Partida Rol por web

Escuchas desde abajo a Mut

- Axe, baja y trae lo que tengas de hierbas. Hay un chico malherido y necesitaremos de tu fuerza para quitarle una flecha... 

Parece ser que la suerte nos acompañaba y no aparentaba haber peligro. Cuendo comprobé que ninguno de mis compañeros corría peligro relajé la tensión del arco.

Estaba bien ser precavido, las experiencias nos enseñaron a serlo a fuerza de heridas y malos momentos, aún habiendo tenido la suerte a nuestro favor.

Me disponía a bajar, cuando la voz de Mut interrumpe mis pensamientos pidiendo hierbas curativas.

Compruebo que las llevo, y bajo hasta donde están ellos con más urgencia, ya que habiendo un herido tan grave como Mut deja entrever, los segundos son de vital importancia.

-¡Voy! -le respondo mientras desciendo.

Escuchasteis un - ¡Voy! - De Axe, un humano de complexión algo más recia que la media, bajo las escaleras para reunirse con el resto. En sus manos llevaba un arco y una flecha, que llevaba ahora en actitud algo más relajada. 

El posadero respondió a Musgoverde - Algo he escuchado a los curanderos de más al norte, tierra adentro, pero no soy experto, lo lamento. Pero puedo preparar unas infusiones que calientan bien el cuerpo.

El chico estaba empapado, pero afuera no llovía. Pudisteis ver su estado con más detenimiento. 

Era un chico joven, poco más que un adolescente. Presentaba una única herida, una flecha clavada en el hombro. Pese a que era evidente que no tenía ningún órgano vital afectado, tenía muy mal aspecto, parecía hinchada la zona. Además también tenía signos de hipotermia al haber estado empapado a la intemperie. Los temblores poco a poco fueron disminuyendo según la chimenea aumentó su calor.

La mujer del posadero se ausentó un momento y volvió con una gran manta - Hay que quitarle la ropa mojada, antes de taparlo con algo seco - La mujer dejó la manta a un lado y empezó con la operación ayudado por su marido.

Entre todos parece que os ponéis de acuerdo. Tiene que entrar en calor, hay que quitarle la flecha y por último hay que intentar estabilizarlo quizá con alguna de las hierbas que poseéis.

Mientras Axe bajaban y el posadero y su esposa llevaban al muchacho junto a la chimenea para entrar en calor, Musgoverde analizó las hierbas que tenía Mut, reconocía alguna de ellas pero tenía que recordar el efecto de las otras.

-Creo que servirán. - Le dijo al mediano. -¿Sabes como se preparan?

El posadero trajo una manta y la mejora de luz hizo que pudieran examinar al herido de mejor modo. La zona afectada por la flecha se estaba hinchando, lo cual podía significar que la herida se infectaba. Musgoverde sustituyó al posadero en las tareas para desvestir al muchacho y le solicitó que fuera calentando agua.

¿Sabéis por qué está mojado? - Le preguntó después a la mujer que lo había traído. No recordaba que hubiera llovido aquella noche, y Musgoverde empezaba a sospechar que aquel muchacho hubiera cruzado el río a nado, lo cual pudiera hacer que aquel incidente tuviera más que ver con ellos de lo que habrían pensado en un principio. El animista se fijó en el plumón de la flecha, intentando recordar si era similar a los del flechero fallecido.

-Mut, prepara una infusión con el agua caliente y esta planta. - Dijo señalando a la rewk. -Puedes preparar también un poco más de agua para la thurl, pero esta otra es más potente y tendrá un beneficio mayor en él.

Mientras dejaba al mediano la tarea de preparar unas infusiones se limpió las manos con algo de agua caliente y se preparó para extraer la flecha del cuerpo del muchacho. Estudió la posición del proyectil y la mejor manera de extraerlo, dependiendo de lo profundo que estuviera incrustado en su piel y de si afectaba a órganos internos o no, a veces era mejor sacarlo por el otro lado para evitar desgarramientos. Otras simplemente no quedaba otra que extraer la flecha por el mismo lado que había entrado, para lo cual era bueno favorecer el camino de salida con un pequeño corte a través de las capas internas de la piel.

-Preparad una compresa para detener la hemorragia. - Le dijo al posadero antes de llevar sus manos a la herida del muchacho. -Cuando le extraiga la flecha, apretad con fuerza.

