Partida Rol por web

Dexter se despidió de Margareth y la cuidadora de Helen y salió de allí con mal estar. Tal debía ser el shock de lo que había sufrido la muchacha que el veterano detective seguía teniendo escalofríos solo de pensar en como le había mirado. 

Por lo que sabía de Marshall Daly podría ser también una estrella de cine de lo atractivo que era... si estuviera dispuesto a madrugar tanto como los actores. Se dedicaba a escribir Thrillers baratos que firmaba bajo pseudónimo, y trabajaba como guionista para Capitol Pictures. Allí el detective preguntó y uno de los currillos que iban de aquí para allá le explicó que "solía llegar tambaleándose a primera hora de la tarde a las instalaciones para guionistas, conocidas como "El callejón del guion".

El lugar era como un motel de una sola planta, con una hilera de oficinas conectadas por un porche largo de madera rematado con tejas de terracota. Aunque el estudio tenía guardias de seguridad vigilando  para impedir el paso de fans y acosadores, la zona de oficinas no parecían importarles a nadie y el detective pudo pasar sin mucho problema. Al cabo de unos minutos logro ver a Marshal quien había salido de las oficinas y estaba junto con otros guionistas charlando mientras hacían una pausa para fumar. 

Mientras se dirigía a las oficinas de la Capitol Pictures, a Dex aún le duraba el malestar sufrido al visitar a Helen. No podía apartarse de la cabeza la sensación de desasosiego, de vértigo e incluso de miedo que se había apoderado de él solo con mirarla a los ojos. Por más vueltas que le daba era incapaz de encontrar una explicación. Lo único que había sacado en claro era que a la joven le resultaría muy difícil volver a la normalidad. Si es que alguna vez lo hacía.

Una vez llegó a su destino y después de preguntar un par de veces, por fin dio con el tipo al que andaba buscando. Mientras encendía un cigarrillo, Dex se quedó mirándolo unos instantes, dándose cuenta que para un tipo guaperas como aquel le resultaría muy fácil traer a todas las chicas jóvenes, y quizás no tan jóvenes, de calle.

Pasados unos segundos por fin decidió abordarlo.

—¿Señor Daly? Mi nombre es Dexter Raymond, ¿podría hablar unos minutos con usted? —Dex dio una calada a su cigarrillo mientras esperaba una aceptación por parte del hombre. No había querido decir su profesión para no comprometerlo delante de sus compañeros, pero como se pusiera gallito a Dex no le importaría bajarle un poco los humos de galán barato que desprendía.

Marshall y los otros guionistas parecían debatir sobre los detalles sobre la doctrina con otros idealistas igual de imprudentes que él. Al final parecieron estar de acuerdo con que si lograban afear la Alemania de Hitler con sus guiones estarían dando un duro golpe por la causa. Al final todos parecieron marcharse para volver a sus despachos y seguir escribiendo.

El hombre se giró sorprendido cuando el detective lo llamó y en seguida una mueca de molestia se dibujó en su cara. Ni siquiera escuchó lo que el hombre le decía. 

- ¡Lo que faltaba! ¡Estoy harto de que me siga!-dijo lanzando un puñetazo hacia el rostro de Raymond.

Aquel cretino se daba demasiados aires de superioridad, pero estaba claro que no dejaba de ser un fantoche más del montón. Su reacción, completamente desproporcionada, cogió por sorpresa a Dex. Pero el detective estaba demasiado acostumbrado a tratar con tipejos como aquel.

—Ey, ey... ¿Acaso te crees LaMotta? —dijo con ironía Dex esquivando el golpe que le venía encima. Aquel payaso debía pensar que era un excelente boxeador—. Tranquilíces ¿de acuerdo? No sé de qué está hablando, yo nunca le he seguido. Solo quiero hacerle unas preguntas sobre Helen Deakin.

El detective esquivó el golpe de Marshall haciéndose a un lado, y lo inmovilizó con una presa para poder interrogarlo mientras se calmaba.

