Partida Rol por web

Maldición, maldición... Y si no era eso? Es que no veían que a lo mejor eso ocurría precisamente para salvar a aquella aldea de ser tragada por las brumas? La gente sin fé siempre veía el vaso medio vacío.

El aquelarre se enfrentaba a un acertijo, el cual debían resolver antes de que se les fuera la cabeza.

Leiath soltó un suspiro de resignación y siguió a los demás al tejado. Ahora cobraba más fuerza la idea de separarse para explorar y así reunir el máximo de información en el menor de los tiempos. Qué más daba que la espachurrase el Zebulón de turno en el intento, si al día siguiente estaría para contarlo?

Iba  a expresar sus ideas, cuando la curiosa figura que andaba grácil como un gato sobre las casas, llamó su atención como al resto.

¿Aberraciones? ¿En las Brumas? Solo vi un monstruo una vez, y fue en uno de los intentos en los que la gente aún trataba de dejar el pueblo para escapar por las Brumas. Fue un gran reptil. Apareció en medio de la niebla. Se limitó a abrir sus fauces y me devoró de un bocado. Pero ningún monstruo extraño se ha dejado ver en el pueblo.

El contorno de las Brumas es fijo. Nada de mareas. Yo... nunca he visto el mar...

Virginia se pasó el pelo mecido por la brisa tras la oreja, para que no le golpeara la cara. La idea de no poder ver nunca el mar la entristecía.

Ese tipo raro se pasa el día caminando sobre los tejados. No es del pueblo. La primera vez que reparé en él fue al cuarto o quinto día. Supongo que al contrario que otros viajeros, él ha logrado evitar desaparecer con el paso del tiempo. ¿Y de qué le sirve? Solo consigue que un meteorito le caiga encima una y otra vez.

¡EEEEOOOOO!-saludó al anciano desde lo alto.

El anciano no le devolvió el saludo. Ni siquiera volvió la cabeza en dirección a Virginia. Tampoco se detuvo. Pero cuando al avanzar en linea recta llegó al borde del tejado, su cuerpo pasó a caminar en horizontal por la pared, como haría Flame. Se perdió en un callejón oscuro durante unos segundos. Luego volvió a emerger del callejón, caminando por la pared de la casa opuesta; luego por su tejado. Manteniendo siempre su trayectoria.

Eso es todo lo que hace. Camina en linea recta sobre los tejados. Varias veces al día, en distintas direcciones. Aquí, cada loco sobrelleva la locura a su manera.

- Oh, qué terrible...- Intentó sonar consternado por la terrible historia de cómo una aberración reptiliana procedente de las brumas devoraba de un bocado a Virginia. ¿Sería el mismo reptil que vieran ellos en la antigua Lechberg?

La Tarashca...¿tendrá algo que ver?

Puso las dos manos sobre los hombros de la joven hasta que ésta no tuvo más remedio que mirarse en los grandes ojos azabache del perfumista.-  Hala nos sacará de esta y entonces podrás ver el mar. Ten fe.- Sonaba ahora hasta convencido por sus propias palabras. El caso es que necesitaban que Virginia guardase su cordura lo más posible pues, hasta ahora y junto al alcalde, era la que más información útil les estaba dando.

Da igual cómo te sobrevenga la muerte, si de las brumas o del oasis. Sus límites están fijos alrededor del pueblo.

Le sorprendió la información acerca de aquel misterioso viejo. Según Virginia llevaba en Nueva Lechberg, que ella recordara, desde el cuarto o quinto día. Bien podía no haberlo visto antes y que estuviera desde el principio. Además era extranjero, y eso era un dato llamativo, otro llegado de las brumas como ellos. La mirada penetrante del mago siguió el avance del viejo por las paredes y tejados.

- ¿Y dices que lleva haciendo eso desde casi el inicio varias veces al día?- Sólo se le ocurría una razón por la cual caminar por los tejados y era la misma por la cual ellos habían subido a la torre. Buscaba algo y desde lo alto esperaba encontrarlo. Lo bueno es que si siempre hacía lo mismo no les sería difícil cruzárselo en su camino. El viejo había hecho caso omiso a el saludo de Virginia así que no quedaría otra que acercarse.