Miro cómo están las cosas, y parece ser que el herido lo está de gravedad. La flecha estaba en el hombro, y aunque no tenía buen aspecto, me pareció que podría ser quitada no sin dolor, pero con facilidad.

Musgoverde se disponía a ello, y Mut a usar sus hierbas.

-Mut, yo tengo hojas de Draaf y Mirenna, aunque me parece que en este caso son excesivas. Las usaremos solo si al sacarle la flecha empeora aún más su estado. ¿Qué tipo de hierbas tienes tú? -ojeo las que puedo distinguir-. Por lo que veo, de las tuyas la Thurl sería la más adecuada en este caso, pero creo que una hoja de Draaf sería más certera dada su gravedad. Dale una cuando sea posible, aún me quedan varias.

Se las di al mediano para que lo dispusiese todo, y fui a ayudar a Musgoverde con la extracción del proyectil.

-Tiene pinta de haberse caído a un río -repondí a mi amigo.

Marcho a la cocina a preparar la infusión para que el pobre salga de esta. Por suerte el fuego parece tener rescoldos* y puedo avivarlo con facilidad. Cojo agua del pozo y la pongo a calentar en una olla pequeña mientras sigo avivando el fuego para que hierva lo más rápidamente posible. Luego echaré la hoja de Draaf que me acaba de ceder Axe para el tratamiento del muchacho.

De paso ojeo la cocina en busca de algo caliente que darle después, necesitará fuerzas y la comida es el remedio hobbit más antiguo para ello.

Luego corro a avivar el fuego de la chimenea y posteriormente subo a nuestra habitación y bajo un par de mantas ya que será necesario taparlo en cuanto le quiten la fecha y Musgoverde logre vendársela. La gente se sorprendería de ver la velocidad de un hobbit en algunas ocasiones como esta.

- Si es necesario algo más avisadme, en nada estarán las infusiones listas... - comento mientras dejo las mantas y vuelvo a entrar en la cocina de la posada para terminar las infusiones y preparar algo que pueda comer. 

Ojeo las ollas, la despensa y la fresquera si la veo en busca de algo para hacer un buen consomé, o de alguna bebida espirituosa que le levante el ánimo y le haga entrar en calor.

Por lo que podía ver, se había puesto en marcha un vendaval de acciones que en coordinación, parecían tener muy claro lo que debía hacerse, así que en cuanto vimos la flecha, me aparté y dejé que los demás actuaran. Desde luego, parecían saber muy bien lo que se hacía.

-Si se ha caído a un río ha debido de ser huyendo de quien le ha disparado esa flecha. A lo mejor deberíamos guardarla... por si con ella logramos identificar al culpable. No me importaría, llegado el momento, saber si aquel con quien hablo es un asesino de niños -dije, algo malhumorada.

A continuación, me agaché de nuevo sobre el muchacho y acaricié su frente. Ardía, pero a la vista de la herida, tenía confianza en que lograría recuperarse.

-Os estoy agradecida, señores. Para mí este chico es un desconocido, pero no me hubiera gustado habérmelo encontrado para dejar que muriese.

Cuando aquel hombre logró arrancarle la flecha, cogí una de las compresas y apreté con fuerza en la herida, disminuyendo así el flujo de sangre que estaba saliendo de ella ella.

-Tranquilo, muchacho. Tranquilo -susurré.

Dejaron al muchacho en paños menores y lo abrigaron con mullidas mantas, el fuego de la chimenea ya comenzaba a calentar, así que la parte de la hipotermia parecía encauzada. Restaba la herida directa.

Musgoverde empezó a dar algunas instrucciones en la buena dirección. También tomó la responsabilidad de sacar la flecha. En el hombro no había órganos vitales, quizá si alguna arteria importante, pero tal vez estas fueran más bien cerca del sobaco. Hacía adelante no podía ir pues estaba el hueso, así que solo cabía la posibilidad de sacarla por donde había entrado y de paso más seguro por aquello de las vías principales de la sangre. No le dió más vueltas y comenzó a tirar. No salía. El chico se quejó en sueños. Tras realizar un pequeño corte para agrandar la herida la punta de la flecha salió ya limpiamente.

Eso si, la sangre comenzó a brotar y Nienna se apresuró a presionar la herida con unos paños limpios que trajo la mujer del posadero. Tendrá que aguantar la presión unos minutos para asegurarse que deja de sangrar.

