Partida Rol por web

Negué con la cabeza ante el comentario de Kyle.

 - Vi jugar a muchos muggles durante el verano y "descifré" las reglas y estrategias, pero no me atrevía a acercarme y pedir jugar un rato... - confesé. - Me habría sentido estúpida jugando con profesionales por primera vez.

¿De qué están hablando en la mesa de Ravenclaw? Carrie es capaz de escucharlo perfectamente y no será porque no se han esforzado después en hablar para ellos.

Así, Lewis descubre que Leonard es el animago que se ha convertido en león en el tren, sobre las aburridas vacaciones de Eve entre libros, hablan de ir todos estas navidades con Kaitlin y Leonard y charlan sobre un deporte llamado...¿baseball?

Desde la mesa de Slytherin, Oliver se levanta antes que nadie y, curiosamente, no se encamina hacia fuera del Gran Comedor, sino que, captando la mirada de su grupito de amigos, va directo a la zona de Ravenclaw en la que leones y águilas charlan.
 

Uou, uou, uou.... Pero tío, si tu ya te sabes el plan, que te lo explique en la última carta. Es el mensaje que le dirijo a Kyle, con algunos aspavientos, apretando los dientes con el mensaje encubierto de "No la cagues que te doy". Que es una... Me callo, cerrando los ojos con una cara de "mierda, la he cagado" y llevándome la mano derecha a la cara, negando.

No, no me importa Eve, pero dejemos el tema. ¿Que no me importaba a mi? Sin duda, una vez más, había algo que no estaba explicando. Aun así, carraspee, volviendo a comer pastel de carne, intentando disimular. Joder, tres meses preparando la sorpresa y ahora la vamos a cagar en una noche... Menuda boca tengo...

Cuando Eve pregunta si sabemos que es el Baseball, me la quedo mirando, con cierta extrañeza. ¿En serio? ¿Habéis jugado todos? Pregunto, sintiéndome fuera de lugar. Joder, en Kilrush jugábamos al futbol... ya sabéis, portería, pelota, correr detrás de la pelota... ¿Como has dicho que se llamaba eso?  Vuelvo a preguntar, interesado sobre el Baseball. Un juego parecido al quiddich, pero sin volar. Podría interesarme.

¿Entonces te sabes las reglas? ¿Crees que podríamos jugar? ¿Qué necesitamos? ¡Yo me pido ser el que lanza la pelota! Digo, antes de nada, adelantándome y levantando el tenedor, con un trozo de pastel de carne que anda desarmándose.

¿Cuanta gente hace falta para jugar? Podríamos hacer equipos ¿No?  Pregunto, mirando a mi alrededor, sin saber de que hablo, pero sin que aquello me importara lo mas mínimo. Y pasando la vista de Kaitlin a Laura, y de esta a Eve, veo a Oliver acercarse.

Me callo, mirándolo, e incluso borro la sonrisa. Después de lo del tren, no sabía con que intención se acercaba. Pero mi vista se desvió unos segundos hacia Kyle, y no pude evitar trazar un "no" con los labios, antes de volver la vista hacia Oliver.

Buenas noches, Oliver... ¿Qué haces aquí? Pregunto, y avisando a los demás de paso de la llegada de Oliver, por si acaso. Después de lo del vagón de Slytherin, los ánimos estaban caldeados, al menos, en ese ámbito.

- No le tengo mucho aprecio al fútbol... Habiendo crecido en los suburbios de Manchester, cada vez que el Manchester jugaba se llenaban las calles de Hooligans poco agradables... - miré a aquellos que no eran mestizos ni de familia muggle e hice un gesto de "no importa", pues no me iba a parar ahora a explicar que era un hooligan... - Pero sí, creo que tengo las reglas bastante claras, y en cada equipo hay 9 jugadores en el campo, pero en la versión d eestar por casa eso no importa mucho. Lo importante es que nos divirtamos y patear el trasero al equipo contrario. - añadí con una sonrisa.

Fue entonces cuando vi algo en la mirada de Leonard y me giré, viendo a Oliver acercándose. Su actitud ante los sangresucia siempre había sido un problema entre los dos, lo cuál era una lástima porque era un mago capaz y no era lo peor que se cocía en Slytherin.

