Partida Rol por web

Me vuelvo seria hacia Jonas, carraspeo. -Pues claro que hago lo que me da la gana… no tengo que arrodillarme ante ti, niño. Sé que no soy el centro del mundo, pero procuro mirar por mí y los míos.- Y tú, por supuesto no eres de los míos.

Miro hacia Vahala y luego continuo con la vista hasta Jack, supongo que cuanta más gente mejor para él. -Hasta mañana, estaré por ahí.- Señalo un lugar un tanto alejado, un poco de soledad me vendría bien, pero aun recodaba la promesa que había hecho. Soy una mujer de palabra.

Me dirijo hacia el árbol y me siento ahí, solo apartando la mirada del anciano para contemplar las hierbas de mi alrededor, el abrazo de la naturaleza siempre era algo reconfortante.

¿Qué podía decir? Sentía cierta desesperanza asentándose en la boca del estómago que aunaba fuerzas con el desánimo que acarreaba. ¿Cómo iban a hacerlo? Estaba claro que no había unión entre ellos. Morrigan con su forma de ningunearlos, Jonas con el ego herido como un crío y Jack, bueno, él seguía siendo el crío piojoso que seguía teniendo más posibilidades con ese grupo que por su cuenta. Las cosas tenían que estar muy mal si el chico era el único que sabía comportarse.

Lo que estaba claro era que habían dejado un recuerdo indeleble en la mente del anciano y eso no parecía ser de la importancia de nadie.

- Jannet - acabó por decir, en vista que tampoco había mucho que hacer. Además, Jack acababa de invitarlo al fuego, tal vez siguiendo con el pensamiento de vigilar de cerca al enemigo. Lo que era cierto era que si ese hombre les quería algún mal, era más fácil que pudiera causárselo al separarse del grupo para avisar a alguien de su identidad que si se quedaba con ellos -. Y realmente le recomiendo que evite el lugar si su visita no es de extrema necesidad. Hay mejores épocas para ver la ciudad.

Torn observa alejarse a la mujer pelirroja, y decide no decir nada. Es mejor dejar que las aguas se calmen, aunque le ha quedado bastante claro que los problemas de ese grupo han empezado mucho antes de que él llegara.

Sonríe al chico que le ha dado aquella escueta bienvenida, y asiente. No estará de más descansar un poco las piernas, aunque aún no sabe si se quedará a pasar la noche o buscará otro lugar.

- Bueno... -dice-, pues con vuestro permiso, voy a acomodarme. Al menos durante un rato, hasta que recupere un poco el aliento y las plantas de los pies dejen de dolerme. Llevo todo el día caminando sin parar.

Suspira de alivio y mira a la chica que se ha presentado como Jannet.

- Una vez más, agradezco tu consejo -asiente-. Desde luego, parece que algo os aflige o amenaza, porque he visto muchos viajeros en mi larga vida, pero pocos tan preocupados o desanimados ante la perspectiva de tener que ponerse en marcha...

-Yo solo les sigo por curiosidad. No tenía nada mejor que hacer y me parecieron un trío interesante.

Saca algo de pan y queso y lo reparte entre los que se han quedado alrededor de la hoguera. 

-¿Y por qué un anciano como tú ha estado caminando todo el día? Seguro que tienes cosas más importantes que hacer.

El anciano mostraba curiosidad y el enano, lejos de guardar las apariencias, vomitaba la primera verdad que se le pasaba por la cabeza. Contuvo el gesto de cerrar los ojos. Si por ella fuera, se apartaría de todos como Morrigan pero ni estaba preparada para dormir a la intemperie ni consideraba seguro alejarse así que en su lugar se arrellanó en la capa de pieles de la pelirroja y miró el pequeño fuego, obviando la comida que repartía el chico pues ya había abusado bastante de sus exiguas existencias.

- Nos hemos juntado por necesidad y eso no ayuda a limar asperezas - respondió con un forzado encogimiento de hombros -. Seguiremos juntos siempre que seamos capaces de aguantarnos el tiempo suficiente hasta que se separen nuestros caminos. ¿Y qué hay de usted, señor? Los caminos no son seguros para andarlos solo y menos a su edad.

Torn ha sacado una larga pipa de madera, que enciende con gestos tranquilos ayudándose de la punta de una ramita con la que ha tomado una pequeña llama de la hoguera. Cuando el tabaco se ilumina, el viejo da un par de caladas lentas y suspira. Ya se siente un poco mejor, y sonríe a los dos jovenzuelos.

- "Un anciano como yo" -repite la frase del chico pelirrojo-, no es lo mismo que un anciano cualquiera. Estoy más que acostumbrado a recorrer los caminos, pues llevo toda mi vida viajando de acá para allá. Eso es lo que hago, vagabundeo buscando nuevos senderos e historias, y me gano el sustento de muchas formas distintas. Pero siempre estoy en movimiento y nunca permanezco demasiado tiempo en un mismo sitio...

Da otra calada a la pipa y señala a la muralla que ha quedado a su espalda.

