Partida Rol por web

A Angelique toda esa chachara le aburría mortalmente. Había habido un par de buenas puyas e insultos, lo que siempre anima, pero por desgracia nadie había echado mano del acero para respaldar la lengua. 

Pero cuando se mencionó el oro se incorporó y dejó de mirarse la punta de las botas. La verdad es que con las prisas estaba casi sin blanca y además aquello de recibir la gratitud de la Iglesia siempre era interesante. Así que levantó la mano como una alumna aplicada para preguntar

Mon capitaine, veamos respecto a esa recompensa que mencionais ¿podríais ser un petit peu plus specifique? Siempre es bueno echar una mano a la Santa Madre Iglesia pero Theus sabe que bien ayuda quien primero se ayuda a si mismo ¿Compris? E hizo el gesto universal de frotarse el pulgar y el indice. Aunque quiza monsieur du Ontiveros pueda conseguir algun adelanto de su cher pariente monsieur Alcalde ¿cierto? Para ayudar a unas damas en apuros y que estas puedan ayudar a Theus, el Rey y todo lo demás.

Y miró hacia el castellano con su carita más encantadora de inocente damisela.

En cuanto Luca oyó lo del dinero volvió para acercarse a la madame.
-Ah, le angelo rubio gusta il dorato del metal. Bela e destra, angelo y demonio.- Luca sonrió aunque sin mucha pretensión. La había visto en acción y si no quería acabar convertido en un pincho humano era mejor ir poco a poco. Sutilmente.

El Capitán miró a Gizur cuando éste le preguntó.
Por el momento no sabemos siquiera cómo ir a esa Tchaluk o cómo se pronuncie... en cuanto lleguemos a Santa Lucrecia trataré de recaudar toda la información posible sobre el sitio y comenzaré a trazar un plan. explicó al vendelaccio.

Asintió a las palabras de José, no esperaba menos.
Luego fue Angelique quien preguntó sobre la recompensa.
Creo que puedo proporcionaros unos 500 Gremiales a cada uno, pero más allá de eso puedo hablar con las autoridades de la ciudad para que seáis recompensados con una vivienda en condiciones, y contar con el agradecimiento de la Iglesia es siempre algo deseable. explicó.

Sin duda, era una recompensa generosa.

A Gizur le hubiese gustado pedir 600 gremiales, no por que los necesitase sino porque con seguridad el Capitán aceptaría, quizás no del todo conforme, y más dinero por el mismo trabajo nunca estaba mal. Aún así, y por el respeto que el Capitán se había ganado por su parte, aceptaría. Que hubiese un período de recolección de información le sentaba como anillo al dedo para comenzar a establecerse en Santa Lucrecia, y tenía muy claro por dónde comenzaría...

—Cuente conmigo para la primera etapa de recolección de información, Capitán —dijo con firmeza Gizur—. Para la parte de recuperar el Orbe... —dijo mirando a Luca, quien le parecía el menos adecuado parecía para ese tipo de incursiones— aún no puedo prometer nada.

Ahhhh, Angy, siempre de lengua rápida para pedir dinero… y manos más rápidas para perderlo, eso teníamos en común, desde luego. Por su falta de vergüenza para preguntar por el dinero hacía que se pudiera dudar de su noble crianza. Lo entendía cuando tratábamos con los energúmenos con los que nos solíamos relacionar, pero estaba claro que el capitán era hombre de palabra y honor, aunque lo perdiera ante la ira como todo hijo de Eva.
En cualquier caso, estaba bien saber que la recompensa sería de 500 gremiales, una suma más que considerable para darnos de comer, beber y vivir durante una temporada. Un buen primer paso para tener una vida más acomodada en un futuro, esperemos, no muy lejano.
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Lola asiente a las palabras del capitán conforme con su propuesta. No quiere regatear el precio de su ayuda. Confía en que al capitán tan sólo le interesa el orbe ese y de buen seguro no peleará porque se queden con su justa parte del posible tesoro que tengan guardados esos piratas, algo que tampoco merece la pena mencionar, pues no se ha de vender la piel del oso antes de cazarlo.
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Gira sus ojos hacia José, esperando su contestación al tirito de Angy para que mueva hilos para conseguirnos dinero del alcalde. Su mirada lo dice todo, no esperaba que lo logre, pero está dispuesta a dejarse sorprender por la habilidad del castellano.

A Luca no le gustaba nada la situación. Se podían ir a la mierda la iglesia y el cornudo guaperas avalonés, pero las damas necesitaban su ayuda. No en el término de protección, pero sabía que acabarian metidas en un lío que dificilmente podrian llegar a superar con la fuerza de las armas.

