Partida Rol por web

— Me refería a las leyes y a su ejercicio, aunque él podría tener razón — señaló a Senca mientras viendo que sus palabras pudieron interpretarse en más de una manera, Tea decidió aclarar a la espadachina, sin embargo lo que esta última expuso resultó en algo muy interesante también, al menos para la Cobb — De cualquier forma comparar eso que dices podría llevarnos a nuevas pistas — así que agregó no sin esbozar una pequeña sonrisa.

— Cierto, mi nombre es Tea ¿y el tuyo? — no mucho después preguntó a la ya mentada guerrera pues la presentación entre ellas no había sido formal, sin embargo le habían enseñado que debía corresponder a las atenciones de otros, y ya que la contraria había revelado su “otro” nombre, la castaña agregó en voz un poco más baja — En todo caso también sería Helios… —

— Por eso digo que no es la manera de buscar la paz, si bien tampoco se pueden ignorar las amenazas hacia aquellos que dependen de ti — volviendo al tema con el Kazibara y en el que ahora también participaba Niero, la humana suspiró con algo de pesadez, como si la conversación diera para tanto que resultara imposible llegar a una conclusión definitiva sin importar el tiempo que se la pasaran dando vueltas a ello.

***

Ya frente al nuevo alto y enmascarado, las palabras de este revelaron que conocía a la chica que llegó buscando a Senca y más aún, pues también enunció sin previa aclaración el nombre que la Cobb se había guardado hasta hace poco — ¿Quién lo pregunta? — así que ella optó por contestar, pues si el otro sabía tanto fingir demencia no sería útil y quizás tampoco conveniente. En ese caso Anya echó luz sobre el asunto.

— Oh vaya, qué nombre tan… peculiar, m-mucho gusto… — por su parte ella observó aunque no sin dejar salir una pequeña risa nerviosa ¿acaso todos los otros relacionados con los elementos tenían apariencias intimidantes? Empezando por el mismísimo Senca, pasando por la espadachina y su maestro, y ahora alguien a quien literalmente se le otorgaba el nombre del fin de la vida, portador de una especie de máquina peculiarmente indiscreta a la par que útil; — ¿Entonces conociste a alguien más antes que a nosotros? — por lo mismo la castaña preguntó interesada una vez que la portadora del fuego dejó entre ver que había otra chica entre ellos, dando a entender que lo sabía por experiencia previa.

Mientras los espadachines hablaban y solo un poco antes de que Niero indicara el siguiente destino, mencionando a una Mimali que seguro sería la chica de quien hablaba su alumna, Tea se acercó al portador de la tierra — ¿Cómo conseguiste eso? — ello con tal de preguntarle con honesta curiosidad, no precisamente desconfiando de él aunque sería imposible decir que se veía tranquila, pues no alcanzar a notar nada más allá de la máscara ajena era algo que la inquietaba bastante ya solo como concepto...

Muerte asintió ante las palabras de Anya, presentándolo, y siguió haciéndolo tras oír al Kazibara presentarse a sí mismo. Por sus palabras el asesino había asumido que se trataba de un elementarista puro, y de ser así, era posiblemente el primero de su clase que había visto en su vida, la cual aunque quizás no había sido precisamente corta para un humano, sí que lo era para los de su raza. Probablemente.

—¿Esto? —preguntó levantando con cierta lentitud y hasta la altura de su pecho la brújula que aún entonces señalaba a la portadora del aire hasta—. Me lo dio Naysse para encontrarte, no sé qué es exactamente —confesó antes de disponerse a examinar la brújula un poco más detenidamente. Segundos después se percató de que era posible que la chica no supiese quién era Naysee... No estaba seguro de si sería capaz de decirle nada muy revelador o que no le hubiese contado ya la portadora del fuego o su acompañante, Niero—. Ella es la tabernera del séptimo elemento —explicó mientras se guardaba la brújula en uno de los numerosos bolsillos que tenían sus abrigos para posteriormente darse la vuelta en dirección al camino que llevaba a la taberna.

Señor Muerte siguió caminando por el callejón, tan solo unos pasos más adelante que quienes de allí en más posiblemente se convirtiesen en sus compañeros y un poco más atento a sus alrededores que a la conversación que estos últimos llevasen. Aunque hablar no estaba prohibido, Niero tenía mucha razón al decir que no era buena idea hacerlo en los callejones, así como tampoco lo era permanecer en ellos por más tiempo del necesario.

