Partida Rol por web

QUE VOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOYYYYYYYYYYYYY  grita Rufus en su trayecto hacia el agua.

Una vez en el agua nado para tratar de agarrarme al timon.

Rufus sorprendido por su capacidad natatoria llega a la pala y se agarra a ella, trepa por ella hasta la parte superior para hacer el agujero fuera del agua. Se dispone a hacer el agujero que le encargó Bast.

¿BAST SIGUES AHÍ? NO VAYAS A MARCHAR AHORA! - grita Rufus. VOY A NECESITAR QUE ME MANTENGAS EN VUELO PARA PODER USAR EL TALADRO CON AMBAS MANOS! continúa diciendo mientras llega a lo alto de la pala

Bast respondió rápidamente a la petición de Rufus, y tiró de la cuerda hasta notar que se tensaba, y una vez tensa, recogió un metro más, y le dijo a su amigo:

-SÍIII, ¿ESTÁ BIEN ASÍ? INTENTA AFERRARTE AUNQUE SEA CON LAS PIERNAS AL SALIENTE DEL MADERO, TE SERÁ MÁS FÁCIL.

Dijo gritando esperando que Rufus lo escuchara sin problemas.

Ingvar subió a cubierta inquieto por perderse la acción, decidió que ya estaba bien de hacer limpieza y preocuparse de cosas más inmediatas. Al ver a Saik operando la balista decidió que lo más práctico sería usar las armas del barco para matar a cuantos enemigos puideran antes del abordaje que se le antojaba inevitable.

Ingvar corrió derecho hacia la posición de Saik dispuesto a ayudarle a recargarla. Por el camino pudo observar sorprendido que Bast había puesto en práctica su idea y parecía estar teniendo cierto éxtio. Quizá podríamos pasar los chicotes del cabo que ha amarrado al timón para que trabajen por encima de las tapas de regala de toldilla  y, si llegan, hacerlas firmes en cubierta a las cornamusas o como mínimo a las propias regalas, al menos nos permitiría mantener la proa clara. Luego con tiempo podemos pasar los chicotes a los chigres de babor y estribor para que multipliquen la fuerza, así, aunque seamos solo 6 podríamos gobernar el buque....si al menos pudiéramos izar aunque solo fuera una vela, una mayor en el palo nos daría una mínima arrancada. ¿No habrá en este jodido barco un pañol con velas de respeto? ¿qué clase de capullos han armado el barco?.

Alaric volvió a cubierta con malas noticias, encontrándose con que la situación no iba a mejor.

Chicos, el viejo Brune está muy débil, no he podido sacarlo de la cama, no podrá ayudarme con las vel... oh bien, a la mierda las velas. -dijo viendo la cercanía del barco enemigo.

Alaric corrió hacia la balista contigua a la que estaban manejando Saik e Ingvar.

¡Eh! Si ya la habéis disparado dejadla, no sois ingenieros de asedio y os va a costar demasiado recargar eso. ¡Disparemos todas las demás! -les explicó mientras reorientaba la balista hacia el barco enemigo.

Ivho Thamp rodea las balistas de contenido inflamable y dispara la catapulta que daña la estructura del barco. 

Saik e Ingvar se dan cuenta de que recargar las balistas conlleva el manejo de cuatro personas y disparan las demás. Uno de los disparos de Saik apunta a una de las velas del mástil y estas van prendiendo pasando el fuego de una a las otras. 

Alaric falla el ataque de una de las balistas de asedio cuya disparo se pierde en el mar...

El combate se vuelve trepidante y el grupo consigue mantener a distancia el barco, con la férrea lucha llevada a cabo han conseguido mantener fuera de alcance su catapulta pero no las balistas. Solo esperan que no disparen, ya que la tripulación enemiga parece bastante numerosa y el grupo de aventureros es bastante reducido para poder recargar las armas de asedio... Por otro lado, los aventureros se percatan que el barco enemigo va también a la desesperada, y suponen que antes de hundirse o incluso perder su única esperanza que es el abordaje del barco intentarán neutralizarlo o hundirlo.

La rápida propagación del fuego en las velas enemigas arrojaron un poco de esperanza a la peligrosa situación del grupo. No obstante el abordaje era inminente y tenían que arreglar ya la dirección o la pagarían muy caro. Además, el paladín ahora mismo se encontraba sin su armadura lo que lo hacía tremendamente vulnerable. Pero no podía dejar a Rufus descolgado, ni pedir a ninguno de sus compañeros que lo relevara, por lo que optó por meterle prisa a su ya bastante presionado amigo, diciéndole: 

- ¡Rufus! la cosa se está complicando aquí, queda poco para que nos aborden, ¿cómo vas ahí abajo?

