Partida Rol por web

Mientras escuchas las almas que se encuentran ante ti sientes un estremecimiento. Durante un instante, sientes como una nueva alma atraviesa la barrera del mundo físico y penetra en el mundo astral para, de pronto, en un instante, desaparecer. Como si nunca hubiera existido.

No entiendes como ha podido ocurrir algo así, pero lo único que entiendes es que un alma que te pertenecía ha desaparecido. Y no había sido lejos de allí.

Mahvan escuchó paciente las palabras de las almas ahí congregadas, asintió solemne ante el Guardián Orco que había cumplido con su mandato, reconociendo su valor, pero ante ese alud de almas que tenía frente a él las cosas iban a ser distintas. Tras hablar a todas y cada una de las almas comprendió las reacciones de cada uno, observándolas con curiosidad y aprendiendo de ellas.

Entonces la elfa habló con claridad, y su atención se centró en ella. Mahvan se manifestaba ante ella con el aspecto que había elegido para representarse ante los hijos de Litzen, un aspecto menos hostil para ella que quizá otros.

Respetáis a mi hermana. La diosa del amor y del agua. mencionó a Litzen con cariño y respeto casi imperceptibles. Y sé que la muerte es un destino que os es impuesto, pues vuestro es el don de la inmortalidad. se inclinó ante la elfa. Pero es un destino al fin y al cabo. El tuyo ahora, y el de otros que son como tú, tarde o temprano. No os obligo a servirme, a confiar en mi, podéis marcharos, vagar sin rumbo en este páramo frío y extraño.. extendió la mano señalando la extensión del limbo. ..o podéis ayudarme a alzar un lugar que dé cobijo a las almas que están por llegar. Sea cual sea la decisión que toméis, yo seguiré siendo el dios de la muerte y todos vuestros caminos terminarán ante mi. hizo una pausa contemplando a la elfa. A ti, como primera caída, te ofrezco el mismo lugar que el primer caído de los orcos, junto a mi. Ser una guía para ellos, una guardiana, una consejera. Alguien que me ayude a hacer entender a los tuyos que no hay que temer este lugar, alguien que les ayude a entender que este será su nuevo hogar.

No pretendía forzar las almas a seguirle, al fin y al cabo su propia mortalidad haría que la mayoría comprendieran que vagar eternamente por aquel vacío no era una opción aconsejable.

Los hijos del dios de la guerra y el viento me ignoran, o no me entienden. anunció solemne, su voz les llegó a todos y cada uno de ellos. Entonces.. ¿ninguno hablará por vosotros? ofreció con diplomacia una última oportunidad de que aquel que había llamado se manifestara.

Viendo el nerviosismo de aquel humano que empezó a moverse, a buscar, Mahvan se dirigió a él físicamente hablando con calma.

¿Qué buscas, hijo de la diosa del orden? le preguntó mirándole con intriga.

Entonces sucedió ese efecto tan desconcertante, como esa alma desapareció tan pronto como llegó al plano astral. Tras escuchar las respuestas de cada una de las almas a las que inquirió, viajó con la velocidad del pensamiento al lugar donde había tenido ese acontecimiento, aquello sí le había llamado genuinamente la atención.

Los orcos se echan para atrás al ver tu reacción sobre el cuerpo inerte del deforme salvo el orco tuerto que permanece inmóvil mirando como su cuerpo es calcinado. Cuando terminas, consultas por lo que ha ocurrido en el tiempo que has estado ausente.

El resto de los orcos parecen atemorizados por tu ira, sin embargo, el orco tuerto mira la ceniza que ha quedado del cuerpo y entonces alza la vista hacia ti.

- Cuando aparecisteis por primera vez ante nuestros antepasados y les dijisteis que sobreviviesen y que no dañaran a otros. Al principio fue fácil y se pudo hacer sin problemas. – Su rostro se torna sombrío – Entonces sobrevino el cataclismo. Ninguno de nosotros lo vivimos, pero nuestros ancianos dicen que llovió fuego del cielo, la tierra rugió y el mundo intentó tragarlos a todos y asfixiarlos. –

El orco hace un gesto al resto y les lanza un rugido. Esto hace que se pongan tiesos y se levanten. Entonces con un gesto les hace emprender la marcha.