- Buenas noches. - le saludé de manera cortés, cómo siempre, aunque me percaté de que el tono de Leonard era mucho más frío, incluso agresivo, y no entendía muy bien le porqué.

Abro los ojos como platos ante la reacción de Leo. ¿Lo sé?¿ Y cuál era? Tengo que encontrar esa carta que dice que me mandó...- Cuando la conversación vuelve a versar sobre béisbol, aporto lo que puedo. 

- Creo que los jugadores no siempre hacen sólo una cosa...Que yo recuerde...se iba rotando, ¿no?- digo, mirando hacia Eve con curiosidad.- Unas veces le tocaba batear a un equipo y otras veces lanzar la pelota o entorpecer a los corredores...Algo así...Es que ha pasado bastante tiempo.- me disculpo, encogiéndome de hombros. 

Miro hacia Leo para ver su reacción. Si de verdad le gusta el juego muggle, sería una buenísima idea probarlo algún fin de semana. No obstante, al levantar la mirada, la expresión en el rostro de mi amigo no es en absoluto la que esperaba ver. Me está avisando de algo, pero ¿de qué? Y es entonces cuando la pregunta cuyo destinatario no es ninguno de los presentes, aclara todas mis dudas. Inmediatamente, mis hombros se contraen por la tensión que me acaba de invadir y todos mis sentidos se activan, alertas ante lo que pueda suceder. En el tren he logrado contenerme, pero no sé si sería capaz de conseguirlo en este momento. 

Me doy la vuelta lentamente, todavía con los músculos en tensión, para observar a la figura que se aproxima a nuestras mesas. 

La verdad es que si Leo ha metido la pata, yo no me he dado cuenta. Doy por sentado que habla así por la confianza que tiene con mi madre y mi familia y, además, estoy tan emocionada con la idea de pasar las navidades con todos y de jugar al beisbol, que lo veo todo de lo más normal.

-Oh que bien, en serio... Hoy mismo le mando una lechuza a mi madre... Y Kyle, ¡¿Como no vas a estar invitado, hijo!? Anda que tu tambien tienes unas cosas... - niego, riendo. Es mi mejor amigo... ¿Cómo no va a pasar las navidades en casa?- Eso sí, chicos... Tenemos que organizar algo guay, ¿eh?

Sonrío, mirándolos a todos, y acto seguido, vuelvo a asentir, cuando hablan de lo del equipo- Por favor... tenemos que jugar.. Qué ilusión.... ¿Y dices que se van cambiando de sitio? Entonces... ¿Todo el mundo tiene que saber de todo? Que deporte tan raro... ¿Que necesitamos entonces? Bates, pelota, ¿Y que mas?

Entonces llega Oliver, en medio de toda mi emoción ante la idea de jugar. Y, a pesar de que mi relación con él no es ni de lejos tan mala como mi relación con Deirdre, lo cierto es que no puedo evitar tensarme ligeramente. No es propio de Oliver aparecer así como así en nuestra mesa, por las buenas.

-Hola Oliver... ¿Qué haces tú por aquí? - mi pregunta casi es un eco de la de Leo, como si los dos hubieramos pensado lo mismo en aquel preciso instante. No me fio ahora mismo de nada que venga de la mesa de Slytherin, claro está. Ni siquiera de mi cuñado.

- No puedes esperar que se comporten como nosotros, Carrie. La clase es la clase.

Mira cómo Oliver hacia ahí pero ni siquiera muda su expresión normal mientras se mete en la boca una uva. Deidre sí que mira más en dirección a su novio. ¿Por qué tiene esa manía de acercarse a esa gente?

- Oliver y su forma de comunicarse con la plebe. En fin... El hermano O'Hare se dará cuenta de que es mejor estar de nuestro bando que contra él. Dime, Carrie, ¿Sigues queriendo la misma cama que estos dos últimos años?

