Partida Rol por web

Los faetones avanzan con una joven elfa de rasgos triste hacia uno de los edificios. Dentro, sentada en el suelo una mujer anciana esta reunida con un hombre de pelo largo y aspecto fornido.

La mujer se asemejaba a una estatua de bronce, nobles y exquisitas, sus rasgos son serenamente hermosos. Cuando habla, su voz es melodiosas. Bienvenida, predestinada, a nuestro campamento. Dice la mujer refiriéndose a la elfa. La mujer anciana lleva el medallón de Habbakuk alrededor del cuello. Por favor, participa de nuestra hospitalidad y descanso, porque nuestro destino pesa sobre vosotros y el camino por recorrer es largo. Hay mucho que debes saber. Cuando pronuncia esta segunda frase, la mujer anciana también se esta refiriendo al hombre que ya esta sentado.

La bella elfa de ropas nobles y aspecto lúgubre, cansado, se acerca caminando pacífica y estilizadamente. Una vez ya no requiere de su escolta, realiza una leve inclinación en solemne agradecimiento, antes de presentarse ante su anfitriona. Aparentemente, no era la única.

- Agradezco su hospitalidad, madre de Habbakuk. - Asiente suavemente, notando aquel detalle. La doncella también portaba el suyo en su pecho, representando a la deidad de la protección y la sanación, Mishkal. Tras esto, se tomó su delicado tiempo para tomar asiento al igual que el otro hombre.

- Mis oídos la escuchan ¿Qué es lo que tienen para decir? - Afirma nuevamente, con clara pero apagada preocupación. Su peregrinaje parecía eterno, y el camino, poco claro. La mujer, no obstante, decía ser capaz de ofrecer cierto grado de iluminación al mismo.

    El joven allí presente se puso en pie como gesto de respeto ante la mujer elfa que acababa de entrar, lo cierto era que aquello le había cogido por imprevisto, haciendo que no pudiese evitar levantar una ceja de extrañeza por aquello mientras la estudiaba brevemente fijando sus ambarinos ojos ardientes en ella. Lucien era un hombre de complexión atlética, su cabello era moreno, aunque un rebelde mechón plateado se deslizaba libremente por su frente cada vez que movía su cabeza. El ojo atento podía notar que ciertos detalles podían delatar anomalías en su fisionomía, especialmente si se fijaban en lo abultado que parecían sus hombros bajo la ropa, el peculiar brillo de su piel o el de sus ojos, en los que se manifestaban de un modo que solo podría ser comparado con el de las ascuas de una hoguera.

    Tras analizar a Astri, el joven regresó la mirada hacia Telerie con cierta inquietud, se imaginaba que lo de que una extranjera llegase al poblado faetón el mismo día de su partida no era ninguna casualidad pero la misión que esta le había encomendado no era algo que debiera anunciarse a los cuatro vientos por lo que prefirió optar por la cautela y esperar a que la anciana respondiera a su pregunta y esperar a presentarse una vez esta la aclarase para no entrometerse en la misma.

Bienvenida Sacerdotisa Astri Lohne de los elfos Silvanesti. Soy la anciana Telerie Diaspring, miembro de este pequeño campamento phaeton.  Astri había oído hablar de los phaetones, pero solo en leyendas, nadie creía que existieran realmente. Era una raza mítica de elfos con sangre de dragón que les permite desarrollar alas de fuego. Este aquí presente es Lucien un buen amigo nuestro. Dijo señalando al musculoso hombre.

Como le decía Lucien. Habbakuk, el fénix azul, se me ha aparecido en sueños. La anciana hablaba lentamente, dándole gran importancia a cada palabra que pronunciaba. Me ha pedido que os entregue la Lágrimas de Mishakal para ayudarle en vuestra búsqueda. La Lagrima de Mishakala era un objeto de la era de las Leyendas, muy pocos objetos de esa época habían sobrevivido al rio del tiempo y llegado a nuestros días.

