Partida Rol por web

Siobahn, Levi y Sira se separaron de sus compañeros y avanzaron por la vía principal del pueblo hacia el coliseo. El edificio era un impresionante cúmulo de bloques de piedra en el que destacan columnas, almenas y arcos coronados por antorchas. Y coincidiendo con el lado de la calle por la que transitaban, había una enormísima bandera con la Jolly Roger de los piratas Morganeer.

Mientras discurrían, el ambiente en Orre era festivo, animado y bullicioso. Aunque no necesariamente en el buen sentido. La isla estaba llena de gente violenta y no era extraño que en cualquier momento estallase el conflicto y se armase un buen follón. Sólo había que pensar en Max.

Una vez llegados al coliseo pasaron al enorme vestíbulo con accesos y escaleras que conectaban las diversas áreas. No tardaron en comprobar que el edificio había sido reformado para convertir las gradas en una especie de tabernas e incluso había habitaciones en el edificio.

Tras hacer varias preguntas sobre donde inscribirse llegaron hasta una de esas tabernas. Los Barriles de doña Zargoh, rezaba un cartel. Y allí en medio de todo había un enorme y pesado escritorio. Sentado tras él había una mujer madura, gruesa, con gafas rojas en forma de lagrima, pelo rojo y un collar de perlas. Estaba claro que ella estaba a cargo de todo. Y en esos momentos se mostraba relajada, bebiendo una jarra de cerveza mientras charlaba con varias personas.

A Sira no le había impresionado, en cierto modo, lo que vio en Orre. Había viajado mucho y estaba acostumbrada a visitar lugares nuevos. Lo que sí le impactó fue la cantidad de personas interesadas en el torneo. No dejaba de escuchar comentarios sobre este, por lo que le intrigaba todo lo relacionado con él. Quería saber más, estaba buscando a cierta persona y no podía dejar escapar ninguna oportunidad. En cambio, no estaba de acuerdo con que el grupo se separara, pero bueno, tampoco podía hacer nada, entendía que era lo mejor y más óptimo. 

Sira quería terminar cuanto antes con el tema de la inscripción para enterarse ya de cómo funcionaba el torneo, así que, cuando llegaron a Los Barriles de doña Zargoh y visualizó a la mujer que parecía gestionar todo, Sira se acercó a preguntar.

–Hola y muy buenas. Me llamo Sira, y mis acompañantes y yo estábamos interesados en inscribirnos en el torneo, aunque también queremos información sobre este. ¿Sería usted tan amable de ofrecérnosla?–comentó Sira de forma amable.

La mujer estaba tan relajada que ni siquiera se había dado cuenta de la llegada de Sira y las otras piratas. Tuvo que ser uno de los piratas con el que hablaba, quién le llamó la atención al respecto.

—Doña Zargoh, han venido a verla.

La mujer se giró para ver a las tres recién llegadas algo apurada.

—¡UUUuuuUUUuuuUUU perdón!—se excusó—¿Qué queríais bonitas?

Cuando escuchó de nuevo la petición de Sira puso cara de pena.

—Ooooh lo siento querida—respondió cariñosamente—. Hace un rato entregué el último medallón. Las plazas del torneo ya están cubiertas. Me temo que vais a tener que esperar al próximo año, pero mirad el lado bueno. Podéis disfrutar de los combates y hacer un buen dinero si apostáis convenientemente. ¡Todo son oportunidades!

Doña Zargoh le guiñó un ojo al trío de chicas.

—¡Tucson!—llamó a uno de los camareros que estaba en la barra—¡Ponle algo de beber a estas chicas! ¡Invita la casa!

A Sira se le cambió la cara completamente, estaba sorprendida de que ya no hubiera plazas para el torneo. Tampoco hemos tardado tanto...

—Oh, vaya, muchas gracias por su amabilidad, Doña Zargoh. ¡Ahora mismo disfrutaremos de esas bebidas! Estoy bastante sedienta... No obstante, tenía otra petición, si algún grupo se echara para atrás, ¿podría tenernos en cuenta?—comentó Sira con tristeza.—Gigi se va a decepcionar mucho, y el capitán también...—dijo Sira más alto de lo que pretendía. Se giró y preguntó a sus acompañantes.—¿Qué podemos hacer?

Ante las noticias,  la decepción se dibujó en el rostro de Siobhan. ¿De verdad habían llegado hasta allí para nada? ¿Que harían ahora que no podían participar? ¿Cómo sobrevivirían como tripulación? Los peores augurios parecían que se estaban cumpliendo y un sinfín de ideas empezaron a dar vueltas en la cabeza de la doctora. 

De pronto,  ante la pregunta de Sira, Siobhan volvió en sí,  y rápidamente respondió: - Insistir...

Dió un paso al frente y preguntó:

- Doña Zargoh, ¿No hay ninguna forma de que podamos participar en el torneo? Nos habían hablado maravillas del torneo,  y nosotros como tripulación incipiente,  habíamos apostado todo por venir hasta aquí y participar.  ¿De verdad no hay ningún medallón como invitación especial? Créame,  no la decepcionaremos.