- La clase está sobrevalorada, Jackie, si uno quiere es algo que se puede cambiar a placer... ¿por qué debería importar algo tan voluble? Importa mucho más el seno familiar en el que se nace pero aún así hay numerosos ejemplos de personas que se han desmarcado de él, como Voldemort o Harry Potter... sí, incluso el segundo, ha demostrado ser un gran mago a pesar de crecer rodeado de muggles ineptos. Incluso aquí nuestra Deirdre aspira a más de lo que su herencia genética de inicio le aguardaba y no podemos dudar de que lo está logrando - si esas palabras no fueran pronunciadas por Carrie cualquiera diría que estaba tratando de animar a la pelirroja -. En realidad creo que nuestros patéticos e insignificantes compañeros podrían dar mucho más de sí sólo con creerlo y dejarse de estúpidos prejuicios clasistas - su rostro mostró el profundo hastío que le producía el tema al que se refería a la par que empezaba a jugar con uno de sus tirabuzones, alargándola hasta que quedaba completamente estirado para dejarlo repentinamente, de forma que éste volviera como un muelle a su posición original -. Ah y respecto la cama... qué remedio. Han vuelto a rechazar mi idea de las habitaciones individuales, ni siquiera aceptaron que la comprara - una mueca de disgusto afeó sus facciones durante el instante que dura un parpadeo, tras lo cual volvió a adquirir su expresión aburrida de siempre.

- ¿Es que se trata de una reunión privada y no me he enterado? - hago la pregunta mirando directamente a Leo y a Kaitlin, acompañándola de una ligera y algo tensa sonrisa. No se me ha pasado por alto la presencia de Kyle, y no me gusta. Tampoco la tensión que ha generado mi llegada ni lo fríos que están todos con mi presencia. Paso al mirada por todos los presentes, deteniéndome unas milésimas de segundo en Kyle. Sin cambiar el rostro. Entonces, acabo por acercarme hacia Kaitlin y poniéndole una mano sobre el hombro. Lo hago de forma muy superficial, limitando el contacto al máximo.

- Felicidades por Patrick. No hay nada como que tenga junto a él a una de sus hermanas.

Cuando Oliver hace la pregunta, soy yo quien se pone en pie, lentamente, dejando los cubiertos en la mesa, junto al plato. Incorporado, miro a Oliver, y emito una media sonrisa, con una pequeña carcajada. No se dice reunión privada cuando se juntan viejos amigos, Oliver. El comentario llevaba cierta ironía implícita. No podía evitar pensar como llamaría Carrie a sus "reuniones privadas" donde estaba seguro que estaban incluidas aquellas dos mascotas llamadas Victoria y Deirdre.

En mi cabeza se formo esa imagen mental, de Carrie sujetando dos correas propias de un perro, y al otro extremo, dos collares alrededor de los cuellos de la rubia y la pelirroja. Oliver no tenía la culpa de aquello. Aun mas, que estuviera allí, era gesto de que, de alguna forma, no le apetecía estar entre escamas. Lo que me escamaba era la relación entre Kyle y Oliver. Tenía por seguro que el primero querría enseñarle al señor "Puño Cerrado" y el segundo estaría dispuesto a devolverle el favor. La cosa podía complicarse rápidamente si no nos andábamos con pies de plomo. Lo sigo con la mirada, volviendo la vista hacia Kyle, borrando la sonrisa durante unos segundos, y con la mano baja, hago un gesto de pedirle calma, con cierto disimulo.

Gracias. Respondo por Kaitlin, mirando a Oliver. Lo cierto es que no hay nada como saber que Patrick estará mejor que nunca. La Princesa y yo nos encargaremos de él. Inclino la cabeza en la dirección de Kaitlin, y no puedo evitar mirar hacia la mesa de Gryffindor, buscando a Patrick, el ahora mencionado. No tardo más que unos segundos en volver la vista a Oliver.

Supongo que no a todos les habrá caído tan bien la noticia ¿no? En clara alusión a la mesa de Slytherin. Era evidente que sabia la respuesta, y no era precisamente una pregunta para meter el dedo en la herida. Quería saber si realmente, planeaban algo o no. Conociéndolos, era mejor prevenir.

-Anda, no digas tonterías... Siéntate si quieres... - digo, haciendo hueco a mi cuñado, al lado de Leo y mío. Lo cierto es que, a pesar de mi relación con Deirdre, se puede decir que Oliver y yo nos toleramos bastante bien, menos cuando a mi querida hermana le da por ponerse pesada, e intenta enfrentarnos.