- Tras aquello, muchos murieron y los pocos que sobrevivieron se encontraron ante una tierra aún más hostil y violento. Los gases eran más tóxicos, los fosos expulsaban fuego con más asiduidad y lo peor… No había alimento. –

Sigue avanzando guiando al grupo mientras te explica lo que ha ocurrido. Es cierto que mientras camináis la tierra se ve más basta y los gases cubren aún más zona.

- Muchos murieron por el hambre, primero fueron los débiles. Entonces fue cuando se tomó la decisión de comer los cuerpos de los caídos. El problema es que cuando se comía cuerpos muertos, muchos transmitían enfermedades. Por eso se tomó una decisión. No todos los orcos nacen con la fuerza necesaria para sobrevivir. Ellos caerán antes o después por eso se decidió que para que algunos sobrevivieran, los que nacieran débiles serían el alimento de los fuertes. Tuvimos que hacerlo para sobrevivir. –

Finalmente llegáis a la entrada de una cueva que parece internarse en las profundidades. Es apenas un atisbo, pero sientes más almas en las profundidades. Eso explica por qué no sentías ningún alma en la superficie.

La actitud estoica del orco, revelaba un grado de experiencia y conocimiento que me sería útil y también lo sería para su comunidad. Avanzó por los túneles, cada vez más deprisa al notar las almas de los vivos. El sistema me parece repugnante, se devoraban entre sí, pero no habíamos tenido tiempo de crear vegetales y animales que formasen ciclos alimenticios.

-Muy bien, has demostrado sabiduría y entereza. Corregiré todo eso.- Estaba pensando en muchas cosas a la vez, entre ellas, las energías que me quedaban. Tras mi paso por el mundo mortal haciendo milagros, el mundo respondería a mi presencia. Debía hacer mi último milagro lejos de la población, por si acaso.

Los túneles dieron lugar a una gran caverna, iluminada por cauces de lava, era un campamento extenso y sucio de orcos. Sin maderas con las que edificar o construir herramientas, sin el don de la tecnología para trabajar los metales y los minerales, sin vegetales ni animales de los que sacar tejidos y pelajes, no tenían ni sucias mantas sobre las que tirarse. Lo único que tenían eran pieles secas de otros orcos fallecidos o sacrificados para alimentar y mantener la tribu. Casi todos se congregaban cerca de las zonas donde fluía el magma, donde el calor era intenso. La mayoría estaban desnudos. Estaba lejos de la ciudad dentro y sobre la montaña, la civilización de artesanos de la forja y la roca que había imaginado para este pueblo.

Mi sueño para estos segundo hijos me había sido arrebatado, incluso la posibilidad de conseguirlo, y se habían añadido más trabas al camino. También teníamos un cosmos que arreglar. Las preocupaciones son más de lo que puedo soportar y lágrimas que se secan antes de brotar revelan al observador atento a su brillo que la frustración y la tristeza habían quebrado mi alma. 

Sin embargo, debíamos seguir adelante. Antes de llegar a la zona, el tuerto se sube a una roca cercana a la entrada de la caverna y anuncia su llegada. Algunos vítores suenan. Claramente los exploradores, o tal vez cazadores de los débiles escapados, eran apreciados. Aunque uno de los orcos inútiles había sido carbonizado, el otro sería alimento del resto. uno de los miembros útiles de la tribu había fallecido, estaría bien ver como le hacían el luto por él. Pero debía aprovechar la oportunidad. Según el Tuerto se baja de la roca, me subo yo. Dejando que mi cuerpo se envuelva en llamas, alzo mi voz.

-¡Pueblo de Orc! ¡Soy vuestra Diosa, Zyva! ¡Madre de los Dioses!¡Diosa del Inicio y el Renacer!- Los orcos se acercaron, a paso lento en su mayoría. Mi existencia era para ellos poco más que un cuento antiguo, aunque la muestra de poder les había llamado la atención.- Sé que os he abandonado durante mucho tiempo. Uno de mis hijos, uno de los otros dioses, provocó el cataclismo y nos ha separado de vosotros. Seréis vengados, lo juro. ¡Escuchad! Mi poder viene de vuestras plegarias, de vuestros rezos, de que agradezcáis que os haya concedido la lengua de Orc y el regalo que os voy a hacer. Sin embargo, también os traigo normas. Escuchad atentamente. Todo miembro del pueblo de Orc, que al cumplir dos años no hable correctamente la lengua, será usado como sacrificio para el bien de la tribu. Todo anciano, que llegue al punto en que no sea capaz de transmitir su sabiduría haciendo un uso de la lengua de Orc será sacrificado pro el bien de la tribu. Pero no volveréis a consumir su carne. 

