Partida Rol por web

Voy a echar un vistazo rápido para ver si encuentro algo interesante bajo los asientos, si no pues vamos a echarles un cable a los demás con el embarcadero, después de todo vinimos a pasar un buen rato en el agua, aunque sea sobre ella. ¿Estás de acuerdo? - pregunto mientras me agacho a mirar si encuentro algo que pudiera llamarme la atención bajo los asientos del auto.

-Vale, no te preocupes que yo vigilo. se alejó un par de pasos del coche para poder ver algo más a su alrededor, estaba nerviosa. La idea de registrar el coche y encontrar algo guay era muy atrallente, pero no podía dejar de pensar en que si hacían una gorda los abuelos de Héctor los mandarian a todos a casa y ellos sólos habrían acabado con el verano.

Juan estaba mal de la cabeza, sobre ese punto ya no me quedaba ninguna duda. Con aquellos saltos solo iba a conseguir tirarnos al agua o romper alguna tabla. Aunque bien pensado y con el calor que hacía un bañito estaría genial.

Pero fue mirar el color del agua y quitarseme las ganas. En cambio el airecito...

Miré a mi alrededor para ver que podíamos hacer y de nuevo me fijé en la cadena.

—Hagamos lo que teníamos pensado y soltemos la cadena. Así el viento nos arrastrará hasta la barca —dije, muy seguro de mis palabras—. Vamos Juan, ayúdame a soltarla.

La puerta no esta cerrada, así que puedes abrirla sin problema. Hay un fuerte olor dentro de la caravana, al principio te sorprende y repulsa pero poco después te habitúas a él. Es un olor a suciedad, a restos de comida y humanidad, la persona que habita aquí no debió tener una madre exigente con el hábito de limpieza... o tal vez si, y por eso ahora como adulto pasaba de limpiar su cuarto. Estás meditando esas posibilidades mientras inspeccionas la habitación central que sirve de cocina y salón, al fondo se pueden ver dos puertas que supones que serán cuarto de baño y dormitorio. El lugar esta sucio y desordenado pero destacas varias cosas que te llaman la atención.

• Una botella en las últimas de whisky DYC
• Un cenicero con cigarros, muchísimos. Hay un mechero de esos grandes y plateados junto a un paquete de tabaco con un vikingo en la portada.
• Una caja con recortes de prensa, pero encima de ella hay unos calzoncillos usados que en su día fueron de color blanco... ahora parecen ser grises.
• En la cocina esta el fregadero lleno de cubiertos y cacerolas. Hay un pequeño fogón y muchas manchas de grasa alrededor, incluso se puede restos de una quemadura que se extendió por la caravana. También hay una pequeña nevera a la vista.
• Detrás de la puerta de la caravana hay un perchero en el que descansan tres sombreros, muy parecidos pero tras fijarte un rato te das cuenta de que son exactamente los mismos.
• Hay una televisión de la que salen dos antenas, no parece que este en su mejor momento pero posiblemente aún funcione, si le llega luz eléctrica. Y cerca de ella puedes ver una radio de plástico marrón y una pieza central plateada. Tiene una antena sobresaliendo que casi se cruza con el televisor.

Entre Juan y Jacobo empezáis a sotar la cadena. Al principio cuesta un poco, pero enseguida cogéis carrerilla y la cosa va más fluida. Poco a poco os vais apartando de la orilla, sobre ese embarcadero cutre pero funcional, pero el aire y la corriente de agua no os lleva precisamente hasta la barca precisamente. 

Igual si Clara y María chapotean podría redirigir vuestra improvisada embarcación hacía la barca.

Te apartas lo suficiente para echar un vistazo. No parece que haya nadie más por aquí, ni en lo alto de las montañas ni entre la basura que abunda por este lugar.

Te das cuenta de que Juan, Jacobo, Maria y Clara han empezado a mover el embarcadero hacía el centro del lago. La cadena se va desenrollando a medida que se alejan, pero no están avanzando precisamente hacía la barca que esta en el centro del lago. Les oyes hablar en voz alta, los chicos le piden a las chicas que chapoteen para redigir la improvisada embarcación. Que al fin y al cabo no deja de ser una serie de tablones unidos con cuerdas sobre garrafas de plástico vacías.

También puedes ver como Borja entra en la caravana, pero no sabes que estará pasando allí dentro. Al menos no se oyen gritos ahí dentro.

Vuelves a mirar a Héctor pero tu vista se va a su culo ahora que esta de espaldas revisando el asiento trasero.

Decides ojear el interior del vehículo, así que procedes a meter los dedos entres los pliegues de los asientos y por debajo de ellos. Encuentras una moneda de 100 pesetas, un cigarillo, mucha suciedad y restos de palos de helados.

Aún podrías ojear la guantera y el maletero. De hecho puedes acceder al maletero desde aquí mismo, pues los asientos traseros son abatibles.

Que asco, es peor que el agujero- dije por lo bajo viendo aquel panorama, de echo se me estaban quitando las ganas del Helado
que me pudiera ofender aquel señor tan sucio, pero ya que estaba alli era mejor llamar a ver si contestaba alguien.

