Partida Rol por web

Turno 0000

Haelembor salió de su hogar hacia ya varios meses. Un dia se adentro en el bosque donde Vivian, en el linde noroccidental del bosque de la hojas verdes. El bosque ya no era lo fue antaño, un lugar tenebroso y lleno de un oscuro poder. Ahora lucia sus mejores galas, con arboles repletos de luz, pájaros cantores y cantidad de animales que correteaban entre los troncos y arbustos. Los elfos se habían marchado, pero la caída del oscuro hizo retroceder el mal, y ahora eran los beornidas, los hombres del bosque y alguna otra raza, la encargada de mantener aquella foresta en paz y harmonía. Por supuesto aun quedaban profundos escondrijos nuca pisados por ningún hombre o elfo. Y eso era lo que más le llamaba la atención a Haelembor.

El beornida estaba dispuesto a partir, el lo tenía claro, se marcharía del seno familiar para entregarse al bosque, a sus secretos. Pero no era tan fácil. Los beornidas eran un clan unido y no era sencillo convencer ni a sus propios padres.
Ser beornida no era fácil, aparte del cabeza de familia, su partida tenía que ser aprobada por el Tirbair de su clan, que a su vez, consultaría al Bair de su orden, pero sería en última instancia el Waildbair, el que tomara la decisión. Todo esto era complicado cuando, como Haelembor, habías sido iniciado en el culto del oso.

Pero tras una buena temporada de insistentes charlas, todo ellos aceptaron. Había una condición que se vio obligado a aceptar. Tendría que presentar sus respetos y entregar una misiva al regente de Esgaroth. Debería contactar con Agranil, el alcalde de la ciudad lago y entregarle uno de los dos sobres lacados que le fueron entregados al beornida. El segundo seria para el mismísimo Aldarion, el Rey de los Gondor, el señor de los hombres libres. Tendría que viajar hasta Minas Tirith y entregárselo en persona. Su respuesta debería de ser devuelta a manos del Waildbair. Después de todo aquello, podría tomarse el tiempo que necesitara para explorar el bosque o para hacer lo que el quisiese. Una tarea que le llevaría mucho tiempo, y que además le serviría para entrenar sus aptitudes. Así pues, se puso en marcha.

Llego a Esgaroth, pero al parecer, Agranil había partido en un largo viaje. Por lo que pudo saber, y curiosamente, se dirigía a Minas Tirith. El beornida podría matar dos pájaros de un solo tiro si seguía sus pasos. Aunque Agranil no iría directo, pues debía pasar por la ciudad enana de Barukkizdin, había salido hacia tiempo y seguramente ya estaría rumbo al sur. Tras hablar con los subordinados del mandatario, llegaron a la conclusión de que si se apresuraba, quizás podría saber de ellos, incluso encontrarlos, en la ciudad etheod de Burh Waldlaes, ciudad por la que pasaría antes o después, y que se encontraba al sureste del bosque.

El beornida se puso en marcha hacia aquella ciudad, con la esperanza de encontrarse con Agranil. Tampoco le preocupaba en exceso, pues el destino final, Minas Tirith, era similar para ambos. Allí podría encontrarlo si su búsqueda resultaba infructuosa.
La idea de la gran ciudad, capital del reino de Gondor, su masificada vida, y su imponente presencia, encogía el corazón del Haelembor. No era amigo de las ciudades. Pero tenía un deber.

Haelembor, dejo Esgaroth, tomo el sencillo camino del sur, el Men celeduin. Prácticamente lo llevaría directo hasta Burh Waldlaes. Incluso ese mismo camino, tras convertirse en el Men Arraw, el camino de los caballos, atravesaría las tierras de los nuevos Etheod, rohirrim que volvieron a las tierras de rhovanion, hasta el Men Romen, que lo conduciría hasta Gondor.
Sería un largo viaje, aunque no parecía peligroso. De hecho seguro que podría unirse a algunos comerciantes o cualquier otro grupo, en busca de compañía. Según avanzaba se dio cuenta de que no eran muchos los que transitaban aquel camino. Los pocos con los que se cruzo, rumoreaban sobre guerra, sobre una invasión oriental. Contaban de pueblos saqueados, destruidos. De poblaciones enteras erradicadas de la faz de la tierra. Quizás fuesen rumores, pero Haelembor extremo los cuidados en su viaje. Atravesó pequeños poblados, ya abandonados, nadie quedo en ellos y había signos de evacuación, al menos parecía que les había dado tiempo a recoger sus pertenencias. Siguió su camino, desconfiaba, pero siguió adelante.
Y al fin llego a la aldea fortificada de Burh Ailgra. U n poblado donde los etheod, que no eran si no emigrantes rohirrim que al asentarse allí de nuevo, como ya hicieran sus ancestros, adoptaron también el nombre de aquellos. Estaba vacío, completamente, no quedaba un alma tras su empalizada. Las puertas estaba abiertas y había signos de una gran migración. Se habían marchado todos.

