Partida Rol por web

Vakaipa lanza uno de sus hechizos sus manos se convierte en un conducto de electricidad que al tocar a uno de los semiorcos lo hiere aunque su hechizo no tiene la fuerza que esperaba.

Leo divisa el huevo del dragón y se dirige hacia él, pero no se da cuenta que lo han descubierto y de un fuerte golpe con el hacha en la espalda cae inconsciente.

Maechen volvió a sufrir los golpes del hacha de otro de los semiorcos, pero eso no parecía mermar su espíritu de lucha. Por su parte, Ilvor intentaba en vano golpear al cocodrilo, no estaba concentrado, estaba más pendiente de lo que les pasaba a sus compañeros que de su propia lucha.

El semiorco que había dejado inconsciente a Leo fue hacia Ilvor, pero el centauro paró su ataque con su propia arma, impidiendo resultar nuevamente herido. El cocodrilo por su parte tiene más suerte y consigue morder una de las patas de Ilvor tirando de él para llevarselo lejos

Siente el mordisco del cocodrilo y reacciona, dándole con la parte de madera de su arma, logrando hacer que este le suelte y permita liberarse.

-Maldita escoria, muere de una vez!- grito molesto por el dolor, mientras blandió su arma contra el ser.

La tiefling estaba viendo cómo sus compañeros caían uno a uno. El arrebato del centauro los estaba llevando a todos a la muerte, la balanza parecía estar del lado del enemigo. La presencia de esa bestia en las aguas pantanosas había perjudicado también la incursión.

Habiendo asegurado la vida de su hermano decidió lanzarse a por uno de los orcos que éste tenía enfrente... sin embargo escuchó un lamento cercano. Al girar la cabeza vio cómo la elfa oscura estaba tendida en el suelo debatiéndose entre la vida y la muerte. Miró a Vakaipa, no quería dejarlo solo, pero contaba con que pudiera aguantar un breve tiempo antes de volver a su lado. Si salvaba a la mujer tendrían más opciones de sobrevivir en un futuro.

Acercándose a ella, estudió rápidamente sus heridas. Cortando parte de su ropa elaboró un provisional vendaje que hizo que parase la hemorragia.

Colocó una mano en su frente y le susurró al oído.- La diosa está contigo, muerde ésto con fuerza y aprieta.

Apoyándose en su espada para levantarse volvió a echar un ojo al panorama que tenía a su alrededor. Fijó sus ojos en Vakaipa para ver cómo le iba.

Vakazara había detenido la hemorragia de Ashara, no había recuperado la consciencia, pero por lo menos su vida ya no pendía de un hilo.

Ilvor consiguió soltarse del agarre del cocodrilo que intentaba alejarlo de la batalla, intentó golpearlo con su hacha, pero no consiguió el ángulo que necesitaba para darle

-¡Intentad agruparos y flanqueadlos! -gritó Maechen mientras hería a la mujer orca- Si veis que no podéis más huid, no vale la pena morir

Su mano se lanzó hacia delante, señal muda para detener a su hermana, pero ella ya había acudido al rescate. El sacrificio que él sólo podría llegar a considerar hacer por ella Vakazara lo hacía por otros y aquello le desconcertaba y asustaba profundamente, pues no quería quedar solo en aquel mundo.

Miró con determinación a los monstruos y arrugó la nariz antes de alzar su báculo al aire, el cual lanzó un estallido de humo de color para que inmediatamente después la tienda de campaña de Mamá Booga comenzase a exhalar vapores violáceos.

- Ha llegado la hora de dormir, monstruitos, dormid... Dormiiiid -conjuró con una sonrisa originada por lo desesperado de su situación.

Vakaipa lanza un conjuro y de las ruinas sale unos vapores que comienza a extenderse por el lugar, el cocodrilo cae dormido, al igual que uno de los semiorcos que luchaban contra Vakaipa.

Uno de los semiorcos comenzó a flanquear a Maechen, mientras la mujer orca clavaba su daga en el abdomen de la guerrera. Vakazara ve como uno de los semiorcos se acerca a ella, por suerte, la joven está atenta y consigue detener el golpe antes de que vaya directo a su cabeza

Ilvor, se queda perplejo ante la nube que irradia toda la zona, haciendo dormir al cocodrilo, por lo que procede a atacar con un fuerte golpe con su hacha al orco que esta a su lado.

Habiendo dejado estable a la elfa, consiguió levantarse en el último momento para esquivar el ataque de uno de los semiorcos. En un rápido movimiento enarboló la espada contra él descargando todo el peso de la hoja sobre su pecho. El rastro de sangre dejaba claro que había alcanzado piel y hueso.

Colocándose en posición de defensa, esperó la respuesta de su rival, que sin duda buscaría venganza.

Miró de reojo a su hermano, que parecía estar libre de enemigos. Habría usado su magia para deshacerse de ellos.

Sin embargo el resto no parecía correr la misma suerte, tanto el mimo como el hombre que se les unió se encontraban en el suelo, y su estado parecía crítico. Debía acabar rápidamente con el orco que tenía delante y salir en su ayuda si no querían perderlos.

Quizá no ha sido buena idea venir aquí, comenzó a pensar.

Vakazara atacó al semiorco que le había acatado, su espadón se clavó de tal manera en el semiorco que casi acaba con él, seguía en pie, pero no por mucho tiempo.