Mut toma las hojas rewk de Axe, que no requieren de infusión. Pero no le va a hacer mal una infusión y de paso algo caliente que podrá ingerir el muchacho. Cuando el hobbit vuelve con lo necesario, rompe las hojas en pedacitos y se las pone en la boca, a continuación, mientras el posadero lo incorpora un poco se dan la infusión, aunque tose un poco, el efecto de tragar para no ahogarse, hace que hojas e infusión vayan para adentro.

Entre todos también se empieza a reconstruir lo que podría haber sucedido. Parece ser que el chico viene del río, tal vez huyendo de alguien se lanzó al río tratando de escapar y en algún momento antes o después de eso fue alcanzado por la flecha. No se habían salido con la suya. Pero habría que esperar a que el muchacho se encontrara mejor para que pudiera contarlo. Ahora mismo se encontraba en el mismo borde de la muerte.

- Ahora es cuestión de esperar y que Mandos no lo llame todavía. - digo mientras me pongo a preparar algo de comida con permiso del posadero para todos. Al fin y al cabo es la mejor forma de levantar el ánimo, o la que los hobbits mejor valoramos. 

Una flecha y el río, en mi cabeza empieza a formarse un nombre: el flechero. Lo vimos por última vez en el río y por su profesión sabe hacer flechas. Así que sin nombrar a nadie comento lo siguiente:

- ¿Alguno reconoce la flecha? Maese Posadero y señora, ¿creen que es de esta zona? Una flecha extraviada de un cazador local, incluso en La Comarca suceden esos accidentes aunque en nuestro caso suele ser con piedras lanzadas desde nuestras hondas...

El hecho de usar un trágico accidente en vez de una acción premeditada hace que la gente se suelte algo más la lengua; porque nadie va a afirmar conocer a un posible asesino.

Musgoverde retiró la flecha tras realizar una pequeña incisión en el orificio de entrada del proyectil. No le quedó más remedio que extraerla de aquel modo, ya que había huesos que impedían extraerla por el lado contrario. La mujer que había llegado con el muchacho herido apretó la herida sangrante y Musgoverde le dio indicaciones para que mantuviera la presión por un tiempo para que la herida dejara de sangrar. Musgoverde se preparó para vendar la herida al tiempo que le administraban las infusiones. Después fue a hablar con el posadero, que entendía que se iba a hacer cargo del muchacho.

-He conseguido quitar la flecha, - dijo aliviado, -pero debería verlo un curandero que le limpie la herida para que le sane adecuadamente y no se le forme tejido cicatricial en el interior o se infecte si no se le trata en los próximos días. Es muy probable que le hayamos salvado la vida, pero lo que hemos hecho es un arreglo temporal, alguien más competente debería curar esa herida de modo adecuado.-El animista sabía de fuertes hombres que habían muerto por pequeñas heridas que no se habían tratado como deberían.

Las palabras de Mut le parecieron sensatas, aunque a todas luces saltaba que aquel muchacho huía desesperadamente por su vida cruzando el río cuando le alcanzó la flecha de uno de sus perseguidores. No obstante le pareció adecuado no preocupar al tabernero y su esposa sin tenerlas todas consigo. Pero a la mente de Musgoverde también acudió la imagen del flechero. El animista volvió a mirar el plumón de la flecha, ahora que la tenía entre sus manos. Mientras lo hacía se le ocurrió como podían asegurarse si era una de las creaciones del flechero o no.

-Los artesanos tienen la tendencia de dejar marcas o firmas que identifiquen su trabajo y lo destaquen sobre los demás. Incluso a veces entre los artistas el gremio reconocen esas firmas de las obras de otros. - Explicó haciendo girar la flecha entre sus dedos. -Ayer vi que había un flechero en el mercado, tal vez podamos ir a su puesto a preguntarle si reconoce el plumón de la flecha y nos pueda dar alguna pista sobre su origen. - El animista fue igual de precavido que el mediano, evitándoles preocupaciones a los ajenos al grupo sobre el verdadero destino del flechero y su auténtica naturaleza. Su mirada cómplice con Axe y Mut desvelaba sus verdaderas intenciones para entrar en el puesto abandonado del flechero a base de forzar la cerradura.