Los murmullos se extendieron entre la multitud, muchos molestos. Las normas los condenaban a morir, o bien para cumplirlas o bien por el hambre.

- Mi regalo, para vosotros, serán animales. Animales carroñeros que se alimentarán de los sacrificios, permitiéndoos criarlos y purgando los cadáveres de toda enfermedad. Podréis usar sus pelajes como abrigo y cubrir los suelos.- Sin vegetales no podían hacer hilos ni cuerdas.- Los podréis alimentar incluso con los huesos de los miembros de su propia especie. Por tanto, debéis cavar zanjas, huecos grandes, en los que poder mantener estos animales. Agujeros a los que irán los sacrificios para que alimenten a las bestias y estas a su vez alimenten al pueblo. Así, los sacrificios de los débiles, renacen en fuerza para su pueblo, renacen en los neonatos, renacen manteniendo con vida la Tribu. 

Una nube de muda apreciación se extendió. No era una solución mucho mejor, pero era menos horrible que comerse directamente a sus conciudadanos. Además permitía un consumo más saludable de los alimentos. Pero no quitaba el hecho de que me había presentado como su diosa y no había solucionado el problema más acuciante que les afectaba. Era mejor que lo que tenían, pero seguía sin ser suficiente.

-Os traigo tres normas más. Cocinad los alimentos que vayáis a consumir acercándolos al calor y los fuegos. Pues el fuego es purificador, de las enfermedades y los gases tóxicos. Segunda, vuestras heces y las de los animales que voy a crear, no deben permanecer aquí, las sacaréis y las extenderéis por los suelos fuera de la caverna.- Con suerte una semilla arraigará o con el tiempo se terminará formando un suelo fértil.- Tercera, queda terminantemente prohibido, que mujeres y hombres de la tribu, que compartan madre, padre o ambas, tengan descendencia. 
¿Está todo claro? Cuando cree los animales me veré obligada a volver a desaparecer, no obstante, no volveré a tardar 500 años en venir de nuevo. Mantened viva la fé.

-Acompañadme.- Bajándome de la piedra, salgo de los túneles con mi pueblo detrás. La promesa de un regalo que iba a servir para alimentarlos era el mejor aliciente que necesitaban para seguir a su diosa negligente. Una vez fuera me alejo de las cavernas, no quería que la respuesta del mundo a mi presencia les afectase en absoluto.- Fertilizad estos campos con vuestras heces y las de los animales. ¡A ver si crece algo, demontre!

Tras caminar cinco o seis minutos, y cuando la impaciencia se empezaba a convertir en plaga entre los miembros de la raza que cuidaba, me acerco a unas cuantas piedras, que convertiría en animales. Presionándolas con las manos, caliento las rocas hasta el punto que se convierten en una masa moldeable, como el magma que fluía bajo el continente. Doy forma a sus patas y sus morros, a sus cuerpos y decido darles un toque divertido retorciendo sus colas.

-Es lo que quería hacer con los penes de los Segundos Hijos. Como por ejemplo, vosotros, pero mis hijos varones se opusieron...- Comento distraída mientras los orcos me rodean para ver a su diosa trabajar, y les dirijo una mirada significativa a las mujeres.- En fin.- Dejo que la roca se enfríe, mientras fundo los restos que me han sobrado. Sujeto con fuerza las piedras, convirtiéndose en esferas de cristal. Mientras mi milagro se enfría, les paso rodando las cuentas de cristal a los orcos. Algunas habían atrapado minerales en su interior, teniendo diferentes colores.- Esto para que lo sujetéis durante los rezos, o para jugar, yo que sé.- Una vez repartidos los puñados de canicas entre los orcos que se atreven a cogerlas, me preparo para hacer el truco final.- Después de ésto me voy, estaros atentos.

Echando el aliento en los morros de la nueva especie, enciendo la chispa de la vida en sus corazones y alimento el aliento que insuflo en sus cuerpos de piedra. El calor funde parte de la piedra, vaciando canales, convirtiéndose en sangre y venas, abriendo los huecos de los pulmones, entrando por la boca, taladrando todo el camino del tubo digestivo para salir por el otro extremo. El calor se va enfriando, moldeando carnes, formando líquidos, supurando minerales que se convierten en piel. 