-¿Seguro que no eres tú el que me sigue? Joder...-dijo el hombre inmovilizado- está bien, está bien, mierda suéltame. ¿Preguntas sobre Helen? ¿La han encontrado ya?-preguntó mientras el detective le soltaba y se frotaba el hombro dolorido.

—No debería ir pegando puñetazos al primer desconocido que se encuentre. Le podía meter en un buen lío —dijo Dex, soltando al tipo para después pasar sus manos por su gabardina en un vano intento por desarrugarla.

Por un instante observó a Marshall intentando adivinar si su curiosidad por la aparición de Helen era un sentimiento real o simplemente estaba fingiendo. De todas formas eso iba a ser algo dificil de saber pues no debía olvidar que el tipo se rodeaba de la farándula. Tal vez tenia delante a un actor desaprovechado...

—Sí, Helen ha aparecido —respondió, pues ocultar aquel dato dudaba que sirviera de algo—. Pero en estado catatónico. Por eso estoy aquí, para adivinar qué le ha podido suceder. Me han dicho que usted salía con ella o por lo menos que se les veía mucho juntos últimamente. ¿Cuándo fue la última vez que la vio? ¿Notó algo raro en ella los últimos días antes de desaparecer?

De repente a Dex se le cruzó una idea que, aunque bastante descabellada, no quería dejar pasar sin preguntar.

—¿Por qué pensaba que yo le estaba siguiendo? ¿Acaso alguien lo está haciendo? Quizás solo sea un paparazzi pero... ¿Desde cuándo cree que lo siguen?

Quizás hubiera alguna relacion entre la desaparición de Helen y que siguieran a Marshall, si es que en realidad alguien anda detrás de él.

-¿Cómo que en estado catatónico? ¿Está bien?-preguntó el hombre alterado y sorprendido al escuchar las palabras del detective- Hasta hace seis semanas Helen me visitaba regularmente. Venía aquí o a mi suite en el CHateau Marmont. Lo pasábamos bien, ya sabes, y luego se marchaba-enseguida el hombre torció el gesto- yo quería algo más, pero ella siempre mantuvo las distancias. La última vez que la vi fue aquí mismo en la oficina. No supe que había desaparecido hasta que pasó una semana sin venir a verme. Entonces fui a su casa a buscarla y fue cuando me encontré con su hermana, esa especie de sargento disfrazada de gatita... Esa imbécil ya podía haberme llamado para decirme que Helen había aparecido-dijo enfadado.

- No tengo ni idea de quien me sigue ni por qué, pero estoy seguro de que hay un tipo siguiéndome-le respondió-No se si será algún marido celoso, un periodista o que, pero cuando descubra quien es ya se puede preparar para la paliza de su vida. No se desde hace cuanto me sigue, hará una semana o dos quizás. Estoy harto.

Dex ni siquiera se molestó en contestar a las sorprendidas preguntas del tipejo aquel. Simplemente se dedicó a escuchar lo que farfullaba, intentando percibir en él si decía la verdad o solo estaba fingiendo. El detective se daba cuenta que, con aquel caso, comenzaba a peder demasiado rápido la paciencia quizás porque solo veía callejones sin salida en su investigación. Prueba de ello fue la mueca torcida que apareció en su cara al escuchar la manera tan grosera que Marshall empleaba al referirse a Margaret.

—¿Nunca la acompañó a sus reuniones de la orden de la luz? —preguntó con curiosidad pues Dex había pensado que el tipo que la había acompañado era él—. ¿No conoce a Clara Nebel?

Dependiendo de lo que respondiera el señor Daly el hilo de pensamientos del detective tomarían un rumbo u otro. No dejaba de ver algo más que una simple coincidencia entre la desaparición de Helen, las reuniones de la orden de la luz y que alguien estuviera siguiendo a Marshall. No podía ser mera casualidad, ahí tenía que haber algo que lo uniera todo.

