Partida Rol por web

Septiembre de 1926 Tus superiores te acaban de informar de que el agente federal John Broker, compañero tuyo, del que hace tiempo que no sabes nada, ha desaparecido.

En una primera reunión informativa te explican que el día 13 de Agosto, ellos mismos encargaron a Broker, dar con Tino Ciccone, un conocido contrabandista, responsable de la muerte - se cree- de más de media docena de personas, más los cuerpos que suma su banda.

Al parece un confidente cercano al FBI había informado de que Ciccone se había trasladado con su banda a una pequeña isla llamada Stone Island. Se había trasladado con toda su banda y estaban operando desde allí, destilando, importando y distribuyendo alcohol.

Dos semanas después, Broker se trasladó a la zona y empezaron a llegar sus informes: informes rutinarios sobre gente del lugar y sus movimientos. Pero ni rastro del alcohol. Los informes de Broker mencionaban una extraña superstición que tenían los habitantes del lugar. Estos creían que unos inusitados seres salían algunas noches del mar para buscar victimas y realizar rituales demoníacos. También mencionaba un bosque.

Puedes encontrar más información, consultando los expedientes de la policía en la estación de la policía de Arkham, además de tener siempre la biblioteca a tu disposición, como ya sabes de misiones anteriores.

Tus superiores te han encargado que le encuentres a toda costa. Te han encomendado rodearte de un equipo de conocidos tuyos, multidisciplinares, gente de fuera del FBI para que te ayude en esta investigación. El objetivo es no llamar más la atención y que paséis lo más desapercibidos posibles.

Te han asignando billetes de tren hasta el pueblo para ti y para tus tres acompañantes.
 

Has pensado en un hombre de acción, un investigador privado de Arkham llamado Eliot Weiss, muy famoso, con el que ya has colaborado en algún otro trabajo.

En un médico, forense, hombre de ciencia, Abraham Wilson, también de Boston. Por lo que pueda pasar y os podáis encontrar.

Un sacerdote, católico, el padre O´Connel , en Nueva Inglaterra cualquier equipo que se precie ha de llevar un sacerdote y a mayor abundamiento, si ha de tratarse con irlandeses e italianos. Además el Padre colabora habitualmente en prisiones y está acostumbrado a tratar con el hampa.

Has citado a todos los miembros en una cafetería del centro de Arkham para explicarles el trabajo.

Septiembre de 1926

Habéis sido citados, por el agente del FBI Leandrus Moriarty, al que ya conocéis, algunos directamente, como Eliot Weiss por haber investigado juntos en algún caso o el Padre O´Connel en sus colaboraciones con algunas cárceles, o por referencias, como en el caso del Doctor wilson, en un café del centro de Arkham.

El telegrama que os ha enviado os pedía reuniros esta mañana a última hora y os pedía discrección. Al parecer el FBI necesitaba vuestra ayuda en un asunto delicado.

La cafetería no tiene nada especial, la típica que puedes encontrar en cualquier ciudad. Saco el telegrama de la cartera para asegurarme de que la dirección es la correcta y observo el lugar unos instantes antes de entrar. Me gusta ser puntual, pero tampoco me gusta ser el primero en llegar. La zona está tranquila, y no veo a nadie que me resulte familiar por los alrededores.

Moriarty no es un agente al uso. Sus métodos me recuerdan en ocasiones a los míos, y por eso creo que me cae bien. Metódico, calculador, efectivo. Sin aspavientos y sin llamar la atención. Un profesional en lo suyo, como yo lo soy en lo mío. Si me ha pedido discreción es evidente que se trata de algo importante y no quiere que el asunto salga a la luz. En cualquier caso, la discreción es mi punto fuerte. Nadie sabrá nada por mi parte. De hecho, en la oficina he dicho que me tomaba un par de días de vacaciones.

Entro en la cafetería y busco a Moriarty pero creo que efectivamente todavía no ha llegado. Me siento en una mesa y pido un café solo. Para amenizar la espera, leo uno de los periódicos que han dejado en la barra para los clientes.

Espero que no se retrase demasiado.

Aquel inesperado telegrama me había causado bastante sorpresa. Hacía ya unos meses que me encontraba sumido en la escritura de mi nuevo libro, aunque tenía que reconocer que me estaba resultando bastante complicado y me sentía lejos de sentirme contento con el manuscrito que ya llevaba escrito. Quizás por ello la invitación a una discreta reunión por parte de un agente del que había oído bastantes cosas interesantes, era una buena forma de cambiar de aires y centrar mi atención en otras cosas.