- Ya había estado antes por estos parajes, pero en esta ocasión es diferente. Algo me ha traído hasta aquí, una... -piensa por un instante- Una sensación. Sí, podríamos llamarla así. Mi intuición me dice que en esta ciudad está a punto de pasar algo. Algo importante y que según parece, no será bueno. Cosa que, por lo que la joven Jannet dice, me hace pensar que esa sensación mía no va muy desencaminada. Quizá vosotros podáis darme alguna pista sobre qué puede estar pasando por aquí que sea tan preocupante...

Y se queda mirando a los tres chicos con ojos brillantes bajo las cejas pobladas. Quizá aún no se fíen de él... pero no pierde nada por intentarlo.

-Pues... si la información es correcta... la Emperatriz ha sido herida y se ha desplomado en su camino desde el Templo al Palacio. Nunca ha pasado antes, ¿no? La Emperatriz es inmortal y no puede ser herida.

Se come su parte del queso y el pan.

-Quizá sea eso lo que hayas notado. O quizá sea las celebraciones del 1º de Primavera. Dicen que es una noche mágica, ¿no?

Las palabras del joven pelirrojo suscitan algo mucho más grave que lo que representa que la Emperatriz haya sido herida. Todo el mundo sabe que la Emperatriz protege a ese mundo de lo que hay fuera. Las leyendas dicen que ha sido así desde la Era del Caos cuando la Oscuridad fue desterrada y sellada con el poder divino. 

Sin duda, que eso haya pasado, no es normal. Además, se dice que la Emperatriz siempre ha sido intocable. Inmortal.

Estaba claro que el hombre trataba de sonsacarles información, algo con lo que no se sentía cómoda. Durante un breve instante miró el lugar en el que estaba Morrigan y luego en el que estaba Jonas. Tan difícil..., quería hablar con ellos pero dudaba de que hacerlos entrar en razón estuviera dentro de sus posibilidades.

Aunque estaría bien que alguno de los dos pasara por ahí para darle una colleja al joven Jack, una que lograra que sus sesos se esparcieran contra la corteza del árbol. O tal vez cortarle la lengua. Cualquiera de las dos opciones resultaba seductora.

- Eso son rumores y nadie puede probarlos - siseó cuando dijo lo de la emperatriz, con una mirada de dolor cargada de acusación dirigida al chiquillo pelirrojo. Bajó unos segundos la vista, respirando profundamente con el fin de calmarse antes de mirar al anciano -. Ha dicho algo sobre una sensación. ¿Qué clase de sensación? ¿Es usted alguna especie de mago o adivino?

Jack alza una ceja con el comentario de Vahala.

-Por eso he dicho "si la información es correcta"... qué susceptible estás, de verdad... Además, es verdad que la Emperatriz se desplomó cuando volvía al palacio. Todo el mundo lo vio. ¿Dónde estabas tú?

Niega con la cabeza.

A Torn se le borra la leve sonrisa de la cara cuando oye hablar al chiquillo. Incluso para él, que ha recorrido los caminos tantas veces y ha experimentado tantas cosas, eso es algo totalmente insólito.

- ¿La Emperatriz herida...? -repite, sin poder creérselo.

Durante un momento su mirada se queda perdida, y trata de asimilar lo que acaba de escuchar. No puede ser, tiene que tratarse de un error. Entonces Jannet habla, y sus palabras suenan como un bálsamo. Sí, debe ser un rumor sin fundamento, o una mala interpretación. Pero lo último que dice Jack es bastante preocupante.

- Hrm... desde luego, lo que contáis no es nada tranquilizador -gira con lentitud la cabeza y mira la muralla-. Aunque debe de haber alguna explicación. En cuanto a mi presentimiento... algo así podría explicarlo, desde luego. Y "mago" o "adivino" son títulos que quizá no encajen del todo conmigo. Digamos simplemente que... tengo mis habilidades. Y por lo que veo siguen afinadas...

Da una calada a la pipa, rumiando algún pensamiento, y después se dirige a los dos chicos que parecen más dispuestos a compartir lo que saben, aunque no se le ha escapado que no se fían del todo de él.

- ¿Y qué hay de vosotros? -pregunta-. Sois jóvenes, pero parecéis resueltos. ¿A qué dedicáis vuestra vida, si puedo preguntar?

La chica entrecerró los ojos, acusando el gesto ante las palabras de Jack. ¿Por qué hacía aquello? Sabía perfectamente lo mucho que le dolía toda aquella situación o debería saberlo, pero claro, el chico no sentía piedad por nadie. Quizás porque su vida había estado exenta de compasión que él se mostraba incapaz de darle tregua a los demás. Y lo peor es que sus palabras delataban lo que ella no quería contar.

- Lo vi, como todo el mundo - acabó por decir con rigidez -. Pero la emperatriz volverá...debe volver - musitó para sí. Miró a Torn, tratando de espantar aquella sensación que amenazaba con asfixiarla mientras elevaba a los cielos el pensamiento de que sería un buen momento para una señal -. Era doncella en palacio, pero mi trabajo terminaba ayer pues me mudo a vivir al campo con mi padre.