Si no terminaba rápido tendría que subir a su amigo y defender como pudieran la nave.

ESTOY EN ELLO BAST! YA CASI LO TENGO! Grita Rufus mientras taladra la pala ayudándose de las dos manos a la vez que con las piernas hace pinza en la misma. 

Vamos taladrito, haz tu trabajo y rapidito que los orcos no son demasiado amigables, ya se sabe. 

Sabiendo que no conseguiría recargar la catapulta a tiempo y, viendo q seguimos a alcance de disparo, sólo se me ocurre provocar una cortina de humo que impida apuntar a sus artilleros. 

Salgo corriendo buscando el alquitrán del barco y llevo el barril hacia el lado por el que nos acechan. Tumbo en barril por la borda y lo golpeo tratando de reventar la parte superior. Dejo que todo el alquitrán caiga al mar.

-Saik!- grito -trae tu arco aquí, cuando nos alejemos unos metros prende el alquitrán con una flecha-

Ingvar maldijo para sus adentros al contemplar como el disparo de su balista se perdía en la lejanía sin hacer blanco, acababa de descubrir que el tiro naval era más difícil de lo que había pensado, pero no se desanimó por ello, a medida que sentía subir la sensación de tensión y peligro, una alegría insensata se apoderaba de su ánimo, esa peculiar sensación de sentirse vivo precisamente en esos momentos en que la vida puede acabar abruptamente.

Procurando mantener la situación bajo control trató de hacerse una idea de la dirección por donde venía el viento mirando las velas de la nave enemiga...a ver, ¿que diría un viejo contramaestre barbudo de esos perros cabrones que vienen para acá? ¿vienen con el viento a favor o ciñendo con el viento en contra?...ese tiro de Saik ha sido bueno, su aparejo está empezando a incendiarse, ¡que arda todo como una antorcha por Kord!...a ser posible con algunos de esos bastardos, no me importaría verlos asarse a la parrilla.

Mientras pensaba estas cosas saltó y se puso a correr dispuesto a disparar la siguiente balista que viera cargada para probar suerte cuando vio como Ivho Thamp descargaba un barril de brea cuyo contenido fluía viscosamente por la borda formando una fea mancha negra que flotaba pesadamente sobre las olas de la mar

¡Joder, qué buena idea!...pensó al escuchar las palabras del monje...con suerte no solo el fuego les dificultará la puntería, sino que el viento les echará encima el humo y no podrán ver nada, no creo que al piloto le haga gracia cruzar una línea de humo negro y fuego arriesgándose a una colisión y quizá averías graves en el casco..

- ¡Joder Ivho, buen movimiento! - exclamó a grandes voces mientras corría a tomar posiciones con la siguiente balista - ¿No sería mejor prender el alquitrán con una simple antorcha?, así Saik puede seguir disparando a esos cabrones...- continuó, ya que le parecía importante mantener un fuego continuo sobre el enemigo que les restrasara.

- ¡Ah, si tuviera puntería! descargaría toda mi furia sobre esos perros y el patrón de esos perros a ver si se atrevía a seguir viniendo a por nosotros. Deberíamos matar al timonel y a cuantos se atrevan a acercarse a la caña, sería una buena forma de dejarles sin gobierno.

En cuanto hubo ocupado el puesto de artillero en la siguiente balista que encontró, comprobó los elementos de puntería y apuntó con cuidado procurando mantener la concentración, calculando mentalmente el balance. Creía recordadar haber escuchado en cierta ocasión a un condestable reprender a un artillero novato en un ejercicio de tiro por disparar cuando el buque escoraba, por culpa de las olas, a la banda donde estaba el blanco, al parecer esto traía como resultado que los tiros salieran cortos y para acertar había que dejar salir el tiro cuando el buque estaba en la cresta de la ola. Al notar que la borda del buque estaba en su punto más alto apuntó con el tope de puntería a medio alcance y disparó.

El proyectil inició su vuelo trazando una trayectoria muy tensa hasta impactar sólidamente en el buque enemigo, lo que llenó a Ingvar de una alegría salvaje.

¡YA CASI LO TENGO, YA CASI LO TENGO! grita Rufus mientras taladra con todas sus ganas la pala.

Una vez hecho el agujero, las herramientas a la cintura y pasa el cabo por el mismo.Hace un nudo fuerte que obstaculice el paso del cabo por el agujero, de forma similar al que hay hecho en el otro lado de la pala y que ahora mismo está en contacto con la misma.

