Partida Rol por web

- El combate ha terminado. Avancemos, ahora es seguro -dice Elladan forzando a su prisionero a avanzar y pidiéndole a Morz que lo siga.

A pesar de la convicción de sus palabras, lo cierto es que seguía observando cautelosamente los lindes del bosque, a la espera de esa emboscada que presentía desde el inicio del combate. Llegó a la altura de los cadáveres trotando lentamente.

Laern asiente con un gesto fugaz a Görg y luego lanza una mirada cargada de desprecio a los rendidos.

-¡Execrable escoria! -escupe al suelo-. ¡Atadlos!

Apunta con su espada al segundo cabecilla que se había rendido. No aparta sus ojos de esos asesinos, pese a que desearía volver la cabeza y contemplar la evolución de la persecución. Pero más vale pájaro en mano, y no iban a dejar a esa basura a su antojo.

Al menos ya tenemos un hilo del que tirar. Tarde o temprano lo alejados estarán en nuestra palma... -dije.

¡Les aplastaremos!

Bajé del caballo. Me dispuse a ir donde estaban los rendidos y atarlos pertinentemente.

Zarek ata a todos los mercenarios mientras que los elfos se acercan junto al espía y el hobbit.

¿Me vais a soltar ya? Pregunta insistentemente el hobbit.

Aunque sigue considerando la situación del hobbit injusta, el elfo entiende que no es el momento idónea para la insistencia, y le dice a Morz en tono bajo pero audible:

- Ahora no, Morz; Laern acaba de terminar el combate y Görg se ha marchado. Déjale un tiempo para recuperarse y cuando volvamos a estar todos y estemos seguros de que no hay peligro de emboscadas de más bandidos o lacayos, yo mismo se lo pediré.

Sin embargo, se queda pensando en la complicada situación en la que se encuentra: por un lado su amigo merecía ser desatado y recibir disculpas de todos nosotros. Pero planteárselo al Mariscal, cuando ya había dado una orden al respecto, podría considerarse una falta de respeto. Tendría que hallar el punto intermedio...

Te acercas de una manera increíblemente rápida al gigante, quizás sea porque el caballo de Anioz no está acostumbrado a tanto peso, o vete a saber por qué.

De seguir así no tardarás ni diez segundos en alcanzarle.

Ireth siguió los pasos de Elladan escoltando al otro prisionero. Estaba bastante satisfecha de su puntería, aunque le hubiera gustado dejarle un regalo más severo al mercenario que huía como un cobarde.

Llegó hasta donde estaba el grupo y desmontó. Suponía que Laern querría interrogar cuanto antes a los capturados recientemente, pero también tenían entre manos el asunto de Morz y el espía del reino vecino.

-Mariscal, debemos buscar un lugar donde acampar para poder interrogar a estos prisioneros- dijo señalando a todos los maniatados, incluido Morz. -¿Crees prudente que nos quedemos por las inmediaciones de este lugar o debemos avanzar un trecho más antes de dedicarnos a esa tarea?

Pero Laern tarda en contestar, pendiente de la éscena frenética que sucedía ante sus ojos: los dos caballos corriendo a la mayor velocidad que le imprimían los golpes desesperados de sus jinetes. Si seguían así se iban a descuajeringar.

-¿Qué?

Gira la cabeza, pero no las tiene todas consigo, como si tuviera la mente en la persecución. Al fin, se decide.

-¡Esperad aquí!

Y, viendo que nadie se unía a Görg, el propio mariscal se aprestó a ayudar a su viejo camarada.

ese ímpetu impulsivo... pensé refiriéndome a Laern... algún día hará que perdamos la cabeza todos...

Bien. Porqué no montamos aquí el campamento. Puedo hacer un fuego y podemos recoger algunos maderos. Cuando aparezca Laern y Grog lo tendremos todo preparado ¿qué decís?

Con la ausencia de Laern, no le queda claro quién está al mando. Sin embargo, la rapidez y seguridad de Zarek le convencen para apoyarle:

- Lo secundo. Es dónde han aparecido los enemigos y si tienen compañeros o esperaban refuerzos vendrán aquí; pero tampoco podemos hacer mucho más, sino Görg y el Mariscal no sabrán donde encontrarnos.

Contra su voluntad, el trato a Morz como prisionero iba a alagarse, añadiendo ahora el gesto de amontonarlo con la chusma...

Me acerco, los caballos llevan mucha distancia recorrida hoy. Y peso mucho menos que ese tipo grande, debería poder alcanzarle.

Preparo el hacha arrojadiza, intentaré asestarle un primer golpe a distancia.

Que demonios, aquel que corre persigue a mi caballo.

Propino una bofetada a mi adversario durante el combate.

Esto por atacar a un hombre desarmado.

Enfundo mi espada y salgo corriendo en ayuda de mis compañeros.

Pese a que tardía, espero que mi ayuda resulte útil y compense mi fracaso en el combate.

De pronto la situación es la siguiente, Zarek, Elladan e Ireth están solos junto a los prisioneros, los mercenarios por un lado y el espía y Morz por otro.

Anioz acaba de salir corriendo, mientras que Laern cabalga para alcanzar a Görg, el cual apenas se aprecia ya en la lejanía.

Comienzas a galopar, dejando atrás al grupo y acercándote a Görg y el desconocido, aunque todavía están muy lejos puedes observar que el enano está a punto de alcanzar al segundo.

Estás tan cerca... pero parece que esa pequeña distancia se mantiene ahora, por eso decides sacar una de tus hachas arrojadizas, y entonces...

Desenfunda la espada por si acaso.

- Zarek, ata al mentiroso con los demás prisioneros; no desataremos a Morz -dice con resentimiento-, pero tampoco lo juntaremos con la chusma. Ireth, puedes comenzar el interrogatorio ya que los demás no lo consideran importante.

En cuanto Zarek acabara de maniatar a Tilan, comenzaría a montar el campamento como había sugerido Zarek, pero no se alejaría para buscar leña: si no había cerca, se tendrían que apañar con brasas.

Asesino, no escaparás. No lo permitiré o el espíritu de tía Etel me perseguirá por siempre.

¡DETENTE!

El grito me sale al arrojar el hacha contra el huidizo grandullón. No quiero que escape, debe pagar por lo que hizo. Veo volar el arma girando sobre si misma y alcanzando su objetivo. ¡Bien!