Vahala parece tener bien aprendida la mentira que les contó a ellos, aunque no tiene mucho sentido que aun esté a las puertas de la ciudad si acabó ayer de trabajar. Pero no dice nada.

-Yo me buscaba la vida en la calle. Ahora... supongo que me busco la vida fuera de la ciudad. 

Acaba de comer su parte y coge una manzana. Suficiente hambre ha pasado como para tener que racionar.

Torn permanece unos instantes en silencio, como ensimismado. Sus ojos están fijos en la hoguera que tiene delante, y sus iris de color claro relucen mientras cavila. Por fin, deja escapar una voluta de humo tras dar una calada a la pipa y se arrebuja en sus ropajes.

- Tal vez alejarse por un tiempo sea lo mejor, si la ciudad se ha vuelto tan insegura como decís -comenta-. Probablemente estés más segura en el campo, jovencita... Pero si es cierto que la Emperatriz ha sido herida...

Niega levemente con la cabeza y emite un gruñido grave. Luego mira a la muralla oscura una vez más.

- Bueno, creo que al menos ya sé a qué se debía mi mal presentimiento -dice-. Lo que me pregunto es qué camino debería tomar a partir de ahora para... ser útil. Tal vez debería tratar de ver a la Emperatriz yo mismo y asegurarme de que todo está bien...

No parece estar hablando con Jannet, ni con Jack. Más bien parece estar valorando sus opciones para sí mismo, pensando en voz alta. Pero desde luego, no cabe duda de que la charla junto al fuego ha dejado al anciano bastante confuso.

Me encuentro sentada, alejada del grupo, apoyada en el tronco de un árbol mientras gracias a mi buen oído de cazadora escucho parte de la conversación del grupo, el sospechoso anciano comenta que vagabundea buscando historias para luego decir que debería ver a la Emperatriz. ¿Se referiría a una audiencia? ¿O simplemente verla como había hecho yo?

Niego levemente. Me da igual, cualquiera de esas dos cosas es imposible. Lo mejor que podrían hacer es callarse, sobretodo el pequeño bribón, creo que habla más de la cuenta. Ahora debemos descansar, nos queda un largo camino por delante.

Aunque me gustaría dormir, sigo mirando atentamente al grupo, al extraño anciano que se ha sentado alrededor del fuego y al resto de mis compañeros, pero sobretodo miro hacia Vahala, vigilándola como había prometido.

Lo peor de todo es que sé que en algún momento tengo que descansar, hemos caminado mucho y aun nos queda mucho por delante. Suspiro antes de dar un pequeño cabeceo y volver a mirar hacia la joven.

Miró al anciano un segundo antes de bajar la mirada, con el labio temblándole levemente mientras ponía todo su empeño en mantener el control de sus emociones. Cuando pasado un rato se creyó en poder de sus facciones y de su voz, se levantó de su sitio, clavando la mirada en algún punto entre los árboles.

- Se hace tarde así que voy a retirarme ya a dormir - anunció a sus compañeros -. Buenas noches - iba a dirigirse a un rincón pero al final cambió de opinión para acercarse un poco al lugar en el que Morrigan hacía guardia -. Despiértame cuando sea mi turno, por favor. También debes descansar.

Dicho aquello se alejó, echándose de espaldas al fuego envuelta en la capa de Morrigan, cansada de las complicaciones del día, de los malentendidos, de los desencuentros. Permitió que el desánimo, la desesperanza, la desesperación y el dolor se adueñaran de ella en su rincón en la oscuridad y, en aquella falsa intimidad, permitió que las lágrimas cayeran de nuevo por su cara en un llanto silencioso que la acompañaría hasta el sueño.

-Pero nadie puede ver a la Emperatriz, ¿no?

Jack mira a Vahala, pero ésta ya se está despidiendo. Así que el pelirrojo desvía la mirada hacia Jonas. El moreno no está muy por la labor de hacerle caso a nadie así que no responde. Se mantiene mirando a algún lugar indeterminado y no parece que la situación vaya a cambiar.

-Bueno... parece que la gente ya se va a dormir. Tendremos que hacer lo mismo.

Observo como Vahala se acerca un poco hacia la zona donde me encuentro sentada, me dice unas palabras, hago un gesto afirmativo con la cabeza. -Vale, ahora descansa.- Tendría que hacerlo, aunque estaba acostumbrada a dormir sola y despertarme al menor ruido, quizás la chica quería sentir útil y bueno, poder descansar sabiendo que alguien te está cubriendo levemente es una sensación desconocida.

A lo lejos se sigue escuchando la voz del joven pelirrojo, por supuesto tenía que ser él, el último en callarse. Le hago un gesto, colocando el dedo índice sobre mis labios, a ver si al fin deja de parlotear y cumple con lo que dice.

Una vez todos empiezan a colocarse para descansar, dejo mi corta espada, cerca de mí y continúo observando, atenta a nuestros alrededores, al anciano y sobretodo, sin perder de vista el oscuro cielo, ya que este había sido uno de los primeros en avisarnos mostrándose de una forma que parecía que en cualquier momento fuera a caer sobre nosotros liberando así sus diabólicas huestes.