Puntual como un reloj como era mi constumbre, entré en el local acordado echando un rápido vistazo a mi alrededor. No sabía si habría más invitados a la reunión y tampoco era conocedor de sus aspectos así que, por mucho que mirara, dudaba que reconociera a alguien. A esa hora había varias mesas ocupadas pero aún así encontré una libre junto a un hombre que se entretenía leyendo el periódico.

Con un café solo y sin azúcar delante de mí que me había traído el camarero, me dispuse a cargar mi vieja pipa y a disfrutar de los intensos aromas y sabores que me esperaban los próximos minutos. No dejaba de preguntarme porqué tanto secretismo y esperaba que la respueta fuera de mi total satisfacción. Aunque el agente Moriarty no había dicho nada en el telegrama, esperaba que el motivo fuera alguna colaboración que requiriera mis conocimientos, algo de lo que me alegraba pues no podía negar que, de vez en cuando, echaba de menos mi trabajo.

Mientras me llevaba la pipa a los labios, mi otra mano jugueteó con el reloj de bolsillo esperando que la puntualidad fuera una virtud de Moriarty.

Esperando que el equipo de especialistas a los que les había comunicado la hora y lugar del encuentro fueran a aparecer, me encaminé a la cita. Como de costumbre, me apresuré para llegar puntual pero, para mi sorpresa, la puntualidad también era la virtud de mis invitados. No le gustaba llegar el primero, al igual que a Eliot, se parecían mucho, por eso lo había elegido. Trabajaba correctamente. También encontré en ese discreto café al medico Abraham Wilson. Se apresuré a mirar mi reloj de bolsillo con la esperanza de que el padre llegara lo antes posible. Todos los nervios que había guardado desde que envió el telegrama no iban a desaparecer hasta ese momento. Me aproximé a entrar en la cafetería y juntarme con mis compañeros.

- ¡Buenas tardes caballeros, os agradezco vuestra puntualidad y vuestro compromiso para con la cita! Si quieren tomamos el café mientras esperamos al padre O'Connel. Veo que todos tomamos el café solo.

Sonrío al ver a Moriarty entrar unos minutos más tarde, puntual a su cita. Pensaba que era el único convocado pero veo que cuando habla se dirige también al hombre que entró justo detrás de mi. Por su aspecto, parece un hombre ilustrado y de buen porte. No termino de encajar las piezas. No sé cuales son las intenciones de Moriarty.

Me levanto de la mesa dejando el periódico bien doblado y me traslado a la otra mesa llevando el café con cuidado para no derramarlo. 

- Así que un religioso. Estoy deseando que me cuentes de que va todo esto, Moriarty - comento con una sonrisa mientras tomo asiento - Eliot Weiss - me dirijo esta vez al desconocido mientras le tiendo la mano educadamente - un placer.

—Doctor Abraham Wilson —respondí al saludo del hombre que leía tranquilamente el periódico en una mesa al lado y que, con la llegada de Moriarty, resultó ser otro convocado a aquella curiosa reunión—. Al igual que el caballero —dije apuntando con mi pipa al señor Weiss— yo también siento curiosidad por conocer de qué va todo este asunto y el porqué de tanto secretismo.

Parecía que aún faltaba un miembro más, un sacerdote para ser más exactos, algo que me dejó completamente descolocado ya que el grupo que íbamos a formar era bastante heterogéneo. Revolví pensativo el café a pesar de no llevar azúcar y le di un trago notando que ya había empezado a enfriar.

—Parece que la puntualidad no es una virtud del padre ¿O'Connel ha dicho? —comenté con cierta sequedad, pues que me hicieran esperar no resultaba de mi agrado y más aún estando en ascuas como estaba por el asunto que nos había llevado a realizar semejante reunión.

Me alegro de que mis invitados hayan hecho buenas migas. Aunque no soy muy amigo de trabajar en equipo, me da la sensación de que en este asunto va a ser imprescindible y me gusta el equipo que veo.

- Había pensado esperar al padre O'Connel, pero si quieren les voy explicando algo. Necesito su ayuda para intentar dar con el paradero de un compañero, el agente federal John Broker. Llevamos sin saber nada de su paradero desde hace tiempo.

Parece ser que el 13 de agosto le encargaron dar con Tino Ciccone, un contrabandista de renombre de gatillo fácil que ya ha matado a varias personas. A Brokerle había informado un confidente de que la banda de Ciccone estaba en una pequeña isla llamada Stone Island desde la que destilaba y traficaba con alcohol.

A finales de agosto empezaron a llegar los informes de Broke desde la isla: sobre la gente del lugar, movimientos,... pero no había nada de alcohol. Sin embargo, poco a poco en los informes aparecieron notas extrañas: hablaba de supersticione locales sobre seres marinos que salían del mar para cazar víctimas, rituales demoníacos, un bosque especial...

