Partida Rol por web

Aquellos pequeños revoloteaban alrededor tuya como moscas. Sus rostros eran de preocupación absoluta y sus miradas de rabia contenida. Vestidos de negro, se camuflaban en las sombras que provocaban aquellos abovedados conductos pestilentes. 

Llegaste hasta la cueva que tu hermano llamaba Rokefeler-Palace con bastante facilidad tras seguir sus indicaciones. El plan era encontrarte con Volter y los chavales allí mismo. Pero cuando llegaste ya deduciste que algo iba mal. La actitud de aquellos pequeños delató una situación totalmente caótica. Y tu hermano no aparecía por ningún lado.

-¡Se lo han llevado!- Contestó uno de ellos. Una niña orca que se tapaba la boca tímidamente. Muy probablemente no quería que vieras su dentadura. Pero el húmedo chapotear de la saliva le delataba. -Han venido los pandilleros de Harry y se han llevado al viejo... Y luego unos mercenarios han ido a buscarlo...- Dijo otro chico enano que no debería sobrepasar la decena. Te costaba seguir sus explicaciones. Estaban demasiado nerviosos.

Aldar se abrió paso hacia el lugar de encuentro, sentidos alertas y dando varias pasadas de visión nocturna y termográfica a su entorno a medida que caminaba. A pesar de ser territorio de Volter y sus críos, no se fiaba. Nunca se fiaba. Había tenido demasiados encuentros fortuitos con yonquis de BTL, nuevas pandillas buscando probar valía y hasta alguna alimaña sobrenatural para ir confiado a ningún lado.

Al llegar a la guarida y ver el alboroto, ya supo que algo andaba mal. El alboroto generalizado y las palabras de los pequeñazos le confirmaron sus temores.

-A callar! Gritó con su voz más severa. Inmediatamente se inclinó, rodilla al piso, frente al chico enano y la niña orca. -A ver campeones, decidme que ha pasado, rápido, en orden y no omitáis nada. Y el resto de vosotros, silencio!

La joven orca se adelantó.

-Aparecieron unos pandilleros junto con un tipo muy alto y grande y tatuado. El gigante no hablaba. Solo cogió a Volter y se lo llevaron.- Dijo la pequeña sin poder reprimir tímidamente un escalofrío.

-El viejo Volter vino y nos dijo que nos escondiéramos y que no saliésemos pasara lo que pasara. Pero Folt y Marcus fueron tras ellos...- Contestó el chico enano apretando los puños. -Se lo han llevado a la madriguera de las serpientes.-

-Seguro que ha sido culpa de aquellos mercenarios que aparecieron esta mañana.- Exclamó uno de ellos, y los demás asintieron. -Si no hubiese sido por ellos no hubiesen venido los pandilleros.-

Se vuelve al chico que habló a lo último -¿Mercenarios? ¿Aquí? ¿Buscaban a Volter? Descríbelos... ¿recuerdas algún nombre?

-Uno tenía aspecto de soldado. No hablaba mucho, pero desenfundó rápido...- Contestó la muchacha orca.

-Si, y luego había dos mujeres. Una de ellas iba escondida con un traje camaleónico.- Siguió el pequeño enano. -Obligaron a Volter a que les dijera donde estaba la madriguera de las serpientes...-

-Si no hubiese sido por ellos Harry no hubiese mandado a sus perros a buscar a Volter.- Exclamó el enano. Y los demás otra vez más hicieron una mueca de ira. 

Miro alrededor un instante... por dios, que escena tan dantesca... Volter sabia meterse y salirse de problemas por si solo, pero Las Serpientes eran de lo peor que rondaba las calles de Seattle, y los mercernarios estos que mencionan los chicos le dan una pesima sensación...

- Vale muchachos, iré a buscar a Volter, a Folt y a Marcus... ¿alguno sabe indicarme dónde está la madriguera de Las Serpientes?

Llegas a la boca de la cloaca que da acceso al callejón de la madriguera de las serpientes. Los conductos de las cloacas de Redmond eran capaces de llevarte a casi cualquier sitio de esa parte de Seattle bajo suelo.

Un sonido gorgoteante te desvía la atención justo cuando la luz de la calle se apodera de la escena. Ves a un chico vestido de negro agonizando en el suelo. Tenía la cabeza quemada. Pero deduces por su tamaño y complexión que se trata de un troll muy joven.

- Vale muchachos, iré a buscar a Volter, a Folt y a Marcus... vosotros os quedais aquí, ¿entendido?

Salgo volando del Palace sin esperar respuesta. Cojo la moto, y vuelo hacia la madriguera de Las Serpientes. Maldición... no tengo ni cerca el equipo que necesitaría para esto... el peso de las ares predators en sus fundas le resultaba reconfortante, ¿pero sería suficiente? Bueno, pues tendrá que serlo...

Dejaré la moto a algunas calles, escondida bajo basura y cartones. En el viaje hago un par de llamadas a 2 de mis contactos, el pandillero y el poli corrupto, simplemente preguntando si hay algo en particular que deba saber de estas serpientes, de su lider Harry o si han hecho algo fuera de lo común recientemente.

Entro a la boca de las cloacas, revisando mis armas y las municiones de reserva, y avanzo con cuidado, haciendo pasadas de visión nocturna y termográfica... intento no pensar en todas las historias que he escuchado de las cloacas de Seattle...

Al encontrar el cuerpo del troll, paro un instante, reviso todos los alrededores usando máximo zoom, y cuando sienta que no hay una emboscada, me acerco con cuidado hasta el pobre desgraciado.

