Partida Rol por web

Un despertado haciendo magia normalmente hacía resplandecer su Nimbus. Tres despertados básicamente eran básicamente un faro y eso fue lo que sucedió. Niamh tomó unos instantes antes de arrancar y Morrigan pisó el acelerador de inmediato. Jack se concentró en su objetivo y tras unos instantes pudo ver como una huella líquida iba saliendo de la motocicleta de la mujer.

El coche de Adam emite un chirrido y arranca con una velocidad  endiablada, sobrepasando en cuestión de segundos a Morrigan y Jack, tomando los tres en esta persecución la interestatal en dirección a Boston. 

La motocicleta de Amelia era ideal para moverse entre los coches, maniobrando de forma temeraria y rápida, ganándose la bocina y algunos insultos de camino. Sin embargo, Niamh no se quedaba nada atrás, y lograba adelantar y zigzaguear entre otros coches, tan cercana a causar un accidente como a no perderle la pista a Amelia. Atrás, a buena velocidad pero sin poder superar el flujo vehicular, Jack y Morrigan observaban atentamente la persecución.

Tras pocos instantes y con la suerte de un espacio suficiente, Niamh acelera hasta alcanzar por la izquierda a Amelia. La mujer os voltea a mirar, sus cabellos rojos como el fuego, su mirada cargada de cólera y sus ojos azules parecen dos llamas ardiendo.

—Idos al infierno, caraculos— dice la mujer con furia. No lleva casco ni esconde su rostro, usa una chaqueta de cuero y unos jeans, y aprieta con tanta fuerza el manubrio de su motocicleta, que los nudillos se la marcan sobre la piel de su mano. Entonces, retira rápidamente la mano derecha y de su chaqueta produce una pistola que sin más, la apunta contra Ogma. Éste, apenas si puede reaccionar. El disparo resuena, haciendo estallar la ventana del pasajero en cientos de pequeños fragmentos.

Durante unos instantes el tiempo parece detenerse, el corazón de los tres en el coche late a toda velocidad. Ogma siente todavía como sus oídos silban del estruendo y para cuando reacciona, se puede ver cubierto de cristales. Se palpa rápidamente pero se descubre ileso, al igual que sus dos compañeros.

—La próxima vez no fallaré, cabrones— dice desafiante Amelia, sin bajar su arma, intercalando miradas hacia vosotros y hacia la carretera, con la clara intención de disparar nuevamente.

Podéis ver como el coche de Adam conducido por Niamh alcanza a Amelia. La mujer, en una chaqueta de cuero, sin casco y con sus cabellos al viento, musita algo a juzgar por el movimiento de su boca. Luego, casi en cámara lenta, podéis ver como saca una pistola de su abrigo, apunta contra el asiento del pasajero y... dispara. Veis los residuos de cristales saltando por todos lados como consecuencia del impacto, véis como la silueta de Ogma se retuerce en su asiento.

Pasan unos instantes. Nuevas palabras salen de su garganta de Amelia sin que os déis por enterados. Sin embargo sabéis que está armada y que probablemente alguien del otro coche ha sufrido las consecuencias de ese hecho. Todavía sale gasolina de su tanque y con suficiente tiempo, no tendría suficiente combustible para continuar escapando... pero por ahora, el riesgo al que os exponéis es diferente.

—¡Joder! 

Se esperaba una persecución, incluso que al parar se dieran de hostias con la maga cabreada, pero no que sacase una pistola y se liase a tiros en la autopista, menos mientras conducía. 

Inspiró por la nariz y apretó la piedra con más fuerza en su mano. Al exhalar concentró su magia para extender la Suerte de Sísifo más allá de él mismo, haciendo que el azar le sonriera a Morrigan, a Ogma y a los que pudiera ver de sus compañeros.