Mis superiores me han pedido que organice un equipo multidisciplinar para intentar averiguar algo. Tenemos billetes de tren hasta el pueblo desde el que se puede acceder a la isla.

Antes de marchar, había pensado intentar recopilar información: en los expedientes de la policía o la biblioteca. No sé qué pensarán, caballeros. Pero me gustaría contar con su colaboración.

Justo en ese momento, llaman a la puerta, cuando le dan paso, se presenta el Padre O´connel. Es un hombre delgado, alto, de mirada limpia y rostro avejentado para su edad. No puede negarse a juzgar por sus ropas que es un sacerdote. Su ropa es negra como un cuervo, de tela brillante, y su alzacuellos despeja las dudas. Sus manos son amplias, y su frente parece sudorosa. Una sonrisa melancolica y una disculpa salen de su boca.

- Buenos días nos de Dios. Señores. Siento el retraso, me ha entretenido un accidente en la via pública, un muchacho ha sido atropellado ante mis ojos. No somos nada... Buenos días, Señor Moriarty. ¿Que me he perdido?

El padre O´connel tiene un indisimulado acento irlandés.

- ¡Buenos días! - dijo Moriarty poniéndose en pie y tendiendo la mano al sacerdote. Rápidamente le hizo un resumen de lo que habían hablado. - Espero que me ayuden en esta aventura, señores - dijo mirando a su alrededor.

- No somos nada, padre, desde luego

Se santigua mientras se levanta para recibir al recién llegado de forma educada. Espera a que O'Connel se siente y hace lo propio justo después. A continuación, y tras una breve presentación, le hace un rápido resumen de las palabras de Morirarty con precisión milimétrica, sin olvidar ni un solo detalle.

- Por mi parte estaré encantado de ayudarte a encontrar a Broker. No llegué a conocerlo personalmente, pero sí me han hablado de él algunos compañeros - frunce el ceño intentando procesar toda la información - Me cuesta ver la relación entre el contrabando y todas esas supersticiones absurdas. ¿Por qué no regresó? Algo tuvo que retenerlo allí.

Mira a su alrededor como si de repente se diese cuenta de que están en un lugar público, por lo que baja un poco la voz, casi susurrando.

- Desde luego no debemos montar en ese tren sin informarnos antes de qué vamos a encontrar en esa isla - arruga la nariz pensativo - Tal vez podamos separarnos y buscar en distintas fuentes. Eso si mis estimados compañeros aceptan ayudarnos también, por supuesto - sonríe a Wilson y a O'Connel - Tú eres el único con acceso a los archivos policiales, Moriarty, pero los demás podemos buscar información en la biblioteca.

Se inclina sobre la mesa y apura el último sorbo de café, ya casi frío.

- Ofrezco mi persona amablemente para buscar en la biblioteca. Se me da bien. Si a ustedes les parece...

- Muy bien, señores, gracias por unirse a esta aventura. Si les parece correcto, yo voy a los archivos policiales. A ver si tienen suerte en la biblioteca. Nos vemos allí, quizá en los archivos encuentre cosas que podamos ampliar luego en la biblioteca. Me encargo yo de la cuenta -, añadió a la vez que levantaba la mano haciendo un gesto al camarero.

La historia que nos contó Moriarty me resultó interesante aunque seguía sin entender qué pintaba yo en ese asunto. De todas formas su propuesta me atraía y, como no tenía otra cosa que hacer y me encontraba completamente bloqueado con el que sería mi próximo libro, tomarme unos días libres para ayudar en ese caso seguro que me vendría muy bien.

Mis pensamientos se cortaron con la llegada del sacerdote al que saludé educadamente. Nunca había sido demasiado creyente, y más a raíz de la muerte de mi mujer, pero la presencia de un hombre de la Iglesia me resultó curioso, incluso más aún que mi propia presencia en esa reunión. Moriarty sabrá lo que se hace. Desde luego no era yo quien para cuestionar las razones del hombre a la hora de elegir a sus acompañantes.

—Por supuesto que me apunto —dije, encendiendo de nuevo mi pipa que se había consumido sin darme cuenta—. Y si es cuestión de buscar información antes de empezar, pueden contar conmigo también.

Una vez liquidada la cuenta. Tomáis caminos separados, quedando nuevamente después de la cena, a última hora, para intercambiar información.

Moriarty se dirige directamente a la comisaría de Arkham, a ver si con suerte, consigue información policial sobre Stone Island y las gentes que lo pueblan.

