Partida Rol por web

Desde vuestra privilegiada posición en una de las plazas de la fortaleza ubicada en la Colina Alta de Aegon observais como el fuego se expande en el nido de las pulgas y en las cercanías de la Puerta de la Vieja.

Antes de que podais decir nada Gaheris corre a buscar a Ramiel, dirigiéndose a sus estancias en otra fila de edificios dentro de la misma colina amurallada.

Varios grupos de soldados salen de la colina rumbo a los lugares afectados por el fuego. Uno de esos grupos, compuesto por seis hombres y dirigido por un Inmaculado, se dirige a los ciudadanos presentes en la plaza y les urge a abandonarla y guarecerse.

Con esas mismas intenciones se acerca a vosotros y, tras ver vuestros ropajes, porte y el emblema de vuestra casa, os informa -Mis señores, la ciudad se ha sumergido en el mar del caos, os pido que volvais a la seguridad de la fortaleza y os refugieis allí mientras solucionamos los disturbios e incendios.

Tras dejar a tus compañeros atrás corres rumbo a las habitaciones de la Casa Arryn, exactamente a las estancias que comparte Ramiel y su madre.

Mientras recorres el camino observas como pequeñas compañias de poco más de media docena de guardias salen de la seguridad de la colina con celeridad o piden a los ciudadanos que deambulan por esta que se guarezcan en sus aposentos.

A ti, dado el ritmo de carrera que llevas, no te intentan parar. Cuando llegas a las puertas de los aposentos y estancias adjudicadas a los Arryn un grupo de sus guardias te impiden el paso.

¡Alto! ¿quien eres y que deseas? -te pregunta un sargento.

Desde donde os encontrais, la plaza ubicada en la zona más al norte de la Colina Alta de Aegon, veis perfectamente los fuegos que nacen en la ciudad. Dos de ellos están devorando el nido de pulgas mientras que el otro se ubica muy cerca de la Puerta de la Vieja.

A vuestros alrededor las patrullas de soldados se movilizan, corriendo de un lado a otro sin cesar mientras lanzan órdenes. Escuchais como uno de los inmaculados que vigilan desde las almenas grita a plena voz -Una muchedumbre se dirige hacia aqui, hacia la puerta. ¡Cerradla, rápido!

Escuchas al perro gemir de dolor y ves como Alastor lo recoge con brusquedad, alzándolo contra su pecho, y corre hacia ti.

Señor, estamos en un lugar muy peligroso. Esta plaza está muy cerca de la puerta norte de la colina amurallada. La ciudad está envuelta en el caos por lo que parece y es posible que traten de atacarnos buscando seguridad o cobijo ¡vámonos antes de que logren entrar! -la voz de guardia personal ha sustituido el respeto con el que normalmente te habla por un tono de urgencia y apremio.

 - Soy Sir Gaheris Bane, tengo un mensaje para Ramiel Arryn, decirle que tengo que hablar con él, por favor. - Le respondí con cortesía, pero firme.

Lo siento Sir, Lord Ramiel Arryn ha salido junto a su guardaespaldas -te responde el soldado tras reconocerte, incidiendo en el Lord mientras te mira directamente a los ojos.

Viendo que los incendios son en la zona pobre de la ciudad y solo ahí, pienso en si tendría sentido una estratagema similar para un asalto a la ciudad. ¿Quizás no sea la mejor estrategia? pero ¿podría tener sentido?

Medito al respecto.

Cualquier manera de crear caos en la ciudad puede beneficiar a un asaltante, aunque todo depende del estado en que quiera capturar la ciudad.

Aun así te parece extraño que el ejercito se haya acercado de forma tan sigilosa a la ciudad como para que empiece a atacarla ya, sin que nadie esté preparado para defenderla.

Si realmente están atacando la ciudad, que lo dudo, no creo que nos de tiempo a huir.- Digo mirando al guarda espaldas.- Y la verdad es que la fortaleza ofrece mejor protección que una posada. Deberíamos quedarnos.

La gente grita y corre de lado a lado, mi mirada es asustada y no puedo evitar sentirme sobrecogido por cuanto ocurre a mi alrededor. 

Me encuentro inmóvil, con la mirada perdida en el vacío cuando el empujón de Alastor cogiendo al animal me devuelve a la realidad.

Sus palabras suenan distantes, pero una parte de mi ser capta el significado de las mismas. Entonces oigo, como un eco lejano, mirando hacia una almena distingo la figura de un hombre que grita que las puertas sean cerradas.

-Esa gente podría morir, la piedra no arde, Alastor. Protegerme, pero no debemos marcharnos hasta que la gente este a salvo. -Digo sin poder evitar camuflar el timbre de miedo en mi voz.

Consciente del peligro que sufrimos y al que me estoy exponiendo voluntariamente no puedo evitar que lagrimas teman con salir de mis ojos, pero las contengo convirtiendolas en luz para los mismos.