Al beornida no le costó seguir el rastro, aunque luego deseo no haberlo hecho. En el camino, tras un dia de viaje, se encontró de frente con una escena macabra. Cientos de personas yacían sin vida en el suelo. Un suelo cubierto de sangre, miembros separados de sus cuerpos y signos de violencia por todos lados. ¿Qué había pasado allí? Una matanza, y entre ellos no parecía haber demasiados orientales… Tenía que encontrar a Agranil, temía por su vida.
Continuo hacia el sur, tal vez supieran que había pasado en alguna otra población etheod, y así llego hasta Burh Waldlaes, donde a sus puertas, acampaba un gran ejercito gondoriano a juzgar por sus pendones.

Turno 0001

El viaje, pese a no haber empezado de manera esplendida, por la ausencia del alcalde de Esgaroth de su ciudad, iba bastante bien, una vez superada la consternación por lo que parecia tarea hecha a las puertas de la ciudad.
Tras pensarlo un poco, daba lo mismo que las cartas se entregasen en Esgaroth o Minas Tirith mientras las entregase a sus destinatarios.

Los rumores y los desiertos caminos van haciendo mella en mi animo, si bien no me resulta un problema excesivo mantenerme en el camino, pues Yavanna provee de todo lo que puedo necesitar para sustentarme.

Tras encontrar la aldea de Burh Ailgra desierta, comprendo que los rumores que he oido en los caminos tienen visos de ser ciertos y no exageraciones.
Encontrar a el grupo de gente abatida y destrozada casi puede conmigo.

-¿Quien puede fomentar esta maldad? La sombra se cierne sobre nosotros una vez más, debo avisar a mi gente.

Sin embargo, una vez aceptada la situación, consigo sobreponerme lo suficiente para intentar encontrar a algun superviviente entre los cadaveres de sus compatriotas. Sin suerte.

-Pocos son los orientales que se abatieron aqui, esta gente no era un ejercito, eso está claro, fueron masacrados con maldad.
Mi gente debe saber, debe prepararse, aunque es más que posible que desde mi partida ya esten informados de todo esto, al menos en parte, los Sabuesos de Oromé deberan volver a iniciar la caza. He de acabar mi misión, puede que estas cartas contengan información sobre estos hechos.
¿Porque si no me mandaría el consejo y el Waildbair tan lejos de mi tierra y de los caminos que juramos protejer de la sombra?
Debo apresurarme.

Con la energia que me otorga el creer que tengo una misión importante para el culto y los hombres libres, retomo el camino dejando atras el campo de masacre.
Llegando a las cercanias de una nueva aldea, al coronar una suave elevación en el terreno, vislumbro un ejercito acampado a la sombra de la empalizada. Me agacho nada mas verlo, más por intuición que por miedo y oteo el horizonte en busca de signos que me ayuden a identificar quienes son esos hombre, poco a poco, aqui y allá, voy distinguiendo pendones que me evocan los de las grandes huestes del reino de Gondor, cuando marchaban a hacerle la guerra a la sombra y que se describen en las historias de los anciamos de mi clan.
Reconfortado por la visión de un ejercito que es a la vez amigo y posible fuente de noticias sobre el objeto de mi encargo, encaro por el camino en dirección a la aldea, sin intentar enconder mi presencia,pues podria ser tomado como gesto sospechoso, pero manteniendome alerta, pues solo conozco los pendones por las descripciones de las historias, pero soy muy capaz de distinguir un oriental de un gondoriano o etheod.

