Partida Rol por web

Las inmensas ráfagas de flechas y virotes seguían lloviendo sobre los enemigos, que avanzaban impasibles, como una masa oscura imparable, por muchos que cayesen, habían muchos más aún detrás de ellos para relevarlos y seguir corriendo hacia la muralla de madera.Las escaleras seguían avanzando hacia la muralla, pues si alguno de los individuos que la transportaba caía, ocupaba otro su lugar para seguir llevándola.Mientras tanto, Lia creo una réplica exacta de la puerta gracias al pergamino escrito por ella., que además fue creída por los orcos.En un pestañeo, pareció distorsionarse el aire que había justo delante de la puerta, y apareció como si de un reflejo se tratase, la puerta ilusoria.Y además fue justo a tiempo, pues las grandes bestias comenzaban a avanzar dispuestas a derribarla.

Ante tal movimiento por parte del enemigo, el Conde apuntó a la gran bestia, gigantesca y con un arma casi más grande que ella.A su lado, parecía permanecer inerte un ser oscuro, de aspecto humanoide, el cual parecía dirigirla, al igual que a todas las tropas.La bestia de 20 metros de altura comenzó a correr hacia la muralla con gran ferocidad.A su paso aplastaba a sus aliados o incluso los empujaba hacia los lados, colocó en ristre aquel arma descomunal y continuó su devastador camino hacia la muralla.Cuando el Conde tuvo un tiro certero, disparó la balista provocando su ruido característico que llenó por un momento la fortaleza.El gran proyectil surcó el cielo de manera imparable mientras giraba sobre si mismo.Se podía ver como el proyectil cortaba las gotas de agua con un objetivo claro, en el cual terminó por impactar.Su cabeza se clavó ferozmente sobre una de las piernas de la gran bestia, haciéndola caer al suelo y perdiendo así su carrera y embestida hacia el portón.

No por ello, los orcos y demás bestias se amedrentaron, y de nuevo bajo el mando de aquel ser oscuro que estaba al lado de la gran bestia, lanzaron varias descargas de flechas hacia la muralla.

Algunas flechas impactaban en la muralla, otras pasaban de largo por la altura, y las mejor encaminadas, se clavaban en los cuerpos y cabezas de los arqueros apostados tras las madera.Ahora, comenzaron a acumularse cadáveres en el bando del Conde, tanto en la muralla como en el patio, a pesar de haberse protegido con escudos, pues siempre quedaba algún hueco y punto débil.Esta respuesta de los orcos creó algo de tiempo para que siguiesen avanzando con las escaleras,  las cuales ya comenzaron a inclinar para terminar apoyándolas en la muralla de forma devastadora.Cuando las escaleras caían sobre la madera, desplegaban sus sistema de agarre hecho de hierro, el cual se clavaba en la madera como si de un garfio se tratase.Una parte de las tropas enemigas comenzó a escalar por las escaleras, la otra comenzó a aproximarse al portón ilusorio, y al ver como el portón se elevaba se pararon en seco para evitar estamparse o caer al supuesto foso.Así pues, por ahora los enemigos asaltarían la fortaleza por las escaleras.

Al ver que los enemigos ahora estaban incluso más expuestos mientras subían las escaleras, ordenó a la arquería que centrase su fuego sobre ellos.

-¡¡A las escaleraaaas!! ¡¡FUEEGOOOOOO!!- de pronto, las lluvias de flechas sobre las tropas enemigas cesó, y comenzarón ahora a llover proyectiles de forma cruzada, en dirección a las escaleras.Los orcos comenzaron a caer de esta, ya fuese porque los proyectiles les abatían letalmente o porque los cadáveres de sus compañeros caían sobre ellos, haciéndoles precipitarse por el vacío.

No obstante, no todo sería tan fácil, un líder de los enemigos ordenó algo en una lengua extraña.Tras esto, las tropas enemigas formaron un testudo, protegiéndose así de los proyectiles, que impactaban ahora contra el metal.Ahora que estaban más protegidos, avanzaban más lentos pero de manera segura, con menos bajas que antes.

La batalla se desató de golpe, como una tormenta de verano. Pero en esta ocasión las gotas de lluvias se habían sustituido por imparables ráfagas de flechas que silbaban  en todas direcciones. De entre todos los proyectiles sin duda uno se llevó todas las atenciones, sobre todo del lado de los hombres del fuerte. Una enorme saeta tan larga como una lanza, salió directa hacia uno de los campeones del ejército orco, un corpulento e imponente gigante  que portaba un tronco de árbol como arma, con la que sin duda podría derribar el Portón sin muchos problemas. Desde lo alto del torreón, el conde descargó la enorme balista  con maestría, logrando acertar el disparo y clavando el pesado proyectil en la pierna de la enorme criatura, que detuvo su carga dolorido, hincando sus rodilla en el suelo.

Los orcos que se dirigían al portón frenaron su avance en seco engañados por la ilusión de Lia, que les hizo creer en un foso que en realidad no existía.   