Acercandome a lo que suponia que era la habitación alce un poco la voz -Holaaaa hay alguien ahi- si no contestaban entraria a echar un ojo

Ana controla que no haya nada que ponga en peligro su pequeña travesura.Si les pillan dentro de un coche no tiene muy claro cual puede ser el castigo, pero seguro que su madre la obliga a ir a confesarse al cura.
Se distrae un momento mirando a Héctor mientras este registra la parte trasera del coche, -Joder esta bueno...Un momento, ¿está bueno?Sí, ¿no? Y si.... Ana centrate. Ana sacude la cabeza tratando de no perderse en sus pensamientos mientras se acerca de nuevo al coche.-Héctor, ¿te queda mucho? Los otros están alejando el embarcadero, nos va a tocar nadar para llegar hasta ellos. ¿Hay algo? Espero que sí, porque después del chasco del cigarro...

Poco a poco nos íbamos alejando de la orilla y allí, avanzando sobre el agua, la brisa resultaba mucho más agradable permitiendo soportar mejor el calor. Me encontraba tan bien que de buena gana me hubiera puesto a cantar a pleno pulmón. Pero al comprobar que nuestrro destino se alejaba de nosotros...

—¡Ey, no estamos yendo hasta la barca! —exclamé preocupado temiendo que nos alejáramos tanto que no pudiéramos volver. Porque seguía sin apetecerme demasiado meterme en el agua. Solo de mirarla me daba repelús—. Chicas ¿no os apetecería daros un bañito? Podíais empujar mientras nosotros seguimos tirando de la cadena.

Intenté poner cara de inocente a ver si mi idea colaba.

- Oooooo mierda! Al final va a ser mala idea el haberse metido en esta balsa... De acuerdo, yo me pongo a un lado de la barca e intentaré remar a ver si enderezamos el rumbo. Les digo mientras me remango la ropa para intentar que no se moje nada excepto mi pobre mano.

Aquí no hay nada de interés tal vez en el maletero pero si me pongo a ello nos perdemos el paseo en el lago, así que mejor dejarlo de momento. - respondo mientras me dispongo a salir del auto, dejando de lado la moneda de 100 pesetas, pues no quería dejar evidencia de que había estado en el coche.

Vamos con los demás, no vaya a ser que nos deje el crucero. - añado mientras me bajo del coche y tomo a Ana de la mano para echar a correr hacia el embarcadero.

Estas solo, ni siquiera tus amigos te han acompañado aquí. Y si hubiera alguien aquí dentro, ya habría salido fuera con toda la escandalera que habéis hecho por aquí.
Ahora que llevas un rato aquí te has acostumbrado al olor, no es tan asqueroso como al principio, es llevadero.

La balsa improvisada avanza hacía la barca que flota en el centro del lago. En lo que queda del embarcadero, que viene a ser nada porque es lo que estáis usando para moveros a través del agua, aparecen unos sorprendidos Ana y Héctor. Que observan con sorpresa como sus compañeros están "navegando" por el agua, los chicos van soltando la cadena y las chicas usan sus manos para dirigir la embarcación en dirección hacía la otra.
Se habrán alejado unos 50 metros aproximadamente.

A este ritmo van a llegar pronto hasta la barca, y además con este aire que esta corriendo por el lago se esta muy a gusto. Un esfuerzo más y habréis llegado.

- Dale, Jacobo, ¡Que estamos cerca! - grita con entusiasmo Juan gritando en voz alta.

ante la falta de respuesta y dando ya por echo que no habia nadie dormido entre en la habitación  a explorar

Con la ayuda de las chicas habíamos conseguido encaminar la balsa en la dirección correcta. Nos quedaba tan poco para llegar a la barca... Pero tirar de la cadena se estaba volviendo una tarea pesada y ya me empezaban a doler los brazos. Me sentía todo sudado por el esfuerzo a pesar de la brisa que corría que, si no estuviera haciendo aquel titánico trabajo, seguramente sería de lo más refrescante y agradable.

Veía que la barca estaba a tiro de piedra pero, cuanto más cerca estábamos más cansado me encontraba. Empezaba a tener calambres en los brazos y las manos las tenía rojas por el esfuerzo.

—¡Oye tú! —le grité a Juan—. Podías ayudarme un poco ¿no? Ya no aguanto más.

Si el interior de la caravana ya te daba mal rollito, el dormitorio es aún peor. La cama sin hacer, ropa tirada por el suelo, restos de comida encima de la cama, una hilera de hormigas rondando uno de los platos vacíos, ropa interior maloliente debajo de tu pie. Ese sería el resumen de lo que ves, y aquí el olor es más intenso que en el resto de la caravana.

El mobiliario es muy reducido, hay una cama y un armario, junto con una ventana que se puede cubrir con una cortina. Ya esta, no hay nada más. Lo único que distingue en algo este cuarto es que el suelo tiene una moqueta gris.

La balsa improvisada sigue avanzando. Juan y Jacobo ya están cansado, así que el ritmo fuerte que estaban llevando ha menguado, ahora se avanza mucho más despacio. Además ambos están sudorosos y fatigados.
La barca sigue estando muy alejada.

Eh, compis. Vamos a descansar un poco, ¿Vale? Chicas, si quieren ir a nado las acompaño - dice mientras golpea levemente con su puño en el brazo de Jacobo.

Encima vuestra esta el molino de metal, sus aspas empiezan a moverse lentamente cuando el viento contacta con ellas. A vosotros os llega un frescor proveniente de las montañas, un aire fresco y agradable en este calor.