El hombre asintió.

-Si. Una vez ella intentó convencerme para que fuera a una reunión de un grupo raro... "La orden de la luz no-se-que", y me suena de que esa tal Clara Nebel era quien dirigía al grupo. Tras aquello cuando me volvió a decir que si iba a volver solté una carcajada tan fuerte que no volvió a sacar el tema. Vaya panda de tarados... ¿Por qué? No me diga que tienen que ver con su desaparición-preguntó alarmado.

—¿Solo la acompañó una vez? ¿Está seguro de ello? —preguntó Dex, pues el que no estaba seguro de estar escuchando la verdad de boca de Marshall era él—. ¿Alguna vez le hablaba Helen de la orden? ¿Insistió en algún momento sobre ese tema o lo intentó convencer de algo?

El detective seguía con sus preguntas pero en ningún momento mostró interés en contestar a las de Daly.

—¿Por qué le parecieron que eran unos tarados? ¿Qué vio o escuhó de ellos que le llevaran a esa conclusión?

Dex podía responder él solo a esas preguntas ya que, dados los temas de los que la orden solían hablar o tratar, él también había creído que eran unos lunáticos. Pero tras hablar con Clara... Sí, podía estar chalada, pero su manera de hablar y su casa mostraban a una mujer educada e inteligente. Inteligente sobre todo para sacarle el dinero a la gente.

-Jesus no, claro que no volví. No me gustan las sectas por muy inspiradoras que sean-dijo el hombre- Hablaban de poderes malvados y de un dios o algo así que con su luz nos ayudaría. Todo esto, claro, pagando. Y Helen sabía perfectamente lo que pensaba de ellos así que no me volvió a insistir. Está claro que hay un enemigo, el fascismo, pero me temo que ninguna luz divina nos va a ayudar con eso...-sentenció el guionista.

El detective le escuchó y al instante supo que Marhsall parecía hablar sin pelos en la lengua, pero era cauteloso en cierto modo con lo que decía.

—¿En algún momento, en esa reunión a la que asistió, hizo algún comentario antifascista? —pregunto Dex.

Acababa de acordarse del señor Pelley y pensó que quizás, si Marshall había comentado algo que pudiera ofender al puñetero fascista quizás hubiera mandado a alguien para seguirlo; intentar provocar miedo en el guionista o tal vez darle una paliza. Aunque ese era un tema aparte del de Helen, o eso parecía.

—¿Veía a Helen muy interesada en el grupo? Quiero decir si la joven creía fervientemente todo eso sobre la luz, los malignos y demás...

Estaba claro lo que el guionista escondía, el detective le había calado bien. No mentía abiertamente, mas bien era una mentira por omisión. Ocultaba, sin mucho éxito sus ideas políticas, es más puede que incluso fuera miembro del Partido Comunista.

-Tengo por costumbre no llamar demasiado la atención de los fascistas cuando voy a reuniones con gente que no conozco, así que creo haber sido discreto aunque toda esa gente de dinero... bueno, ya sabes que los burgueses y los fascistas suelen ir de la mano-dijo el hombre-. Helen claro que estaba interesada. Se creía todas esas tonterías y solía hacer donaciones e iba a reuniones con esa tal Clara Nebel. ¿Cree que fueron ellos los que la secuestraron? 

—Aún lo estoy investigando —contestó Dex por fin a una de las preguntas que el hombre le hacía.

Ahora que había descubierto sus inquietudes politicas entendía mejor la actitud desconfiada de Marshall. Y el detective no podía ni acusarle ni reprocharle el tener miedo o estar a la defensiva.

—En esa reunión ¿llegó a conocer al señor Pelley? ¿Qué opinión tiene sobre él? —Dex tenía que reconocer que la última pregunta la había hecho con mala intención, simplemente por ver cómo reaccionaba Marsahall ante el nombre de un fascista declarado como era Pelley—. Y Helen, ¿compartían usted y ella ideas políticas?