-Bene. Yo también voy.-

Suelta un pequeño resoplido que no deja otra interpretación que: mierda, que es más difícil librarse de él que de los piojos…

Tras aceptar la propuesta del Capitán Rodríguez para recuperar el Orbe de Yedoran, cada uno regresó a su camarote para asearse lo mínimo tras los sudores de la batalla.
Aquella noche, hubo una celebración en cubierta por parte de los marineros, que aún y la victoria fueron bastante comedidos en su fiesta pues El Capitán no estaba de buen humor.

Así, tras otros cuatro días más de trayecto, el vigía dijo por fin aquello que tanto habíais estado anhelando.
¡Tierra a la vista!

¡Por fin! Tras casi diez semanas de viaje, llegabais a Santa Lucrecia. La silueta de la ciudad fue dibujándose poco a poco, hasta revelar un lugar grande, que bien podría haber sido una urbe castellana de Theah.
Unos muelles amplios, nuevos, y en los que habían varios barcos amarrados de la Armada Real, fue lo primero que visteis, así como las casas sencillas y casi idénticas que rodeaban el puerto.
Casas sencillas de madera de dos pisos que dejaban unos callejones estrechos entremedio.

El Santa Catalina amarró finalmente y un grupo de media docena de soldados os esperaba en los muelles.
Un tipo que parecía comer bien, con bigote enroscado, os recibió con alegria.
¡Bienvenidos a Santa Lucrecia! ¡Bienvenidos al Nuevo Mundo! ¡Gracias a Theus que habéis llegado sanos y salvos! dijo el funcionario todo contento.

El Capitán fue a saludarle e intercambiaron alguna palabras. Enseguida el Capitán Rodríguez os hizo un gesto para que os acercarais.
El Almirante Teodoro nos recibirá en su domicilio para cenar. Entretanto, podéis instalaros en las habitaciones que se os han preparado en el Fuerte.
Alberto os guiará hasta allí. dijo y lanzó una mirada al joven “pupilo” de Luca, que asintió tímidamente.

Era mediodía y aún quedaban algunas horas para la cena, por lo que podíais instalaros en el Fuerte como sugería el Capitán o bien conocer la ciudad vosotros mismos.

-Grace siniore Teodoro, un placere conocerle.- Dijo Luca con estrechándole la mano. -Mais ire a vere la ciudad hasta la hora de la cena. Es la Bela Santa Lucreccia que me fascina.-

Por supuesto, el arte le importaba un bledo a Luca, y tenía otros fines para su visita a la ciudad. Pero decidió callárselos ya que no creía que el capitán hubiera dicho nada del artefacto al almirante.

Un par de días tras el abordaje de los avaloneses Lola llamó al camarote del capitán. Esperó hasta que aquel dio permiso para entrar y le indicara acomodarse, aunque estuviera sorprendido de su visita.

- Gracias por recibirme, capitán. – comenzó – No soy una marina experta, pero algo de experiencia tengo por mi formación militar y naval. – prosiguió – pero llevo estos dos días dándole vueltas. El mar es muy grande, es difícil encontrar un barco salvo que se vigilen rutas habituales, encontrar un barco concreto es todavía más difícil, tanto más cuantos más días ha navegado. Cada día se pueden cometer pequeños errores que desvíen al barco de la ruta prevista y después de 9 semanas… - expuso dándole vueltas al tema - ¿Cómo encontraron su barco, capitán? – preguntó al fin - ¿Sigue siempre la misma ruta para ir hasta Santa Lucrecia? ¿Cuántas personas conocían de antemano la ruta? ¿Pudieron usar algún tipo de magia para localizarnos?

Al fin, al fin habían llegado. Aunque después de la llegada de los piratas las náuseas habían como por arte de magia desaparecido casi por completo, eso no le quitaba los malos recuerdos de lo que hasta entonces había sido un tortuoso viaje ni las ganas de llegar.

—Gracias, Capitán, nos veremos esta noche entonces —dijo Gizur a todos los presentes, feliz de al fin haber llegado. No tenía nada pendiente con el resto de tripulantes ni personal del barco, al menos no de momento, con lo cual junto a sus camaradas Aren, Borg y Eliza se retiró del lugar con tranquilidad, hacia un destino incierto por una de las calles de piedra de aquella pintoresca ciudad.

—Bien, así que al fin hemos llegado —comentó mirando a sus alrededores—. Eliza —dijo dirigiéndose a la asesina o espía, según las definiciones que se tomasen—, escabúllete y recolecta toda la información que puedas sobre la ciudad. Grupos y personas de poder, barrios, economía, sociedad, cultura, sucesos recientes... Cada pizca de información es útil. Intenta pasar desapercibida, sé que no te resultará algo difícil —dijo dedicándole una media sonrisa—. Nos encontraremos a la noche en el castillo. Aren, Borg —dijo posándo su mirada sobre sus fornidos y diestros guardaespaldas—, ustedes se vienen conmigo, de seguro encontramos algunas ratas interesantes en esos callejones...