- ¿Qué me decís?- Preguntó mirando a los demás.- Me parece un punto de partida como cualquier otro.- El mago se agarró la manga de la camisola para escurrir uno de sus brazos pro dentro. Se veía que lo movía en busca de algo hasta que sonrió.- Aquí estás.- Cuando volvió a sacar la mano por la manga llevaba a Perezoso en su palma, con la graciosa cola enredada en su muñeca. Si iban a andar por los tejado mejor tener a Perezoso cerca.

Jad miró de reojo el sol y el meteorito.

-Muchas cosas por hacer y poco tiempo... habría que avisar al resto, y organizarnos en una búsqueda de posibles motivos que hagan que el tiempo no prosigan. La posada y el templo pueden ser los próximos lugares conocidos más interesantes para investigar.-Mirando a todos añadió.- Sinó no logramos información adicional, tendremos que buscar casa por casa hasta dar con algo que nos pueda ser de utilidad para resolver esta... locura. En cualquier caso sugiero no dividirnos, o no demasiado en cualquier caso.

El joven miró al anciano de los tejados y la intención de Onfale.

-¿Seguro que es buena idea? En cualquier caso, tal vez pueda aportar algo de luz en esta situación.

Flame actuó de forma impulsiva. Había pasado todo el tiempo escuchando y analizando todo lo que les contaban. Sin la magia bien nutrida de sus compañeros, el aquelarre se había vuelto muy débil lo que dotaba a Jadewo y a ella de un mayor valor dentro del grupo. Pero eso no le impidió hacer lo que iba a hacer en ese momento.

Al ver como el anciano se movía con soltura por las paredes, Flame puso el pie en una de ellas y escaló sin inmutarse como ya todos estaban acostumbrados. Para ella la gravedad estaba fuera de toda lógica, así que se movió lo más rápido que pudo para interrogar al hombre. Ese era un buen punto de partida, pero al ver como Virginia era ignorada, decidió adelantarse y hablar directamente con él.

Flame atajó por los tejados hasta ponerse en la trayectoria del extranjero. Aún pudiendo rodear a Flame, aquel anciano prefirió detenerse antes que desviarse de su recto camino.

Dudando de las capacidades diplomáticas de la asesina de Fosco, el grupo corrió escaleras abajo. La sirvienta les siguió, para asegurarse de que la puerta que daba a la calle se cerraba, y nadie no deseado se colaba en la torre. Virginia se quedó dentro; el Aquelarre fuera. Y sin la compañía de Virginia, callejearon hasta tener el tejado de Flame y el desconocido cerca. Lo suficientemente cerca como para escuchar.

Sin embargo, el extranjero guardó un minuto de silencio antes de hablar. Desde esta distancia, destacaban sus ojos rasgados, distintos a los que habían visto en las etnias conocidas.

 Como ves, mujel, estoy desalmado. ¿Me dejalás pasal? En caso contlalio no me dejas otla opción...-Flame se puso en guardia-Tendlé que espelal.

Siguió quieto, sin realizar ningún acto hostil.

Flame no necesitaba armas, al menos no en  una primera instancia. Era capaz de vomitar ácido y ahora con más fuerza que nunca. Había llegado a esa aldea con las energías renovadas, al contrario que el resto de sus compañeros. Pero ella había decidido tomar la iniciativa mientras sus compañeros seguían discutiendo sobre como actuar. Últimamente estaba tomando esa decisión, la de ir por libre. Y parecía que estaba surtiendo efecto, al menos de momento.

El aspecto y el acento del anciano dejaban claro que no era de allí, tal y como les habían explicado ese hombre era extranjero, y muy probablemente podría ser la clave de todo lo que estaba pasando. O al menos un muy buen lugar por donde empezar.

Flame sonrió. Había visto hacerlo a Leiath y a Onfale, era mejor comenzar así al iniciar una conversación, parecían ser técnicas diplomáticas. Algo de lo que carecía absolutamente Flame.