Al menos, habíamos conseguido quitarle lo que le estaba ocasionando el problema, pero desde luego, eso no aseguraba la supervivencia del muchacho. Yo continué presionando la herida porque su salvación pasaba porque dejase de sangrar, pero a veces, cuando el destino ya tenía marcado el camino, había poco o casi nada que hacer para impedirlo.

En cualquier caso, dudaba que alguien le hubiese disparado por error o simple casualidad. Le habrían dado por muerto, bien al caer o tirarse al río, o pensando que la flecha haría el resto. Había sido completamente intencionado, aunque no hubieran al final, al menos por el momento, acabado el trabajo.

-Dudo que sea de un cazador y que se haya tratado de un accidente. Esto es un intento deliberado por matarle. Otra cosa es que el muchacho haya logrado escapar, a duras penas, y no sabemos si de manera definitiva. Obviamente, esta flecha debería tener una historia que contarnos, pero solo un especialista podría ser capaz de leerla -comenté en relación a lo que podríamos obtener de la flecha.

Mientras tanto, el muchacho continuaba temblando y eso me hacía temer por su vida más que nunca. Aquel hombre había dicho una gran verdad. Lo que habíamos hecho era solo temporal. Necesitábamos llevarlo a alguien cuyos conocimientos fuesen superiores a los nuestros.

-Posadero, ¿quién hay en este lugar que pueda ayudarnos con el muchacho? Alguien que sepa de curación... y no le apetezca hacer demasiadas preguntas.

El extraerle la flecha fue una delicada operación, y me maravilló la destreza con la que Musgoverde la realizó. El muchacho viviría, aunque necesitase de cuidado y medicinas durante un tiempo. Eso siempre eran buenas nuevas.

Mis amigos optaron por preguntar con cierto disimulo. El ocultar nuestras iniciales intenciones nos había salido bien muchas veces. La muchacha parecía ser más directa, dando voz a lo que todos pensábamos: el chico había sido herido a propósito, huyendo de alguien. La mirada de mis camaradas me confirmó que todos sospechábamos claramente del flechero.

No hubo tiempo de presentaciones con el ajetreo, y aunque en un primer momento creí que la muchacha y el herido ya se conocían, por lo que escuché no era así. El muchacho había sido herido antes, y quizás encontrado por ella.

Ya había demasiadas preguntas en el aire, y todas necesarias, así que me dirigí yo a la muchacha.

-No pude presentarme antes, me llamo Axe. Yo os vi desde nuestra ventana cuando pedíais ayuda, y creí que ambos veníais juntos. ¿Dónde encontrásteis a este chico? Espero que cuando se recupere un poco pueda contarnos lo sucedido.

El Hobbit no desaprovecha  la ocasión en pensar en preparar algo que comer, aunque sea cerca de la media noche y prácticamente no habéis dormido nada. Nienna ni se acostó todavía.

El episodio de hace unos días con el flechero os hace pensar automáticamente en él y si esto podría tener algo que ver. Así que un examen con más detalle de la flecha extraía podría arrojar algo de luz. Tras hacerlo, solo podéis deducir, que es como las del flechero, difiere bastante,  y tampoco parece ser de aquellos seres horribles llamados orcos, esas suelen ser negras y toscas. Esta parece una flecha normal, como muchas de las que habéis comprado a lo largo de vuestras andanzas. Los posaderos no os aportan más datos al respecto.

Musgoverde vendó la herida y Nienna pudo así dejar de presionar la herida; Ahora sí que el trabajo más urgente se había realizado. Para saber si el chico sobrevivía, habría que esperar pacientemente horas o tal vez días.

– Mañana a primera hora llamaré al sanador del pueblo. Creo que ahora lo mejor es que descanse – Dijo la mujer del posadero.

El posadero añadió – Creo que lo mejor es que se retiren a descansar. Mi esposa y yo nos turnaremos para mantener el fuego y atender al chico – Eso si, Nienna no se alojaba en este lugar, al menos por el momento.

Aunque había una probabilidad de que saliese adelante, yo no estaba tranquila. En primer lugar porque seguía pensando que huía de alguien y después, porque hasta que alguien le atendiese mejor, existía peligro.

Pero al menos, aquella gente había respondido como se esperaba en general que lo hicieran, aunque por mi experiencia, no tuviese demasiada confianza en ello.

Afortunadamente, me había equivocado.