Cuando Amelia sacó la pistola Niamh frenó de golpe, previendo lo que iba a ocurrir, pero fue tarde. El cristal estalló en mil pedazos salpicando el interior de pequeños fragmentos y ella, a la que nunca le habían disparado, miró con los ojos como platos a Ogma cuanto se lo permitía el tráfico de la interestatal. Rezó por que no le hubieran dado, por que estuviera bien, y cuando lo pudo confirmar segundos después, ahogó un suspiro hasta el punto de que sintió ganas de toser. Estaba furiosa. Sintiéndolo mucho por Amelia, quería embestir al espíritu que llevaba la moto por lo que acababa de hacer... pero sabía que ese no era el camino. No podían vencer al fuego con fuego. Pegó un acelerón, colándose entre un par de coches y ganándose un hueco detrás de la moto, esforzándose por llevar el coche hacia un lado u otro por temor a que volviera a usar la pistola. 

—¿Alguna idea de como parar esa moto? —le dijo al reflejo en el retrovisor de Tyrr, con la adrenalina desalojando todos los reparos que sí había tenido antes. 

Al ver que la mujer sacaba una pistola agaché de inmediato la cabeza y me tapé los oídos. No era el primer disparo que oía en mi vida, pero probablemente sí el que había sucedido en una situación más complicada. Tardé un instante en volver a enderezarme y lo primero que hice fue levantar la voz por si alguno de ellos se había quedado ensordecido.

—¡¿Estáis bien?! —pregunté, inclinándome para mirar a uno y a otro y asegurarme—. ¡Ogma, ¿qué coño estás haciendo?! ¿No ibas a calmarla?

Volví a sentarme correctamente y me llevé la mano al crucifijo.

—Primero la pistola —le dije a Niamh—, después la moto.

- ¡Mierda, mierda, mierda! - A Oghma le habían disparado con anterioridad, aunque nunca la bala había impactado tan cerca como aquella vez. Miró con cierta ira, valiera la redundancia, a Amelia en la moto, y apenas escuchó las palabras de Tyrr. Pero el Mastigos ya estaba moviendo las manos y gesticulando un mantra que había repetido hasta la saciedad.

Apenas tenía energía mágica, y el espíritu de Ira parecía que no iba a parar hasta destruirles, así que tenían que empezar a contratacar. A medida que iba llegando al final de la receta, extendió su mano para tocar con suavidad el hombro de Niamh, y luego el de Tyrr... para al final poner la mano sobre su propio brazo y dejar que se completara el hechizo.

Si salía bien estarían protegidos física y mentalmente. Luego ya podrían pasar al plan original. Pero lo primordial era seguir con vida.

El frenazo de Niamh provoca una reacción en Morrigan —Jack, llámate a Tyrrhenus. Necesitamos algún plan o algo... o nos vamos a estampar aquí y ahora— dice al tiempo que da un timonazo y se cambia de carril, sacudiendo a todos en el coche.

Ogma intenta realizar magia rápidamente, pero su mente no está en el momento. Entre el momento brusco en que se detiene el coche y el arranque, su cabeza y su fórmula no surten efecto. Y sin embargo sentís magia sobre vosotros, una similar y que reconocéis como proveniente de Jack.

Tyrr por su lado tampoco se ha quedado quieto. Su propio hechizo parece molestar a Amelia quien toma algo de delantera, pero guarda con dificultad el arma. Su moto todavía avanza, pero pierde velocidad y la mujer parece tener dificultad para mantenerse. Pero en su furia podéis ver como su Nimbus se ilumina con el rojo de su cólera por un instante y como observa a Tyrr, haciéndolo el siguiente objetivo de su esfuerzo.

Sólo que luego percibís como su Nimbus se oscurece, y como la piel de Amelia comienza a mostrar signos de la mancha oscura del Abismo contaminándole. Sus ojos azules se vuelven negros como la niebla, y sacude una o dos veces la cabeza para tratar de concentrarse. Lo que haya intentado, ha fallado y ha afectado a Amelia la Despertada. Son las señales de la oscuridad de más allá intoxicando su cuerpo de forma lenta pero segura.

La moto comienza a bajar de velocidad, y la mujer lanza algunas maldiciones e insultos al aire, mientras las bocinas van y vienen, las miradas de miedo de otros conductores son evidentes, así como de algunos pasajeros usando su móvil, y no os cuesta imaginaros con qué objetivo.