Sin embargo, hay alguien que no lo tolera tan bien como yo: Kyle. Por eso yo misma tambien lo miro, negando lentamente, en un gesto que le está pidiendo claramente contención. No quiero que se acaben enzarzando en ninguna pelea.

Es entonces cuando noto su mano en mi hombro y acabo por sonreírle, sincera, pese a lo que pueda parecer y pese a lo superficial de su gesto. Y asiento, ante las palabras de Leo, cuando nos felicita por lo de Patrick- Gracias, Oliver... La verdad, es un alivio saber que estará con una de nosotras sí -o mejor dicho saber que Deirdre no lo podrá torturar en Slytherin- Sólo espero que, como dice Leo, no se lo haya tomado demasiado mal... El parece muy feliz... - digo, dándole a entender que Patrick no tiene culpa de cualquier arranque de ira de Deirdre. Sólo espero que Oliver tenga la cabeza suficiente como para contenerla, en caso de que le de por ir a por el crio.

Y acabo por sonreirle, cordial, aunque mi mirada le muestra otra cosa muy diferente: preocupación y una petición velada de que sea la voz de la razón en aquel nido de culebras.

Respondo a las palabras de Leonard con una sonrisa. Sincera aunque tensa y fría, propia de mi. - Supones bien - respondo a Leo sin mucho entusiasmo. De todos es sabido la relación de mi novia con su hermana y con la casa Gryffindor. Paso una mirada neutral por todos los presentes. Siguen estando tensos, callados y reticentes. Demasiado típico para sorprenderme. Seguramente, estarán pensando en lo ocurrido con Kyle en el tren. Miro al susodicho de nuevo, evitando cualquier tipo de expresión en mi cara, y repaso lo ocurrido en el viaje. Todo eso había sido culpa de culpa de O'Brian y su incapacidad de mantener las manos quietas en nuestro compartimento. ¿Era necesario coger el maldito gato? No, no lo era. Solo eran ganas de caldear el ambiente y de complicar las cosas. Algo absolutamente nada necesario.

Las palabras de Kaitlin me devuelven a la realidad. - Ya se hará a la idea - continúo por fin, encogiéndome de hombros y mirando por fin el espacio dejado por la pelirroja. - Tiene siete años para hacerlo - añado, dedicándole un sonrisa prácticamente imperceptible en respuesta a la suya. Tras eso, me muevo por fin y acabo sentándome a su lado.

Soy testigo del intercambio de palabras entre los Gryffindor y Oliver en el más absoluto silencio. En un principio, me sorprende la felicitación que sale de su boca. Tratándose del novio de Deirdre, habría esperado que se pusiera de su parte, que esperase tener al pequeño O'Hare en su bando. 

Conforme transcurren los segundos, al hacerse cada vez más evidente que no viene en busca de follón, la tensión se va despegando de mi cuerpo y me permito tomar una gran bocanada de aire. Me relajo y alargo la mano hacia una de las bandejas, sirviéndome una ración abundante de su contenido. Sin pronunciar palabra ni mirar hacia el sitio ahora ocupado por Oliver, pongo toda mi atención en el plato que tengo ante mí y dejo volar mi mente en busca de todo conocimiento residual que pueda haber en mi memoria acerca del béisbol. Cualquier cosa excepto pensar en el gato. Todavía no se me han calmado del todo los nervios. 

Lo cierto era, que el hecho de ver a Oliver sentado con nosotros me tenia desubicado. La invitación de Kaitlin me había dejado fuera de lugar, pero aun mas que Oliver se quisiera sentar con nosotros. Eso quería decir dos cosas... O que las cosas en Slyhterin estaban muy aburridas, o que había venido a husmear. Ambas me parecían igual de factibles.

¿No hay mucho ambiente en Slytherin, no? Pregunto, señalando con la cabeza en la dirección de la mesa de Slytherin. Mi mirada se dirigió a Kyle, observándolo unos segundos, más tranquilo ahora que lo veía mas relajado. Estaba casi seguro que el momento más crítico de aquella "reunión" como lo había llamado Oliver, había pasado. Eso hizo que me relajara, lanzando un largo suspiro por la nariz, aliviado.