Turno 0001

El soldado escrudiñaba el horizonte cuando apareció una gran silueta recortándolo. Era el beornida, que tranquilo, se acercaba hacia el ejercito acampado. Por supuesto, el campamento estaba vigilado, dos guardias se levantaron súbitamente cuando Haelembor se acerco. No los había visto a pesar de que apenas los separaban una decena de metros, habían estado quietos y apoyados junto a una pequeña formación de rocas que sobresalía del suelo.

- ¡Alto! - ordeno uno de los soldados, mientras el segundo se retrasaba unos metros hasta una elevación del terreno donde había una bandera clavada. Seguramente al otro lado de la pequeña loma, alguien observaba la bandera, si esta se movía, es que algo ocurría y algún otro soldado acudiría.

Mientras el soldado que había mandado detenerse a Haelembor, se acercaba a este. - Salve viajero - dijo mientras miraba de abajo a arriba al beornida. Su mano sostenía el mango de la espada aun enfundada, ninguna precaución era poca. - ¿Que empresa os trae hasta las puertas de nuestro ejercito? - quiso saber. Se había relajado un poco al ver que no se trataba de un oriental, si no uno de esos legendarios hombres que habitaban en el bosque.

Atrás el segundo soldado sostenía la bandera con una mano, mientras con la otra sujetaba un arco. Varias flechas clavadas en el suelo, delante suya, esperaban.

Turno 0001

Los dos soldados me sorprendieron en el camino, no los había visto, concentrado como estaba en distinguir los pendones y banderas del cuerpo principal. -Por supuesto, hay vigías... Tonto. Con una sonrisa afable y una actitud relajada contesto al soldado. -Saludos, viajo hacia el sur, no puedo decir que lo que voy viendo me haga sentir seguro en el camino, pero he de continuar mi viaje. Unos kilómetros atrás encontré algo... Supongo que están al tanto de lo que paso. No puedo evitar mirar al suelo y que un rictus triste cruce mi rostro. -En cualquier caso, sólo sigo mi camino, estais en él y no veo porque esconderme.

Turno 0001

El soldado saludo a Haelembor con la cabeza, no dejaba de mirar al beornida. Aunque no estaba muy musculado, no dejaba de ser una persona imponente. Su tamaño y altura sobrepasaban con creces al soldado.

- Si, ya sabemos, llegamos tarde, ya han comenzado los trabajos para dar sepultura a los etheods - dijo sin poder esconder una cara de repulsa y cierta aprensión. A pesar de ser un soldado, la masacre que había visto lo superaba.

- Me temo que tendras que dar un pequeño rodeo, tenemos ordenes de no dejar que nadie entre en el campamento - dijo  autoritario con una voz decidida.

- ¿De donde vienes viajero?, ¿Del norte tal vez? ¿Te cruzaste en el camino con algún jinete? - quiso saber en una pequeña batería de preguntas que formulo una tras otra.

Turno 0001

El guardia me hace muchas preguntas, lo miro desde arriba, sin pretender resultar arrogante, pero resulta inevitable hacerlo. -Humpffff. No me agrada que me hagan tantas preguntas, menos un desconocido. -Bueno, mi gente también hace preguntas a aquellos que cruzan nuestras tierras... Será mejor contestar. -No tengo problema en dar un rodeo, no pretendo molestar. En efecto, vengo del norte, siguiendo el Men celeduin y el Men arraw, desde Esgaroth. He encontrado algunos jinetes en mi caminar, pero ninguno llamativo y ninguno desde hace unos días. Creo haber respondido a todas sus preguntas, pero yo tengo una también. -Mi camino me lleva al sur, pues busco al alcalde de Esgaroth. ¿Sabrías decirme si ha pasado por aquí?

Turno 0001

- De haberte cruzado con un mensajero de Gondor, lo sabrias, pues luciría en su librea el árbol blanco de la ciudadela - aclaro pues el objetivo de su pregunta sobre el jinete era para averiguar si había visto un mensajero.

El soldado que aguardaba mas atrás, bandera en mano, se había relajado aunque sin soltar el mástil. Miraba a su compañero y al beornida hablar.