-Harry es un hijo de puta peligroso, Alder. Pero es un imbécil sin cerebro.- Dijo Max Seisdedos. Un apodo curioso para un pandillero. Pero aquello era una de las pocas cosas que no conocías de aquel personaje. Lo que importaba es que Max era uno de aquellos contactos amados que ya te habían sacado de algún apuro. -Nada que ver con la putita de su hermana... Igrith es afilada y lista como mi navaja, amigo...- Aquel tipo hablaba con la wasa clásica de la gente de la calle. El clásico rapero del Bronx. -Sé que la muñequita andaba jodiéndole a una amiga mía. Una amiga especial, ya me entiendes...- Sonó una molesta carcajada por el interfono. -...pocas personas lo han contado, ya me entiendes. Es una de esas personas que uno siempre quiere tener en su cama... y en su lista de contactos. Bueno tío. Andate con cuidado con las serpientes si no quieres acabar relleno de plomo, amigo.- 

Deduciste que aquella prisa se debía a un repentino síndrome de abstinéncia. Max era uno de esos ex-yonkis del simsens que tanto valoraban la información. 

-Bioware.- Su voz era un susurro. Joe, un poli corrupto al que le arreglaste un tema de tráfico de drogas en el cual estaba implicado. -Los de Mitsuhama han notificado una desaparición de material de ciberimplántes de última generación. Al parecer fueron mangados por las serpientes. O eso nos han comunicado los soplones... ya me entiendes...- Parecía nervioso. -Joder, Alder... Ya sé que te debo una... Pero hazme el favor de no llamarme en el curro... Si se enteraran...-

- Gracias Harry. Hablamos. El tiempo corría... hubiera deseado saber más de esta hermana extraña... pero no había tiempo

- Lo sé Tom, pero creeme que necesitaba saber esto ya... gracias.

Aldar se paró un instante, dejando que la idea se le asentara en la cabeza Joder... si los serpientes fueron capaces de robar a Mitsuhama, es que están más locos y mejor preparados de lo que me imaginaba...  Pero no, sabía que no podía ser así. Mitsuhama contaba con unos de los sitemas de seguridad más sofisticados y sanguinarios del mundo, sin contar con el apoyo de los Yakuza... Esto olia a trampa... ¿por qué Mitsuhama se dejaría robar?

Mierda... Yakuzas... Si lo que decía Tom era verdad, no solo toda la seguridad de la Corp estaría tras estos idiotas, sino también los mismos Yakuzasn estarían tras su rastro... Tarde o temprano, y seguramente temprano, caerían allí disparando sin preguntar para recuperar la carga. Si no sacaba a Volter y a los muchachos de allí enseguida, sería el fin de todos ellos...

Me acerco al agonizante, con cuidado, y le susurro -¿Marcus?

El chico te miró. Sus ojos, como en una súplica muda, temblaban y lloraban. Una convulsión le sacudió el cuerpo y vomitó un largo trago de sangre. 

Aquello solo podría haber sido obra de un mago. No quedaba duda alguna de que ese chico fue quemado con algún hechizo. No crees que pudiese hablar. Simplemente gorgoteaba des de su semblante desfigurado. Le quedaban pocos segundos de vida.

- Joder Marcus... le susurro mientras cojo uno de los parches antitrauma y se lo coloco el el pecho.

- Te prometo dos cosas: que me aseguraré que quién te hizo esto lo pague muy caro... y que intentaré volver por tí luego. Aguanta muchacho... espero un poco a que el parche le calme las convulsiones. La cosa pinta mal... muy mal... ¿pero no es siempre así? Joder... que Volter y sus críos esten metidos en esto me esta afectando el juicio... aquí estoy ayudando a un maldito niño troll moribundo... Pero por mucho que se flagelase internamente, sabía que no podía hacer otra cosa.

Luego me incorporo y me adento en la madriguera, con los sentidos en máxima alerta...

Las luces parpadeaban asíncronas en aquella húmeda sala abovedada. Abris los ojos y notais la humedad del suelo y el hedor del ambiente.

No recordáis como habéis llegado hasta las cloacas. Resulta curioso lo que es capaz de olvidar el cerebro en un momento de máxima tensión. Lo último que recordáis fue una lluvia infernal de fuego proveniente de un elicoptero antidisturbios.

Os dais cuenta de que no estáis solos en la sala.

-Ya se despiertan, Volter.- Dijo una voz de niña. 

-Vaya... menuda juerga os habéis montado.- Comentó con wasa una chirriante voz conocida por todos. -Tuvisteis suerte de encontrar la salida de esa azotea... Tendríais que haber visto la cara de los de la Estrella cuando un puñado de ratacos les arrebatasen a sus presas en sus narices.- Volter hablaba des de una esquina de la estancia más o menos bien iluminada.

Dómina siente unas punzadas terribles al intentar respirar. Descubre todo su lado cubierto por una cataplasma ensangrentada.

Alder, por su lado, despierta confundido con mareo incipiente, pero ileso.

Paul nota el vendaje de su rodilla. Se alegra de comprobar que aquel dolor menguó considerablemente.

Y la espalda de Sombra restaba apoyada contra la pared. La cabeza le daba vueltas y uno de sus ojos estaba completamente cubierto por un vendaje compresivo. 

-No te muevas.- Comentó un tipo enfundado en una mugrienta bata blanca que se encontraba arrodillado justo al lado de Sombra. -El ojo es reemplazable, pero el cerebelo no.- Desenfunda una jeringuilla y se dispone a clavarla en la sien de la mujer tecnomante. 

Mierda, ya sabía yo que esto nos saldría caro. Con lo que nos dan por la misión no me llegará ni para pagarme el ciberojo.

Cuando veo que hay un matasanos hurgándome en la cabeza el primer instinto es defensivo para evitar sus acciones, pero me encuentro demasiado débil para responder y no es bueno interrumpir la labor de un médico, aunque no sepa que me está haciendo.

- ¿Que haces? - Gruño malhumorada