Pero la alegría duró poco, pues acto seguido, las primeras escalas enemigas empezaron a apostarse en lo alto de la empalizada, sin que los certeros disparos de los arqueros pudieran hacer nada por detener el avance de los enemigos, que avanzaban en tropel directos a la muralla. 

La primera de las escaleras golpeó con fuerza la empalizada justo delante de Ridgern. El valiente enano reaccionó con rapidez  y se acercó a retirarla, pero los orcos habían mejorado sus técnicas y un sencillo pero eficaz mecanismo enganchó la escalera a la madera de las estacas, fijándola con fuerza al muro.  Pero el obstinado enano no se detuvo y haciendo suyo el lema de a grandes problemas grandes soluciones, pensó que podía inutilizarla partiendo uno de los últimos peldaños. El aguerrido enano se armó de valor y agarrando con fuerza su martillo y su escudo, se acercó a la temible escala. Una potente ráfaga de viento le hizo vacilar por un momento mientras la larga barba rojiza del enano se agitaba sin control frotando su imponente coraza.  - ¡¡CUBRIDME!! - Pronunció el enano mientras se asomaba

La imagen desde allí arriba era aterradora. Una ingente horda de orcos, goblins de demás maléficas  criaturas, avanzaba imparable hacia la fortaleza y numerosas figuras comenzaban subir por las escaleras con el único fin de aniquilar a aquel que se cruzara en su camino. Aquella sobrecogedora imagen habría espantado a cualquiera, pero Ridgern no había nacido para amedrentarse así como así.  Estaba decidido a hacerse un nombre entre todos aquellos guerreros y lo lograría aunque para eso tuviera que arriesgar su vida antes que cualquiera de los soldados del fuerte.

Decidido a llevar a cabo su plan, el empecinado enano asestó un certero golpe contra el último peldaño de la escalera, quebrándolo considerablemente. Parecía que lo suficiente como para hacerlo incapaz de soportar la fuerza  de las pesadas criaturas que tenían que sostenerse del deteriorado travesaño para subir.

Motivado por el presumible éxito de su plan el enano gritó para alentar a los demás a seguir sus pasos - ¡¡VAMOS, QUEBRAD LOS PELDAÑOS!!  - Tras eso Ridgern volvió a su puesto cubriendo a Lia con su voluminosa e imponente figura.    

La muchacha no tenía tiempo para padecer miedo. Tenía que mantener la concentración para que la ilusión siguiera funcionando. En un principio había sido un exito pues los orcos se habían detenido.

El enorme gigante que se lanzó a la carga, habría sido un problema. Sin embargo, gracias al impetú de Ridgern con la primera puerta, habría podido mantener el engaño de manera fácil. Por suerte, el Conde no erró el tiro de la balista y el gigante fue derribado de un disparo.

Lia, también se había fijado levemente en la figura que parecía haber dirigido al gigante y al resto de tropas. Pero, de momento ese detalle no le servía de nada. Aunque tenía claro que debía mantenerse oculta de esa figura tenebrosa.

Luego llegaron las escaleras. Con eso no había contado y ella tenía que mantener la ilusión. Por fortuna, el enano reaccionó con rapidez e intentó inutilizar la escalera. Cuando el enano volvió a su lado, la muchacha le susurro entre gritos

 Ridgern, no puedo ayudarte con los que suban. Tengo que mantener la ilusión o la próxima que haga no funcionará.

La joven sabía que eso no era del todo cierto; realmente lo que no quería era que cierto individuo no se enterara de que había un mago entre las filas de los defensores

La continua supresión que ejercían los arqueros orcos enemigos comenzaba a hacer mella en la arquería aliada, pues entre los heridos, fallecidos y la imposibilidad de asomarse sin correr el peligro de morir al instante, dificultaban gravemente el acoso hacia las tropas orcas para evitar así su avance hacia la fortaleza.Pero cuando todo comenzaba a tornarse negro, el enano tuvo una idea alocada pero eficaz si se lograba realizar con éxito.Salió de la seguridad de la muralla, adentrándose en la parte alta de la escalera orca para así romper el último peldaño.Para ello, tuvo que abrirse paso entre los tres primeros orcos que ya estaban a ese nivel.Haciendo gala de su fuerza, destrozó el último peldaño, haciéndolo pedazos que se precipitaron al vacío.Diversas felchas cayeron en su posición, clavándose en la madera de la escalera, incluso otras impactaron en su coraza, partiéndose o desviándose.

Esto no detendría del todo a los orcos, los cuales seguían subiendo, y aunque ahora mucho más lento, podrían acceder de uno en uno a la muralla con un salto, aunque esto también provocaría muertes extra para ellos ya que mucho caerían al vacío.Ante la heroica hazaña de Ridgern, el resto de soldados se quedaron pensativos, no tenían por qué obedecer las palabras un mercenario enano además de que eso les podría suponer bajas adicionales debido a las continuas ráfagas de flechas orcas.Ante la duda que emergía en las tropas, el Capitán que permanecía en el patio, alzó la voz de manera determinante, ordenando a sus tropas.