Bueno... de lo que íbamos hablando... Si es verdad que se necesitan nueve personas por equipo, tenemos un problema. Kyle, Eve, Laura, Kaitlin, Will, Duncan, Peter y yo somos ocho... ¿Se pueden jugar cuatro contra cuatro? ¿por qué no puedo ser yo siempre el que lanza? Aquel asunto me interesaba, y la idea me había gustado. No quería que se perdiera el hilo por la intervención de Oliver... a pesar de saber que muchos podrían sentirse incómodos con su presencia.

No dejaba de ser mi cuñado, y una persona que me había demostrado que se podía contar con él, a pesar de nuestras diferencias... y sus diferencias con prácticamente todos mis amigos.

No entendía muy bien el frío ambiente que se había creado con la llegada de Oliver, casi agresivo. Vale, Oliver no era la persona más afín al grupo del mundo... Pero tampoco era mal muchacho, sobretodo comparado con el resto de serpientes de nuestro curso. Era un poco "nazi" en cuanto a los asuntos de línea de sangre...pero nunca había creado un problema por ello, al menos no conmigo, y eso que mi sangre era más que dudosa.

Estaba a punto de decir algo para romper la tensión cuándo se me adelantaron hablando de Patrick. Suspiré aliviada, pues lo último que quería era una pelea en la primera cena del año. Al parecer con esto de la relación de Deirde y Oliver, Kaitlin y Leonard se habían vuelto bastante cercana. Era extraño tenerle ahí, en medio de nuestra cena y conversación, sentado con nosotros.

Leonard me sacó de mis cavilaciones volviendo al tema del baseball.

- Bueno, cómo decía, en la adaptación no necesitamos tanta gente. Sería muy difícil conseguir 18 jugadores y enseñar a todos... Lo de lanzar me temo que se debe cambiar. Verás - empecé a explicar mientras me incorporaba un poco y usaba mis manos para ilustrar mis palabras - Cada "turno" consta de dos partes: en una parte el equipo A batea y el equipo B defiende, es decir, intenta eliminar al bateador; en la segunda parte cambia. De modo que, cómo ves, no siempre puedes lanzar. Sin embargo, el lanzador suele ser siempre el mismo. De hecho los jugadores suelen estar siempre en la misma posición en la defensa ya que cada uno hace cosas distintas y cada jugador encaja mejor en una posición u otra. ¿Me explico?

-Estabámos hablando de beisbol, Oliver... un deporte muggle... parecido al quidditch, pero en el suelo... Estamos pensando en formar un equipo y probarlo...- le explico a mi cuñado, mientras los demás siguen hablando de fondo. Y, acto seguido me agarro al brazo de Leo, inclinándome hacia adelante, como si así prestara más atención.

-Podríamos quedar mañana, después de clase, y decírselo a alguien más si nos falta gente... Y podríamos probar... No creo que sea muy difícil conseguir todo lo que necesitamos... O al menos así podriamos organizarnos...

En cuanto llego a esa última palabra, un bostezo me pilla desprevenida. Estoy cansada. Y aún hay que llevar a todos aquellos críos hasta la sala común... Y lo peor de todo: toca discursito.

-Bueno chicos... creo que ya es hora de ir llevando a los pequeños al cuarto... Asi que... - digo, dejando antes de nada un beso en los labios de Leo, a modo de momentánea despedida- Vamos a ello...

Y, a pesar de mi pánico interior a hablar en público y a ese miedo innato a hacer el ridiculo, allí voy yo, poniéndome en pie, dispuesta a cumplir con mis funciones.

Quien me mandaría a mi...

Finalizada la cena y la amena charla de reencuentro entre compañeros, los prefectos de todas las casas, avisados por Kaitlin, se levantan y empiezan a formar a los alumnos de su casa para guiarlos a la sala común; más concretamente a los de primero que no saben ni por dónde cae, y ni mucho menos qué hacer una vez lleguen.

Al cabo de diez minutos el Gran Comedor queda nuevamente desierto hasta la llegada del nuevo día.