La samurái asiente a la joven, contenta de que apoye su idea (aunque aún solo sabe parte, pero confía en que la otra le guste más, si cabe).

- Anya Ishar, encantada de conoceros.

Anya, por su lado, parece metida en sus propias meditaciones con respecto al asunto. El discurso de Anya estará plagado de pequeñas pausas para asegurarse de que nadie escucha, pero finalmente opta por declarar:

- Buscar la paz es, quizás, algo utópico como dices, Senca. Pero minusvaloras a la par el mero hecho de buscarla así como el trabajo que un Rey ha de realizar por ella. -indica con tranquilidad- O, al menos, el trabajo que yo creo que debe realizar, permitidme explicarme.

Se toma un ligero instante y finalmente prosigue:

- Por un lado, Senca, hablas de paz en términos absolutos, o hay paz o no la hay... Si la meta es que no haya ningún conflicto, sí, es inabarcable. Pero, comparemos la ruptura de la paz que suponen unos salteadores de caminos con una guerra entre dos reinos. Esa, con una entre cuatro. Esa, con un ejército Delemental invadiendo el mundo de la superficie. -plantea, dando ideas de situaciones que pueden causar grados dispares de devastación y desolación- En algún punto, también, está la ruptura de la paz que puedan traer unos conocedores de lo Arcano, que quién sabe cuánto de grande pueda llegar a ser... Por lo que se dice, es un conocimiento devastador que cayendo en malas manos podría arrasar Sansóläis. -explica, dado que parece no estar muy puesto al día con ello- Bien, ahora... Tuvísteis unas... -mira alrededor para asegurarse de que nadie preste oído, pero aún así habla con prudencia- Palabras desafortunadas con respecto a dicho tema en un lugar público. Para ti, atacarte supone una forma de romper la paz, una paz tan insignificante para el mundo como es una taberna tranquila pasando a una taberna en trifulca. Para ellos, podía suponer eliminar una amenaza que potencialmente puede destruir el mundo. Aunque no sea cierto, así pensaron. -le indica la espadachina, hablando sobre el asunto de los grados de paz y la relevancia de las leyes y lo demás- A nivel... Legal, y no soy una entendida, supongo que es algo semejante. El rey decidió que es mejor que si alguien tiene sospechas fundadas de encontrar a alguien de dicho grupo le meta un cuchillo en el cuello, mejor que arriesgarse a que un grupo pueda arrasarlo todo. No me parece la idea más sagaz, pero bueno. -concluye, encogiéndose de hombros.

Todo son suposiciones, a fin de cuentas.

- Y tanto el rey como otras tantas personas... Esos a los que llamas cobardes. Digamos que hay cincuenta o cien de ellos. Quizás este sitio tenga unas dos mil lanzas... Hace falta gente que las organice, tanto con órdenes directas como con leyes, y eso es lo que hacen, independientemente de si el que ha llegado a esa posición es un cobarde, como dices, que no ha tomado una espada en su vida, o un veterano de cinco campañas que ya no tiene fuerzas para sostener un arma. El caso es que prefiero a esos dos mil soldados guiados por esas cincuenta o cien personas, entre ellas el rey, que tener dos mil cincuenta o dos mil cien soldados cada uno haciendo lo que le parezca correcto, aún si todos buscan lo que es justo.

Parece ser que esa calma casi irrompible le da mucho tiempo para pensar, y que a pesar de ser una chica dedicada a la espada, su cabeza discurre con cierta eficacia, aunque todo sean suposiciones.

Recordando algo más que casi omite, le lanza una mirada a Senca y responde:

- Esa que viste fue Icycla. Y si también te dio un beso, creo que tengo cierto derecho a odiarte. -comenta, aunque es imposible dilucidarlo por su tono o su rostro, pero suena a broma- Icycla es la Diosa del Hielo, y yo profeso su religión... Es decir, es a quien rezo y en quien deposito mi fe. Mi visión, no obstante, fue Pyros, quien más podríamos decir que es su contrario, el Dios del Fuego. -le explica- Pyros violó a Icycla y de esa unión surgió Marine, la Diosa de las Aguas, que apareció en la visión de la Mimali que pronto conoceréis. -concluye.

Hablar con tantas pausas y tratando de que nadie los escuche resulta casi más agotador que hacerlo seguido.