-¡A qué esperáis, ya lo habéis oído, romped esos peldaños!- ordenó el capitán de manera autoritaria, convencido de que era una idea arriesgada pero que supondría a largo plazo, algo favorable para ellos.Tras la orden, las tropas actuaron, y la infantería ya fuera de duda, avanzó hasta el extremo de las escaleras.Haciendo trabajo en equipo, unos levantaban el escudo para protegerse de los proyectiles, otros mantenían a ralla a los orcos y bestias mientras que sus compañeros trabajaban para romper los peldaños.

No en todas las escaleras funcionó.En algunas los soldados perecieron ante las flechas, y en otras murieron ante los ataques de los orcos.Por lo menos la mitad de las escaleras fueron saboteadas.Los orcos, trasgos y goblins avanzaban sin cesar, subiendo las escaleras buenas, y algo más lentos por las  saboteadas.Cuando la batalla parecía comenzar a evolucionar para bien, se pudieron apreciar como unas bestias corrían usando sus cuatro extremidades, traspasando el campo de batalla.Iban protegidas con una armadura de placas de acero, y en sus brazos habían unidas un par de largas y afiladas cuchillas de hoja ancha.A pesar de que el Alférez ordenó un fuego a discreción hacia estas peligrosas criaturas, alcanzaron muchas de ellas las escaleras, las cuales comenzaron a subir con facilidad y rapidez, incluso ayudándose con la parte curva de sus armas.No sabía bien el origen de esas aberraciones, quizá experimentos mitad humano mitad bestia, o simplemente seres abominables emergidos de la más perturbadora oscuridad.

Una vez alcanzaron la muralla, arrasaban todo lo que tocaban.Usando sus cuchillas, giraban como peonzas, realizando letales tajos horizontales, que cortaban a hombres por la mitad, abrían estómagos, desmembraban o incluso decapitaban.Esas bestias estaban causando graves bajas en la muralla.Y una de ellas, se fijó en el enano, el cual parecía estar matando orcos con facilidad en la escalera que tenía en frente.Era una situación delicada, pues la maga también estaba cerca, y un ataque de ese monstruo sería fatal en aquel lugar.

Mientras tanto, el Alférez dejó su arco y envainó sus espadas para combatir a una de esas bestias, las cuales se atrevió a llamar Berzerker, por su gran ferocidad y se de sangre, pues atacaban sin cesar y eliminaban a cualquier cosa sin piedad, casi como si estuviesen poseídas y ciegas de ira.

Desenvainó sus espadas gemelas e hizo frente a la bestia, desviando sus brutales embestidas y ataques.Tenían una fuerza sobrehumana que añadida a esas inmensas hojas afiladas, se convertían en auténticas segadoras.

-¡¡¡¡AAAARGGGH!!!!- cruzó sus espadas para bloquear un tajo vertical de la bestia.En ese instante, intentó rivalizar contra su fuerza, pero no pudo y tuvo que saltar hacia atrás para alejarse del radio de muerte de aquella cosa.El berzerker corrió hacia el alférez y saltó en el aire, juntando sus dos cuchillas y ahora bajándolas a la vez para realizar un golpe doble, doble de fuerza y doble de letalidad.El alférez volvió a saltar hacia atrás a tiempo evitando el poderoso golpe, que se clavó en la madera, rompiéndola y astillando algunas zonas.El alférez aprovechó ese momento para lanzar un par de tajos rapidos a sus brazos, pero la hoja chocó contra el metal, rebotando sin tener éxito.Ante esto, la bestia río guturalmente, y arrancó las cuchillas de cuajo del suelo de madera, elevando partículas y astillas en el ambiente.

La lluvia seguía empapando la zona, no cesaba, al igual que la cuantiosa sangre derramada, que no hacía más que impregnar a pasos agigantados toda la muralla.Los arqueros retrocedieron ante la visión de aquellas bestias y demás enemigos en la muralla.Algunos bajaron las escaleras en busca del cobijo de la infantería aún intacta del patio, para así unirse al resto de arqueros que seguían disparando hacia las afueras de las murallas o a objetivos claro que estuviesen en ella.

La batalla en la empalizada parecía estar bastante controlada. La acción de Ridgern frenó en parte la subida de los enemigos y los soldados podían aguantar mejor la ofensiva. Pero la llegada de unas bestias armadas con enormes y afiladas cuchillas lo cambió todo. Aquellas criaturas eran letales en el cuerpo a cuerpo. Ridgern pronto se dio cuenta de que Los soldados de la empalizada no estaban preparados para hacer frente  a aquellas máquinas de matar, ni siquiera el enano lo estaba. Hasta el propio alférez estaba teniendo muchos problemas para combatir a una de ellas. Aquello se estaba convirtiendo en una carnicería y eso hacía peligrar las vidas de la pareja de aventureros. Lia, concentrada en su magia no fue muy consciente, pero el guerrero enano lo tuvo claro. Si querían seguir viviendo , debían salir de allí. La única salida era la escalera de la derecha, pero ahora estaba tomada  por una de aquellas bestias mortales, rebanado a los soldados que intentaban hacerle frente. El avezado enano llamó la atención de aquella aberración y ambos cruzaron sus miradas. Desde ese momento Ridgern tuvo claro cual era su próximo objetivo. Los soldados del muro no tenían ni las armas ni las armaduras adecuadas para hacer frente a aquellas bestias, pero el enano confiaba  en su astucia para poder derrotarlas.