Teleri señalo una pieza de cuero suave de piel de cabra sobre la que descansaba una gema azul pálida del tamaño del puño de un niño brilla suavemente con una luz azulada

Esta Lágrima y su gemela os serán necesarias para sanar el mundo. La segunda Lágrima fue corrompida en otra época por el Caballero de la Muerte, e incluso ahora se tiene custodiada en las mazmorras debajo de Darkhaven. Una vez que tenga a ambas, el saber requerido para purificar la Lágrima corrupta se encuentra en la ciudad de Flotsam.

    Lucien inclinó la cabeza como muestra de respeto hacia la elfa cuando fue introducido y, pese a haber oído ya aquel sueño profético y las instrucciones sobre el cometido sagrado que les estaban encomendando, una vez más prestó toda su atención a cada pequeño detalle dado por Telerie. Una vez finalizadas las explicaciones, el joven se decidió a responder.

   -Cómo ya os dije antes de la llegada de Astri Lohne, mi señora, siempre estaré en deuda con vuestro pueblo por haberme aceptado y permitido vivir como uno más de los vuestro durante todos estos años, así que no tendré problemas en aceptar la misión a la que ya había sido predestinado.- Tras decir aquello, Lucien se giró hacia la recién llegada. -Astri Lohne, se que por mucha buena voluntad que ponga en cumplir este cometido me temo que mis conocimientos en torno al mundo exterior son más bien...- Lucien no pudo disimular que una sonrisa cálida se dibujase en la comisura de sus labios conforme reconocía de forma abierta su ignorancia ante las mujeres allí presentes. -...limitados, hace años fui dejado aquí por mi maestra y desde entonces no he vuelto a tener conexión con el mismo así que me gustaría poder contar con vuestra conformidad para realizar este viaje juntos.-

- Las Lágrimas de Mishkal... - Suspira, tan asombrada como respetuosa, ante la percepción de tal reliquia en sus manos, y el saber que parte de ella se encontraba terriblemente corrompida. Todo el mundo había resultado gravemente herido previo a la Quinta Era; ella aún cargaba con sus pesos, y aparentemente los regalos de su deidad tampoco era la excepción. Todos y cada uno de ellos necesitaban de su sabiduría y sanación.

Tras aquel momento de solemnidad, la dama asintió, se puso de pie y guardó el tesoro con mucho cuidado entre sus ropas. Parecía que su misión, y ahora destino, irían de la mano por este acompañante. No combatiría la voluntad de los dioses. Escuchó a este último, con cierta empatía.

- Aún es joven, hijo Lucien... Está bien. Parece que éste es nuestro destino, al final. Es mi deber, en nombre de Mishkal, guiarlo. - Es su suave aceptación, colocando cálidamente una de sus manos sobre el hombro de este hombre, como una mujer a un hijo. Los humanos vivían tan poco, y éste no se veía demasiado adulto, aún sin ver el mundo... Aunque ciertamente con sus rasgos curiosos, posiblemente era como un niño al lado de ella.

Telerie parecía satisfecha por la relación que había surgido entre los dos elegidos. La segunda Lágrima fue corrompida en otra época por el Caballero de la Muerte, e incluso ahora se sigue corrompiendo en las mazmorras debajo de Darkhaven. Una vez que los tengáis a ambas, el saber requerido para purificar la Lágrima corrupta se encuentra en la ciudad de Flotsam.

También tenéis que encontrar La clave de Quinari. La caja de música, no es una simple caja de música. La verdadera clave es la melodía que contiene. Si se usa en el lugar adecuado, la melodía abrirá la puerta de entrada al antiguo cementerio de los dragones de luz. Las leyendas hablan de que se encuentra en Nordmaar, buscar la llave para entrar al Cementerio de Dragones y usar la Llave para desbloquear esta puerta que lleva siglos cerrada.

Pero antes de nada, hay que recuperar la segunda lagrima de manos de los caballeros negros que habitan en Darkhaven.

La caja musical... Su mente en ese entonces comenzaba a rememorar aquella escena en el refugio, el ataque de los caballeros...

