Partida Rol por web

 Jonova había hecho la primera jornada del viaje abstraída, dudaba de que fueran a tener problemas tan cerca de la ciudad, y por otro lado este desierto era su hogar, el sitio donde se había movido toda su vida, itinerante entre las distintas y menguadas comunidades del interior.

 Montaba a lomos de camello para mantener el ritmo del resto, pero cuando hacían alguna pasua no dudaba en bajar para estar con Jarael, quien avanzaba con expresión resignada sobre las araenas ardientes del desierto, andando a la sombra proyectada por los camellos cuando el sol así se lo permitía.

 A parte de compartir el mismo objetivo principal y camino, nada hacía pensar que Jono formar aparte de aquel varipinto grupo.

 Cuando finalmente hicieron un alto para pasar la noche Jono buscó un lugar adecuado, resguardado de miradas incautas, arresarados del frío y aire nocturno del desierto. Cuando el grupo habló de las guardias ella comentó.

 - Creo que lo mejor sería hacer guardias por parejas, siempre es mejor que haya dos personas atentas. Yo ya la haré entre medio, los sentidos de Jarael serán los míos.

La fría noche del desierto pasa poco a poco, y Serenae se eleva en el cielo dispuesta a cambiar el infierno helado de la noche, por la hoguera incesante del día en el desierto.

Recogéis el campamento, y os ponéis en marcha, otro largo, caluroso y monótono día en el desierto.

La rutina se repite durante una semana sin más tregua que cuando os cruzáis con alguna otra caravana que sigue la misma ruta.

Cuando se cruza con otras caravanas, Ateela intenta averiguar si han visto o saben algo relevante sobre Omar, incluyendo rumores, etc. En ningún momento hace ni la mas mínima referencia a la maldición o al templo al que la caravana se dirije. La versión oficial es que el grupo está recorriendo la ruta entre Katapesh y Solku con la esperanza de encontrar a Omar en algún punto del camino. La probabilidad de que alguien sepa algo de Omar después de tanto tiempo es ridícula, pero hay que intentarlo (y también es bueno mantener la coartada por si alguien interroga a las caravanas en Katapesh). 

Varias veces al día, la sacerdotisa mira alrededor (y también por la noche durante su turno de guardia), siempre alerta a que alguien les esté siguiendo. El desierto es bastante peligroso sin necesidad de preocuparse por sicarios de palacio intentando que la investigación desparezca sin ruido. 

A última hora de un día que igual que el resto del viaje (*), podéis ver algo inesperado. En medio del desierto, en una zona arenosa, sentados, hay un camello parado, muy cerca de la ruta habitual de las caravanas.

El animal esta preparado para montar, lleva una silla, y varios fardos cuelgan a ambos lados de ella.

- Esto es muy raro. Qué hace un camello solo en mitad del desierto?

Jaali mira al atardecer en el desierto, mientras se calienta el agua para su te de pesh. El viaje en el desierto esta siendo aun mas incomodo de lo que esperaba y si cabe aun mas aburrido. Por algun motivo sus compañeros de viaje no son muy amenos, especialmente cuando Jaali esta cerca. Todo eso hace que Jaali abuse un poco mas de lo habitual de la substancia

A este paso, no me va a llegar lo que he traido hasta Solku...

Sin intentar pensar en ello, se gira buscando conversacion. El unico cerca suyo en este momento es Morbo, que desde su cagada en el templo se ha mostrado muy taciturno y poco hablador.

Morbo, alegra esa cara hombre. Todo este calor tiene que ser bueno para el cutis...

Jaali, en el centro del grupo, observa al camello con cierta aprension. El aburrimiento del desierto es malo, pero una emboscada es peor.

Atento a lo que pueda pasar, mete su mano en la bolsita donde lleva los componentes de los conjuros, por si acaso.

Cuidado, podria ser una emboscada... Donde esta el jinete?

Mirad ahi, al lado del camello. Parece que hay una zona de arena que ha sido removida hace poco - dice Jaali señalando con la mano libre - Si no, la brisa habria uniformado esa parte de la duna con el resto. Quien quiera que usaba ese camello estaba aqui hace muy poco tiempo... Si es que se ha ido

El elfo arruga la nariz, - No es nada normal un camello suelto, estos animales son muy caros. Estad atentos a los bandidos, si no son ellos alguna calamidad habrá acontecido a sus propietarios.

Girandose hacia el resto - Veis algo, mi vista no es demasiado aguda - la voz suena impaciente, sabe lo cruel que puede ser el desierto y tiene ganas de avanzar para auxiliar a quien puda necesitar su ayuda, pero su instinto le impele a ser paciente y asegurarse de no meterse en los mismos problemas en los que pueda haber caido el jinete del camello.

Dorwas no solía hacer demasiado caso al desierto a su alrededor durante el viaje. Sabía que había exploradores más habituados a la travesía por el desierto y con mejor vista que él, por lo que solía estar más reclinado que sentado sobre su montura, generalmente con los ojos cerrados, tostandose bajo el sol.

Pero nunca apartaba la mano demasiado de la cimitarra.

En cambio, por la noche era hablador, especialmente con Ateela, Jonova y Raffius.

Cuando vieron el camello, descendió de su montura mientras sacaba su cimitarra en un movimiento lento, casi ritual. ¿Alguien puede asegurarse que no haya nadie tapado en la arena? Me tendrá a dos pasos por detrás y a mi cimitarra a medio por delante. preguntó mientras trataba de localizar la zona que indicaba Jaali.