  - ¡¡Ocupad mi posición!! Vamos!! - pronunció con determinación el enano a los soldados que le rodeaban - Aguantad a los orcos y cuando lleguen los bichos de hojalata nada de hacerse el héroe contra ellos!! los Esperáis  a ambos lados de la escalera y en cuanto pisen la plataforma los empujáis abajo. ¿ Entendido? lo rodeáis entre varios y al patio con ellos antes de que entren en combate!!! - gruñía el enano mientras mantenían a raya a los que subían por la escalera - Con el yelmo ese que llevan no ven una puta mierda!!! por eso se mueven  haciendo círculos !!! Tenéis que ser rápidos y echadlos cuanto antes de la repisa!! Vamos!! abajo con ellos y que se encarguen  los del patio, que nuestra sangre ya está corriendo demasiado aquí arriba!!! -  Gritó Ridgern a modo de arenga intentando alentar a los guerreros de la empalizada, desmoralizados por la llegada de aquellas bestias blindadas.

Tras eso se dirigió  a la joven maga que, ajena al peligro que corrían allá arriba, seguía concentrada en sus poderes mágicos - Lia, sígueme, debes ponerte a salvo. Y tras eso el enano empezó a avanzar hacia la escalera, con su mirada puesta en aquella letal criatura. Sus afiladas cuchillas rebanaban con facilidad la carne de los guerreros. Nadie en su sano juicio buscaría enfrentarse a una de esas aberraciones, nadie excepto Ridgern Cabezayunque, empeñado en salir de aquella batalla convertido en un héroe. Confiaba en el metal de su armadura, en su coraje y su sagacidad para derrotarla - Abrid paso!! dejadme a ese!! - decía mientras avanzaba por la repisa hacia lo que parecía una muerte segura. Y fijando su penetrante mirada sobre aquel engendro pronunció desafiante - ¡¡Ven aquí cuchillitos!!! Yo te enseñaré el verdadero acero!!!!

Ridgern se pegó a la empalizada y fijando su escudo al frente,  avanzó directo hacia la sanguinaria criatura que no pudo evitar fijarse en él de nuevo. El avance duró solo unos segundos, pero para el enano se hicieron eternos. Las palabras de su tío revoloteaban por su cabeza, imágenes de su padre, sus hermanos, su clan... empezaron a pasar por su mente en un instante. Y cómo no, de la espada de la deshonra  y del guerrero que se la arrebató. Aquella última imagen le hizo entrar en cólera. El enano iba a necesitar Toda esa rabia y mucho más para derrotar a su temible enemigo. Ambos contendientes estaban ya frente a frente y el choque fue inevitable. El enano permaneció pegado al muro y esperó a que el berzerker le hiciera frente. Ridgern aguanto el envite de la letal criatura esperando el momento idóneo y Justo cuando su enemigo su puso frente a él dando la espalda a la fortaleza, Ridgern  lo golpeó con su escudo con toda su rabia y fuerzas para hacerlo caer al patio         ¡¡¡ AAAAARRRGGGG!!!!  ¡¡ ESTE ES EL METAL DE UN CABEZAYUNQUE!! ¡¡¡¡ CAE MALDITO!!!! El golpe fue brutal y un fuerte estruendo metálico sonó en toda la fortaleza. El macizo escudo del enano chocó con fuerza contra la armadura de la bestia, que no pudo hacer nada por evitar el impacto. El guerrero enano empujó con todas sus fuerzas,  las venas de su cuello y cara se hincharon y sus botas se clavaron en la empalizada mientras dejaba caer todo el peso de su cuerpo hacia delante. Parecía que estaba a punto de conseguir su objetivo....

Lia apenas prestaba atención a su alrededor, su mirada se centraba en el portón ilusorio hasta que oyó lo que decía Ridgern.

Pero si no la veo, la disiparán en cuanto le den el primer golpe- Inició una protesta, pero al percartarse del percal que les rodeaba, asintió y siguió al enano.

La muchacha procuraba mantenerse lo más alejado de los orcos y los trasgos que empezaban a adentrarse entre las defensas del fuerte.

Cuando de repente, el enano pelirrojo se lanzó como una bala hacia un ser hecho de armadura y cuchillas. Lia procuró seguir el rastro que dejó con su furia.

Con un poco de suerte, esa arremetida les valdría para alcanzar las escaleras de bajada y poder ponerse a salvo en el patio.