Antes de ponerse a recolectar información sobre lo que el Capitán le había pedido, necesitaba tener una mínima idea del panorama en el que se encontraba. Mientras Eliza recolectaría información de formas sutiles y sin llamar demasiado la atención como la observadora sagaz que era, él y sus chicos irían directo a buscar información de las ratas que suponía se esconderían en los muchos callejones de la ciudad. Aunque hasta no tener más información no podría comenzar a construir su pequeño imperio en las sombras de la ciudad, podría comenzar a darse a conocer entre sus futuros adeptos.

El Capitán recibió algo sorprendido a Lola.
Cuando le preguntaste sobre el barco pirata, suspiró negando con la cabeza.
A mí también me parece demasiado poco probable que nos hayan podido encontrar en medio del mar.
Aún y sabiendo nuestra ruta exacta, la cual no es conocida por nadie ajeno a la Armada Real, es prácticamente imposible encontrar un barco en el momento exacto en el que éste navega.
Y no sólo eso, la posesión del Orbe le era desconocida a toda mi tripulación y ellos lo sabían perfectamente...
Sólo puedo pensar en brujería. De hecho, Don Luca dijo que aparecieron de repente en mi camarote, saliendo de la nada.
Por lo que parece probado que saben usar brujería. dijo todo serio.

Capitán como os dije lo primero que debo hacer es presentarme ante el Alcalde y presentar mis respetos y la carta después me dirigiré al fuerte, ¿sería tan amable de hacer que mi equipaje llegue a los aposentos del fuerte para que esta noche pueda estar vestido adecuadamente para la recepción? .

 Y tras decir esto hago una saludo cortesano al capitán y abandono su barco camino de la bulliciosa ciudad camino del ayuntamiento donde supongo estará el alcalde.   

Mandaste a Eliza a hacer sus “recados”, y mientras tanto fuiste con tus guardaespaldas a dar un paseo por la zona del puerto, donde era de esperar que hubiera una alta actividad de compra venta de información.
Sin duda llamabais la atención, pues cada uno de vosotros le sacaba una o dos cabezas a cualquiera de los transeúntes.
La mayoría se apartaban cuando os veían pasar, si bien hubo algún que otro vendedor empalagoso que os trató de colocar sus magníficos tabacos de cultivo Aztlano.

Sea como fuera, llegasteis a la zona conocida como Las Destilerías, donde ya apenas quedaban fabricantes de alcohol, y sí abundaban los garitos de mala muerte.
Os abristeis paso hasta la barra de una de esas tabernas, donde el ruido de gente charlando, riendo o bebiendo de mezclaba con el aroma del tabaco, el sudor y la carne asada que salía de la cocina.
El tabernero os miró sin inmutarse por vuestro aspecto, seguramente era castellano por su aspecto. Algo gordote, calvo por arriba y con un ancho bigote.
¡¿Qué?! ¡Otra mierda de guiris que no saben castellano! ¡¿Qué beber?! ¡Drink or leave! terminó por decir en un avalonés macarrónico y un considerable mal humor.

El Capitán Rodríguez asintió a tu petición y mandó a uno de sus marineros a llevar tu equipaje al Fuerte.
Te dirigiste pues a la Alcaldía, donde esperabas encontrar a tu tío segundo, el Alcalde Segismundo.

El largo paseo hasta llegar a la zona noble de la ciudad, te sirvió para hacerte una idea de lo que allí se cocía; el barullo del puerto, la tranquilidad y posibilidades de Villahermosa y el lujo de Altamira.
Era precisamente en el lujoso distrito donde se encontraba la Alcaldía, un edificio de estilo genuinamente castellano, con su patio interior, sus rosales y un pequeño estanque cuyas cristalinas aguas dejaban ver unos azulejos en el fondo con el escudo de Castilla.

Habían guardias del ejército real custodiando el edificio, los cuales te dieron el alto de forma educada al aproximarte.
Hechas las presentaciones, se te pidió que aguardaras hasta obtener el permiso del alcalde, el cual por cierto apenas se demoró.

Los guardias te hicieron pasar y enseguida fuiste recibido por lo que supusiste que era el mayordomo, sólo que su aspecto era bastante llamativo.
Era un joven de piel negra, de dos metros de alto y bien fornido. Vestía un elegante traje color beige con zapatos blancos.
Buenos días. dijo en un castellano fluido pero con un extraño acento.
El Señor Alcalde os recibirá...