- De Esgartoh... mmm, si me suena... se han oído rumores de que el jinete por el que te pregunte, llevaba un mensaje... sobre su muerte . - dijo el guardia. - Aunque no podría asegurarlo, son solo rumores - dijo apagando la voz poco a poco.

Turno 0001

Observo al soldado y sopeso sus palabras.

-Seguro que no me he cruzado a un jinete de Gondor, lo recordaría con claridad.
¿Ha muerto el alcalde de Esgaroth?

-Eso supondrá un problema, pero habrá un nuevo alcalde, que debería estar en la ciudad cuando regrese, no tendré que perseguirlo por los caminos, ahora sólo debo llegar al sur.

-¿Sabes de alguien que me pueda asegurar esa noticia?

Turno 0001

- Supongo que mi oficial estará al tanto, o al menos conocerá quien puede saberlo con seguridad - le explico el soldado. - Podemos llevarte hasta el si lo deseas, siempre que nos entregues las armas por supuesto - su tono era amable - no se permiten mas armas que las nuestras en el campamento, entiéndame.

El viento frio soplaba acariciando la basta planicie de hierba. Su movimiento creaba un efecto de oleaje cambiando entre distintos tonos verdosos. Esa estampa durnate un dia soleado hubiese sido digna de ver. Pero estaba nublado, de hecho, a lo lejos se divisaba una tormenta que venia desde el norte, y que antes o después terminaría por llegar hasta allí.

- Parece que esta noche lloverá - dijo el soldado cuando el aire frio le hizo dar un respingo

Era media tarde, y la escasez de luz ya se hacia notar.

Turno 0001

-Si se puede si, querría verlo, las armas no serán un problema.

Digo con una sonrisa.
Cuando el hombre hace el comentario sobre la inminente tormenta miro al cielo yo también y olfateo el aire.

-Si, la humedad ya esta en el ambiente, el viento la trae desde allí.

Digo señalando con un gesto de mi cabeza al norte.

-Si no le importa, querría hablar con ese oficial cuanto antes, debo encontrar refugio para pasar la noche.

No lo digo de una manera que parezca estar pidiendo refugio, es simplemente un comentario objetivo.

Resolución Turno 0001

El soldado no dijo mas ante la prisa que mostraba el beornida. Con la mano le indico que esperase allí, e hizo una seña al compañero que esperaba detrás, con la bandera. El segundo soldado movió el estandarte de una forma definida. Luego la dejo clavada en el suelo y volvió junto a su compañero. Ambos aguardaban en silencio junto a Haelebor mientras oteaban el horizonte. Su vigilancia continuaba.

Pasaron algunos minutos, no demasiados y por la loma aparecieron cuatro nuevos soldados junto a la cabeza de un quinto. A juzgar por su armadura y yelmo, debía ser el oficial, pues se diferenciaba de la de los soldados. El soldado con el que había estado hablando el beornida salió al encuentro de la comitiva. Hablo unos instantes con el oficial antes de volver a su puesto.

El oficial y los cuatro soldados se acercaron a Haelimbor, todos iban armados y pertrechados con escudos. Se detuvieron frente al viajero.

- Mi nombre es Camlost, soy el oficial de guardia - dijo sin demasiada solemnidad, espero a las presentaciones antes de continuar - Pregunta usted por Agranil... - dijo tal y como le había contado el soldado - me temo que ha muerto, fue emboscado junto a un nutrido grupo de ailgrathas cuando huian hacia aquí. Los orientales no dejaron alma con vida... - le conto el oficial. - Yo no se mucho mas, lo lamento.

El oficial quedo a la espera. El no era muy sutil que se dijese, ni por un momento pensó que hubiera pasado si Haelimbor tuviese parentesco con el esgarothiano. Si hubiese aparecido allí el hijo de Agranil, su forma de contarle la muerte de su padre no hubiera sido diferente. Pero al fin y al cabo, solo era un simple oficial, no un hombre versado en las letras.

Turno 0002

Observo como se acercan los jinetes, y como uno de ellos aparenta ser el de más rango.

-Saludos Camlost, soy Haelembor, de la gente de Beorn.
Tristes noticias portas.