La valerosa acción de Ridgern decantó la balanza en favor de las tropas de la muralla.Tras el potente impacto de ambas moles en carrera, las cuchillas de la bestia chocaron brutalmente contra el escudo del enano, partiéndose en dos y saliendo despedidas unos metros atrás, por la muralla.Aprovechando la embestida, el enano siguió empujando a la criatura usando todas sus fuerzas.El berzerker lanzaba dentelladas e intentaba sobrepasar el escudo de Ridgern, pero solo recibía como respuesta el excesivo esfuerzo del aventurero que no hacía más que empujarla hacia el vacío, lo que finalmente consiguió.

El berzerker comenzó a caer desde aquella considerable altura, hasta que se topó con el duro suelo, el cual paró su estrepitosa caída.El golpe fue descomunal, dejando a la bestia aturdida y temblorosa.Sus movimientos eran erráticos mientras se mantenía tumbado en el suelo, denotaban su grave estado físico, aún así, una profunda sed de sangre y muerte le incitaba aunque fuese a intentar levantarse, tenía que hacerlo, tenía que seguir matando y segando vidas para su señor.Pero su sufrimiento no duró mucho más, pues la infantería que pudo ver desde abajo aquella escena se acercó rápidamente al monstruo y entre varios lo ensartaron sin piedad, una, dos, tres, cuatro veces o más, metiendo el filo en las partes que no cubría la armadura hasta que su sangre oscura como el ébano comenzó a mezclarse con el barro y la lluvia.

Pero la batalla seguía, y el enano puedo escuchar el grito de advertencia del Conde.

-¡¡¡¡AGÁCHAOOOOOSSS!!!!!- en ese momento, el enano pudo sentir un aliento pútrido acompañado de un rugido contenido entre dos fauces.En ese momento, cuando la bestia estaba a punto de atacar al enano por la espalda, una enorme saeta surcó el patio en dirección a Ridgern, pero en lugar de impactar en este, se clavó justo en el ser que le acechaba justo detrás.El berzerker fue empujado como una vulgar marioneta ante la fuerza de aquel proyectil.Su cuerpo atravesado y atrapado en el proyectil, salió volando hacia las afueras de la muralla, con la suerte de que la saeta fue impactando en la escalera de madera, destrozándola por completo en todo su trayecto.

Por otro lado, los clérigos se movilizaron, y bajo las órdenes de su máximo superior, actuaron.Un hombre de apariencia recta y divina a la par, portaba una bonita y elegante sotana blanca y roja con una rica variedad de decoraciones doradas.Desprendía un aura brillante y luminosa, que aportaba paz y equilibrio allá por donde pasaba.Con una extraña y mística varita en su mano, alzó su otra mano, esta desnuda, como si bendijese a sus aliados.Su varita se iluminó, no necesitaba libros, todo estaba en su mente y su corazón.Su mano desnuda se rodeó de brillantes partículas que comenzaron a formar una esfera casi transparente en esta.

-¡Hijos de Aneirin, herederos de Valion, escuchad mis plegarias y obedeced mi mandato.Nosotros que portamos la luz en nuestro corazones, rogamos por la paz.Nosotros que esparcimos la palabra de nuestro Dios, rogamos por la paz.Oh Valion, concédenos tu bendición, oh Aneirin, concédenos tu poder, ayudadnos a eliminar a este mal, permítenos ser tus armas, úsanos para impartir tu justicia divina!.....¡¡LASTO BETH NÎN, TOLO DAN NA NGALAD!!-  su voz sonaba grave y férrea por todo el patio.Todos los clérigos imitaron al clérigo superior.Se pudo ver como la fortaleza se convertía por un momento en un santuario solar, traspasando su luz incluso las densas y oscuras nubes.Las armas de todos los allí presentes, ahora irradiaban un aura luminosa, adquiriendo un aspecto entre dorado y blanco.

-QUE LA LUZ ACABE CON NUESTROS OSCUROS ENEMIGOS- sentenció Petrus tras haber realizado aquel santo juramento.Los berzerker siguieron escalando, pero esta vez eran mejor contrarrestados y combatidos.Aquel conjuro luminoso fue de gran utilidad, y ahora las tropas enemigas desfallecían mucho más rápido ante tal poderío.A pesar de ello, el ejército oscuro siguió avanzando, y lo que comenzaron a ser simples orcos desorganizados en las primeras oleadas, ahora se habían convertido en tropas de elite, profesionales de la guerra, con alineaciones y formaciones bien estructuradas.Estos comenzaron a subir las escaleras bien protegidos por sus escudos.De fondo, volvieron a sonar los tambores de guerra e incluso el cuerno de batalla.La criatura gigantesca volvía a estar en pie, avanzando a paso seguro, esta vez más atenta a posibles ataques.El Conde no daba a basto, disparaba a discreción la balista, acabando con varios berzerker, y la volvió a disparar hacia la mole verde que se acercaba cojeando ahora, arrastrando aquel tronco descomunal, pero esta vez el gigante lo vio venir, y pudo apartarse a tiempo.