- ¿Estarán los Caballeros Negros dispuestos a colaborar? - Pregunta con pocas esperanzas, habiendo siendo testigo de sus atroces métodos. Tal vez sus intenciones pudiesen ser diferentes, mas por mucha fe que tuviese la elfa tenía los pies muy en tierra sobre las atrocidades y penurias que habitaban en los corazones de tantos humanos... Restos, cicatrices, vacíos sin llenar de tan oscuras épocas.

No, los caballeros negros quieren la lagrima para sus propios propósitos, no están dispuestos a entregarla de manera voluntaria. Comenta con tristeza la anciana. Los caballeros negros, anteriormente conocidos como los Caballeros de Takhisis¹, buscaban sus propósitos sin tener en cuenta el daño que causaran a otro. Aunque muchos de los caballeros negros son "honorables", ya que siguen un código de conducta y respetaban las leyes, este código de honor esta muy alegajado de lo que sería un código de “caballerosidad”.

La fortaleza de Darkhaven es un lugar peligroso y entrar no será fácil, pero hay un secreto que nosotros conocemos y los caballeros desconocen. Durante el último siglo los goblins, tratando de esconderse de los cazadores de recompensas, cavaron un sistema de túneles debajo de las tierras de Istar y, con el tiempo, más razas se unieron a ellos para expandir la red de túneles. Esta red corría desde el poderoso Istar hasta las costas orientales antes de que el Cataclismo golpeara el continente.

Cuando los kender se mudaron a Kendermore, descubrieron el sistema del túnel y se pusieron a trabajar para explorarlo. Al darse cuenta de la importancia de los túneles, los kender comenzó a asumir la responsabilidad de mantener el sistema de cavernas. Solo los kender adulto fue informados de los túneles, y los mantuvieron en secreto durante cientos de años. Cuando Malys destruyó a Kendermore, los kender usarón los túneles para escapar.

La magia de Malys al crear la Desolación tuvo un profundo impacto en los tuneles. Muchos de los pasajes fueron destruidos por los cambios violentos que Malys hizo al paisaje. Pero a través de estos túneles se puede llegar hasta la fortaleza de Darkhaven.

    Al sentir el toque inesperado de la elfa, Lucien se sobresaltó. Astri, de igual modo, notó algo extraño al poder sentir una calidez mayor de lo esperada emanar bajo las ropas del humano y como algo se deslizaba bajo la tela para tratar de desaparecer de su vista. El joven no pudo evitar remarcar su sonrisa conforme recuperaba la compostura y ambos volvían a prestar atención a las palabras de la anciana.

    Lucien se esforzó por absorber toda aquella información, aunque no podía negar la excitación que lo embargaba ante la expectativa de abrirse finalmente al mundo del que por tanto tiempo se había ocultado. No obstante, no podía perder tampoco de vista la importancia de su cometido, por suerte la mujer elfa parecía resuelta y capaz, sin duda estaba a la altura de la tarea ¿Lo estaría también él? Apretó los puños "Por supuesto que lo estaré." Se dijo así mismo para sus adentros.

    -Comprendo, así que si he entendido bien, lo mejor sería tratar de dar primero con algún posible kender para que nos pudiera servir de guía, si los túneles son nuestra mejor opción para alcanzar la fortaleza, alguien que los conociese de antemano nos sería muy útil para evitar perdernos o aproximarnos demasiado a las zonas más dañadas y peligrosas.- Aunque para eso necesitarían convencerlo de que se prestase a ayudarlos y, por lo poco que sabía acerca de aquel pueblo, seguramente las buenas intenciones no serían suficiente para que uno de ellos aceptase correr semejante riesgo.

La silvanesti expresamente se apenó mucho al oír eso. Eran las noticias esperables, mas no por eso bienvenidas.

- Entonces tocará recuperarla... - Suspira, esperando esta encomienda no resultase en más dolor y violencia hacia nadie. No obstante, a veces parte de ésta era inevitable. Protegería y preservaría todo lo que pudiese, mas haría lo que tuviese que hacer para recuperar su reliquia. No sólo era el camino de Mishkal, era su propio camino. Observaba la suave palma de su mano, mientras permanecía pensativa y escuchando la información de la anciana a la par.