- Pelley... sí, creo que me lo presentaron en aquella reunión. El tipo era un  fanfarrón y un fascista. Dijo que había visto a Dios, pero si le los libros que ha escrito solo habla de la "raza superior" y suelta consignas racistas en cada línea, no hay por donde tragarlo. Por suerte no lo volví a ver o hubiera acabado con un ojo morado-explicó el guionista- Helen no tenía las mismas ideas políticas que yo. A decir verdad no tenía ninguna idea política en general, no le interesaban esas cosas. Ya sabe, su familia es rica y acomodada. Ella no era, ya sabe, de esa clase de gente, pero tampoco se mojaba en ese aspecto.

Definitivamente tendría que descartar cualquier motivación política en el secuestro y tortura de Helen. Dex se encontraba muy perdido con aquel caso y, con cada hilo que investigaba, se encontraba un nuevo callejón sin salida.

—Entiendo —dijo, de manera un tanto ausente—. En todo el tiempo que Helen y usted estuvieron juntos, ¿sabe de alguien más que pudiera estar interesado en ella? ¿Algún comentario por parte de ella de que alguien la estuviera siguiendo o importunando? No sé... Cualquier incidente, cualquier detalle puede ser importante. Por muy pequeño que sea y aunque no crea que tenga relevancia.

Necesitaba algo, lo que fuera, para seguir adelante con el caso.

-No se me ocurre nadie...-dijo el hombre algo dubitativo- verá ella y yo manteníamos las distancias. Teníamos claro lo que nuestra relación era y, aunque no me guste mucho que se vea con otros hombres, siempre tuve claro que esas eran las condiciones. Yo también me veo con otras mujeres. Quizás otro no entendió eso, no lo sé-le dijo para luego quedar pensando unos segundos- Mmm A lo mejor es una tontería, pero una vez encontré que Helen tenía varias fichas de gran valor de un casino llamado El Alegría. La propuse ir allí un día juntos, pero reaccionó como si acabara de atropellar a su gato con mi coche. No le insistí más. Quizás tuviera allí un amante-el hombre se frotó el pelo, frustrado, alborotándoselo- Yo qué sé.

Estaba claro que aquel tipo no tenía ni idea sobre Helen. Simplemente le gustaba, se la tiraba y nada más, aunque tenía toda la pinta que era ella la que prefería mantener el misterio sobre su vida. Pero desde luego, Dex era capaz de entender que Marshall poco más le diría.

—De acuerdo... —dijo, tomando buena nota mental del nombre del casino que el guionista había mencionado—. Por el momento no lo entretendré más. Pero si recuerda algo que le pueda parecer extraño, por pequeño que sea, póngase en contacto conmigo —le tendió una tarjeta con el número de su oficina y la dirección—. Ambos queremos descubrir lo que le sucedio a Helen ¿verdad?

Dex se despidió del hombre y regresó a su coche. Antes de arrancar y poner rumbo hacia el casino, se quedó pensando en el tipo de vida que debía haber llevado la joven. Muchos eran la que conocían su rostro y seguramente su cuerpo, incluso se habían divertido junto a ella, pero pocos los que habían descubierto algo sobre su alma o sus pensamientos.

El detective encendió un cigarrillo y dio una intensa calada antes de ponerse en movimiento.

-Si, si, por supuesto-dijo el guionista antes de despedirse del detective.

Aquel tipo, pese a que parecía una pareja posesiva, estaba claro que tenía las cosas claras con Helen y, si había sido sincero, ni siquiera sabía lo que le había ocurrido.

El detective salió del callejón del guion y, tras terminarse el cigarro, se montó en él. Era difícil saber que había pasado con aquella chica, si aquella extraña religión tenía que ver con su desaparición y su estado actual o si había sido otra cosa. Pero una nueva pista había surgido: El Alegría. Y quizás tirando de aquel hilo llegase al meollo del caso.