Ante las dudas de Tea, Anya muestra su propia "brújula", con su contenido apuntando hacia Senca.

- Naysse los preparó, como dice Muerte, empleando algo mío para la que señala a Senca, algo de él para la que te señala a ti, y algo de la Portadora de Agua para buscar a la Portadora de Rayo. -explica tranquilamente, aunque no explique el proceso... puesto que ella misma no tiene la menor idea- Por cierto, Muerte, quizás ya lo hayas pensado, pero... -baja la voz y se acerca, antes de decirle- Nada de mencionar que conocemos palabras en un "lenguaje extraño" por Trayerta. -se vuelve a enderezar. No le preocupaba si Tea o Senca ponían oído, pero no quería que nadie más lo oyese- Acabamos de tener problemas por ese tema. -concluye, informándole.

Tras escuchar lo que el chico dijo se queda unos segundos en silencio y dice:

No me refiero a eso… si fuera tan sencillo ya sabríamos como solucionarlo.

Mira a Max a los ojos durante unos segundos mientras movía la cola tras ella, para que no pudiera verla y añade:

Puede haber una tercera opción, solo que no somos capaces de verla.

Se hecha un poco para atrás para acomodarse más en el asiento y comenta:

De momento la información que tenemos es la de las dos posibles profecías ¿no?, pero a lo mejor hay más información y más cosas que no sabemos y que nos pueden llevar a una tercera solución que no sabemos aún… siempre hay muchas opciones y posibles soluciones

Sonríe unos momentos, realmente estaba contenta por haber encontrado a un chico que no parecía conformarse con lo que le decían:

No sé si habrá más opciones o no, solo sé que ahora mismo no vemos más opciones, pero pueden existir, ¿no te parece? De todas formas, lo que, si está claro, es que no podemos simplemente dejar que pasen las cosas ¿no?

Escuché a Tea y Anya con atención, sin embargo, no parecía estar demasiado de acuerdo. La paz es paz, y dos mil lanzas no son paz, no lo son los hombres que las organizan y no lo son las peleas en las tabernas, que un tipo de violencia tenga más víctimas que otro no hace a una reyerta mejor que otra. Comencé comentando, y que alguien mande ejecuciones a sus dos mil lanzas desde lo alto de una torre o sentado en esas sillas llenas de piedras brillantes de colores no le hace mejor persona, ni menos cobarde. Tú y yo, como Tea hemos utilizado la guerra para salvar nuestras vidas, pero lo hemos hecho nosotros, y de haber perdido la pelea habría asumido mi destino y mi debilidad, no soy un hombre de paz, pero tampoco un cobarde, ellos en cambio se arrodillan para salvar la vida y se esconden tras altas murallas. Dije sin darle realmente importancia, aunque con gran curiosidad en la conversación.

Desconozco si nuestros símbolos tienen un poder quizá inabarcable a otras personas, pero dejar que cualquier persona que los encuentre acabe con ellos es cruel, cruel para nosotros que los portamos pues no tenemos por qué ser violentos, cruel para aquellos que nos encuentran pues ahora están tendidos en una pared llenos de sangre o arrodillados pidiendo paz, algo que ellos no nos ofrecieron pues el hombre en su trono dice que somos peligrosos, y cruel para el mundo en general, mi mentor decía que conocer lo que no sabemos traerá beneficios inimaginables y él hacía todo lo posible por descubrir cuanto buscaba, pero no quieren descubrir lo arcano, sea lo que sea, solo acabar con ello por que una leyenda, una superstición o porque sus ideas mortales les llenan de miedo.

Imagina que yo decido que tú eres peligrosa, pues tienes dentro de tí poderes de los dioses, te meto un cuchillo en el cuello como tú misma dices, el rey entonces podría judgarme con sus dos mil lanzas, ¿acaso solo él puede decidir qué es lo peligroso?, todas las vidas de esta ciudad estan en manos de lo que una mente que no quiere conocer la verdad decide, por qué nosotros no podemos decidir esas cosas.

Tener buenas intenciones no hace que seas un cobarde, defender aquello que te importa sin temer las consecuencias sí, si el rey obtuviera uno de nuestros símbolos, ¿crees que acabaría con su vida o que alguno de esos guerreros de la taberna le clavaría ese cuchillo?. Comenté mientras caminaba.