¡Vaaale! ¡Vaaale Kalú! una voz con un tono demasiado agudo sonó desde arriba de las escaleras y no tardó en bajar el Alcalde, haciendo un considerable ruido con el tacón de sus zapatos.

Vestía con un traje ajustado de color rosa chillón, zapatos blancos similares al mulato, y un pañuelo blanco bordado con hilo dorado en el cuello. Llevaba la peluca de rigor y un bigote fino y bien cuidado.
El olor a perfume mientras se acercaba casi mareaba.
Corrió hacia ti con unos cómicos pasitos y las manos levantadas como si se aguantara una falda y te abrazó con una fuerza inesperada.
¡Pero qué ven mis ojos! ¡Ay Theus! ¡Pero cuánto tiempo! ¿Te acuerdas de mi, Pepito? ¡Pero qué grande y que guapo estás! dijo, y te estrujo otra vez.

¡Pero qué son esas ropas! ¡Por Theus! ¡No, no y no! Tranquilo, que eso lo arreglo yo, o sea, no hay problema. Te voy a preparar un traje que va a venir la Reina de Avalon a pedirte matrimonio, huhuhu.
Ya verás Pepito, ¡ya ve-rás! dijo y antes de que pudieras hablar te puso un dedo sobre tus labios.

¡Sshhhh! ¡Ya lo sé, ya lo sé! Primero un buen baño. ¡¿Creías que se me olvidaría?! Oh, es que diez semanas encerrado entre hombres sucios y sudorosos... qué mal lo debes haber pasado. te compadeció dándote una palmada en la espalda, dejando su mano ahí en tu hombro.

¡Venga Kalú, venga! ¡Movimiento! ¡Avisa a las sirvientas que preparen el baño ya, o sea, YA! dijo de mal humor, y el mulato se marchó a toda prisa para atender su petición.

 Como olvidaros mi querido tío siempre habéis sido un faro de ejemplo e inspiración para mí, perdonad que me haya presentado de esta guisa ante una persona de vuestro buen gusto y entender de la moda, acabamos de tocar tierra y el deber, las buenas maneras y sobre todo el ansia de poder estrechar la mano del hombre que tanto me inspiró en mi niñez junto a mi padre han hecho que me presentara con las ropas del combate para poder estrecharos la mano y poder entregaros la carta de vuestra prima segunda, mi madre.

 Mi adorado tío solo podré compartir con vos un poco de tiempo pues debo instalarme en el fuerte donde se nos han ofrecido habitaciones y esta noche vamos a cenar con el almirante y el capitán Rodríguez, como buen castellano he comprometido mi ayuda para recuperar un objeto robado a la iglesia, además no quiero robaros tiempo del cuál un hombre de vuestra valía y posición andará siempre escaso debido a los múltiples asuntos de responsabilidad que la alcaldía hará recaer sobre vuestros honorables hombros.   

 Así pues cuando me suelta le hago una florida reverencia y en postura aún inclinada le ofrezco la carta de mi madre, para después ofrecerle mi mano.    

La disciplina castrense no iba con Angelique. A decir verdad ni la castrense, ni la civil, ni la religiosa...Digamos que la disciplina no era lo suyo y punto.

Así que una vez tocada tierra miró en la dirección señalada por el capitán, asintió a sus indicadiones y afirmó que se verían en la recepción oficial. Para prontamente salir en la dirección contraria. Su plan era tratar de encontrar algun garito de juego donde jugaran los niños ricos del lugar para proceder a enterarse de los cotilleos, poner ojitos y desplumar a alguno.

Luego haría lo razonable y gastaría ese dinero en comprarse ropa nueva.

Visto lo visto, no iba a ser la única que fuera con los bártulos a aburrirse a la Fortaleza, así que conociendo a su amiga como la conocía se marchó con ella. Alguien tenía que evitar que se metiera en demasiados líos y juntas siempre montaban mejor el numerito para desplumar a los idiotas. Ya veríamos si no se metían en algún lio que las obligase a retrasarse a la cena… ¡o incluso tener que saltársela por completo!

Lola suspiró aliviada.

- Me deja más tranquila, capitán. Eso quiere decir que podemos descartar montar una caza de brujas en el barco. Si hubo algún espía que les informó debió quedarse en tierra… pero aún así, ¿cómo harían para que les llegara la información antes que nosotros y que aún tuvieran tiempo a prepararse para emboscarnos? Pardiez, que la magia que manejan esos malnacidos es poderosa. Legión se los lleve. – sin poder evitar un pequeño escalofrío al pensar en la dichosa magia que no comprendía y que en Castilla tanto odiaban.