Mientras tanto, el Alférez seguía su combate contra su berzerker, el cual no parecía obtener progreso alguno por ambas partes.Muchos golpes al aire, esquivas y bloqueos era lo que primaba entre ellos.Las murallas estaban prácticamente perdidas.Era imposible soportar tal volumen desproporcionado de enemigos.Solo por el puro desgaste, los humano y sus aliados fueron cayendo en batalla, a pesar de los esfuerzos y curas de los clérigos, pues si matabas a un orco, aparecían dos en su lugar, y si morían esos dos, eran cuatro los que los relevaban.El enano y la maga habían tenido tiempo de moverse antes de que más tropas orcas tomasen del todo la muralla.Los pocos supervivientes de la muralla, habían bajado al patio para reunirse con el resto de sus compañeros.Parecía que se avecinaban momentos duros.

Lia apenas tuvo tiempo de agacharse a la vez que el virote de la balista le rozaba la cabeza. Al ver el efecto devastador sobre la escalera de asedio, a la muchacha se le ocurrió que podría usarla contra el resto. Eso les daría la posibilidad de centrarse en la puerta principal, donde las trampas de Ridgern serían más efectivas.

La morena era consciente de que ponerse a gritar e intentar convencer al Conde de disparar sobre las escaleras en lugar de sobre el gigante, podía provocar que perdiera la concentración y la ilusión; pero el enano tenía una buena voz y podría acerse oír.

Se acercó al enano y le dijo:

Dile al Conde que dispare sobre las escaleras, aunque rompa parte de las empalizadas. Eso nos permitirá centrarnos en la entrada principal.

Yo creo poder daros unos pocos minutos gracias a la puerta y el foso, pero tendríamos que volver al lado de la puerta

Tras su petición esperó su respuesta para volver al lado de la puerta o bajar con él al patio.

A pesar de la heroica acción de Ridgern, la ofensiva de los orcos era imparable. La superioridad numérica era una gran ventaja difícil de superar para los pocos hombres que quedaban todavía en la empalizada, que poco podían hacer por parar la interminable oleada de enemigos. Superados en número, los supervientes comenzaron a bajar al patio y Ridgern, exhausto tras el coque contra el Berserker, se puso también a salvo guiando también a la concentrada Lía. 

Lo primero que hizo el enano al bajar fue decapitar a la bestia que había derribado y que yacía en el patio sobre un charco de sangre embarrada. Tras eso guió a Lía hacia la puerta para que pudiera ver a través de algún hueco entre el muro y la puerta.

Al llegar junto  al portón , Ridgern lanzó la cabeza del Berserker al otro lado, a unos metros de la entrada para desmoralizar a las tropas enemigas mientras gritaba en idioma goblin - Aquí tenéis a vuestro mejor guerreo!!  Así acabaréis todos los que oséis entrar aquí !!!! nuestras hachas os esperan!!

Tras eso miró hacia el Conde y siguiendo las indicaciones de Lía gritó - las escalas!! Hay que destruirlas todas!!

El Conde escuchó vuestras palabras a pesar de la intensa refriega que se estaba desarrollando en el escenario.Le pareció una buena idea, aunque sabía que eso llevaría consecuencias en un breve periodo de tiempo.Con su balista, apuntó a las escaleras y disparó con certeza a todas ellas.En algunas fue un tiro limpio, en otras arrancó parte de la empalizada.Las escaleras fueron neutralizadas, pero algo altamente poderoso se avecinaba por la puerta principal.

Ante la acción del enano, un poderoso golpe que hizo retumbar la tierra.Tanto orcos como humanos cayeron al suelo tras el estruendoso golpetazo que recibió la puerta.Aún así, el portón de madera parecía estar intacto, pero Lia sabía que no habría la misma suerte la próxima vez.Su conjuro había dado tiempo al menos para dirigir la batalla hacia un solo frente.Ahora tocaba combatir contra el enemigo con todas las armas y energías posibles.Y así lo seguía haciendo el Alférez contra aquella bestia, mostrando una habilidad en el combate sin igual para intentar combatirla durante tanto tiempo.No obstante, ante la inferioridad en la que se encontraba, no tuvo más remedio que bajar las escaleras, y cuando llegó abajo del todo, dio la orden de nuevo con su potente voz.

-¡¡FUUEEGOOOOOOOOOOO!!- se lanzó cuerpo a tierra, y al segundo de hacerlo, un muro de flechas intermitente comenzó a volar de manera directa hacia las escaleras por las que bajaban en bandada todos los orcos y berzerker restantes.Ante tal potencia de fuego, los enemigos que aún permanecían en la muralla, los que lograron bajar y los que se quedaron en las escaleras, terminaron masacrados con varios pares de flechas clavadas en sus cuerpos.Exhausto y fatigado, apoyó su rodilla en el embarrado suelo, mirando hacia el portón, temiéndose lo peor.

Mientras el Conde se encargaba de las escaleras, Lia se centraba en la puerta y en el gigante y su maza. Memorizaba de paso todos su movimientos.