No voy a luchar contra ti. Dijo sin presentarse. Y tampoco quiero hacer daño. Solo quiero hablar. Mi nombre es Flame, soy miembro del aquelarre de la diosa Hala, mis compañeros, dijo señalándoles allí abajo, están preocupados por lo que está sucediendo en esta aldea y nos gustaría hacerte unas preguntas. No tienes pinta de ser de aquí. ¿Quién eres? ¿Y de dónde eres? Preguntó de forma concisa con la esperanza de que haciendo preguntas sencillas pudiera obtener rápidas respuestas sin necesidad de luchar por ellas.

Casi sudando, pensando en la que podía liar la impulsiva guerrera, acompañó al aquelarre hasta aquel anciano saltarín. Cuando vió que no se había derramado sangre por el momento, la bruja se relajó.

Leaith respondió con un gesto, saludando con la mano y una de sus mejores sonrisas, cuando Flame les señaló desde las alturas.

 Tus palablas se contladicen con tus actos. Dices que no vas a luchal, pelo enseñas dientes como pelo labioso... No tengo las lespuestas que buscas. Ni sé quién soy, ni de dónde vengo. He peldido la memolia. El lecueldo más antiguo que tengo es el del azul del cielo de este pueblo... y del colol lojo.

Alice miro al viejo y luego a Virginia con cara sorprendida. Dime que perder la memoria no es un efecto secundario de estar en este pueblo. No quiero quedarme sin mis recuerdos.

Ya desde mas cerca la maga miro bien al viejo, tratando de reconocer el oficio o beneficio de ser tan singular. ¿sera mago? Los magos de barba blanca son siempre los mas poderosos, pero un mago nunca iría saltando de tejando en tejado eso es mas propio de ladrones, pero los ladrones nunca llegan a viejos mueren antes. 

Parece que este buen hombre pocas respuestas nos va a dar. Si no tiene memoria que nos va a poder decir. Comento a su aquelarre.  

Onfale siguió a los demás por las vacías calles de Nueva Lechberg siempre alerta por si les salía al paso algún indeseable. Sin embargo no hubo contratiempos como los anteriormente acaecidos y pudieron llegar donde Flame había interceptado al misterioso anciano justo para escuchar la conversación.

Estupendo...- Lo que les hacía falta, un viejo senil que no recordaba ni su nombre. Pero algo le decía al perfumista que aquel extranjero de acento tan peculiar algo tenía que esconder, aunque ni él mismo lo recordara. Que no fuera uno de los cadáveres que había tirados por las calles ya era un signo de que el hombre, o bien sabía defenderse, o bien era suficientemente inteligente como para esquivar a los demás locos. 

- Cielo azul y color rojo. Parece que como dijo Hodvic aquí la gente pierde la chaveta.- Estaba claro que el rojo sería el efecto que el meteorito provocaría, con su estrepitosa caída, sobre la aldea. Pero,¿qué provocaba la locura si al día siguiente uno se sabía intacto de nuevo? ¿Quedaba siempre la incertidumbre de volver a abrir los ojos? Por otra parte, no tenía que ser agradable sufrir la experiencia de la muerte de aquella manera. Sí, tenía que ser eso. Como un hombre sentado en un banco de tortura, aunque se supiese inocente, los habitantes de Nueva Lechberg acabarían rompiéndose, presa de la locura, como aquel, con tal de que el dolor se detuviera en algún momento. Sólo las mentes más fuertes podrían resistir.- Leiath...- El perfumista llamó la atención de la Bruja de Hala.- ¿Te queda algún conjuro que pueda darnos entereza mental para sobrellevar lo que nos viene encima?- Aún ni siquiera sabía si era cierto lo que les habían contado, o si con ellos allí no habría algún desencadenante que cambiara las cosas. Pero lo que sí tenía seguro es que debían plantearse todas las opciones.- Aunque cada día nos despertáramos en el estado en el que llegamos aquí, bien podríamos gastar algo de tiempo en la creación de pergaminos. Habrá que estudiarlo. Mientras algunos lo hacemos otros pueden invertir el tiempo en otras cosas. Debemos mantener fresca la mente y un fin claro para que no nos pase lo mismo que ...a él o a ellos.

Tras esas reflexiones, Onfale levantó la cabeza para volver a mirar a los tejados.

- Oiga, Señor. ¿Tampoco recuerda el por qué de su vagar por los tejados de un lado a otro? Al parecer lleva repitiendo ese camino una y otra vez.