- ¿Conoce usted algún guía? - Pregunta a la sabia anciana, ya que ella no poseía demasiado contacto con los miembros de aquella raza, más allá de algún individuo refugiado.

Kieran puede guiaros hasta la entrada a los túneles, luego el camino es fácil de seguir. Solo hay que avanzar hacia el norte donde encontrareis una gran caverna subterránea con una escalera de piedra hecha por el hombre con mas de 100 pies de altura. Dicho esto, la anciana se despido de vosotros. No sin antes daros sus más sinceras bendiciones.

El faetón os guio hasta la entrada a los túneles de los goblins. Esta es una fisura humeante en la tierra, rodeada de pilares de roca negra que sobresalen que se encontraba a penas dos kilómetros del campamento faetón. Una pendiente empinada, bordeada de crestas y asideros, se sumerge en la oscuridad. El joven faetón se despidió. Aquí cumplo mi misión, el resto del camino os corresponde a vosotros. Comento con voz sobria.

Añadir erupción según entren en la cueva. 

- Muchas gracias, por su guía, hijo mío. - Saludó con calma y una suave reverencia la mística y noble sacerdotisa, quedando ante sus antiguos ojos las profundidades y oscuridades de aquellos túneles que les deparaban.

Fue entonces que con su mano izquierda tomó su metálico y misterioso centro que colgaba a espaldas de sus cinturas, tras su noble abrigo de pieles colgante, y con unos estilizados gestos arcanos de su mano derecha comenzó a untar una luz mágica sobre el mismo. Ahora, sus ojos poseían una guía, y un camino claro.

Sus cálidos ojos luego voltearon a ver al joven chamán, cuyo fulgor aún notaba ciertamente particular. - Ahora sólo nos queda este camino... El único que los dioses nos han dejado ¿Se encuentra listo, Lucien? - Le preguntó con educación, y una leve preocupación entre su aire de sabiduría y misticismo. Buscó en los ojos del joven, a ver si en éste había voluntad o miedo. Era menester que sanase de éste último, para poder cumplir con su destino.

    -Y os estaré eternamente agradecido por ello. Que tengáis un buen regreso con los vuestros.- Agradeció Lucien a su guía antes de que este partiera. Por fin podría dar comienzo a aquella aventura en la que se había visto repentinamente envuelto. Lo cierto es que se encontraba algo inquieto, las profundidades no eran precisamente su medio, de enfrentarse a algún inconveniente allí toda dificultad se multiplicaría, por no hablar de lo sencillo que podría llegar a resultar perderse si no tenían cuidado.

    Perdido en sus pensamiento, el joven casi llegó a pasar por alto las acciones de la elfa hasta que una luz tenue y cálida empezó a irradiar su cetro, algo que despertó su curiosidad, que otras sorpresas ocultaría Astri Lohne. Sonrió como un chiquillo antes de alejarse un par de pasos, dudaba que aquel rito le llegase a ser necesario pero no le costaba nada ser precavido.

    -Dadme tan solo un momento y estaré listo para lo que sea que nos espere en el camino.- Sus ojos destellearon al cruzarse con los de ella justo antes de que se inclinase para recitar el conjuro protector que tiempo atrás su Señora le había enseñado. Una ligera brisa provocó que su capa de viaje se sacudiera por unos breves instantes, tras ello, Lucien se puso en pie para seguir a Astri.

    -Es solo por precaución, ahora si, estoy listo para descubrir lo que nos depara el destino.- Y tras aquellas palabras el chamán se dispuso a abrir la marcha junto a su nueva compañera de viaje.

La silvanesti asintió comprensiva, a la par que enganchaba el cetro en su cinto y tomaba de una pequeña bolsa que colgaba de su cintura, un pequeño retazo de cuero marrón oscuro. Cerró sus ojos, y lo presionó fuertemente contra el amuleto en su pecho, mientras su mano restante finalizaba unos sutiles gestos arcanos. - Mishkal, cura de me... - Susurró en una lengua divina, hasta que aquel trozo de materia se desintegró para dar lugar a una inmaterial armadura al rededor de todo su cuerpo, dándole la imagen de un verdadero Clérigo armado durante unos segundos, hasta que la misma se desvaneció de toda vista.