Los demás van directamente a la Biblioteca Pública, ¿dónde si no? había algunos más familiarizados que otros con aquello de buscar libros, pero todos tenían su oportunidad de ser útiles y encontrar alguna referencia sobre el pueblo. Cuanta más información dispusiesen antes de marchar, mejor que mejor.

Decidido. Acompañaría al sacerdote y al doctor a la biblioteca para buscar algo de información antes de coger ese tren. Intenta conocer un poco más a sus nuevos y extraños compañeros, sin parar de hacer preguntas. Deformación profesional lo llaman. Al fin y al cabo, parece que van a tener que pasar algunos días juntos, y aunque parezca extraño, se siente cómodo rodeado de profesionales de otros ámbitos.

Una vez en la biblioteca, se centra en primer lugar en libros de geografía e historia que hablen de Stone Island. No conoce el lugar y quiere saber qué tipo de isla es. Tamaño, número de habitantes, todas esas cosas. Por último, busca información sobre las tradiciones de la zona, intrigado sobre todo por la mención de Moriarty a extrañas supersticiones vinculadas al mar. Es algo normal en cualquier isla. Están rodeados de agua.

Me encamino andando a cierta velocidad hacia la comisaria de Arkham con ganas de recabar algo de información:

- ¡Buenos días! ¿Qué tal todo por aquí? - digo mostrando mi más embaucadora sonrisa mientras apoyo mi codo en el mostrador. Intento mostrar mis mejores dotes comunicativas, aunque por la cara que me ponía mi interlocutor no estaba de buen día.

Habíamos decidido formar un trío de lo más curioso que pasaría sus siguientes horas sumidos con la nariz entre libros. Por el camino, una vez nos despedimos de Moriarty, fuimos charlando todo lo amigablemente que pueden hacerlo tres desconocidos que se ven obligados a compartir velada. Pero para mi sorpresa resultaron ser compañeros bastante agradables, en especial el señor Weiss ya que el sacerdote parecía demasiado sumido en sus pensamientos, no sabría decir si relacionados con los hombres o con dios, y se mantenía más callado.

Pero ya en la biblioteca nos separamos ligeramente, rebuscando entre estanterías o preguntando a una de las viejas bibliotecarías que parecía conocer aquel lugar mejor que su propia casa. Me fui directo a rebuscar entre los libros de folclore y tradiciones de la zona, así como alguno un poco más serio de historia por si pudiera haber algo de interés o alguna referencia a desapariciones anteriores o cosas por el estilo.

Esperaba que mis compañeros me dieran un toque llegado el momento de volver a reunirnos con Moriarty, pues una vez me centraba en los libros las horas podían pasarme tan rápido que ni siquiera sentía hambre, sueño o cansancio.

Encuentras referencias a que el pueblo fue fundado en 1643, por un grupo de colonos que se instalaron junto a un peñón rocoso, llamándolo  Stone Island y que desde su fundación, su historia ha estado íntimamente contactada con el mar. La pesca es una de las actividades principales, tanto como autoabastecimiento como para exportar en diversos mercados. No hay grandes empresas actualmente, sino que la economía está más bien basada en explotaciones familiares, fundamentalmente granjas y exportación de pescado a muy pequeña escala, casi a nivel feria.

Desde la fundación del pueblo, ha ido perdiendo habitantes progresivamente, desde los casi mil que se dice que llegó a tener el pueblo, hasta los poco más de cincuenta que hay en la actualidad. En realidad sólo encuentras referencias a unas cabañas turísticas y a un faro. No debe haber mucho más en el pueblo.

- Buah ya sabe agente. Como siempre. Casi todos ladrones y menudeadores de alcohol. Aquí le dejo los informes, pero no tarde.

Encuentras algunos sucesos acaecidos en el pueblo. Para ser un pueblo que en la actualidad no llega a la centena, no está nada mal el historial que tiene en su haber:

Hubo una epidemia de Peste Negra a comienzos del siglo XVIII. Por fortuna la epidemia no se extendió por el resto del Este. Alcanzando al parecer pocas poblaciones más allá de Stone Island.

Un sacerdote fue linchado en 1810, interesante dato para el Padre O´Connel. Le acusaron de brujería.

Hubo un incendio en la fábrica de cerveza del pueblo en 1890. Otro dato interesante, era lo único que había en el pueblo pero ves un precedente en la destilación de bebidas etílicas ¿Ciccone lo sabía?

Un homicidio brutal de una mujer del pueblo y sus quince hijos a manos de desconocidos en 1903. Un homicidio que ha pasado bastante desapercibido, teniendo en cuenta el número de víctimas.