Partida Rol por web

Os movéis con sigilo por entre los campos y senderos pedregosos, siguiendo a Wayland. Aún siendo un grupo tan numeroso y a caballo apenas se os escucha o, al menos, no tanto como para alertar a alguien que no presta atención.

Cuando el camino que os separa de vuestro objetivo es escaso comenzáis a escuchar el relinchar de caballos, gritos, alaridos y el clásico entrechocar de las armas.

Llegáis a la parte de atrás de una cabaña de madera de gran tamaño. En el otro lado es donde se distingue todo el alboroto pero antes de que podáis marchar en esa dirección os encontráis a un individuo solitario que tuerce la esquina y os encuentra de frente. Es un hombre tuerto.

Te alejas del combate rodeando la casucha. Justo cuando tuerces la esquina te encuentras de frente con un gran grupo de hombres a caballo. El ruido de la batalla ha enmascarado sus movimientos.

Son al menos diez hombres pero lo que más te llama la atención del grupo es que muchos de ellos son tuertos, al igual que tu. Es más, reconoces a dos de ellos como miembros de tu grupo, algunos de los que iniciaron siguiendo tus palabras. Además reconoces a uno de los hombres de Erik entre ellos.

El último miembro que te llama la atención es una bellísima mujer que cabalga con soltura y habilidad.

Observo la escena que se desarrolla ante mis ojosl. Número de hombres que parecen estar atacando a los hermanos de Wayland, quienes son y cómo van armados. Blasones. Esas cosas de interes general vamos...

Vaya... Steth. Parece que ahí tenemos al hombre del que tanto hablan -comento.

Prepara tu arco Wayland.

Hombres, estad alerta.

Caballero -le digo con un asentimiento de cabeza. Buenas noches y propicios días. Si es usted el hombre que busco este encuentro podría ser muy beneficioso para ambas partes. Mi nombre es Alezade y estos son... parte de mis hombres -abarco con un gesto a los diecisiete hombres que me escoltan.

El tuerto se detuvo en seco frente a la nutrida e inesperada comitiva, entre los que reconoció a uno de los mercenarios del ya a buen seguro muerto Sairus. Bajó el hacha prudentemente y su ojo sano fue posándose en todos y cada uno de los presentes. Tuertos... Una comitiva de tuertos liderados por una beldad totalmente fuera de lugar aparentemente. 

Harland sonrió de una forma extraña. Casi le daban ganas de echarse a reír a mandíbula batiente, aunque no estaba muy seguro del motivo concreto. 

-No puedo saber si soy el hombre al que buscas... Aunque si lo que buscas son tuertos, como la mayoría de tus compinches, entonces puedes estar segura de que has dado con tu hombre.

No obstante no se le pasó por alto la presentación. 'Parte de mis hombres'. O era buena lanzando faroles o tenía a su disposición un verdadero ejército. 

-Me llaman Harland Nightingale, y si lo que queréis es beneficio... -señaló hacia el lugar del que venía el ruido de batalla-. Yo no me acercaría ahí... El único beneficio que sacará nadie de eso es una tripa colgando. 

Por supuesto el tuerto pasó por encima de los que podía considerar 'sus hombres' sin hacer el menor gesto revelador. No entendía bien lo que estaba ocurriendo, pero si la princesa y sus acompañantes ignoraban que había hombres de su 'camada' infiltrados entre ellos... Tanto mejor. 

¿Qué coño estaba pasando, por otra parte? 

La historia se complicaba y, a decir verdad, Harland empezó a temblar muy levemente de pura emoción. Notaba cómo la sangre palpitaba en sus sienes y cómo el aburrimiento empezaba a despejarse poco a poco. El mundo era un lugar maravilloso. 

Un estridente siseo se extendió por entre los fruncidos labios del dorniense una vez la sensación de una gélida quemazón hizo acto de presencia en algún lugar de su torso que no supo identificar. El acero de su enemigo había logrado dar con su carne, evadiendo su armadura y los propios reflejos de Maron. 

Desconcertado por haber sido alcanzado, el primer lanzazo que dirigió contra él falló. Sin embargo, lejos de conformarse con semejante resultado, el bastardo reculó hacia atrás y, utilizando sus pies como punto de apoyo, disparó su brazo con fuerza con la intención de asestarle un nuevo golpe. 

Steth se quedó con la lanza dirigida hacia la persona tuerta que tenía delane. Su cara no defraudaba si era realmente el el tuerto. - Si... parece que aquí está el afamado tuerto... - Eres tú al que llaman el Tuerto que ha estado trabajando con el ejercito de Dorne y hace poco se fue de él en busca de algo? - La tensión se reflejaba en su voz, sería verdad que había encontrado al hombre? - Parece que tu familia está siendo atacada... pero quienes son? - Dice dirigiendose tanto a Wayland como a Alezade. Volvio a centrar su atención hacia el tuerto a la espera de respuesta, Con su mano izquierda no paró de rascarse el ojo casi de forma compulsiva.

Me rasco la nuca cuando veo todo el batiburrillo.

- ¡Jefe! - grito - ¡Erik! - digo mirando la cabaña y camino hasta poder divisar que sucede. Saco el arco y lo preparo.

No sé quien es el tuerto ni que busca ni por qué estos le buscan. Solo me importa encontrar a mis hermanos.

Los pocos mercenarios supervivientes, cuatro contando a Erik, renuncian a sus armas, dejándolas caer al suelo -Nos rendimos, nos rendimos, esto no tiene sentido. ¿Que queréis de nosotros? Os ayudaremos. Jefe, es una tontería seguir, son mejores que nosotros -dice uno de los hombres de Erik, señalando sobre todo a Ser Trant.

Por el otro lado de la cabaña, el lugar por el que ha marchado El Tuerto, escucháis una voz que grita -Jefe, Erik. Por ese lado aparece un hombre con un arco, su flecha preparada para atacar.

Cruzas la esquina y ves a la mayoría de tu grupo muerto, luchando contra cuatro enemigos. Sólo uno de los asaltantes ha caído y de tu grupo solo han sobrevivido cuatro hombres.

Te percatas de que todos ellos, salvo Erik, han tirado las armas y están en posición sumisa, rindiéndose.

Me adelanto y grito a Wayland.

¡Muchacho! Ven aquí inmediatamente. Poco importa lo que ocurra ahí atrás. Ahora tienes una nueva familia.

Jodido bastardo. Pensé que teníamos un trato...