 Leiath...- El perfumista llamó la atención de la Bruja de Hala.- ¿Te queda algún conjuro que pueda darnos entereza mental para sobrellevar lo que nos viene encima?- 

Lo siento, pero sin un descanso ni la oportunidad poner las cosas en orden con Hala, me temo que mi magia está casi en la últimas...- se disculpó al no poder ayudar como se le requería.

Mientras respondía a su amigo valoraba la posible información que pusiese dar aquel desmemoriado, y le pareció bastante escasa. Terca como una mula, la bruja pensaba que lo mejor era dividirse y recabar información lo más rápido posible, antes que se volvieran locos o algo por el estilo.

- Ejem, voy a la iglesia a ver qué hay ahí. Cuando termineis con este amable hombre podeis ir a buscarme si así lo quereis.

Dicho esto emprendió la marcha hacía el edificio que habían presumido era el lugar sagrado de la aldea.

Con los pensamientos navegando en su mente, Aire siguió al resto del aquelarre con más preguntas que respuestas. Estaba claro qué es lo que tenían que hacer, pero no como. Todo parecía una auténtica locura, pero tendrían que lograr respuestas para no quedarse allí para siempre y morir continuamente.

Corrió al lado de su grupo con trenza y oso al viento, mirando a un lado y a otro, esperando que, en cualquier momento, cualquier bárbaro saliera de un callejón y les atacara. ¿Qué harían entonces? Ella estaba casi sin energía y, aunque el oso podía hacer cosas, no serían muy efectivas.

Llegaron a los pies de la casa donde estaba el hombre con Flame frente a él. Desde esa posición, el hombre no parecía peligroso ni nada por el estilo, pero en esos momentos, lo que podía ser o no estaba muy difuso, así que se mantuvo en guardia.

Jadewo, ve con Flame dijo la muchacha cuando la bruja de Hala anunció su partida Los guerreros sois ahora nuestra mejor arma, no podemos dividirnos en más de dos grupos.

Aristóteles reprendió a Aire. Platón revoloteó a su alrededor como tratando de advertirla de su error. Había dicho a Jadewo que fuese con Flame cuando quería decir que fuese con Leiath.*

Pero Jadewo pareció comprender: un guerrero con cada grupo. Se puso a la par de Leiath mientras volvían a la plaza cuadrada. Al verlos marchar, Alice se dió cuenta de que Virginia no había venido con ellos. El anciano se mesaba la barba, tratando de reflexionar su respuesta hacia Onfale.

 Mmmh... ¿Es lelevante que yo ande soble los tejados? No. No lo es. Lo impoltante es que sigo avanzando. En una ocasión, un peleglino le pleguntó a una anciana que acaleaba un pesado faldo de leña qué ela la iluminación. La anciana dejó su faldo en el suelo; libelando su espalda de semejante peso, la mujel sonlió. Cuando el peleglino le pleguntó qué había después de alcanzal la iluminación, la anciana se volvió a colocal el faldo a la espalda y siguió su camino. La iluminación consiste en palalse un momento pala contemplal tu alededol, y lo que hay después es volvel a sopoltal las calgas de la vida y seguil tu camino.

Tengo que leconocel que caminal me ayuda a pensal más clalamente, y hacelo en linea lecta apolta olden a mi vida. Pelo a veces me plegunto si este compoltamiento no es más que un leflejo de un lecueldo: camino polque yo, antes de quedal valado en este pueblo, estaba de viaje.

Estaban muy lejos para oír la respuesta del anciano. La plaza seguía con unos cuántos cadáveres, tirados en el suelo de cualquier modo. Las puertas del Juzgado y la posada de la Esperanza seguían entreabiertas. Las puertas de la Alcaldía y el Templo seguían cerradas.

Del otro lado de la puerta escucharon la voz de un hombre dando misa. Una voz ampliada por el eco de la iglesia, y amortiguada por el grosor de las dos hojas cerradas.