El tono es neutro, parecido al del oficial, comentando hechos sin más.

-Supongo que se ha mandado aviso a Esgaroth.
Bien, entonces marcharé, continuo hacia el sur, ¿creéis que tendré problemas en alcanzar Gondor?

Había valorado el contestar cortésmente a lo que se me habia dicho, pero en el último momento decido preguntar por la situación.

-No está de más saber que ne voy a encontrar más adelante.

Si se espera más actividad oriental en la zona, tan vez me conviene tomar medidas para evitar ser sorprendido, aunque resultan en un avance más lento y dificultoso.

Turno 0002

El oficial escucho al beornida, reclino la cabeza cuando se presento en señal de respeto.

- Si, se han mandado varios mensajeros por distintas rutas para informar de la muerte de Agranil - confirmo el gondoriano. - El sur esta aun algo revuelto, quedan grupos de orientales al norte de las Ereth Luith, aun no controlamos esa zona, seria peligroso ir al sur por el Men-i-romen,- Informo de que el camino de los jinetes aun no era seguro, los orientales controlaban las montañas de ceniza.

- Hay una opción para ir al sur, mas segura, si quisiera acompañarme, mi señor os explicara, tal vez podáis serle de ayuda - le dijo a Haelembor.

Turno 0002

Escucho al oficial mientras me plantea el estado de los caminos.

-Vaya... Si que se va a complicar el encargo del Waildbair.

Una puerta se cierra, al menos aparentemente, pero una ventana se abre a cambio.

-¿Una opción más segura? Bien, eso me interesa, y tampoco me parecería mal poder ser de ayuda a la vez que continuo mi cometido.

-¿Otra ruta?

Recojo mi petate del suelo y me lo cargo de nuevo a la espalda.

-Listo, cuando quiera.

Cuando me doy cuenta de que mi lanza, que suelo utilizar de bastón, esta en manos del soldado, lo miro, sonrio y serio le recuerdo.

-Guarda mi lanza con cuidado, le tengo cariño.

Turno 0002

El beornida siguió al oficial en silencio, preguntándose que querría de alguien como el, un simple viajero. La tienda a la que se dirigían era la del mariscal de campo del rey Aldarion. El mariscal era conocido como Faelginor, el blanco, pues siempre llevaba una capa de ese color.

La tienda, típica de los altos oficiales del ejercito, era redonda y bien decorada. El estandarte negro con el árbol blanco, ondeaba en todo lo alto de la puntiaguda cúpula. Dos soldados, mejor engalanados, les abrieron paso echándose a un lado cuando llegaron a la puerta. Haelembor entro tras el guardia al interior.

- Salve mi señor - dijo con diligencia mientras se cuadraba ante Faelginor, que estaba sentado en una silla en el centro de la amplia tienda. Espero un gesto del oficial. - Traigo a alguien que puede interesarle - dijo para después retirarse a un gesto del mariscal. El beornida quedo frente al mariscal.

La tienda por dentro era sencilla. La silla en la que estaba el mariscal en el centro, un buen camastro detrás y una mesa con varios mapas a la izquierda. Dos guardias, con yelmos emplumados, estaban a ambos lados de Faelgimor. Era la guardia personal del mariscal.

Turno 0002

El mariscal le miraba sin darle mayor importancia, estaba como absorto en sus pensamientos. Salió de aquel estado.
- Mi nombre es Faelginor, mariscal de campo del ejercito de Gondor - dijo solemne. Espero la presentación de Halembor.

-Bueno, ¿que nuevas os traen por aquí? - preguntó tras saber el nombre del beornida.

Esperaba saber algo mas de aquel hombre antes de continuar.

Turno 0002

Sigo al oficial hacia el campamento, una vez lo alcanzamos observo, no sin algo de aprehensión, las dimensiones del mismo, las ordenadas filas de tiendas, todas iguales, el ir y venir de soldados, casa uno con sus quehaceres, me turba, más acostumbrado a las pequeñas reuniones de mi clan y a las citas bajo las estrellas en claros apartados, pese a la buena imagen que proyecta, para mi es una aglomeración excesiva, botas pisando la hierba, barro, los animales, caballos mayormente, están apartados, como si no fuesen parte de los pobladores del campamento, casi como si fuesen mobiliario, esperando a ser usados...