Dirigiéndome al guardia y a los hombres de las puertas exclamo:

-¡SOY RAMIEL ARRYN, SEÑOR DE LA CASA ARRYN! ¡ABRID LAS PUERTAS! LA GENTE MORIRÁ SI ESTAS SE CIERRAN! ES UNA ORDEN Y PENA DEL QUE LA IGNORE! LOS MUROS SE HICIERON PARA PROTEGER A LOS CIUDADANOS, NO A QUIENES DEBERÍAN ESTAR DANDO SU VIDA POR ELLOS! -Una vez he llamado la atención prosigo.-¡Abrid todas las puertas y formad una cadena hasta Aguasnegras, que el cauce del agua llegue hasta el fuego y libere a esta ciudad de su muerte!

Me he autoproclamado señor porque mi padre esta teóricamente secuestrado creo recordar, por lo que podría considerárseme señor de mi casa y así debería hacérseme mas caso.

Ademas, hasta donde se, la guardia esta sin una cabeza real y cualquier palabra que ponga orden al caos podría ser aceptada.

Uno de los motivos por los que hago esto es por el de ganarme el favor del pueblo de la capital, pues quiero ser rey. 

 Me llevé las mano a la cabeza, esto no pintaba nada bien:

 - ¿A donde han ido?. Vuestra señora quiere que él y sus hombres se reúnan con ella inmediatamente, hay un incendio en la ciudad y os necesita...

Me quedo mirando como Gaheris se va en busca de Ramiel. Por todos los Dioses, espero que no le haya pasado nada... Cuando el Inmaculado se acerca solo me limito a escucharlo pero antes de que se vaya no puedo evitar preguntarle por todo aquel caos.

-Perdone, pero ¿podría decirnos qué o quién está causando todo este caos?-le pregunto

Entonces me giro hacia mis acompañantes.

-Sir Gaheris fue a por Ramiel y va a venir a nuestro encuentro en la posada, no nos podemos ir de aqui.-les comento con determinación-Además si el que viene es quien pensamos...irá a la fortaleza a acabar con todos nosotros asi que no será un lugar seguro.

-Ya lo he dicho antes, si es el regente lo primero que hará es ir a por los grandes señores. Tenemos que movernos, ya hemos perdido demasiado tiempo- Desenvainando mi espada le indico a lady Arryn que se mueva mientras pienso -Por lo menos me he librado de hacer de niñera del puto crio

Resoplo de impotencia, ya que se de buena tinta que ante el sentimiento protector de una madre no hay argumento válido para hacerla cambiar de opinión. - En ese caso señora, mi honor como caballero me obliga a acompañaros hasta la posada, no puedo dejar que le ocurra nada.- Me giro hacia mi guardaespaldas.- las ordenes son las mismas, recoja a todos mis hombres y venga con ellos a la posada. - veo como el chico echa a correr en cumplimiento de mi último mandato.

Bueno, mejor partir ya. Cuanto antes lleguemos a la posada antes estaremos más resguardados de lo que estamos ahora. - Digo mientras les hago gestos para que empecemos la marcha.

Los soldados se detienen ante tus palabras, sin saber bien que hacer.

Sin embargo no están mucho rato parados pues un sargento de los Inmaculados les grita con celeridad -Rápido, cerrad las puertas, sólo es un crío, no le hagáis caso.

Tu guardián se coloca entre tu y el Inmaculado, mirando fijamente a este -Será mejor que aprendas a respetar a tus superiores. Este es Lord Ramiel Arryn, hijo de Lord Arryn, señor de una de las casas más poderosas de Poniente.

El Inmaculado permanece en silencio tras las palabras de Alastor, mirándoos sin saber que hacer. Sin embargo tu guardaespaldas no pierde el tiempo y te susurra -aún así creo que es mi deber pediros que nos marchemos de aquí, esta zona puede volverse muy peligrosa.

El Inmaculado, viendo las elegantes ropas que porta Lurleen y el símbolo de su casa, no tarda en responder.

Creemos que son disturbios de los ciudadanos. En los últimos días han llegado cientos de refugiados huyendo de los ejércitos de Dorne y era cuestión de tiempo que algo así pasase. Deberían resguardarse en la fortaleza hasta que todo finalice.

Sin más que decir el Inmaculado prosigue su camino rumbo a una de las puertas de la colina.

El guardia te mira con expresión preocupada -Lo siento Sir, no sabemos a donde fue. Lord Arryn estaba acompañado de su guardaespaldas y no nos dijeron nada. Voy a formar un pequeño grupo de guardias y os acompañaremos hasta el lugar donde espera Lady Lurleen para llevarla sana y salva hasta aquí -concluye dando órdenes a otro de los guardias que corre dentro de la sección de los Arryn llamando a otros soldados.