Partida Rol por web

Viendo que el Zagal pronto estaría a salvo, Don Miguel espoleó su fiel montura en dirección a aquellos desgraciados, y alzando la espada sobre su cabeza cargó contra el cazador armado con bracamante. Los cascos del caballo retumbaron en los oídos de todos. En un instante estaba sobre su enemigo y la espada golpeo con gran potencia y presición sobre el brazo que llevaba el arma, destrozandole huesos y tendones. El hombre cayo al suelo desarmado, gritando de dolor y apunto de perder el conocimiento. No pudo hacer más que suplicarle clemencia al santiaguista...

pues yo hubiera cometido el mismo erro, puesto que me hubiese quedado con el 60 + 25.

vale, pues a taco con 60%

me dirijo hacia el maloso con maza, con una carga y fallo.

Declaraciones hasta el momento:

1. Don Miguel (carga contra Truhán con maza: fallo)
2. Truhán con Bracamante (pedir clemencia y rezar por su vida)
3. Arnal (recarga el arco y dispara a Don Miguel: impacto en brazo del escudo 10PD = -5PR al escudo)
4. Truhán con Ballesta (ultimo turno de recarga y dispara a Gartzen: pifia)
5. Gartzen
6. Truhán con Maza

NOTA: Turno de Gartzen.

La lluvia no cesaba, y aunque de momento era una ligera llovizna el suelo del camino empezaba a convertirse en un barrizal. La sangre de la muchacha y del resto de cuerpos sin vida era diluida por las gotas de lluvia fundiendose con la tierra mojada.

Hizo mal aquel cazador en nombrar al Altísimo antes de la batalla, pués estaba claro que había inclinado la balanza en favor del caballero. El único hombre que quedaba en pie a parte de Arnal cargó desesperadamente contra el soldado vasco. Éste esquivó el ataque con gran seguridad y sutileza mientras le devolvia el golpe y le provocaba un hermoso tajo en el abdomen. Al ataque se unió Don Miguel, que aunque llego presto al combate para prestar ayuda a su por ahora fiel compañero, erró el golpe. El hombre gritó de dolor agarrando su abdomen con la zurda, asegurandose de que no se le salían las tripas por el corte.

Las súplicas y rezos del desgraciado al que había atacado momentos antes el santiaguista se habian silenciado, el cuerpo ahora yacía inerte boca abajo con la cabeza hundida en el barro.

Arnal viendo que el combate iba cada vez a peor intentó desesperadamente lanzar una flecha que hiriera gravemente al caballero. Arquero diestro sin duda era, ya que el ataque impactó sobre el santiaguista, pero con la mala suerte que la saeta se encontró el escudo de por medio.

La lluvia no cesaba, y aunque de momento era una ligera llovizna el suelo del camino empezaba a convertirse en un barrizal.

Tu respiración se entrecortaba pues el esfuerzo que habías hecho era considerable para alguien de tu edad. Ya a una distancia segura viendo que nadie os persigue parais la carrera. El zagal asustado no se despegaba de tu lado, y en la distancia podíais ver como iba resolviéndose aquella pendencia.

La balanza se inclinaba en favor del vasco y el santiaguista. A golpe de espada y hacha fueron acabando con aquellos bandidos que hacían llamarse cazadores, parece que solo quedaba uno en pie aparte de Arnal y aquel que debía estar escondido entre los arbustos. El que quedaba en pie estaba rindiendo cuentas para con Don Miguel y el vasco en un combate dos contra uno, su suerte estaba echada.

Aunque a tí poco te importaba aquello, en tu cabeza se repetía una y otra vez el momento en que la muchacha caía al suelo con la flecha clavada en la espalda. Ocurrió todo tan rápido, ojalá hubieras podido hacer algo...

Viendo que Gartzen tiene a su enemigo bajo control, decido ir a por Arnal con una carga.

Me temo que estoy lejos para alcanzarle, asi que habrá que optar por gastar las dos acciones en ir hacia Arnal, por lo que intuyo, que en el siguiente asalto le tendre a alcance de espada sin necesidad de cargar.

si estoy muy pegado a él, tal vez no pueda usar el arco, aunque esto tendria que ser en el próximo asalto, si me gana la iniciativa.

Mientras me dirijo a él le grito: 

Arnal rindete y conservaras la vida.