...y algunos dicen: "la Maldición". "La Maldición esto, la Maldición lo otro..." Y yo os pregunto...
¿Qué símbolo hay a mi espalda? ¿Cual es el símbolo de la gloriosa Hala? Trece serpientes. Trece
serpientes formando un círculo, un ciclo, un infinito. ¿Dónde está la maldición, si el mayor signo
de divinidad es tener la oportunidad de vivir bajo los designios de Hala en un ciclo sin fin? YO
VEO UNA BENDICIÓN. YO VEO UNA OPORTUNIDAD. Y cada día que me despierto, doy gracias a
Hala por permitirme recordar mis debilidades, mis defectos y mis pecados, para ser mejor per...

Lo que escuchaba la jóven Leiath através de la puerta cerrada era música para sus oídos. Por fín parecía que encontraría a alguien que entendiese su pasión por su diosa.

Ahora bien, aunque interrumpir la misa era un poco maleducado, tampoco sabían el tiempo que les quedaba hasta que se les cayera el mundo encima. Es algo que olvidaron preguntar al alcalde.

Se atusó las faldas y sacó su medallón de Hala para que quedase bien visible sobre sus generosos pechos. Comprobó si la puerta estaba abierta...

El viejo hablaba pero ya parecía que le hubieran exprimido toda la información valiosa que pudiera tener: ninguna. Según él, caminaba simplemente por el reflejo de su anterior vida de viajero. A pesar de ello, Onfale se dijo que quizá él no lo recordase, pero que su vagar por los tejados tuviera algo que ver con la solución al bucle temporal. Se anotó mentalmente la posibilidad de hacer el mismo recorrido que el anciano para ver si había algo destacable que ver desde las alturas. Después de todo, que se repitiera al final del día la misma catástrofe quizá ocultaba, debido a su importancia, hechos más pequeños que se repitieran también en el día, y que fueran vitales para solucionar aquel entuerto. Como hacías los prestidigitadores con sus trucos de falsa magia, obligaban a fijar la atención de los espectadores sobre un objeto o gesto para, aprovechando que sólo tenían ojos para aquello, hacer el truco sin que nadie lo percibiese. Quizá la catástrofe de la caída del meteorito no dejara ver a los habitantes de Nueva Lechberg algún que otro pequeño y discreto acontecimiento que tuviera que ser cambiado para desatascar el bucle temporal.

- Puede que mañana venga a pasear con usted, caballero.- Leiath se había llevado a Jadewo al templo pero aún les quedaba avisar a Tangrem y los demás de lo que iba a sucederles.- ¿Os parece que antes de ir al templo avisemos a Tangrem de lo que ocurre? Les ahorraremos el trabajo de enterrar a los muertos y quizá sea mejor que nos reunamos en la posada. Quizá Leiath tenga tiempo suficiente para preparar unos pergaminos.- Si Leiath era testaruda, Onfale no le quedaba a la zaga. 

Sin nadie que discrepase, todos siguieron la idea de Onfale de ir a buscar a los peones. No hubo incidentes hasta llegar a las afueras. Parecía que lo peor ocurrió por la mañana, y los pocos que habían sobrevivido hasta la tarde, estaban parapetados en sus casas.

El árbol del ahorcado estaba talado. Con esa leña apilada, habían hecho una pira sobre la que descansaba el suicida. Las tiendas estaban montadas, pero habían mantenido la precaución de mantener los caballos atados a los carros por si había que huir apresuradamente.

Las caras de Tangrem, Travis y los otros dos peones no podía ser más larga. Y es que cuando sus ojos saltaban de un miembro del Aquelarre a otro, vieron que faltaban dos.

¿Q...? ¿Qué les ha pasado a Jadewo y a Leiath?-preguntó Tangrem-¿Les hemos perdido?

Jadewo miró los preparativos de Leiath, no tanto juzgándola (que podría), sino con el sobresalto de estar con alguien tranquilo que de pronto se vuelve frenético y hace movimientos rápidos. La puerta estaba cerrada, y no disponía de pomo ni de cerradura: solo se podía abrir desde dentro. La única manera que encontraron para entrar fue llamar a la puerta.

¡TOC-TOC-TOC!

El interior del templo se sumergió en un silencio espectante. Definitivamente, habían interrumpido la misa del todo. El sacerdote habló con voz temblorosa.

¡Marchaos! Aquí perdéis el tiempo. Las puertas del templo de Hala
protegerán a todos los que aquí se hallan de los vecinos que traen
disturbios y tumulto. Ninguna turba entrará en esta casa hoy.