólo unos minutos más..."

De repente, una voluta de humo desciende formando una espiral desde el desván hacia el centro de la estrella de cinco puntas que hay dibujada en el suelo. Delante vuestra, la criatura comienza a manifestarse de manera translúcida, refractando la luz a través de su masa de una manera incómoda, como si una deformanda lente distorsionara la realidad, lo que tan sólo deja intuir de manera vaga cómo es en realidad la criatura.

Sólo quedan unos cuatro minutos para que todo acabe, pero nunca estuvo ese final tan lejos como lo está ahora.

1 hora y 56 minutos de ritual.

Notaba la boca pastosa, y la garganta como si se hubiera tragado cien alfileres. No ya simplemente por entonar el cántico sin parar, sino porque eran las mismas palabras una y otra vez, algo que influía en su ánimo (y no para bien). Se habían turnado para tal efecto, sin embargo ahora que la criatura parecía formarse ante ellos como un ser traslúcido, sin forma, los síntomas del agotamiento se hacían más patentes. Y sin embargo, al mismo tiempo, su corazón comenzó a latir desbocado, sin control alguno, y hasta el último de los pelos de su cuerpo se erizó. Estaban tan cerca...

Supo que debía pasar un tiempo absorbiendo lo vivido en aquel lugar, si es que salían con vida del caso. La intensidad de las emociones bien valían su salario, eso estaba claro. Apretó los dientes instintivamente, y se preparó para el final. Fuera este el que fuese

Parecía que el peligro de los revividos había pasado, no obstante que aquella criatura, aquel demonio se estuviera materializando frente a ellos, le helaba la sangre. No obstante, no era momento para flaquear. Quedaba poco para completar el ritual. Casi lo tenían, no podían parar ahora, ni rendirse.

Arthur dio un paso al frente acercándose al círculo mágico. Se armó de valor y sim soltar su fiel pistola comenzó a recitar aquel galimatías sin sentido al tiempo que lo hacían sus compañeros.

- Rotas, opera, tenet, arepo, sator... - Pronunció con determinación. Al menos uno de ellos debía continuar hasta el final.

La sola visión de la criatura retorciéndose y enmarañándose entre los hilos que tejen la realidad ofrece una desgarradora idea de la fragilidad de vuestra existencia. ¿De qué peligros que no podéis ni siquiera ver estáis rodeados? ¿Pueden estos haceros daño? Aquel ser que se asemeja a un borrón en una lente, difuminando lo que hay tras él, se convulsiona frenéticamente, agitando unos casi invisibles zarcillos puntiagudos por toda su estructura.

Todo aquello era realmente escalofriante. Tener frente a él a un espíritu formándose como una voluta de humo, era lo más aterrador que había contemplado en su vida. Más incluso que el no muerto de la mansión Corbitt y más que los no muertos a los que acababa de volar la tapa de los sesos, sin embargo, logró reponerse y seguir recitando aquellas palabras arcanas. ¡Ojalá acbara pronto y pudieran marcharse!