Siobhan habló con mucha confianza con la intención de convencer a aquella mujer, aunque en la cabeza de la doctora, sus pensamientos se pusieron a trabajar en otras maneras de conseguir uno de esos medallones.

Levi estaba completamente tensa y nerviosa. El ambiente festivo de Orre no servía para mucho más que para despertar sus instintos defensivos ante cualquier amenaza. Miraba mal a todos, gruñía a cualquiera que se les acercase, y en general se mantenía arisca, balanceándose sobre la delgada línea entre ser problemática y conflictiva. 

Pese a su actitud, el coliseo de Orre no pudo evitar causar cierta sorpresa e impresión en ella. No tardó en tratar de ocultarla, claro, pero se mordía el labio al ver lo portentosos que podían llegar a ser algunos piratas. -Tal vez sí que pudimos habernos traído Miss Mary y al resto, parecen tener sitio de sobra.- Comenta en voz poco antes de ingresar, suspirando al final.

No tarda en volver a su actitud usual de todos modos, si eso llegando a mostrar cierto pique (y sonrojo) al ser llamada "bonita". Lo peor es que claro, al tratarse de alguien medianamente importante y no de Max tampoco podía llegar y responderle nada, por lo que se limitó a escuchar a la mujer y a sus compañeras hablar, al menos por un rato... Hasta que una sonrisita de zorro se le cruzó en el rostro.

-Muchas gracias por su invitación.- Responde Levi de buena manera, respetuosa, llevándose un dedo a los labios poco después y adoptando una pose pensativa y, por qué no, ligeramente adorable. -Entonces, si entiendo bien, Doña... ¿Sólo es necesario tener uno de esos medallones para participar?- Miraría entonces a sus compañeras, tratando de descifrar si es que estas comenzaban a captar por dónde iban sus tiros. Aunque quizá la siguiente frase sí que lo dejaría bastante claro.

-¿Podría decirnos quienes son los piratas que se han llevado el último medallón? Tal vez podríamos llegar a un acuerdo.- Sonrió, llena de una dulzura más que falsa.

La mujer no pudo evitar mostrar una sonrisa condescendiente cuando Siobahn insitió.

—¿Sabes en estos dieciocho años cuántos han venido a verme con esas palabras?—entonces miró a Sira—. Y aquí nadie se retira. Tu compañera parece que lo ha entendido bien—añadió cabeceando a Levi—. En Orre hay ahora mismo sesenta y cuatro medallones. Sólo aquellos que se presenten con el correspondiente cuando sean llamados para luchar, participarán en el torneo. Que empezará en siete horas dicho sea de paso.

Tras darle un nuevo trago a su jarra se acercó a Devereux.

—Eso sería muy poco imparcial por mi parte. Pero como has sido más lista de lo normal, si te daré un consejo. Ojito con las peleas, no querrás enfadar a las personas equivocadas. ¡ZAHOHOHOHOHOHOHOHOHOHO!

—Entendido, muchas gracias—Sira volvió a mirar a sus compañeras.—Entonces tenemos que quitarle a alguien un medallón—susurró.—Así que tenemos que estar ojo avizor porque es la única manera de poder participar en el torneo. Aunque deberíamos de tener cuidado, no podemos ir a por cualquiera... Si nos ha advertido, es por algo.

Y quién avisa, no es traidor. Eso lo sabía Sira muy bien.

Siobhan no añadió nada más. De todas las posibilidades que había estado barajando, en su opinión se había dado la peor de las posibles, puesto que dadas las circunstancias en las que habían llegado los suyos cualquier tipo de enfrentamiento podría ser desfavorable.

Habría que pensar un método alternativo: ¿Una apuesta quizás? Todo lo tendrían que discutir cuando se encontrasen con el resto. Sea como fuese a la doctora le vino repentinamente una pregunta.

- Y dígame Doña Zargoh ¿Hay por aquí algún hospital o algo parecido? Tendría que tratar a alguno de mis compañeros -dijo mientras echaba mano a la bebida.

—Sí, claro cariño—le respondió la mujer—. Con los combates que se van a librar, ¿cómo no vamos a tener una enfermería aquí? ¡Zohahahahahahahaha!

Entonces el ruido del cristal al romperse llamó la atención de todos.

—Perdón no me había dado cuen...

En la barra de la taberna, un pirata se iba a disculpar por un vaso roto cuando se dio cuenta que estaba hablando con una fúrido. Entonces su mirada cambió y empezó a mirarlo con desprecio. 

—¿Qué estás mirando? No pienso disculparme con una maldito peludo. Deberías saber cuál es tu lugar y por supuesto no es poniéndote en medio de mi camino. ¡Apártate!

El racismo hacia las razas no humánidas era una hecho palpable en todo el mundo. Uno pensaría que entre piratas, al ser todos ellos unos parias sociales, este tipo de episodios no llegarían a darse. Pero tristemente la realidad mostraba todo lo contrario.

La fúrida se levantó de su taburete mostrando que era más alta que cualquier humánido. Vestía con un mono resistente de trabajo y en los pantalones tenía varios bolsillos en los que guardar diversas herramientas. En la cabeza llevaba unas gafas protectores y la verdad es que era bastante difícil discernir su género. Sólo mirándola a los ojos uno se hacía a la idea que se trataba de una mujer. Cosa que quedó clara al oír su voz.