Aunque supongo que estoy divagando, he visitado tantos lugares de paz como de guerra, gente que lucha por defender a sus gentes de verdaderos peligros, de seres que saben que son peligrosos, Dije sacando el manuscrito que me dió el explorador de Ilunia, Esto me lo dió un hombre que sabía que iba a morir ante peligros reales, en una torre perdida del continente, vine aquí a pedir ayuda para esa gente, ¿dónde están su valiente rey y sus dosmil lanzas?. Comenté con un atisbo de resignación tras hablar del hombre del salvoconducto. Llegué a ese lugar en un barco hecho por unos lugareños que me lo ofrecieron por conseguir que unos bandidos no violaran a todas sus mujeres, otra vez, ¿y el rey? parece que está demasiado ocupado escribiendo leyes sobre acabar con nosotros, que ni siquiera llevamos dos lunas en esta ciudad.

Tras ello miré al Señor Muerte y a Tea, Quizá no sepa mucho de este mundo, pero eso no significa que no distinga quién busca la paz, aunque sea a traves de su espada y sabiendo que va a morir, y quien dice que la busca tras el cómodo calor de una hoguera. Concluí, aunque no con un tono cortante, sino abierto a réplicas, apenas tenía una pequeña parte del conocimiento que todos ellos tenían, y aprender del mundo era el primer paso para cumplir mi otro destino.

Niero tuvo que detenerse ante la conversación que había sobre la paz y como mantenerla alzando una mano para chasquear los dedos y tratar de llamar la atención. Todo había que decir que ese chasquido resonó cual eco alrededor

-No es momento para discutir sobre la paz, como conseguirla o como protegerla. Hay una realidad latente, y es que al tener vosotros esos simbolos marcados, y no solo ellos, decir tan solamente que sois capaces de entenderlos, que os pone en peligro además de una diana en la cabeza, y da igual quien mate a quien, si es un entendedir del lenguaje Arcano, cualquiera haría bien en matarlo a ojos de los que no entienden...

Finalmente Niero suspiró - Volvamos con Naysse, y ella os explicará mejor todo. Esperemos que la Mimali y a quien debe buscar hayan vuelto. - dijo ya volviendose para continuar andando.

Siendo que fue primero a la cabeza, junto a señor muerte, los cinco llegasteis a una taberna cuya entrada si os fijabais tenía el cartel de: "El septimo elemento" con una imagen del faro en el mismo.

En su interior Naysse estaba junto a una Luftinuka la cual parecía estar reventada a golpes, aunque sin rasguños perceptibles debido a la propiedad de su raza. - ¿Tio? - dijo la Luftinuka quien miró a la entrada después de mirar a Muerte, mientras Naysse parecía tratarla entre magia e instrumental boticario a la chica - ¿Quienes son... ellos? ¿Son de Freigalon? - Dijo mientras agarraba su arco roto antes de que Naysse la frenara poniendo una mano en su pecho para echarla más en la silla.

-Calma chica, no estas en fuerzas de amenazar a nadie, demás esos que vienen con tu tio apenas podrían hacerte nada conmigo delante. - dijo jactandose un poco de su poder, aunque más bien lo hizo con un tono burlon buscando la sonrisa de la Luftinuka, quien parecía estar más mal de lo que parecía antes para ojos de cierto asesino.

La Luftinuka tenía una indumentaria muy similar a la de Muerte, caracterizandose en concreto quizás por la oscuridad misma de sus ropajes, con la única integridad de que parecía haber rasguños como de haber superado una pelea, por no decir su arco roto.

Para los nuevos llegados a la taberna también podriais ver a cierta corpulenta mujer pelirroja que se denotaba por su atuendo era la tabernera del lugar, el cual a aquellas horas estaba vacio de clientela, salvo por la Luftinuka herida a la cual estaba tratando todavía.

Al escuchar los ingredientes del artefacto, te suena haberlo leido en libros de la torre, solo que de la forma en la que se creaba estaba hecho para localizar el destino de la persona a la que se enlazaba. Era una Brujula Divina. Solo que no señalaría nunca algo que no fuera lo que la persona esta buscando con su corazon, como en este caso el heredero contrario. Algo tenía de diferente esa brujula, pero sabes que estaba hecho por magia no elemental, divina o por sellos.

-Una tercera opción que no vemos... - el principe se quedó pensativo mientras hablabas, escuchandote durante todo el momento mientras seguía pensando y pensando acerca de lo que decías, tanto así que pareció serle una opción valida de creer. Una existencia de un posible tercer camino que lleve a una verdadera paz. La pregunta era como descubrirlo.