Varios "oink" revelan que mi primera piara ha salido adelante. 

- Cuidad de mis Zerdytos, criadlos, y alimentadlos de ellos. Como siempre, un último consejo. Sobrevivid. 

Con una sonrisa me despido de mi pueblo. Deshaciéndose mi cuerpo en una cálida brisa, desaparezco dejándoles ver por un momento mi aspecto real, antes de volver a la actual morada celestial. O lo que quede ella.

La elfa abre la boca como para replicar pero parece quedarse a medias, cerrando la boca y dando un paso atrás. Sus ojos se mueven de izquierda a derecha mientras parece sopesar tus palabras. Tras pensarlo detenidamente, finalmente alza nuevamente la vista.

- Lo que dices tiene sentido. Más del que me gustaría. Desde que el fin me sobrevino no hemos tenido nada en este extraño lugar salvo la promesa de respuestas. -  Avanza un par de pasos y clava sus ojos en ti. Su osadía casi te divierte – No puedo negarme a seguir avanzando. Aprendiendo. Seré tu guía entre los míos–

Tras decirlo, inclina la cabeza.

Con ella ya son dos los que han aceptado tu propuesta. Sin embargo, te sorprende ver la inactividad de las otras dos razas. Ni hombres ni bárbaros te responden.

El Orco avanza hasta ti.

- Mi señor. Mucho tiempo hemos permanecido aquí y los pequeños… - Dice señalando a los humanos - …solo han soltado gritos y un especie de gorgojos. Los grandotes… - Señala ahora a los bárbaros - … Ni siquiera han pronunciado palabra ni han respondido a preguntas. No creo que sea reto o desafío. Creo que ninguno de ellos domina el lenguaje.-

La esencia del orco se difumina ligeramente. El orco cierra los ojos con fuerza mientras lucha por concentrarse. Aunque no le hace falta, comienza a hacer el gestos como de respiración agitada. Sus brazos se sacuden. Finalmente se relaja y su esencia recupera la antigua forma del orco.

- Perdone – Se disculpa – Esto ocurre de vez en cuando. Es difícil mantener la forma en este lugar.-

De pronto sientes la desaparición de un alma y sientes que tiene prioridad algo tan preocupante. Está cerca de donde te encuentras y emprendes tu viaje rápidamente. Recorres rocas y fuego a través de las fosas del Humo. Finalmente llegas hasta el punto donde sentiste aquella extraña sensación y lo que te encuentras son dos almas que aparentan confusión y una enorme mancha de ceniza y humo.

Mientras observas el lugar, otra sensación te embarga. Esta es cálida y dulce. Lejos, en la tierra de los hombres sientes la magia de tu hermana Ank que parece estar enseñando a los humanos a rendir homenaje a sus caídos. 

Complacido por la decisión de la elfa, Mahvan asintió aprobatorio a sus palabras, no terminó de atender a lo que sucedía al orco pues aquel acontecimiento desconcertante había llamado su atención y deseaba saber qué había sucedido. Mahvan descendió ante las dos almas, habló con su voz profunda y tranquila.

¿Qué ha sucedido aquí? preguntó paciente.

A la vez, intentaba sondear con sus poderes el alcance de ese acontecimiento, descubrir por otros medios lo sucedido.

La determinación guía tus palabras y tu mano mientras recorres el que parece que es ahora el hogar de los orcos. Mucho ha cambiado la sociedad de los segundos hijos con respecto a lo que tú esperabas para ellos y esos 500 años que te han arrebatado hacen que el dolor será aún mayor.

Sin embargo, no es el momento de las lágrimas o los lamentos, es el momento de la acción, de comenzar a moldearlos para que liberen todo si potencial y suban tan alto como sabes que están destinados a hacer.

Lo primero es acabar con la barbarie del canibalismo por lo que centras tu esfuerzo en darles una fuente de alimentos duradera. Mientras lo creas dejas que los hijos sean testigos de tu acción y estos observan absortos la obra de un Dios. Finalmente das firma y finalmente vida a tu creación, el Zerdyto.