Amelia toma cierta distancia y podéis ver como empieza a tener dificultades para maniobrar su moto, sea por el efecto de Jack, o por la magia que sentís del otro coche, es difícil de determinar. El escudo de Jack toma efecto sobre todos, y por un instante Amelia deja resplandecer su Nimbus. Esta vez no usará un arma, sino magia. El color rojo fuego es visible y perceptible, y sabéis que viene con toda la furia del caso contra vuestros compañeros.

Pero podéis percibir tan pronto como lo intenta, como una mancha oscura y abisal comienza a impregnarse por su Nimbus. Incluso a los metros que estáis, la presencia del Abismo es tan nauseabunda e incómoda como si estuviese justo frente a vosotros. Lo que haya intentado, parece haber sido saboteado por la oscuridad que repta del otro lado de la Mentira, y parece estar poniendo en peligro a la misma Despertada, o quizás era plan del mismo Espíritu de Ira. Era difícil de saber.

La motocicleta comienza a bajar su velocidad y sospecháis que puede que esté en las últimas. Amelia no se ve muy contenta, pero no parece tampoco que esté dispuesta a rendirse.

Niamh vio el efecto que el Abismo estaba teniendo sobre Amelia y apretó los dientes. No quería que la Despertada saliera herida, pero Ira llevaba las riendas y era demasiado peligrosa, y no solo para ella, sino para todos los que conducían por la interestatal en ese momento. Miró a Ogma de reojo, tratando de no despistarse de la carretera, preguntándose por qué no seguía adelante con el plan... y al final se decidió a hacerlo ella misma. Los misterios del Arcano de Mente le eran incomprensibles, pero la magia de Vida podía fácilmente conseguir un efecto similar. Con la atención dividida entre la carretera y el imago con el que quería manipular el cuerpo de Amelia, Niamh trató de lanzar el hechizo. 

Miró a Morrigan un instante y luego asintió. 

—Voy. 

A toda prisa sacó el teléfono y marcó el número de Tyrr. Mientras se lo llevaba a la oreja se fijó en lo que pasaba sobre la moto y contuvo el aliento un instante. La Mentira asomaba desde su lado del Abismo para castigar a la maga. Por una vez en la vida se alegraba de ver a la oscuridad reptando por la realidad. 

—Parece que está frenando. Se debe estar quedando sin gasolina. Prepárate para la fiesta, Morrigan.

Ogma no se encontraba nada bien. La cabeza le daba vueltas y no conseguía concentrarse en la magia.

Pero sus compañeros dependían de él, así que miró a Amelia por el hueco de la ventana que tenía el cristal destrozado, y empezó a murmurar unas palabras mientras sus manos tejían movimientos en el aire realizando unos giros con las muñecas que ya tenía muy practicados. Conocía la receta, ahora dependían de él y no podía fallar.

Tenía que calmar a Amelia. Tenía que conseguir que Ira cediese un poco. Con suerte detendría la moto y podrían hacerle frente lejos de durmientes inocentes.

Sentí como una victoria personal que guardase el arma. Bueno, ese era un buen primer paso entre tanta cagada. No era cómodo hacer nada en la situación actual, en medio de una persecución en plena interestatal, pero nos jugábamos mucho.

Lo que no había contado era con cabrearla tanto como para que hiciera caer el Abismo sobre sí misma... Y sobre nosotros. En ese momento sentí un sudor helado cubrir mi cuello. Era consciente de que me estaba mirando a mí, y no me gustaba nada. Pero por fortuna lo que quería hacer no resultó. Quizá eran demasiadas distracciones, o Ira no dominaba por completo a Amelia, o el Altísimo estaba de nuestra parte. Ojalá fuera eso último.

Respiré aliviado en ese momento, seguro de que una criatura así podría haberme pulverizado en sólo unos segundos. En ese momento habría besado a Ogma de pura felicidad si hubiera estado a mi lado.

Entonces me planteé qué hacer. Por un lado no me gustaba nada que la gente estuviera sacando los teléfonos. Me planteé arreglarlo: creía que podía hacerlo. Pero por otro... Lo que acababa de suceder me hacía consciente de que sabíamos muy poco sobre sus capacidades. Así que tomando mi crucifijo me agarré a una receta ya conocida. Necesitábamos saber más de ella.