-Parece que al menos ahora, está tranquilo. Quizás si descansa toda la noche, salga de esta -comenté. Inmediatamente, me habló el último del grupo, que había llegado al final, así que me volví hacia él y me puse en pie una vez pude dejar de presionar la herida.

-Yo soy Nienna. No, no vengo con él. Simplemente me lo encontré en la calle. Venía hacia aquí precisamente a buscar alojamiento. Posadero, ¿disponéis de aunque sea un camastro para mí? Si lo colocáis cerca del muchacho, podría también cuidarlo por la noche.

-A mi me llaman Musgoverde. - Dijo sin darle mucha importancia el anciano que había extraído la flecha del hombro del joven. El perro que se había mantenido a poca distancia del anciano durante desde que habían bajado de las habitaciones, al menos hasta que el hobbit se puso a preparar algo de comer, gruño ligeramente. -Y él es Huesos.  - El perro movió la cola satisfecho y olisqueó en dirección a Nienna.

-Coincido con el maese posadero. Debemos dejar que el joven descanse, y también nosotros debemos dormir. Señorita Nienna, un placer. - El animista se dirigió hacia las escaleras y se golpeó en el muslo un par de veces, Huesos se resistió mirando la comida del mediano, pero finalmente hizo caso al viejo y lo siguió escaleras arriba.

Tras dejar algo preparado para el muchacho y habiendo picoteado un poco parece que la situación se calma y el joven parece haber salido del peligro inmediato. Aunque creo que le quedará una larga convalecencia.

- Yo soy Mutfast Lanudo, natural de La Comarca, aunque mis amigos me llaman Mut. - digo a modo de presentación tras ver que todos comienzan a decir su nombre. - Mañana si aún sigue por aquí podría almorzar con nosotros y ver si podemos esclarecer quién le hizo eso a este joven...

Observo como Huesos se queda mirando la comida, ese perro tiene algo de hobbit sin lugar a duda. Le hago un gesto de que le subo algo de comida mientras va detrás de Musgoverde.

- Y ahora toca descansar un poco, aunque en unas horas nos tocará levantarnos. Así que aprovechémoslas bien... 

Me dirijo a las escaleras para descansar unas cuantas horas. Mañana será otro día y podremos seguir investigando lo del flechero y ahora el suceso de este joven.

Era de esperar que el misterioso muchacho pudiese recobrar el sentido y las fuerzas tras nuestra providencial ayuda, así que parece que la noche iba a terminar mejor de lo esperado al principio. Cuando vi su herida tuve esperanzas, pero siempre cabe espacio para la tragedia.

Mut nos proveyó de comida, cosa también de agradecer, y ya que todo parecía en calma, descansar era la mejor opción. La muchacha Nienna preguntó por alojamiento, y esperé que lo tuviese. Sino, quizás podríamos compartir con ella nuestro cuarto. Salir a buscar un nuevo alojamiento no me parecía lo más adecuado, dada la misteriosa disposición de esta ciudad hacia las flechas.

-Nienna, si no consigues alojamiento quizás podamos ayudar compartiendo nuestro espacio. Me parece que todos deseamos ver al muchacho recobrado para poder hacerle preguntas... Así no estarás lejos si en la posada no quedan habitaciones. ¡Descansar es una grandísima idea, amigo hobbit!

El chico quedó estable pero seguía inconsciente. Se había hecho todo lo que buenamente se podía y solo restaba esperar.

Dadas las circunstancias el posadero no puso ningún problema a que Nienna se quedara. Axe tuvo otro amable ofrecimiento hacia la medio elfa, pero no fue necesario, lo de poner el camastro ya estaba en marcha. Cada uno se retiró a descansar.

El chico delira un poco durante la noche, balbucea cosas que no se entienden, pero regresa a la calma de nuevo. Su cuerpo lucha por sobrevivir.

Temprano por la mañana la posada necesita ser abierta, así que te despiertan, si es que lograste dormir, retiráis el camastro y os ponen en un butacón cómodo tanto a ti como al chico. En el exterior hace frío pero junto a la chimenea se está caliente.

Entran unos pocos lugareños con ganas de tomar algo caliente antes de iniciar la jornada de trabajo.  El grupo que bajó anoche no tarda en aparecer escaleras abajo, seguramente para interesarse por el estado de salud del chico.