Hasta que el gigante llegó a su portón ilusorio. Se inclinó hacia un lateral para dar más fuerza a su golpe y descargó su maza con toda su furia contra el portón. Gracias a la furia con la que Ridgern atacó a la puerta la primera vez, Lia sabía como se comportaba una puerta con todo el ímpetu descargado. Reprodujo el sonido cómo debería haber sido. Además, por fortuna, el mazazo golpeo parte de la empalizada por lo que el ruido y los temblores que lo acompañaron dieron fuerza a su ilusión. Sin embargo, como con el ataque del enano a la puerta, el portón ilusorio no podría aguantar otro golpe.

Retrocedemos Ridgern, aquí no podemos hacer más.

Sabedora de que había ojos buscando posibles arcanos, no disipó su ilusión aún. Con la imagen en su cabeza de un portón medio colgando de una de las cadenas, retrocedió hacia la entrada del torreón, esperando a que el gigante propiciara otro golpe a la puerta falsa para darle un final digno a su ilusión: El falso portón caería sobre el falso foso levantando una nube de polvo para permitir el paso a las tropas orcas. Cuando el portón ya no se viera desde la distancia, disiparía la ilusión.

A medida que se acercaba al torreón, se le perfilaba su próximo movimiento en su mente, e iba diciendo a los soldados

No os asustéis si aparece un gigante más pequeño, de unos seis metros, a vuestra espalda, será un aliado. Comunicadlo a los demás.

El conde inutilizó las escaleras al tiempo que  el alférez y sus hombres lograron deshacerse de todos los enemigos que habían logrado entrar en el fuerte. Aquello les daba un respiro, pues lo peor estaba por llegar. Así lo anunció el potente y sonoro golpe que el adalid y ariete viviente de los orcos propinó al portón de la empalizada.

La tierra tembló, echando al suelo a todos aquellos que estaban cerca del lugar. Todos se temían lo peor y el miedo empezó a extenderse entre los soldados del fuerte. Pero allí estaba Ridgern Cabezayunque, que se mantuvo en pie a pesar del  terremoto,  impertérrito ante el peligro que se avecinaba. Se había quedado a luchar para hacerse un nombre entre aquellos guerreros y morirse de miedo no entraba en sus planes. El enano no solo no se amedrentó, sino que intentó mantener en alto la moral de las tropas.

Con su coraza y barba bañadas en sangre, no solo permaneció firme ante el portón, si no que tuvo los arrestos de contestar a aquella brutal muestra de fuerza del enemigo.

- MUY EDUCADO POR TU PARTE LLAMANDO A LA PUERTA JAJAJA PASA, PASA RECIBIRÁS EL MISMO TRATO QUE TUS AMIGOS LOS MANOSCUCHILLAS. OS ESPERAMOS CON LOS BRAZOS ABIERTOS Y LAS ARMAS EN ALTO.- pronunció con arrojo mientras elevaba los brazos portando sus dos hachas de mano - VUESTRO CAMINO TERMINARÁ AQUÍ HOY!!!! Y girándose al resto de las tropas siguió con su arenga ¡¡¡ SÍ COMPAÑEROS, MASACRAREMOS A TODO EL QUE ENTRE POR ESA PUERTA!!! ¡¡ HOY TODOS SEREMOS HERMANOS, HERMANOS DE SANGRE. Y COMO HERMANOS PELEAREMOS, HOMBRO CON HOMBRO, HASTA ACABAR CON TODA ESA ESCORIA DE AHÍ FUERA!! NO TENGÁIS PIEDAD PUES NINGUNA RECIBIRÉIS. LUCHAREMOS POR NUESTRAS VIDAS Y POR LAS DE NUESTRAS FAMILIAS  QUE NOS ESPERAN DE VUELTA. Y POR TODOS SEREMOS RECORDADOS COMO AQUELLOS QUE FRENARON EL AVANCE DE LA OSCURIDAD, AQUELLOS QUE LUCHARON PARA QUE TODOS PUDIERAN SEGUIR VIENDO LA LUZ DEL SOL!! HOY SEREMOS HEROES Y COMO HEROES LUCHAREMOS HASTA LA VICTORIA!!!! MUERTE A LOS ORCOS!!! MUERTE A LOS GOBLINS!!!! MUERTE A LA OSCURIDAD!!!! MUERTE!!!! MUERTE!!!

Y tras la valerosa proclama, Ridgern acompañó a la joven hacia el torreón , junto al capitán, para que estuviera bien protegiday LA ayudó a difundir su mensaje entre la tropa - YA HABÉIS OIDO, SOLO LO QUE ENTRE POR ELL PORTÓN SERÁ VUESTRO ENEMIGO!! MANTENEOS FIRMES!!! ENTRE LO QUE ENTRE POR ESA PUERTA CAERÁ BAJO EL METAL DE NUESTRAS ARMAS!!! MUERTE A LA OSCURIDAD!!!! MUERTE!!!! - seguía gritando mientras elevaba sus brazos blandiendo sus hachas al viento.

