Partida Rol por web

¿ yo ya he consumido mis 2 acciones aproximandome, verdad? No necesito decir lo que voy a hacer.

Entablé el combate con  el Truhán más el primer tajo dio en su estómago, seguidamente íbamos fallando los golpes quizás por el ímpetu de acabar rápido y los que erró mi enemigo por sus heridas, que no lo mantenían lo suficientemente concentrado.

Los sudores caían de uno y otro contendiente más el mío no se mezclaba con sangre como el de mi enemigo, - su aspecto era el de un hombre que está viendo la muerte en sus ojos pero se resistía a abandonar esta vida sin antes acabar conmigo.

Me sorprendió que unos bellacos tuvieran tantas agallas ante la muerte, más no debía de menospreciar a mi atacante, pues hasta el más manso ante la muerte se puede volver un rival endemoniado. 

La batalla parecía ya sentenciada. El santiaguista cabalgó decidido a terminar con aquel derramamiento de sangre sin sentido. Avanzó imparable hacia el líder cazador al grito de - ¡Rindete Arnal! -.

Mientras tanto el truhán escondido en los arbustos, viendo el destino que le esperaba a su líder y que el mismo compartiría poco después, salió de su escondite para escapar corriendo. No vio mejor camino que el despeñadero que había a pocos metros tras el, pués sabía que aunque había mucha probabilidad de caer y darse un mal golpe, aquello era preferible a encontrarse con el acero del caballero. Y al final pasó lo que tenía que pasar, aquel hombre trastabilló y voló varios metros despeñadero abajo con la mala suerte de frenar la caída con su cabeza encontrándose con una roca afilada. Quedó tieso en el acto.

Gartzen seguía en combate singular con el Truhán al que anteriormente había propinado un buen tajo en su estómago. Aunque ahora el combate parecía más nivelado ya que ambos iban fallando sus golpes, el vasco mantenía mejor concentración y estado físico. Quizás ambos fallaban por el cansancio, las heridas sufridas o el ímpetu de acabar con el otro.

Finalmente Arnal soltó su arco mientras levantaba ambas manos en señal de rendición al tiempo que el caballo de Don Miguel relinchaba al detenerse a escasos metros del cazador. Ya sólo quedaba ver si Don Miguel tendría clemencia con aquel desgraciado...

El fallo estrepitoso al esquivar a mi atacante y mi fallido golpe hicieron que estuviese en un aprieto.

El vasco es un combatiente digno, pero su furia descontrolada y la embarrada pendiente en la que está luchando le juega una mala pasada. Lanza un potente golpe de hacha que al no encontrar a su objetivo hace que el soldado pierda momentáneamente su postura torciéndose un tobillo. Por suerte consigue mantener el equilibrio y no cae al suelo, ya que de ser así hubiera estado en un grave apuro.

Al ver que el combate se estaba acabando, Rachid guardó rápidamente el vial y se puso de pie. Mirando el desencajado rostro de la muchacha, que había encontrado una injusta y prematura muerte, y lo había dejado a él sin contacto.. volvió a decirle "descansa, allá donde te encuentres"

Rachid agarró de nuevo la ballesta, haciendo un verdadero esfuerzo por mantenerla en su sitio, y apuntando al hombre que combatía con Gartzen dijo en perfecto castellano:

-Oye tu, so-so-soldado de la maza, depón las a-a-a-armas o prueba la sa-sa-sa-saeta, tu mismo.

No tenía intención de disparar, y en caso de hacerlo, primero tendría que averiguar el como y luego acertarle. Así que era una amenaza, solo eso. Pero aquel soldado no tenía por que saberlo.

le asesto un importante golpe en el pecho 7+1+6

intuyo que habra secuela.

le acabo de partir con la mitad, y eso que no me importaba cogerlo  vivo. Mira que soy bruto.

en la otra accion del turno voy al galope hacia el que anda combatiendo con Gartzen, para echarle una mano.

El combate entre el vasco y aquel desgraciado parecía no acabar nunca. El suelo resbaladizo jugó en favor del truhán, que aprovechando un resbalón del soldado le propinó un golpe, aunque superficial, en el abdomen.

El moro ballesta en mano, no sin hacer un enorme esfuerzo, apuntaba intentando amedrentar al mismo desgraciado que aporreaba a Gartzen con su maza. Aquel hombre inmerso en el frenesí del combate ni si quiera se había percatado de la presencia de Rachid hasta que escuchó como lo amenazaba tartamudeante. Finalmente soltó la maza, pero no por la amenaza del moro, se rindió cuando vio a todos sus compañeros muertos a su alrededor y el destino que iba de sufrir quien había sido durante muchos años su líder.

Para Arnal todo acabó en un instante. Don Miguel no solo no tuvo clemencia con el líder de aquellos buscavidas, si no que acabó con aquel hombre de diestro y único golpe de espada que seccionó su columna vertebral. El cuerpo se desplomó como una muñeca de trapo. Agonizante en el suelo Arnal maldecía al santiaguista mientras se le escapaba la poca vida que le quedaba.

Cuando proceda, que conste que quiero dirigirme al galope, al rufian de la maza.

Le hice una señal a mi Señor para que parase pues veía su intención.

Le pregunté al bellaco: Ahora dinos la verdad sobre esas leyendas ¿fuisteis vosotros los que matasteis a esos hombres? 

- N-n-no hemos sido nosotros, solo veníamos a matar el gigante para cobrar la recompensa. -  Aquel hombre comenzó a temblar cuando escuchó cada vez más cerca el sonido de los cascos del caballo de Don Miguel golpeando el embarrado suelo. - Arnal se emperró con la muchacha, y aunque nosotros le dijimos que lo dejara correr, él decía que debía pagar lo que había hecho. - Cuando el santiaguista llegó junto a Gartzen y el desgraciado el hombre, este hincó ambas rodillas en el barró y comenzó a suplicarle al caballero por su vida. - Señor, sed hombre bondadoso pues yo solo acataba mandato, nunca quise mal para la muchacha. -

Señor kreo que no es justo sesgar una vida arrepentida, dejad to este hombre que vaya al alguacil y le diga lo sucedido para que puedan enterrar to los muertos y saber la verdad del asunto.

Bandido tumbate en el suelo y pon las manos en la espalda. Tal vez hoy vivas.

Mientras hago esto, le lanzo unos grilletes que saco de las alforjas del caballo.

GArtzen, Ramon, ponerselos por detras.

Bandido si osas resistirte, te meteré un palmo de filo en tus carnes.

Obedecí la orden de mi Señor guardé mi hacha y daga y me dispuse a encadenar al bellaco...