Concentrarte en ella es difícil, en ambos, pero logras usar tu habilidad para obtener información. Visiones a través de un espejo, de una atalaya lejana, de tiempos ondeantes y difíciles de discernir, de risas y maldiciones, hacen que poco a poco te formes una idea de su habilidad para manipular el Destino. Su arcano bebe de la misma Arcadia, el reino de las hadas, en donde el tiempo no tenía ni pies ni cabeza.

Lo siguiente que intentas discernir es la perdición de aquel espíritu que la posee. Tomas aire y puedes sentir una llama grande y violenta, consumiendo todo a su alrededor. Puedes ver como pequeños fuegos alimentan al fuego, y este crece, pero sólo cuando no hay fuego, cuando alrededor de aquella llama no hay ira, no hay violencia, no hay acción, este empieza a decrecer, a reducirse, a intentar consumir la nada desesperado, hasta ahogarse y no ser más que una pila humeante de cenizas.

Para cuando las respuestas se forman en tu mente, sientes tu móvil vibrar y ves que es una llamada de Jack desde el otro coche.

—Jack, estamos en medio de la interestatal...— dice Morrigan frunciendo el ceño. —Rodeados de cámaras, y seguro que la policía no demora en venir. Si no tenemos alguna manera de acabar esto pronto, no va a ser Amelia o el Abismo lo que nos vaya a causar verdaderos problemas—

Morrigan comenta mientras el coche pierde distancia y le es difícil recortar la distancia hacia la motocicleta de Amelia, quien continúa en marcha por el momento.

Amelia os empieza a sacar ventaja, al tiempo que la situación comienza a haceros mella. Niamh tiene que prestar atención al camino, estando cerca de estrellarse dos veces mientras trata de concentrarse en su imago. Al final debe volver a poner los ojos sobre la interestatal, sin lograr el efecto deseado, y encima perdiendo distancia de la pelirroja. Su ambición no le había dado resultados.

Ogma continúa asustado y mientras intenta recordar los Mudras, su imago no obtiene la fuerza suficiente y también falla en su intento por apaciguar a la mujer. 

Sólo atrás, Tyrr tiene algo más de éxito, y su mirada se fija en Amelia durante unos segundos. Para cuando sale de aquel trance temporal, todos escucháis su móvil vibrar intensamente, al tiempo que Morrigan corta algo de distancia y se hace detrás de vosotros. 

Cuando parece que Amelia os iba a coger suficiente distancia, véis como la motocicleta tambalea un poco. De repente, ésta realiza una maniobra, haciendo un giro en U en seco y deteniéndose entre los dos carriles de la autopista, encarándoos. Pone ambos pies en el suelo y os lanza una mirada furiosa. Sus cabellos aún flotando en el aire como una aurora infernal parecen evocar el mito de las banshees.

Su postura es desafiante, y rápidamente busca algo en su chupa de cuero. Extrae nuevamente el arma y ahora, con más certeza, dispara contra el primer coche. La bala impacta contra el parabrisas de inmediato, haciéndolo saltar en mil pedazos, mientras continúa andando, y atrás, Morrigan y Jack observan impotentes la escena, sabiendo que ella estaba armada y no parecía dispuesta a dejarse reducir sin dar bastante lucha.

Los coches pitan frenéticamente, algunos aceleran, pero la situación estaba en el ojo de durmientes, algunos de los cuales ya parecían estar usando su móvil no sólo para grabar, sino para hacer llamadas.

La bala iba para Niamh, de eso podéis estar seguros. Impactó el parabrisas y rozó sus cabellos, haciéndole sentir una desagradable y cercana corriente de aire en lo alto de su cabeza, para luego el viento de la interestatal entrando por el coche a toda velocidad, y los fragmentos de vidrio en su rostro, impidiéndole ver.

Está bien, su corazón late a mil, pero intacta. El techo del vehículo muestra el impacto de la segunda bala que ha pasado muy cerca de la Thyrsus. Y a juzgar por la postura de Amelia, no será la última que recibáis si no hacéis algo y pronto.