-Puede ser... Solo me he leido los cuentos y leyenda de Trayerta acerca de la profecía del faro. No obstante en Maxener pueden existir distintos puntos de vista, o entre los mimalis historias diferentes. Quizás en alguna biblioteca submarina entre las ciudades de los Mereyin... - sin embargo aunque se ilusionaba al pensar en todo eso, suspiró. - Lo único es que para mi aún es dificil poder viajar a esos lugares, estando bajo la tutela de mi padre. Se me queda pequeña esta biblioteca

Dijo mirando a todos los libros que había, y es que si era cierto lo que decía y su padre era tan protector con el, probablemente ya se hubiera leido más de la mitad de los libros que allí habían en toda su vida.

-Ya me gustaría poder investigar sobre ello... Por cierto Helga... Quería preguntarte - y en un momento Max fue a buscar tu mirada siendo que portaba una expresión un tanto más seria, casi como si se oliera algo - ¿Como te interesa tanto la profecía del faro?

Señor Muerte asintió lentamente al oír la advertencia de Anya sobre las palabras que habían aprendido. Era una advertencia inquietante, pues significaba que ellos y Naysse no eran los únicos que sabían sobre los sellos, los poderes que estos otorgaban a sus portadores, el fin del mundo y otros temas; ya le preguntaría en la taberna qué había sucedido exactamente en el incidente que mencionaba. Aunque había llegado a escuchar parte de una conversación sobre la paz, las armas y la muerte, siendo que no había estado participando desde un inicio de la misma y que tampoco sabía de qué era exactamente que se estaba hablando o si le incumbía de algún modo, decidió no inmiscuirse en ella.

Una vez había entrado al Séptimo Elemento la rápida pregunta de su sobrina lo hizo detenerse un segundo, pero sería Naysse quien respondería aquella pregunta, mientras que él se habría limitado a confirmar las palabras de la tabernera haciendo un gesto afirmativo con la cabeza.

—Ella es mi sobrina, y una máscara... —explicó Muerte, cuya voz pareció apagarse un poco al pronunciar aquella última palabra—. ¿Cómo está, Naysse? —quiso saber. De no tener máscara quizás se podría haber observado en su rostro una expresión de preocupación, pero aquella parte de su indumentaria dejaba ver siempre la misma faceta inexpresiva que de algún modo lo caracterizaba.

La discusión sobre la paz se había quedado en stand by, en parte por la aparición de Señor Muerte con los temas más acuciantes que había que aclarar, y en parte por la intervención de Niero y la proximidad del Séptimo Elemento. Una vez llegados, una joven hace intención de armarse ante nuestra llegada, pero dado que su primera reacción es preguntar "¿Tío?", asume que no es una amenaza y permanece tranquila a pesar de que trate de coger ese arco en deplorable estado, parecido al de su dueña. Depués, Anya mira con dudas a Muerte y responde:

- ¿Qué es eso de ser una máscara? -pregunta, curiosa, aunque sin mudar el gesto. No obstante, aún antes de la respuesta, saluda con un gesto a las dos mujeres de la sala y saluda- Buenas tardes... No somos una amenaza para ninguno de los presentes, puedes estar tranquila. -esa última parte va enfocada a la luftinuka.

Consciente de la situación, se retira a un lateral de la sala para dejarle "protagonismo" al Señor Muerte, puesto que es su sobrina y debe de estar preocupado al verla tan tocada.

Al ver a Naysse tratando a la Luftinuka puedes notar como está usando una magia un tanto extraña, combinación de la divina y la elemental de Viento. Sin embargo no notas rastros de ninguna esencia utilizada, ni divina ni elemental.

La humana asintió de cara a quien se llamaba Anya, dedicándole una nueva sonrisa — Igualmente — luego se limitó a decir sellando así la presentación como era debido.

Si bien escuchó por proximidad el discurso que la espadachina le dirigió al Kazibara y luego la respuesta de este, Tea evitó extender todavía más el asunto con su propia opinión no porque no le interesara, sino debido a que tras escuchar también a Niero pensó en lo inconveniente que podría ser apasionarse demasiado intercambiando puntos de vista en aquel lugar, al fin y al cabo justo salían de un problema causado por haberse dejado llevar en el sitio equivocado ¿no?