—Mira, vamos a dejarlo así—le dijo dejando evidente que se estaba conteniendo.

El pirata no pareció amilanarse ni al ver que la fúrida era más alta que él.

—¿Dejarlo así?—le respondió con agresividad— Mira, a mi no me va a decir una peluda lo que tengo que hacer, ¿te enteras? ¡Lárgate de aquí!

- Bueno, querría saber su ubicación porque...

La doctora, como todos los presentes guardaron silencio al oir el estruendo. Un hombre y una mujer empezaron a cruzar palabras y la tensión con cada frase, parecía ir en aumento. Aquello activo a Siobhan, quizás por lo que se estaba diciendo o quizás también como reflejo de sus años trabajando tras una barra, fuese como fuese la doctora se levantó con la copa en la mano.

- Si me disculpa -dijo con una sonrisa  al tiempo que se volvía y comenzaba a caminar con paso firme hacia donde se encontraba el conflicto.

- Aquí tiene, cortesía de Doña Zargoh -dijo con un tono muy formal mientras ponía en la mano de la fúrida su copa. - Perdone la tardanza, como sabe hoy estamos muy ajetreados. Si tiene bien acompáñeme a la mesa, la señora la está esperando.

Siobhan se quedó allí plantada esperando la respuesta de los presentes y le lanzó una mirada cómplice a la muchacha. No le había gustado la actitud de aquel hombre y sabía que si no relajaba el asunto allí se podía montar una batalla campal. Además, puede que si evitaba un enfrentamiento, Doña Zargoh fuese algo más considerada con su grupo.

A Sira no le sorprendió que hubieran discusiones en un sitio como ese, pero eso no significaba que tuvieran que hacer la vista gorda. Cuando vio que Gominola intercedía en la conversación, soltó un suspiro de alivio mientras posaba su mano sobre su pecho. Acto seguido, Sira le hizo un gesto a Levi para que la acompañara y se acercó a Gominola y a la nueva compañera mientras miraba al pirata con cara de pocos amigos. Se dirigió a todo el grupo y dijo:

—Vamos. ¿Nos tomamos esa copa?

La mirada que Levi le dedicó al pirata que de pronto apareció armando alboroto fue fatal. No precisamente por el hecho de estar haciendo lío, cosa que se esperaba y que en primera instancia solo le produjo revolotear la mirada, sino que porque cuando descubrió que a quien molestaba se trataba de una chica... Pues digamos que la cosa no habría terminado muy bien si Siobhan no se hubiese apresurado a intervenir. Levi ya estaba sacando sus armas, pero las guarda cuando vio que decide actuar su capitana.

Eventualmente no tardaría en seguir a las chicas en cuanto Sira le hizo ese gesto con la cabeza, quedándose de brazos cruzados cual guardaespaldas y mirando a ese pirata como si fuese la mayor escoria de la vida. Peor de lo que nunca ha mirado a Max, inclusive. 

-¿Se encuentra bien, señorita?- 

Acaba preguntando a la fúrida, soltando un level "¡Hmpf!" al apartar su mirada del pirata ese. No parece tener inconveniente alguno con que sea una fúrida, aunque a Rendam sí que lo molesta con eso de ser mitad papagallo. 

-Como este impresentable le hiciese algo...-

Acabo murmurando, aún algo dispuesta a causar algo de problema, pero... ¡Bueno! Al menos se contiene y habla en voz baja.

La fúrida no pareció tomarse del todo bien la aparición de las tres mujeres. Seguramente porque ya había dejado claro que no iba a achantarse ante el pirata.

—Ya tenía mi copa, es la que está en el suelo—le dijo a Siobahn dispuesta para luego añadir—. Y estoy perfectamente.

Después volvió a encararse con el pirata.

—Hazte un favor y vete de aquí. En serio no quieres hacer esto.

La presencia de las otras mujeres tampoco pareció a importarle al pirata, que ante la respuesta de la fúrida se vino todavía más arriba.

—Mira peluda—dijo alzando la voz—, me da igual que te traigas amiguitas o qué. Una de los tuyos no va a decirme a mí...

El pirata fue a golpear con su dedo índice en la pechera cuando...

El pirata ni siquiera llegó a tocar a la fúrida. Cuando se dieron cuenta tenía la cabeza estampada contra la barra del bar y estaba inmovilizado por una mujer. Tendría unos veinte años, el pelo moreno corto, brazos tatuados y ropas resistentes. Tenía una cicatriz que empezaba en la frente, cruzaba su ojo izquierdo y bajaba hacia el cuerpo. El ojo que cruzaba la cicatriz era protésico y de un color plateado.

—Otro trozo de mierda—se quejó la mujer mientras le retorcía el brazo para evitar que se revolviera, entonces miró a todo el local—. ¡A VER SI OS ENTERÁIS DE UNA PUTA VEZ! ¡QUE NADIE SE PELEA EN LA ISLA COÑO!