Partida Rol por web

-¡Haaaalaaa! -soltaron los dos niños a la vez.

Donna se dio la vuelta y sonrió, sin prestar mucha atención, para después volver con el otro niño.

-Terry nunca hizo que se moviesen los lápices -dijo Susan-, pero un día le dijo a una abeja que se estuviese quieta y ella obedeció. ¡Se quedó en la palma de la mano sin picarle! Y cuando él le dijo que se fuera, la abeja se marchó.

-Y sabía contar historias. Y hacer trucos de magia, pero de verdad -apostilló John-. Terry era muy guay. ¿Dónde se ha ido?

- Se ha ido de vacaciones, por una temporada. Pero decidme algo... ¿Terry tenía miedo de algo, en los últimos días, chicos?

Tras el truco, Ashler sabía que se los había metido en el bolsillo.

-¡Qué va! Terry era muy valiente. No le tenía miedo a nadie.

-Los de quinto a veces se metían con él, pero él les plantaba cara.

-También se meten contigo.

-¡Cállate, John!

- ¿Os dijo algo en estos últimos días antes de irse de vacaciones? Sobre si iría a algún sitio o algo...

Los niños se encogieron de hombros.

-Qué raro, irse de vacaciones antes de verano -dijo Susan.

Estaba claro que de allí no sacaría mucho... Ashler recuperó la verticalidad.

- Bueno, chicos, gracias por vuestra ayuda. Y recordad que lo del lápiz... Será nuestro secreto.

Y les guiñó un ojo, antes de volver a donde estaba Donna.

- Srta. Marcus, muchas gracias por su ayuda y la de sus niños. Me han sido de gran ayuda. Ahora, si me disculpa, tengo más diligencias para esta mañana. ¿Está la tarjeta lista?

-Niñas, ¿habéis terminado? Sí. -Donna tomó la tarjeta, firmada por todos los niños de la clase, y se la tendió a Sir Ashler-. Aquí tiene, señor Milano. Espero que le diga a Terry que le echamos de menos y que queremos verle por aquí muy pronto.

- No se preocupe, Srta. Marcus. Le diré a Terry que esto ha sido hecho con todo el amor del mundo.

Y era cierto, lo notaba. El Glamour se deslizaba dentro de la tarjeta como la sangre en las venas. Igual de vital.

- Bueno, ahora sí, debo irme.

Le dio la mano de nuevo a la profesora.

- Ha sido un placer. Hasta pronto.

Ashler salió del aula y bajó las escaleras hasta llegar a la entrada del colegio. Sacó una caja de cigarrillos, tomó uno y lo encendió con su zipper, con el cual fue jugando por el camino. Abriéndolo, cerrándolo, abriéndolo, cerrándolo... La tarjeta en su mano quemaba... Abriéndolo, cerrándolo, abriéndolo, cerrándolo... El Ansia... Abriéndolo, cerrándolo, abriénd...

Se internó en un callejón y encendió el zipper. Pasó la tarjeta por las llamas y le prendió fuego. Las letras de cera se iban desdibujando y se hacían negras. Y mientras las ilusiones y deseos de una clase de niños se destruían, Ashler iba recibiendo su sustento, su recompensa. Pero el Ansia seguía latiendo dentro de sí... Y no pensaba parar.

12:03

Ashler caminó pesadamente hasta la dirección adecuada. Decidió seguir usando su falsa identidad de Tyler Milano y así la coartada estaría completa. Esperó encontrar a los padres de Terry en casa, y si no, por lo menos algún indicio que le llevara a investigar esa supuesta institución en donde habían internado al niño. Cuando la hubo encontrado, tocó al timbre y esperó.

La casa era una preciosidad. De paredes blancas y ventanas amplias, contaría con unas ocho habitaciones. El césped estaba cortado minuciosamente, y había marcas de coches cerca del garaje. La casa era exactamente igual que las dos entre las que se encontraba. En una de ellas un vecino recortaba los setos del jardín. El barrio entero emanaba Banalidad, pero la casa especialmente. Tal vez fuese un alivio que nadie contestase a la llamada de Sir Ashler.

Ashler arrugó el gesto. Decidió dar una vuelta por los alrededores de la casa, mirando por las ventanas, para ver si descubría algo inusual...

La casa estaba en silencio, con todas las luces apagadas. No había nadie en la cocina, en el salón ni en el comedor. Los muebles eran caros y las habitaciones habían sido decoradas con mucho mimo, pero no había nadie. Ni padres ni hijo.

Decidió entonces pasar a la acción. Buscó una puerta trasera para poder forzarla... O quizás una ventana poco visible le valdría.

Había ventanas y puertas fácilmente forzables, sí, pero se trataba de un barrio residencial a plena luz del día. Sir Ashler estaría corriendo un riesgo innecesario, pero era una opción.

De nuevo, arrugó el gesto. No... Podría volver por la noche, o quizás encontraría más pistas en otro sitio. Terry Wood, supuestamente había sido internado en un centro. ¿Pero de qué? ¿Y por quién?

El sonido de la manguera fue su inspiración. Se acercó al vecino que cortaba su seto, e inquirió:

- Hola, buenos días... Verá, me llamo Tyler Milano, soy asistente social, y venía a ver a los señores Wood, para hablar sobre su hijo Terry... Habíamos concertado una cita, pero creo que no están en casa. ¿Sabe si han salido, o...?

-¿Los señores Wood? Están trabajando -contesta el vecino, muy ufano-. Creo que volverán por la tarde. Suelen llegar hacia las seis o así.

- Vaya, muchas gracias, muy amable.

Ashler se alejó con el firme propósito de volver por la tarde...

18:20

Sir Ashler regresó a la casa y vio que había un Mercedes gris aparcado frente a la casa y un BMW en el garaje.

"Vaya, gente pudiente...", pensó el Leanhaun. Apretó su carpeta en la mano, respiró hondo, y esta vez sí, llamó al timbre, esperando con toda seguridad que alguien le abriese.