Partida Rol por web

- ¡Maldición!- pensó mirando hacia su daga clavada en el techo... Pensó un instante en intentar atacar con la espada pero aun olía el pelo quemado de su mano ¿Donde? ¿Donde está la otra daga? Ayaka se agachó para buscarla. 

Salesh observa preocupada cómo sus compañeros siguen trabados en combate y cada vez más cansados, mientras las criaturas de fuego no parecen dar señales de querer rendirse o terminar el combate. Ella misma ya empieza a sentir cómo se acumula todo: el cansancio del viaje, los combates con el gólem y los azer, el lanzamiento de conjuros...

Además, la mayoría de los conjuros de ataque que conoce son de fuego (cortesía de su mentor dragón) y es obvio que estas criaturas no van a verse afectadas por unas llamaradas, por potentes que sean.

Maldiciendo entre dientes en su infernal natal (un idioma muy apropiado para maldiciones :P) vuelve a lanzar su ataque mágico básico con la esperanza de que al menos uno de los enemigos caiga.

¡¡Aaaaaagh!! -el aullido del azer, mezcla de dolor y de rabia, queda enmarcado por una trémula atenuación de las llamas que le envolvían la cabeza. El fuego de su barba y su cabello no crepitan ya con tanta fuerza. Brea se gira al escuchar su grito y no puede esconder un gesto de preocupación, a la vez que farfulla una maldición contra la bruja. 

¡No serás tú quien apague mis llamas! -grita Hollín a Salesh, aunque ésta no escucha más que una especie de crepitar desaforado. Con todas las fuerzas que le quedan, Hollín enarbola su martillo de guerra con las dos manos y se lanza contra Salesh. Aunque la bruja consigue cubrirse sobre sí misma, el mazazo de Hollín le impacta con fuerza en los brazos, que acto seguido quedan rodeados por una fugaz lengua de fuego. 

Mientras, la mesa del salón que había golpeado Hollín arde con creciente intensidad. 

Elhander permanecía todavía en el marco de la puerta, aunque desde su posición todavía tenía visión de tiro. Se percato de Hollín, parecía muy debilitado. Era su oportunidad de demostrar que servía para algo.

Cargó una nueva flecha, rezando para no volver hacer el ridículo. Tensó la cuerda de su arco, apuntó y finalmente soltó. La flecha voló directamente hacia el torso ígneo de Hollín, clavándose en su pecho.

- ¡Por fin! - Exclamó con una sonrisa en los labios y entonces miró a Kresten. ¿Tendría algo qué decir ahora?

"¡Atento, estúpido! -Brea se maldice a sí mismo por su distracción- Hollín sabrá arreglárselas". Se gira justo a tiempo para ver cómo el humano le dispara una nueva flecha. Sonríe para sus adentros al ver la flecha pasar de largo sin que siquiera tenga que esquivarla. Todavía está burlándose en su interior de la inutilidad del humano cuando un golpe seco en el suelo le hace darse cuenta bruscamente de que esta vez el maldito humano no ha fallado. Esta vez él no era su objetivo. La escasa luz de la habitación se vuelve aun más tenue, y eso le basta para confirmar que Hollín ha muerto. No necesita girarse. No necesita verle tumbado en el suelo boca abajo, con una flecha sobresaliéndole de la parte trasera del cuello. Lo que necesita es vengarle. 

Kresten descargó un duro golpe sobre el Azer, pero el golpe se volvió en su contra y un haz de llamas envolvió el brazo del enano, cusándole graves quemaduras. - AAARGGG, MALDITO SEAS!!! -El enano comprendió que combstir a estas criaturas cuerpo a cuerpo era un suicido. Prefería parecer un cobarde a ser un estupido y Kresten contuvo su rabia justo antes de que su martillo volviera a golpear a su enemigo. Al ver como el arquero humano parecía haber recordado cómo se usaba el arco, Kresten se mantuvo frente al azer pero esta vez en posición defensiva, Esperando que el arquero acribillara a su enemigo.

- Ya era hora - Pronunció el enano cuando vio la mirada de Elhander tras su acertado tiro - Venga, acaba con él mientras yo te cubro, que no quiero volver a quemarme- Y el enano se mantuvo firme esperando un nuevo embite del rabioso azer.

Instigado por la ira de saber muerto a su amigo, Brea ondea su martillo de guerra sobre su cabeza, intentando despistar con esta maniobra al enano, para pivotar rápidamente sobre el pie derecho y descargar su arma con toda la potencia del giro sobre la cabeza de su rival. Sin embargo el maldito enano sabe valerse de la inercia de su ataque, y colocando hábilmente su propio martillo en el ángulo adecuado, consigue que el mazo de Brea patine, pasando por encima de su reducida altura, lejos de todo daño.