- ¡Os he subestimado caballero, a vos y a vuestra causa y fe! Ríndome entonces, decid a vuestro hombre que baje el hacha y yo haré lo mismo con los míos. - Aunque era hombre de mala calaña, viendo el resultado de la pendencia estaba dispuesto a rendirse. Cualquier honorable guerrero hubiera luchado hasta morir después de haber derramado tanta sangre, pero Arnal no era uno de esos hombres. Prefería probar su suerte como si de un juego de azar se tratara y esperar a que la nobleza del caballero jugara a su favor y realmente le perdonara la vida.

Rachid ya no recordaba que podía correr tanto, pero cuando está en juego la vida se descubren cualidades perdidas.

Tras correr nos cuantos mentros y ver al Zagal del Santiaguista al lado, pero no ver a Jara, Rachid miró atrás, para ver a la moza retorciéndose en el suelo, con una flecha en la espalda. Mierda! ahora como coño iba a conseguir tener un "contacto" en Tella. Lo mejor sería dar media vuelta e intentar arrastrarla fuera del combate, quizá la muchacha, con algo de ayuda, y con conocimientos que ella pudiese tener, quizá, y solo quizá, tuviese una oportunidad...y lo más importante, una deuda para con Rachid.

Miró al joven, y empezando a andar hacia el combate le dijo:

-Va-vamos Zacarías, ayu-yu-yúdame a arrastrar a esa mo-mo-moza que tanto te gusta. Quizá aún pod-podamos salvarla, y seremos sus hé-éroes.

Estas últimas palabras las coló sutilmente, pues es bien sabidos que en edad temprada los mozos hacen cualquier cosa por meterla en caliente, y mas si la moza en cuestión le llama poderosamente la atención.

- Ni loco Ramón, la muchacha debe estar muerta ya, y Don Miguel me tiene muy bien dicho cuando he de alejarme. - El chaval cada día te causaba más repulsión..

Parece que tendrás que acercarte tu solo, así que desandas lo recorrido camino abajo intentando ir agachado y pasar lo más desapercibido que puedas. Parece que nadie te ha visto, ni si quiera el caballero o el vasco, están demasiado enfrascados en la pendencia. Cuando llegas al cuerpo ves un enorme charco de sangre que se funde con la lluvia y el barro. Le das la vuelta a Jara y compruebas lo que ya imaginabas, no queda ni un fino hilo de vida en ella. En sus ojos vacíos hay una expresión de profundo fracaso y su mano esta cerrada como un cepo lobero sobre su zurrón.

Mierda, mierda, mierda...he llegado demasiado tarde, pero quizá aún pueda hacer algo...

Esos eran los pensamientos de rachid mientras abría el zurrón de la moza. Seguro que lo que llevaba era algo importante para quien le esperaba en Tella. Algo que el caballero santiaguista seguramente no toleraría, y que Gartzen despreciaría o temería por desconocerlo.

Sin pararse demasiado, buscó un trozo de tela (bien rompiendo un poco el zurrón o el vestido de la moza) en el que envolver el contenido del zurrón y guardarlo dentro de su túnica, en sus bolsillos secretos.Nadie tenía, ni debía que enterarse de nada.

Tan pronto terminó su labor, metió algunas hierbas arrancadas de donde fuese en el zurrón, por si a alguien le daba por curiosear, que no lo hallase vacío.

Ya no quedaba mucho por hacer, así que, en un acto reflejo, sin pensarlo, Rachid le susurró a la moza muerta:

-Tu pa-paquete llegará a de-de-destino.

Rachid no sabía por que había dicho aquello a un muerto, pero le salió así.

Hecho lo cual, volvió corriendo junto al zagal.

-E-está muerta.

Sentenció Rachid.

-E-e-estate presto a co-correr, por si tu se-se-señor y el recio so-soldado fracasan.

Al haber hablado Arnal, ¿ debo entender que gasta sus acciones hablando?

como yo voy lanzado al ataque, ¿digamos que he nivelado el asalto de ventaja que me sacaba?, esto es ¿lo tengo delante de mi y de mi caballo, con el arco bajado?

Me hago el sordo al comentario de Arnal.

En el zurron de jara encuentras un vial cerrado con cera que contiene un líquido oscuro que, al agitarlo, deja una lágrima roja como la del vino en el cristal. Lo guardas rápidamente pués como bien pensabas al santiaguista no le gustará un hallazgo semejante. Además en el zurron hay provisiones para el viaje y el cuchillo con el que se defendió la joven la noche anterior.