La espera era agónica. Todos sabían que el portón apenas aguantaría unos segundos más que serían eternos. Ridgern se dirigió al veterano Helms, se le había ocurrido un modo de contener la inevitable ofensiva enemiga. - Capitán ¿ Podemos conseguir aceite? si lo vertemos sobre las trampas, cuando éstas hayan hecho su labor podemos prenderlas. La mezcla de cuero, madera  y cuerpos arderá con facilidad. A parte de las bajas que causará el fuego,  se generará un muro de humo y llamas  que  frenará su avance y podremos contenerlos mejor. - El enano sabía que tenían poco tiempo para hacerlo, pero las cocinas  estaban cerca y Todavía había muchos hombres sin hacer nada, podían conseguirlo.

El plan de Ridgern parecía interesante, pero el tiempo apremiaba, y el capitán no pudo terminar su respuesta debido a que otro poderoso golpe  azotó al portón de madera, esta vez al real.El portón se entreabrió, parcialmente resquebrajado.Lia creó la replica del alférez, la cual adquirió una pose ofensiva, apuntando con el arco hacia el portón.Ya se podía oler la Muerte, se podía escuchar, detrás de la madera que les protegía.

-Rápido, coja usted el aceite, necesitaremos a todos los hombres posibles en el pati....- no pudo terminar de responder de nuevo al enano, cuando finalmente, el golpe definitivo abatió la puerta, partiéndola en varios pedazos que cayeron a lo largo y ancho tanto de la muralla como del patio, llevándose consigo a varios infantes y arqueros.Y justo, tras esa explosión de madera y astillas, apareció la gigantesca e imponente figura, que gritó guturalmente de izquierda  a derecha mientras miraba con sed de sangre a todas las criaturas diminutas que había frente a ella.Ante la reciente apertura, los orcos comenzaron a correr y moverse por los laterales del gigante, adentrándose en el patio.No obstante, los primeros de ellos no pudieron evitar las trampas, clavando sus pies en ellas, otros caían al suelo tropezando, y el resto pudo sortear la mayoría de ellas, aunque sin poder evitar clavarse alguna púa de vez en cuando cosa que les dejaba malheridos para la batalla que ahora acontecía.

La figura del arquero de Lia, disparó hacia el gigante, aturdiéndole momentáneamente, acto que el Conde aprovechó para apuntar con su último proyectil de balista.Por desgracia, parece que la máquina tuvo un percance mecánico y no pudo disparar a tiempo.El gigante se recuperó, alzó su inmenso tronco y lo lanzó como un dardo hacia la figura del Alférez.El tronco la atravesó como si fuese humo, desintegrándola, siguió su trayecto e impactó en la muralla, abriendo una pequeña brecha en la retaguardia.Tras esto, el Conde recuperó la balista y sin pensárselo ejecutó el disparo, que se incrustó en el cuello de la inmensa bestia, haciéndola retroceder, agónica de dolor.Sus manos fueron a parar a su cuello intentando sacar el proyectil en vano, pues ya había perforado una importante arteria y el sangrado era abundante e imparable.Dio un par de pasos más atrás, sin poder evitar aplastar incluso a varios de los suyos, intentando articular alguna palabra, pero solo parecían salir quejidos ahogados en la sangre negruzca que finalmente borboteaba por su boca.De pronto sus ojos quedaron en blanco y cayó a plomo hacia atrás, aplastando a todos los que había en esa zona.

El capitán alzó su espadón verticalmente, y lo dejó caer hacia adelante, dando la señal de fuego.Los jabalineros plantaron una de sus jabalinas en el suelo de manera diagonal, y comenzaron a lanzar sus largos proyectiles, junto al fuego de la arquería.Las manadas que entraban descontroladas por la puerta, eran atravesadas y masacradas, pero no dejaban de venir oleadas de enemigos que ya entraron en contacto con los primeros infantes, intercambiando golpes y sangre.Había llegado el momento, y el capitán avanzó casi arrastrando su poderosa y larga espada de hoja ancha.Tres orcos se avalanzaron contra él, pero el capitán giró sobre si mismo dándole inercia al filo para cortar a la par que aplastar a los tres orcos a la vez.

Los soldados, ante las heroicas e inspiradoras palabras de Ridgern, la valerosa combinación de Lia y el Conde, y la  osada determinación del Capitán, se llenaron de moral y energías, y afrontaron la carga de los orcos con igual o más fuerza que sus enemigos.En la otra parte del patio estaba el Alférez, haciendo frente a varios enemigos a la vez, pero gracias a su agilidad con las espadas gemelas, podía mantenerlos a ralla por el momento, creando cadáveres en su radio de acción.

Ahora que el Conde se quedó sin proyectiles, oteó a lo lejos como ciertos individuos se acercaban andando con seguridad y cierta altanería, eran distintos a los demás, tenían carisma, desprendían fuerza y una vil oscuridad mucho más pura y profunda que el resto de orcos que abundaban en el campo.El Conde frunció el ceño y echó su mano a la empuñadura de su estoque.

-Es hora de hacer una visita a la cocina...- dijo de manera seria desapareciendo ahora de la parte alta de la torre.