-Hmmmm... No me gusta.

Llegamos a una tienda grande y con apariencia de importante, el hombre que espera adentro se presenta como "mariscal de campo"

-Ni idea de que es eso, pero será que es el líder, supongo. Pensaba que las nuevas eran para mi...

-Saludos, mi nombre es Haelembor, de la gente de Beorn. Camino en busca del alcalde de Esgaroth, fallecido, como ya me han informado, así que debo continuar camino hasta vuestra tierra, busco al rey Aldarion para entregarle un mensaje de los líderes de entre mi gente.

Turno 0002

- Una gran perdida me temo - dijo cuando menciono la muerte de Agranail - Fueron atacados por un importante contingente de orientales, nada pudieron hacer. Cayeron muchos... - realmente se mostraba apenado - Pero el ejercito etheod ya dio cuenta de ellos al norte - aclaro, su cara era de satisfacción.

El mariscal se sirvió en una copa de plata el contenido de una botella de barro que había en una mesita junto a su silla - ¿Quiere un poco, maese Haelembor? - dijo tendiéndole la copa con una mano, mientras rellenaba una segunda copa con la otra. - Es vino de Dorwinnion, excelente. Estaba entre los viveres de los salvajes. - informo

El beornida, poco acostumbrado a esos tratos, estaba un poco deconcertado. Pero acepto la copa, se vio casi obligado a hacerlo, como podía rechazar esa invitación.

- Nuestro Rey... - era el rey de todos, pues había sido reconocido por casi la totalidad de los hombres libres que habitaban Eriador, si bien su poder se hacia notar en la mayoría de sitios, como ocurria en la aldea del beornida. - ...Aldarion, se encuentra sumergido en una campaña al sur. Lucha contra los haradrim del sur por mantener la paz en las fronteras y retomar las tierras un dia arrebatadas. - Algo de rabia, pero también de orgullo, se notaba en sus palabras.

- Puedes entregarme a mi el mensaje si lo deseas - le ofrecio - O viajar a Emyn Arnen para entregárselo al Senescal Barahir. - Era la tierra de la que procedían los antiguos senescales regentes, ahora el senescal estaba a las ordenes del rey, pero este les dio el titulo de príncipes de Ithilien y señores de Emyn Arnen, donde ahora vivian. - Claro que también podrias esperar el regreso del Rey, quizás hasta lleges a su ceremonia de ungido - aunque su padre Elessar ya había muerto, aun no se le había ungido como rey.

- ¿Lo tienes aquí? - dijo dando por supuesto que elegiría la primera opción.

Turno 0002

Asiento ante la información sobre la suerte corrida por los orientales.

-Me alegro de que los hombres que conservan la sombra en sus corazones hayan sido cazados, después de lo que vi, no creo que pudiesen ser liberados de ella.

Puede que el gondoriano no entienda exactamente de que hablo, pero para mi resulta obvio.
Doy un sorbo de la copa que se me ha ofrecido.

-Tan importante es ofrecer sustento al viajero en tu casa, como aceptar las viandas de tu anfitrión.

Al menos las nociones básicas de etiqueta me habían quedado nas o menos claras tras el aleccionamiento que me habían dado antes de partir.

-Bien, entonces habré de viajar más al sur de lo que había pensado.

Respondo a las insinuaciones del oficial, pensando con disgusto que aún tendré que alargar mi viaje más allá de la ciudad blanca.

-Al menos no tendré que entrar en la ciudad...

-Si, lo tengo siempre conmigo.

Turno 0002

- Bien, pareces reacio a entregarme a mi el mensaje, lo entiendo, tienes tus ordenes - dijo sonriendo el mariscal - Ya que deseas entregarlo tu mismo, puede que ambos salgamos beneficiados. ¿Escucharias lo que he de proponerte? una ruta mas segura y compañeros, a cambio de llevar un mensaje. - pero no dijo mas, sin detalles. - Si quieres saber de que se trata, me gustaría que volvieses mas tarde y seas mi invitado en la cena, aquí mismo.

El mariscal le propondría algo, aunque el beornida no tenia claro de que se se trataba, mas allá de portar un mensaje.