Lo muestras a todos y les hablas de tu creación, entonces lo dejas en el suelo. La creación da un par de brincos y suelta un par de gruñidos. Los orcos lo miran obnubilados y ansiosos. Aunque satisfecho, sabes que una sola de aquellas creaciones es insuficiente, inefectivo. El primero siempre es el más duro, pero ahora era como jugar con un juguete harto utilizado por lo que optas por un golpe de efecto. Golpeas con fuerza dos enormes rocas y el fuego de tu interior estalla mostrándote durante unos instantes tal como eres. la tierra s ti alrededor arde, se funde y cuando las lamas se apagan ya no son ni uno ni dos. Decenas de aquellas criaturas rodean el lugar. No demasiados, pero los suficientes para asegurar la subsistencia de la especie. Eso y el consejo de las heces para s fertilizar la tierra esperas que sea más que suficiente.

Satisfecho, contemplas tu obra pero solo por un momento. El esfuerzo utilizado ha agotado tus energías y sientes que tu forma física pierde fuerza. Te giras hacia el pueblo de Orc y con tu última voz les das tus últimos preceptos y consejos. Justo antes de que tu cuerpo se desvanezca, ves como el Orco tiro levanta el puño y te lanza un poderoso rugido en señal de respeto. El resto de los Orcos al presente le siguen. Entonces tú cuerpo entra nuevamente en el plano divino.

Finalmente, tu obra está encarrilada y ahora puedes centrarte en otros temas igual de acuciantes. el estado del mundo y quién haya sido responsable del mismo. pero solo y en mundo no podrás hacer nada. Decides dirigirte a la morada celestial. Es hora de hablar con tus hermanos.

Te concentras en buscar aquel camino en el Caos que siempre os ha llevado allí. Te sorprende lo grande que se siente el mundo casi como si tú procónsul del cosmos se hubiera debilitado ¿Que podría significar? A esta duda se le suma otra mayor, un miedo. ¿Y el cosmos? ¿Y la morada celestial? Extiendes tu influencia y finalmente, en la lejanía sientes lo que sería la Morada celestial. Un temor te recorre. sientes el lugar, pero lejos, inalcanzable. La conexión que te ataba al cosmos parece haber desaparecido. el mundo parece hacer de barrera. como si el puente que os permitía entrar y salir se hubiera roto. Lo que está claro es que no puedes ir a la morada celestial.

Ante tu aparición, las dos almas se echan para atrás sorprendidas. Escuchan tu pregunta, pero parecen aturdidos. Uno de ellos termina hablando.

- No lo sé, estábamos cazando cuando de pronto… un rugido y un orco... No, más grotesco, monstruoso. Intentamos combatirlo, pero cargó contra nosotros y… -

Su voz se ahoga en su boca. Es el otro el que termina la frase.

- Nos mató. ¿Es esto la muerte? Y Si es así ¿Qué hacer ahora? –

La confusión de la muerte. Son almas recién liberadas. Vuelves a hacer tu pregunta.

- Solo recuerdo fuego. Fuego y poder. Mucho. Y entonces la criatura murió. –

Es su escueta respuesta.

- ¿Qué hacemos ahora? ¿Quién eres? –

Los orcos te miran preocupados.

Me fundo con el plano etéreo más por necesidad que por gusto. En la anterior reunión quería haberles expresado mis miedos al resto de los Dioses. Nunca podría decirles por qué para mí eran mis hijos, pero el Caos estaba ahí, antes incluso de que Él tomara consciencia de sí mismo, antes de que me despertase. Yo ya era el caos mucho antes de despertar, de mi surgieron el resto de Dioses y el resto de la creación. 

Si la creación se sostenía en una fuente de energía divina, eso significaba que se alimentaba del Caos, de mí. Necesitaba que todos creásemos todo lo necesario para que la creación deje de depender del Caos, o me iría consumiendo. Al final solo quedarían mis brasas, y poco a poco el mundo se apagaría conmigo. O eso o un montón de fe, que también es energía. Ahora que no podía acceder a la morada Celestial, tampoco podía acceder al canal de energía que se hallaba allí. Aunque si mi teoría era cierta, y la fuente de energía era el mismo Caos que yo era, tal vez Él me había desconectado de mi propia esencia para que no accediese o consumiera toda esa energía. 