La cuerdecita por arriba... medio giro, por aquí... eso es!

Rufus comprueba que el nudo no va más y grita ¡LISTO BAST! ¡SÚBEME! mientras se agarra a la cuerda que le mantiene el vuelo con una mano y con otra el extremo del cabo que acaba de pasar por la pala.

El sonido del poderoso impacto de la balista de Ingvar y la vocecilla de Rufus, fueron como música para sus oídos, y se apresuró a subir rápidamente a su pequeño amigo. Un vez arriba ató el otro cabo, que controlaba la pala, a la baranda, y fue rápidamente a ponerse su armadura, se sentía desnudo si no llevaba su poderosa coraza de metal, pero no sin antes decirle al mediano:

- ¡Bien hecho Rufus!, con la ayuda de Heironeous y algo de suerte, quizás consigamos salir finalmente de ésta. Ahora tienes que ir rápidamente a donde están los demás y diles que ya hemos arreglado la dirección. Que terminen de disparar las balistas y que luego vengan los que puedan para mover la pala y dirigir este trasto, yo de mientras voy a ponerme mi armadura, los espero aquí.

Satisfecho al ver que la vela del barco enemigo comienza a incendiarse, Saik abandona la balista para dirigirse a la siguiente cuando oye el grito de Ivho.

Por un momento piensa que tiene razón, pero cuando Ingvar propone que tire el monje una antorcha también cree que podría valer con eso, con lo cual se dirige hacia popa e intenta aprovechar el rango de su arco para prender otra de las velas de la embarcación que los acecha.

Estas balistas las puede disparar cualquiera, esta distancia sólo puedo cubrirla yo - piensa mientras tensa el arco buscando a su víctima - de todos modos si la antorcha no funciona siempre habrá tiempo de prender el alquitrán a distancia.

El disparo de la balista de Alaric quedó corto y se hundió en el mar con una gran salpicadura.

¡Malditos sean!

Por suerte, sus compañeros estaban teniendo mejor suerte y puntería, e Ivho seguía enlazando una idea brillante tras otra.

Alaric se desplazó hacia siguiente balista, dispuesto a acertar con ella esta vez, pero un brusco golpe del oleaje desvió su tiro, que ni se acercó a la embarcación enemiga.

¡No me dejéis volver a disparar ninguna de estas, ni aunque brille el Sol! Por Pelor mi puntería es lamentable. -gritó por encima del ruido del mar.

Ingvar impacta en el barco enemigo produciendo catástrofe y muerte alrededor, Saik logra hacer un tiro certero que provoca en breve tiempo que arda todo un mástil. Ivho lanza la brea por la borda que Alaric al fallar el tiro de la balista hace impactar. En un abrir y cerrar de ojos, una explosión crea una muralla de fuego que se posiciona entre los dos barcos echando además una cortina de humo que os oculta, el timón queda arreglado y mientras Bast se pone la armadura Rufus cambia la dirección para engañar a los perseguidores por si abrían fuego. 

El rumbo del barco se estabiliza y lejos estáis del alcance enemigo que no llega a sobrepasar el muro de llamas, son muchos los obstáculos e impactos en el barco para que se pudiera recuperar.

La plácida brisa del mar quita el olor a pólvora que hasta hace poco se conservaba en el interior de las armas de asedio provocando la explosión en cada lanzamiento. Arma desconocida por los enemigos e incluso por vosotros que os quedáis abrumados ante tal ingenio y ya conseguís comprender la explosión de vuestra nave. Un goblin pendenciero con antorcha fue el causante de tal estropicio, lejos de la desesperación conseguís sobreponeros con vuestro ingenio y rapidez de acción.

Un débil chapoteo os alerta de que algo se mueve en cubierta. Tras la neblina que todo lo envuelve, os parece ver a varias figuras que se deslizan sinuosamente. En un momento, contempláis con horror a un grupo de extrañas criaturas similares a humanos, aunque de piel escamosa, que os hacen recordar a grandes peces, dirigirse hacia vosotros. En sus manos de dedos membranosos empuñan tridentes que zarandean amenazantes.

                                                       PULSAR EN MEDIO PARA ESCUCHAR

Estas monstruosidades marinas de gran tamaño y peso se dirigen hacia vosotros con ojos sin párpados, colmillos afilados y una cola que se mueve a voluntad. Un tridente de gran tamaño es todo lo que os hace suponer de las agresiones de estos seres como depredadores marinos. 

Algunos relatos habéis escuchados en las tabernas de estos diablos del mar, que se han ganado bien su sobrenombre debido a sus innumerables fechorías contra barcos mercantes que han naufragado.