Por lo menos con lo escuchado podía hacerse mejor idea de los portadores del hielo y del fuego, seres que ahora no le parecían solo fuertes y misteriosos, sino también librepensadores aunque muy a sus respectivos estilos…

¿Naysse?

La expresión de Tea reveló de forma bastante clara que aquel nombre no le sonaba de nada, sin embargo evitó preguntar más que con su vista… ¿sería otra de ellos?

Por suerte la respuesta a sus dudas más inmediatas llegó pronto y de la boca del mismo que las indujo, mismo que de paso reveló el cargo de la susodicha; con esa era la segunda ocasión que las taberneras tomaban una importancia inesperada pero bien señalada a su ver, todo en un mismo día. — ¿P-para encontrarme? ¿Acaso me conoce? — cuando volvió a hablar fue solo para preguntar aquello mientras caminaba cerca del portador de la tierra, esto a fin de no retrasar el avance grupal.

— ¿Huh? ¿De verdad? ¿Y el lugar donde está Naysse está muy lejos de aquí? Ahora tengo todavía más ganas de conocerla… — ante los datos que agregó Anya, Tea no pudo evitar decir, pues si las dichosas brújulas nacieron a partir de un proceso artesanal realizado por la mentada tabernera, bien podría aprender alguna cosa interesante si tenía oportunidad de verla… o eso pensó ella.

— Sin embargo no debes olvidar que a veces quien la busca tras “el cómodo calor de una hoguera” puede ser alguien cuya vida discurrió en el campo de batalla o en el peregrinaje sin descanso antes de terminar así… — escuchando al espadachín decidió matizar, pues recordó a cierto mercader en el ocaso de su vida, a las aventuras que le relató y a la tragedia que logró percibir cuando pasó tiempo con él.

Ya dentro del Séptimo Elemento destacaron el par de mujeres que estaban allí, primero porque eran las únicas ocupando el sitio y luego por la forma en que la pelirroja atendía a la enmascarada, que al menos a Tea le intrigó lo suficiente como para abstraerse por unos instantes de la situación general.

¿Tío?

Luego pensó al tiempo que atestiguaban la interacción entre los dos enmascarados, siendo que Muerte elevó al objeto que les cubría el rostro a un nivel en que parecía una identidad, un cargo. Anya se encargó de externar la duda que quizás era compartida por todos los recién llegados. — Mucho gusto, mi nombre es Tea — por su parte la Cobb se presentó en pos de contribuir a la tranquilidad de la Luftinuka, o al menos de intentarlo.

No mucho después el interés le pudo más que la prudencia, y así terminó acercándose un poco más a donde estaban la mentada tabernera y la herida enmascarada — S-sé un poco de primeros auxilios, no es mucho, pero si necesita ayuda quizás pueda hacer algo — ello para ofrecer a Naysse con buenas y sinceras intenciones, aunque quizás pecando de inoportuna dado que más allá de su nombre las otras dos no es que supieran mucho de ella…

La conversación fue cortada por la llegada del hombre enmascarado que portaba otra brújula de los opuestos, quedaba una más si la visión de los dioses era cierta. Así que Icycla, Supongo que los dioses disponen lo que quieren sin pensar en lo que queremos nosotros. Dije a Anya quitándole hierro al asunto. Sí que me besó aunque preferiría no recibir tu odio, Dije poniendo las manos juntas delante de Anya a modo de disculpa. Si me aparece una vez más le diré que tú también la deseas, aunque no creo que me escuche. Comentaba mientras caminaba hacia la taberna.

Así que el séptimo elemento, vine aquí buscando esto justo, quizá debería haber sido más directo en mis preguntas, al fin y al cabo lo pone en el cartel. Hablaba al aire pensativo, había pateado media ciudad llena de gente buscando algo que estaba escrito en palabras gigantes encima de una puerta, prácticamente nos estaba llamando, claro que por otro lado los dioses podían haberlo comentado.

Al llegar, tuve la misma duda que los demás, aunque fue Anya la que rompió el hielo buscando la verdad, definitivamente no eramos personas opuestas, aunque no había duda de que Tea y Muerte si lo parecían, ¿era acaso algo más profundo?¿quizá fuera una especie de metáfora que escapaba a mi conocimiento?, estaba siendo un día lleno de experiencias, debería darle las gracias a Tea por haberme encontrado, si no ahora mismo estaría pateando la media ciudad que quedaba.