Contando con su protección tan benigna como arcana, volvió a tomar su antorcha mágica. - Averigüémoslo... - Respondió de manera solemne, igualmente preparada y dispuesta a encarar la caminata hacia las profundidades de dicho túnel.

Tras una larga marcha, interrumpida por continuos derrumbes y temblores, llegáis a una asombrosa caverna, más grande que cualquiera de las otras en la red de túneles subterráneos. Un sendero inclinado conduce a un amplio valle, que atraviesa miles de estalagmitas y columnas de piedra de la caverna. Un hongo fosforescente recubre las paredes y arroja una luz misteriosa de color amarillo verdoso. El camino, a unos 100 pies de distancia, serpentea por la pared occidental ascendiendo hasta unas toscas escaleras de piedra. Al pie de este camino, dispersos como juguetes infantiles desechados, hay varios cuerpos armados. Parecen ser víctimas de una caída, aunque esta debió de ser hace mucho tiempo, sus armaduras están cubiertas de oxido y la vegetación a empezado a crecer dentro de ellas.

Aquel era un clima totalmente misterioso, casi místico... Sus lentos y delicados pasos avanzaban a medida que su mágica antorcha iluminaba su cavernoso sendero... Pronto, la misma no tardó en develar un clima mucho más desgarrador. Aquel vacío, podía sentirse en el pecho de la sanadora, aún para quién podía meramente verla desde fuera.

Se acercó, solemne, para arrodillarse cerca de un puñado de aquellos cadáveres y observarlos con mucho dolor. Ya... Era demasiado tarde. - Mishkal... Por favor, guía sus almas hacia el descanso. - Reza suavemente y con dolor, mientras sus ojos se cierran con gran pena. Había llegado demasiado tarde para ofrecerles un entierro digno, pero quizás al menos pueda brindarles un poco de paz a sus almas. Permaneció en silencio, durante unos minutos.

Astri tardó en reincorporarse, a lo que su cetro comenzó a iluminar la ascendente escalera de piedra. - Éste debe ser el sendero... Es posible que sólo el dolor nos avecine. - Comenta con tristeza, y a la vez resolución. Era parte de su deber y destino, atravesar ese camino, por duro y doloroso que fuese. Para ella, su misión era su cruz, y la cargaría.

Si Lucien no mostraba vacilaciones, continuaría. Debía hacerlo.

    La continua amenaza de ser sepultados vivos en aquellas grutas puso en alerta a Lucien, aquel entorno le era totalmente ajeno y la realidad, cada vez más evidente, de que podrían quedarse aislados lo hizo plantearse si realmente no habrían cometido un error tomando aquella ruta en vez de buscar algún otra desvío que pudiese llevarlos hasta su objetivo. De todos modos, tratando de controlar del mejor modo posible sus nervios, se esforzó para que aquellas dudas no se manifestasen más allá de su mente.

   Fue entonces cuando llegaron a la gran galería de la caverna, donde finalmente pudo respirar hondo hasta que lentamente comenzó a percibir que no se encontraban totalmente solos. -Pobres diablos.- Fue todo lo que llegó a decir antes de que la elfa se alejase, claramente más afectada por la escena que él, no le extrañó en absoluto, fueran cuales fuesen los motivos que los hubiesen llevado hasta allí en el pasado no parecía que sus muertes hubieran sido en absoluto tranquilas y tras todo aquel sufrimiento habían quedado allí postrados, condenados al olvido.

    Por ello, dejó a Astri completar los ritos funerarios con la esperanza de que dieran de algún modo paz a las ánimas de los caídos y no fue hasta que esta regresó cuando retomó la marcha hacia las escaleras. -Tampoco es que haya muchas más opciones a la vista, aunque no es menos cierto que se asemeja bastante a la senda descrita por Telerie. Y no os preocupéis, de no haber sido por vos ahora no descansarían en paz, que su sacrificio nos sirva de advertencia y confiemos en nuestra suerte.- Lucien sonrió levemente prosiguiendo en su ascenso, ahora deberían estar mucho más atentos en cuanto a donde pisaban.