La puerta de la clase se cierra tras el Profesor Slughorn que avanza tras su cervecera barriga, cargado con un maletín que deja sobre la mesa. En cuanto se da la vuelta os mira. Aún estáis de pie pues no habéis tenido tiempo siquiera de sentaros.

- ¿Qué mejor manera que empezar el nuevo curso que con una magistral clase de Pociones? Ninguna, ¿no os parece?- os mira amable y algunas caras de aburrimiento o pasividad no reducen su ánimo de empezar el año con fuerza.- Espero que hayáis pasado un buen verano y vengáis con las pilas puestas porque sois mi curso favorito y espero lo mejor de vosotros. ¡ Señor Carrow! ¿Cómo está? ¡Leonard! Querido amigo, le veo en muy buena forma.- alguien al fondo carraspea y devuelve a Slughorn al tema de clase.- ¡Ah! Sí, sí. Por supuesto. La clase. Tomad asiento por favor. ¡Y preparad el caldero!

Vuelve a su mesa y saca algo del maletín que esconde detrás de él mientras os vuelve a mirar.

- Hoy empezaremos con una poción de repaso. No es sencilla pero creo que si dais lo mejor de vosotros reactivaréis vuestra mente y habilidad. ¡Poción Crecedora de cabello! Y para que tengais un mayor incentivo... a quien lo haga mejor le regalaré... ¡esto!- saca un pequeño bote de entre sus manos con un líquido en el interior.-¡Poción de invisibilidad potente! Quien se la beba permanecerá un total de dos horas aproximadas invisible. Interesante, ¿no es cierto? La de pillerías que podríais hacer con esto...- muchos ya quieren empezar a ganarse esa poción y empiezan a buscar la receta en el libro de pociones de este año.- ¡Tenéis una hora y media!

Siguiendo con su rutina escolar, pausada durante los meses de verano, Carrie llegó al aula seguida de Jackie, Deirdre y Vicky, la cual le acarreaba la mochila con expresión de apuro mientras consultaba el reloj, a sabiendas de que llegaría tarde a su próxima clase, algo que a Carrie le traía sin cuidado.

Con su sonrisa lánguida habitual, recorrió la clase con una mirada de sopor y se dirigió al sitio al que acostumbraba, desocupado en señal de respeto por su posición, o eso creía ella. Se sentó, cruzando sus largas piernas medio estiradas a la espera de que el profesor Slughorn hiciera acto de presencia con su risueña y bobalicona cara de siempre. Aunque en su favor diré que como hacedor de pociones no tiene parangón. Era el único motivo por el que le respetaba.

Haciendo patente su aburrimiento mientras el hombre entraba y empezaba con su crispante cháchara, Carrie se dedicó a cambiar de color a golpe de varita las páginas de su libro, esforzándose en formar el color del arco iris. Una leve sonrisa infantil se dibujó en sus labios, tatareando bajito al cambiar cada página. 

- ¿Quieres que te cambie el tuyo, Deirdre? - le preguntó, ignorando totalmente al profesor y la tarea que les encomendaba. Al menos, eso fue hasta que mencionó el premio. Y es que Carrie tenía debilidad por los regalos y de repente se le antojó que necesitaba esa poción invisible. ¿Para qué? Seguro que le encontraría alguna utilidad, pero no importaba, se iba a dar algo y tenía que ser suyo.

El aire perezoso que la había embargado hasta el momento desapareció y, tras una ojeada al libro de Jackie para ver la poción que tenían que realizar, sacó el caldero y los ingredientes necesarios sin apenas consultar su tomo de pociones, colocándolos de forma metódica en su mesa de trabajo. Con aspecto frío y concentrado, empezó a triturar las colas de rata hasta convertirlas en una fina masa pastosa mientras vertía agua a golpe de varita en el caldero y la ponía a hervir para, posteriormente, añadir la masa uniforme al agua con gesto preciso, manteniendo el lugar totalmente impecable.

Sus ojos, atentos en ese momento, observaron el progreso de sus compañeros, a sabiendas de que difícilmente igualarían su resultado. Y es que, la manía de Slughorn de premiar a sus alumnos con recompensas habían convertido la asignatura de pociones en su preferida.