Partida Rol por web

Absolutamente indignado con lo que estaba ocurriendo, tan solo su respeto hacia los cargos militares y hacia el mariscal le impidieron vociferar blasfemias o incluso llevar la mano a la espada y empuñarla frente a amigos. Mira duramente a Laern mientras dice secamente:

- No te preocupes, Morz, en cuanto esto termine volverás a ser libre. Yo vigilaré para que no te ocurra nada mientras.

Pero...pero... si yo no he hecho nada. Dice con cara de pena el hobbit.

Una vez atado Morz y el espía el grupo debe decidir que hacer.

No me gustaba la idea de encerrar al mediano bajo cuerdas... Señores, deberíamos proseguir, aunque sea arrastrando a esta "desgracia del mundo" tras nuestros caballos. La misión no espera, no podemos demorarnos. Por el camino seguiremos debatiendo y vislumbrando el misterio de esta campaña.

Lo siento amigo Morz, si estás con nosotros lo entenderás.

Laern vigilaba las inmediaciones mientras ataban al halfling y al espía aficionado. Este encuentro y las insinuaciones de aquel bellaco habían añadido más tensión sobre sus hombros. Alza la mano.

-Marchemos. Que dos les vigilen. El resto debemos estar atentos. ¡Vamos! Hemos perdido tiempo y no queremos que se nos escapen ni preparen trampas.

- Si me permite, mariscal, me gustaría quedarme al lado de Morz aunque sea uno de los que siguen el rastro. Si sufrimos un ataque y resulta herido mientras esta atado, no me sería fácil perdonarme.

Además tenía la intención de animarlo con su charla, para que no pasara estos momentos tan amargos solo.

Laern miró con algo de lástima al pobre hobbit. Quizá era víctima de las circunstancias, quizá algo extraño y peligroso para el grupo... Sin embargo, no parecía muy poderoso atado de esa manera. Mirando al elfo a los ojos, asiente con la cabeza y vuelve a otear el paisaje rocoso y empinado.

No siento compasión por el desconocido y tampoco por el mediano. Aún arde la ira provocada por la matanza de la aldea, los cuerpos de niños, ancianas, mujeres y hombres están muy presentes en mi conciencia y mi mayor deseo es hallar a los culpables.

Si uno de los dos presos es culpable que los dioses se apiaden de ellos porque yo no lo haré.

Creo que ahora en la oscuridad de la noche puedo ver un poco mejor que vosotros lo digo señalando a los humanos y si Elladan viaja con Morz puedo adelantarme con Ireth. Así ella podrá concentrarse en rastrear y yo vigilaré. Pero ya sabéis que soy como un cascabel, no me pidáis movimientos silenciosos.

El grupo retoma la persecución, aunque esta vez es Ireth la que sigue el rastro de los asesinos, junto a ella marcha Görg y el resto les sigue por detrás.

Elladan, vigila los movimientos de ese espía, no vaya a ser que en un arrebato cargue contra Morz y se lleve por delante al hobbit antes de ser... bueno... echado a los cuervos o rebanado de un plumazo.

Miré al frente. Continuábamos la marcha.

- Puedes contar con ello, Zarek -contesta simplemente el elfo, colocándose en la cola junto a los prisioneros.

Ireth no estaba de acuerdo con hacer caso a las palabras del espía, pero Laern era el líder y como tal, ella acataría sus órdenes. Vio como ataban a Morz sin decir palabara y cuando la comitiva estuvo lista, partió al frente, junto con el enano para seguir vigilando el camino.

-No me gusta nada esto Görg- susurró -Que venga un extraño a hacer acusaciones sin dar justificativos y que le prestemos atención... cuanto daño nos está haciendo esta búsqueda-

La elfa, agobiada por los sucesos en al aldea y el esfuerzo que había tenido que hacer para localizar al espía, notaba que su atención no estaba a tope y que se perdía en sus pensamientos demasiado seguido, pero el agotamiento no le permitía más.

A los cinco minutos de haber retomado la marcha la elfa Ireth se detiene en seco, había perdido el rastro de golpe.

Laern primero mira confuso los movimientos de la elfa. Cuando la frustración y las miradas confusas al suelo denotan que ha perdido el rastro, no puede evitar dejar escapar un suspiro de desesperación.

-Dioses, no permitáis que se escapen cuando están al alcance de una ballesta... -murmura con los ojos cerrados. Luego, sabiendo que las oraciones de poco sirven si uno no pone de su parte, se adelanta hacia la elfa y el enano-. Vamos, elfa, no nos falles ahora...

Aunque pueden sonar hostiles, sus palabras las pronuncia con una voz suave, casi suplicante, muy rara en él. Y es que habían tragado mucho polvo del camino, habían sido testigos de masacres imperdonables, para tener que rendirse ahora. Con la fuerza de la desesperación, baja del caballo y comienza a husmear el suelo, contemplar cada ramita rota, cada piedra volcada. Y parece que los dioses le sonríen.

Una cosa tras otra Ireth, todo a la vez me aturulla. Ahora ocupémonos de encontrar a esos asesinos y luego resolveremos la cuestión del espía.

Intento susurrar pero no se me da muy bien. Mientras la elfa avanza mirando al suelo yo vigilo en torno, al menos hasta que se detiene bruscamente. Me quedo mirándola y me doy cuenta que el rastro se ha desvanecido por como lo busca así que reparto mi atención entre lo que nos rodea y las posibles pistas pero necesitaría centrarme en una sola cosa para tener éxito. No termino de localizar el rastro.

Las palabras de Laern me sobresaltan <<a distancia de ballesta>> ha dicho. Y realmente podrían estar así de cerca, tal como apareció el espía. Eso hace que sujete con más fuerza el hacha y vuelva a vigilar el camino, si es que puede llamarse camino a la ruta que seguimos.

Me bajé del caballo. Con cuidado sujeté mi petate y miré al frente. Luego con recelo miré al suelo, desviando la mirada hacia delante y todos los sentidos, de reojo, por si hubiera algún peligro posible.

Veamos....

y comencé a rastrear las huellas volatilizadas. Tras un rato no pude seguir la pista...

Guíanos Laern... no consigo ver nada.

Observa que Ireth ha perdido el rastro y antes de que se decida a ir hacia delante a ayudarla, pues podría ofender a la elfa dando a entender que sin él no era capaz de hacer su trabajo, varios de sus compañeros si creen oportuno socorrerla en la búsqueda del camino, siendo finalmente el Mariscal quién logra recuperarlo.

"Vaya, no le conocía esa habilidad", piensa mientras sigue al lado de Morz.

Sin duda los asesinos se habían percatado de vosotros, ya que habían usado varias ramas para borrar sus pasos, pero alguna se les había escapado.

Deben estar muy cerca si andan con tanta prisa.

-¡Mirad! -el mariscal señala a unas marcas circulares en la tierra- Están usando ramas, intentando cubrir sus huellas... ¡Más rápido, y agudizad la vista y los oídos!

Levantándose, comienza a respirar con cierta excitación.

-Ya estáis cerca, desgraciados -gruñe entre dientes mientras aprieta con fuerza el puño de su espada-.

me subí al caballo alertado por las palabras de laern y alentado por la cercanía de la presa.

Ahora no escaparéis...

Tras el hallazgo de Laern el grupo vuelve a la búsqueda de los asesinos, el camino era cada vez más pedregoso y la vegetación empezaba a escasear.

Tras varios minutos, en una pequeña llanura, veis a seis figuras a lo lejos, parecían estar corriendo.