Debía encontrar al resto de los Dioses, pero aprovecharía el viaje para aprender. Decido buscar la Estrella de Mahvan, el estaría en este plano, y cerca de su astro. Sin embargo, intentaría hacer la llamada desde el plano etéreo, si no teníamos la Morada, y existiendo un muro entre nosotros y nuestro lugar en el lejano cosmos, tal vez el mensaje se extendiera. 

Centro mis pensamientos en mis hijos "Es urgente. Debemos reunirnos en el plano etéreo, entorno a la estrella de Mahvan". Por intentarlo que no quede.

Cuando lanzas tu llamada, sientes que su poder solo puede llegar a tu zona de influencia, pero no puede llegar al resto de rincones del mundo. Solo si alguien está escuchando en tu reino, puede que haya escuchado tu llamada. Sabes que Mahvan estaba cerca ¿Seguiría por ahí para escuchar tu llamada? No podrías saberlo. Lo que es seguro que si el resto de los dioses están en sus reinos, estos no habrán recibido tu mensaje.

Mientras escuchas a los caídos, una débil voz llega a ti. Es la voz de Zyva aunque esta suena apagada y lejana.

Es urgente. Debemos reunirnos en el plano etéreo, entorno a la estrella de Mahvan

Parece estar llamándoos a todos aunque tan débil como suena la llamad, dudas que el mensaje haya llegado al resto de tus hermanos

En el plano etéreo, a la velocidad del pensamiento, viajo hacia las tierras de los Elfos. Espero percibir la esencia de Lize antes de desvanecerme.  No sabía cuanto tiempo me quedaba, ni cómo de lejos podría llegar, pero no iba a quedar sin intentarlo. 

Si mis queridos segundos hijos se reproducian y veneraban con agradecimiento, sacaría energía de su fé, y podría subsistir un poco más. O tal vez, si consiguiese extender mi otro título, podría subsistir de él en vez del Caos. A medida que creábamos y fijábamos la realidad el Caos iba desapareciendo y con ello me apagaba yo.

Mahvan escuchó en silencio las explicaciones de las dos desdichadas almas que habían sufrido la muerte a manos de ese.. ¿orco monstruoso? En realidad al dios de la muerte no le importaba el fallecimiento de los dos mortales, sino que extraño acontecimiento que había tenido lugar. Durante un breve período de tiempo en el que reflexionó, Mahvan atendió a continuación a las almas, ahora perdidas, como tantas otras, que pedía una guía.

La muerte os alcanzó. evidenció el dios, luego dirigió su mirada hacia la Estrella de Mahvan. Dirigíos a la Estrella de Mahvan, allí el Primero de los Guardianes os acogerá, os preparará.

Cuando el alma expresó aquello de fuego y poder, algunas piezas sueltas empezaron a configurarse sobre el tablero, y cuando recibió la llamada de Zyva con esa debilidad manifiesta más parecieron empezar a encajarse. Mahvan no quiso sacar conclusiones precipitadas, se dispuso a ir al encuentro de su hermana que lo había reclamado.

Seguid la estrella, allí encontraréis a los vuestros. anunció antes de partir volando hasta la congregación de almas.

Mahvan llegó volando desde algún lugar del páramo etéreo que era el negativo de las Fosas de Humo, el dios de la muerte no agitaba las alas, simplemente volaba hasta el centro de la congregación de almas bajo el auspicio de la estrella que había creado. Buscó enseguida la presencia de su hermana y, levitando sobre sus dos primeros guardianes elegidos, habló con esa lentitud solemne de su voz pero evitando que su voz fuera escuchada por ninguna de las almas, solo su hermana.

Zyva, estoy aquí, ¿qué ocurre? preguntó Mahvan suspendido en el aire, con las alas blancas extendidas, con ocasionales plumas que se precipitaban al suelo por cada alma nueva que atravesaba el velo para llegar al plano etéreo.

Mi impaciencia e impulsividad sacaban lo peor de mí, sin embargo, está vez Mavhan es más rápido que mis instintos.

-Menos mal que has venido. Tengo información muy importante que compartir con el resto de los Primeros Hijos.  Necesito tu ayuda para que nos reunamos. ¿Puedes buscar a Iluviere en su territorio? Yo recogeré a Litze y después nos juntaremos dónde esté Ankhenasum. Date prisa, no sé cuanto tiempo me queda y la Morada Celestial está demasiado lejos para usarla de punto de reunión.