Está herida, ¿quién hace daño a una niña?, Pregunté con curiosidad, Me separé del grupo a un lugar algo aislado donde pudiera sentirse sin peligro y me senté en una silla, No soy peligroso, ninguno lo somos, aunque seguro que eso ya lo sabeis. Dije mientras escuchaba las respuestas del lugar.

Busqué en mi bolsa de viaje algo que pudiera ayudar a la niña, conocía las plantas por lo que quizá tuviera alguna que pudiera ayudar en la cura, menos útil que la magia sin duda, pero cualquier ayuda era poca.

Las palabras de su amo hicieron que una extraña sensación recorriera su columna vertebral, no tenía idea de qué había sido pero se sentía enferma y con poca gana de entrar. Tiki no lo sabría clasificar porque jamás lo había o recordaba haberlo sentido, pero eran miedo, inseguridad y un profundo escalofrío. Se dejó tomar entre las manos de Gauche, quien se agachaba para poder hablar más íntimamente para escuchar atenta lo que debía seguir contándole. Asintió a todo lo que le decía, con un cuerpo más relajado aunque tampoco es que hubiera mostrado signos de tensión demasiado grandes, solo un atisbo, el suficiente como para avisar al ladrón de que efectivamente más pronto que tarde los hechizos se removerían, se estaban desvaneciendo.

-Sí amo. 

Con esa simple frase revoloteó hasta la parte más alta del castillo y desde ahí pudo ver varias opciones, aunque la mejor de todas parecía ser entrar por una de las ventanas del primer piso. ¿Habría alguna habitación en donde se pudieran teletransportar sin miedo a ser pillados? Sabía también como funcionaban los guardias, no era como si gauche no la hubiera instruído en esa clase de cosas, en el momento en que vio a uno pasearse, calculó el tiempo entre que se iba y venía otro siendo que descubrió el margen por el cual podía colarse sin ser vista, ¿Pero hacia donde? Miró a los lados del pasillo para fijar su vista en el techo. Claro, era hada y pequeñita, solo tenía que ir por el techo para que nadie la viera, poco a poco, después de todo... Nadie se dedicaba a mirar techos. Revisó con cautela en las ventanas del primer piso y encontró varias abiertas, eso le dejaba un buen paso, le dio una mirada a Gauche antes de revisar que su entrada estuviera estipulada entre guardia y guardia para colarse por la parte alta de la ventana, dirigiéndose directamente al techo para así no ser vista con facilidad. Para mayor seguridad se apegó a la esquina de la pared y comenzó a recorrer el pasillo, intentando vislumbrar alguna habitación que estuviera abierta y deshabitada en donde poder colarse y así tener en claro el lugar en donde se pudieran teletransportar. 

Ya lista emprendiste el vuelo para hacer tu pequeña incursión por el castillo. Efectivamente la primera planta era la mejor para investigar por la escasez de guaridas, pero sin duda la peor por la estrechez de algunos caminos. Por suerte con tu aletear cerca del techo y espera mientras buscabas resquicios por los que colarte a una habitación suficiente para llevar a Gauche hasta allí, no te pillaron en ningún momento.

Revisando habitaciones viste un par que corres a habitaciones de alguien, solo que por como estaban decoradas no sabrías decir de quien. Podría ser desde el servicio interno del castillo, hasta algunos altos cargos de su majestad. Pero de entre todas ellas la habitación que más resaltó como mejor escondrijo donde poder empezar a teletransportarse, era un pequeño almacen que parecía solo usarse un par de veces al día. Tenía mayormente sabanas entre otros bienes que servían practicamente para dejar las camas de las habitaciones limpias y preparadas para volver a usarse. Obviamente la reponían, si no, no la verías tan llena.

No obstante parecía que nadie fuera a usarla en unas cuantas horas, y por suerte estaba cerca de un pequeño acceso a un balcon hacia el patio interior. Quizás el mejor acceso con más posibilidades, ya que las escaleras de uno de los torreones no estaba mucho más lejos

Tras oir las palabras de su tio, la Luftinuka fue relajandose poco a poco soltando el arco de nuevo en la mesa, que de seguro necesitaría una reparación para volverlo a usar. - Mi nombre es Nemea - mencionó sin más vigilante ante los nuevos allí presente, pues aunque Muerte dijera que eran amigos, o incluso aliados, e incluso que cada uno dijera que no iba a hacerle nada a los presentes. Su guardia era muy alta.