La mujer orca resbala con el barro que hay bajo sus pies cayendo al suelo, consigue levantarse antes de que Maechen tome ventaja, pero ha perdido la oportunidad de atacar. Maechen sufre un brutal golpe del hacha del semiorco que se encuentra al lado de su madre

-¡Estoy bien, seguid luchando! -os grita a pesar de la sangre que mancha su armadura

Ilvor tiene una preocupación menos, el cocodrilo no supone una amenaza, pero sigue habiendo un semiorco del que ocuparse, coge su hacha para golpearlo pero solo golpea la tierra levantando barro con el golpe

Vakaipa se alejó un poco más, buscando algún árbol detrás del que esconderse de los orcos y sus terribles jabalinas, no quería que le atravesasen el pecho, al menos no otra vez. Cuando se creyó a salvo juntó todos los dedos de su mano derecha, simulando el hocico de un animal, para luego lanzar el brazo hacia delante con la mano abierta.

- Múerdele mucho Zayra, asssíii, bien, con ganasss... - musitó aunque los nervios le pasaban factura.

De repente algo se movió bajo los ropajes de Vakazara, la serpiente familiar pareció estar poseída y abalanzarse hacia el semiorco desprendiendo rayos sobre su cuerpo. Tras esto pareció recobrar el sentido común y buscar resguardo y calor con su ama, lejos de tanto peligro

Una serpiente electrificada se acerca al semiorco que está luchando contra Vakazara, nada más la serpiente roza al semiorco éste cae muerto

-¡Thunk! -grita la mujer orca- ¡Asesinos!

El semiorco que flanqua a Maechen clava su hacha en la guerrera ampliando de ese modo sus heridas.

Giacomo y Ashara abren los ojos para ver como el semiorco que lucha contra Ilvor lleno de rabia por la muerte de su hermano propicia un brutal ataque a Ilvor que casi separa su parte equina de su parte humano, el dolor es más de lo que puede soportar Ilvor y cae inconsciente. Ve que Leo sigue inconsciente no muy lejos de él. El cocodrilo que está al lado de Ilvor duerme, así como uno de los semiorcos (8.5)

Antes de poder defenderse del ataque del semiorco que tenía delante, un rayo de energía silbó a su lado fulminándolo al instante. Le pareció haber visto la forma de una serpiente, algo que conocía. Se giró e hizo un gesto de agradecimiento a su hermano.

Los compañeros en el suelo parecían estables, pues empezaban a incorporarse. Sin embargo Maechen estaba en dificultades. Decidió correr hacia ella para ayudarla con sus oponentes. Más allá se encontraba Ilvor, a quien tendrían que ayudar después.

Tratando de sorprender a uno de los orcos hizo dos giros con la espada para ganar impulso antes de golpear. El ataque pareció tener éxito, sin embargo el filo no logró lacerar del todo lo que pretendía.

El bufón abrió los ojos, sintiendo un agudo dolor en la base de la nuca que se extendía por toda la espalda. ¿Qué demonios acababa de pasar? Estaba peleando y entonces... Ah, maldita sea, le habían noqueado. Se llevó la mano a la zona del golpe y descubrió que había sangre. Era una buena herida, normal que se encontrara tan hecho polvo. El viejo dios que ríe había sido generoso esa vez, dándole otra oportunidad de vivir, pero Giacomo sabía que de recibir otro ataque semejante no lo contaría. ¡Si su hermano le viera ahora! ¡Seguro que le daría él la colleja mortal!

Se levantó con dificultad, sintiendo el dolor invadiéndole todo el cuerpo. Maldita sea, ¿cómo habían llegado a esa situación? Porque aquello era un maldito caos. Un rápido vistazo le permitió ver que Ashara se estaba despertando también, que Leo estaba inconsciente, que Maechen estaba siendo peligrosamente herida y que había varios enemigos inconscientes o muertos. Oh, sí, y el medio caballo estaba en peligro, pero si no hubiera sido él el que se lanzó a pelear sin dar tiempo a elaborar una estrategia, Giacomo lo sentiría más por él.

Estaban jodidos. Pero que muy jodidos. Y viendo la que se les iba a venir encima, lo único que se le ocurría al bufón era negociar con aquella mujer orca. Y gracias a la magia de los tieflings, quizás hubiera una manera. El bufón avanzó hacia el semiorco dormido y lo agarró para usarlo de escudo frente a su madre.

 -¡Te propongo un trato, mujer! ¡Tú no pierdes más hijos y nosotros nos vamos para no volver!

Agarró al semiorco y se colocó de tal manera que pudiera romperle el cuello con suma facilidad.

 -¡Me llevará sólo un gesto dejarte sin otro retoño! ¡Piensa si te merece la pena!

Ojalá aquello funcionara, porque él no estaba como para plantar cara a los enemigos que restaban. Y no quería morir, no aún.

Giacomo agarra al semiorco dormido y comienza a intimidar a la mujer orca, pero ésta rabiosa de dolor parece no querer razonar

-Nosotros estar aquí, vosotros llegar y matar a mis preciosos hijos. Vosotros morir -grita la mujer, su grito se hace más agónico cuando Giacomo le rompe el cuello a su hijo

Uno de los semiorcos se venga golpeando con fuerza a Maechen, que ve como Vakazara va en su ayuda golpeando al otro semiorco con el que luchaba

-No te preocupes por mi, estoy bien, ayuda a los demás -dice la guerrera no pudiendo ocultar un gesto de dolor

Maechen se gira esquivando uno de los ataques de la mujer orca, pero el cansancio impiden que pueda esquivar el segundo ataque y vuelva a sentir una nueva herida en su cuerpo. Maechen aprovechó el contraataque para cortarle la cabeza a la mujer orca.

Ashara saca su arco y dispara al mismo semiorco que acaba de atacar Vakazara acabando de este modo con su vida.