Mientras tanto Niero decidió apartarse apoyandose en una pared mientras las conversaciones iban empezando a fluir, siendo que Naysse fue la primera en hablar, aunque primero alzando la mano hacia el Kazibara que buscaba algo en su bolsa - No es necesario ayuda. Está en buenas manos - Por otro lado llevó dicha mano a la cabeza de Tea para acariciarla y sonreirla - Gracias por el ofrecimiento - Pronto volvió a la Luftinuka, quien parecía estar siendo recobrada a base de magia, y por lo que podiais intuir, era elemental de viento, pues el aire alrededor de las dos, se movía libremente a voluntad de la tabernera.

-Tu sobrina está bien Muerte. Tienes suerte que las heridas no hayan sido en puntos más graves. Aunque también parecen haber sido echas aposta... Como si la hubieran torturado o apaleado como advertencia. Con un poco más de mi magia puedo tenerla mejor, el resto es cosa suya y que descanse, aunque algo me dice que no lo hará, por lo cual te pediría que la convenzas. - advirtió tras dar el informe de como estaba la Luftinuka.

Poco después miró a todos de reojo para confirmar quienes habían - Faltan la Mimali y su dueño ladrón y la portadora del rayo. Igual les toma algo de tiempo. Si quereis tomar algo mientras esperais decidlo. Mientras tanto... Niero ¿Te importa decirle a mi marido que os reserve habitaciones a todos? Creo que en total deberán ser... - Empezó a contar desde lo que tenía en mente y tal como os habia conocido a cada uno - ... siete habitaciones, a no ser que Muerte quiera una a parte alejado de su sobrina. - Le miró casi pidiendo que respondiera ante ese hecho

Por su lado Niero con un suspiro se quitó de la pared y comenzó a caminar - No hay problema maestra. - Hablando con otro tono quizás mucho más relajado y menos familiar, algo más serio, el maestro de Anya fue a cumplir la petición de Naysse

-Mientras tanto si hay algo que querais preguntar, podeis decirlo, aunque hay cosas que os quiero explicar a los seis juntos.

Había sido bien entrenada, no fue difícil para Tiki salvar todos los problemas, pasando de habitación en habitación fijándose cuidadosamente en lo que habitaba o había en ellas. Muchas eran de servidumbre, otras de nobleza ¿Quizá? tampoco era que le interesara realmente. Más pronto que tarde encontró una habitación que se usaba como almacén, no pareciera que nadie quisiera entrar en un rato, aún así se dio a la tarea de buscar el mejor hueco desde donde poder hacer aparecer a Gauche. El lugar no era muy amplio y sabía que debería gastar mucha energía para reducirlo y llevarlo hasta allí, por suerte había podido descansar durante el camino, o eso era lo que sentía ella, lo suficiente como para tener el cuerpo restaurado casi si no del todo.

Volvió sobre sus aleteos, saliendo por la parte superior de la ventana para caer en picado hacia allí a donde le esperaba su dueño, cayendo sobre sus manos y señalando la ventana. - Tengo un lugar amo. Voy a proceder. El dueño sabía a qué se refería, era su modus operandi después de todo, reducir su tamaño considerablemente para que pudieran pasearse por ahí de manera en que se pudiera esconder el ladrón con una velocidad y facilidad pasmosa. Besó la mejilla de su amo, provocando en este que se redujera su tamaño junto al resto de lo que llevara puesto en ese instante hasta quedar en escasos 30 centímetros de estatura. El cuerpo de Tiki se retorcía ligeramente tras aquel acto, Gauche sabía perfectamente que al no haber aprendido a usar la esencia de su alrededor, su vitalidad y cuerpo se cobraba el caro precio de su magia... ¿Pero nunca le había importado, no? Y mucho menos a la hada quien no parecía molesta por ello. 
Pronto el hada le tomó la mano, ahora midiendo casi lo mismo, aún algo más pequeña que el y de un movimiento teletransportó a ambos hacia el hueco escondido del almacén desde donde podrían seguir su búsqueda. 

El medallón había sido encogido aún más junto a Gauche por lo que ahora se asemejaba más a un guardapelo del tamaño ideal para tiki que a un medallón hecho por un humano. Comenzó a apuntar con el mismo hacia todos lados para ver la dirección en la que debían ir. -¿Qué desea hacer ahora, amo? Le dijo una vez el medallón les indicó la dirección.